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Boletín

Sobre

el Boletín


Envío de Información

Consulte las actividades de las instituciones afiliadas en: www.cmch.colmex.mx

A partir del número siguiente el boletín publicará un resumen de las actividades realizadas en los últimos dos meses. Envío de información y colaboraciones a:

boletinhistoria@outlook.com

A partir del 2016 el Comité Mexicano intenta crear nuevas redes de comunicación entre historiadores mediante la renovación de su página de internet y su alianza con el portal H-México.

La intención es dar a conocer de manera más eficaz la actividad cotidiana de un creciente número de investigadores e instituciones dedicadas a ensanchar y problematizar nuestro conocimiento del pasado.

En consecuencia, el Boletín, convertido en publicación bimestral, se ceñirá a las siguientes actividades:

  1. Dar a conocer las principales actividades del CMCH y los debates que se celebren en los foros que organiza.
  2. Ofrecer noticias o avisos de interés general para la comunidad de historiadores y órganos vinculados al quehacer histórico.
  3. Promover la interrelación entre instituciones e investigadores.

Para este último invitamos a colaborar con pequeños escritos relacionados con grupos de trabajo permanente, redes y seminarios de investigación.

La información de las actividades realizadas por las instituciones participantes se publicará en la página del Comité y se mantendrá en el Boletín, de manera sintética, como acervo histórico.

Esperamos que este esfuerzo cuente con la confianza y la colaboración de nuestros colegas.

    Boletín 440

    Enero – Abril 2020

    Epidemias en la historia de México

    Varios historiadores e instituciones contribuyen a la divulgación del conocimiento histórico durante la presente pandemia de Covid-19. América Molina del Villar, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y vocal de la Mesa Directiva, comparte con la página web del Comité dos cápsulas grabadas sobre la historia de las epidemias, de las cuales reproducimos aquí algunos fragmentos.

    Fragmentos de cápsulas elaboradas por América Molina del Villar

    Ciesas, Ciudad de México

    La viruela en el Nuevo Mundo

    (I Cápsula, 1:38)

    “Sobre el impacto que provocó la viruela en tierra virgen, como fue el caso de América y en el caso particular de la Nueva España, existen diversas estimaciones… Existe todo un debate sobre la caída de la población indígena. Hay estimaciones llamadas ‘alzistas’ y otras ‘bajistas’. Algunas señalan que en 1518 existía una población de cerca de 25.2 millones de personas [en contraste con] una población en 1605 de [poco más de] 1 millón de individuos…” 

    De epidemia a enfermedad endémica

    (I Cápsula, 4:04) 

    “La viruela impactó de forma drástica a la población adulta y después se convirtió en una enfermedad endémica, que se presentaba con una periodicidad de diez años. De esta manera, se convirtió en una enfermedad de la patología de las poblaciones americanas… En el caso particular de la Nueva España, una vez que se hizo endémica empezó a impactar menos a la población adulta y más a la población no inmunizada, en este caso, población infantil…”

    Registros parroquiales y otros indicadores

    (I Cápsula, 4:30)

    “Quienes nos dedicamos a hacer estudios demográficos, tenemos interés en [determinar] los grupos de edad afectados. Los registros parroquiales permiten hacer estas estimaciones a nivel regional y local… [Desde luego,] los curas no eran médicos. Ellos sólo registraban los entierros, […] no tenían por qué reconocer la etiología de estas enfermedades, pero sí es posible, a través de diferentes fuentes, ubicar en un largo periodo a estas enfermedades”.

    Unos mueren más que otros

    (I Cápsula, 6:25)

    “En los registros del periodo colonial sobre el impacto demográfico de estas enfermedades infecciosas podemos encontrar un elemento importante que podemos ver incluso en la actualidad: la mortalidad diferencial. La población indígena, sin duda fue la más afectada, aunque no la única. Esto se debió a sus condiciones de pobreza y a las aglomeraciones en las grandes ciudades, que magnificaron su vulnerabilidad”.

    Ilustración e inoculación

    (I Cápsula, 8:15)

    “En cuanto a las medidas y reacciones de contención de las enfermedades, podemos establecer un corte en la segunda mitad del siglo XVIII, principalmente con la Ilustración, con la llegada de las ideas naturalistas y la práctica de la inoculación. Así, la explicación del origen de estas enfermedades dejó de tener un carácter de castigo divino…”

    Las “fiebres misteriosas” de la independencia

    (II Cápsula, 3:10)

    “En 1813 y 1814 ocurrió otra gran epidemia que se diseminó por todo el virreinato [y que fue denominada] de ‘fiebres misteriosas’ porque los médicos no conocían la etiología de esta enfermedad. […] Esta epidemia se puede asociar con el tifo, porque probablemente surgió en el sitio de Cuautla, donde estaban las huestes de Morelos, y se diseminó con el movimiento de las tropas insurgentes y realistas…”

    La primera pandemia de la edad moderna

    (II Cápsula, 8:30)

    “La primera pandemia de la era moderna fue el cólera, que está asociada con aspectos de la modernidad, [como] la revolución industrial y el avance tecnológico en las comunicaciones. Por ejemplo, los barcos de vapor diseminaron la enfermedad a través de los continentes. El cólera también reveló esta ‘mortalidad diferencial’ que ha estudiado Lourdes Márquez Morfín… los barrios más pobres y donde estaban las peores condiciones de insalubridad fueron los más afectados”.

    Las muertes del cólera

    (II Cápsula, 8:50)

    “Tan sólo en la Ciudad de México murieron 9,445 personas, para entonces la ciudad tenía una población de 129,248 habitantes, por lo que si se calcula la tasa de mortalidad sobre el total de población en ese momento, se observa que fue de 31%; es decir, una tasa alta comparada con la tasa de mortalidad de la actual pandemia de Covid-19…”

    El control de la salud en el Porfiriato

    (II Cápsula, 11:10)

    “El Consejo Superior de Salubridad (creado en 1841) era un organismo centralizado de la salud pública que monitoreaba los brotes de cólera y de fiebre amarilla en los puertos. [Durante el Porfiriato] el Consejo fue dirigido por un médico ilustre, el Dr. Eduardo Liceaga, que había estudiado en el Instituto Pasteur, en Francia, y que formó un grupo de médicos que realizaron investigaciones importantes en la Cárcel de Belem sobre tifo, conocida como la ‘fiebre de las trincheras’. Incluso, este grupo de médicos, tras el estallido del conflicto armado para derrocar a Porfirio Díaz, se quedó al frente del Consejo Superior de Salubridad en un periodo aciago. Liceaga salió tras el ‘Cuartelazo’ de 1913, es decir, el golpe de Victoriano Huerta contra Madero…”

    Nuevas fuentes para estudiar la epidemia

    (II Cápsula, 12:00)

    “…El siglo XX ofrece una cantidad de información diversa mayor que periodos anteriores, por ejemplo, existen los boletines científicos del Consejo Superior de Salubridad que publicaban la estadística de enfermos, una información muy valiosa; además, la prensa también ofrece muchos datos y la información del Archivo Histórico de la Secretaría de Salubridad y Asistencia…”

    Los estragos de la influenza de 1918

    (II Cápsula, 17:55)

    “…De octubre a diciembre de 1918, en el brote que ocurre en la segunda oleada de la pandemia de influenza, murieron 7,375 personas en la Ciudad de México, este dato corresponde a un trabajo realizado por Lourdes Márquez Morfín y yo, que se publicó en la revista Desacatos…”

    El Consejo después de la Revolución

    (II cápsula, 21:40)

    “…Al frente del Consejo Superior de Salubridad quedó un personaje muy allegado a Carranza, José María Rodríguez, médico militar, formado con Liceaga. Él llevó a cabo una campaña muy severa de carácter militar para controlar los brotes de tifo que había en la Ciudad de México. En el Archivo Histórico se encuentra un padrón que registraba los enfermos de tifo en las vecindades, para luego ser trasladados a los hospitales, sobre todo al Hospital General. Ahí se estableció un pabellón que pronto fue rebasado, por lo que también se habilitó el Hospital Juárez…”

    Consulte las cápsulas completas y otras cápsulas sobre epidemias: https://cmch.colmex.mx/recursos-digitales

    Informe de Mesa Directiva

    El 5 de junio de 2020 se celebrará la Asamblea Ordinaria de Delegados del Comité Mexicano de Ciencias Históricas, en la que de acuerdo con los Estatutos debe renovarse la Mesa Directiva. Los cargos de presidencia, secretaría y tesorería deben ser electos por la Asamblea a partir de las propuestas de la comunidad de historiadores. Con este informe, el secretario de la actual Mesa Directiva da cuenta de las principales actividades que ésta realizó en los cuatro años y medio que se mantuvo al frente de la asociación.

    Noviembre de 2015

    En la primera sesión de la Mesa Directiva (13 de noviembre de 2015) se presentó el informe de la tesorería anterior y un inventario del archivo administrativo de la Mesa Directiva, que quedó a resguardo en el Instituto de Investigaciones Históricas. La mesa discutió el proyecto de renovación de la página web del Comité y se acordó iniciar un nuevo boletín. Desde entonces comenzó a discutirse la preocupación de la comunidad de historiadores acerca de las dificultades crecientes para consultar archivos y del proyecto recién presentado en la Cámara de Diputados sobre la Ley General de Archivos.

    2016

    A comienzos del año comenzó a funcionar la nueva página web del Comité Mexicano de Ciencias Históricas organizada por el secretario con la ayuda de Moisés Jiménez, quien fungió como asistente durante todo ese año y el primer semestre de 2017. La página integró las principales secciones de la plataforma anterior y mejoró su presentación gracias al apoyo que recibimos del equipo de cómputo de El Colegio de México, que desde entonces alberga la página (https://cmch.colmex.mx). El nuevo Boletín comenzó a publicarse a comienzos de año de manera bimestral. Desde entonces se cuidó que toda la información publicada quedase consignada en la propia página del Comité. La información correspondiente a las actividades académicas se consignó en la misma página gracias al enlace creado con H-México (creada por el investigador Felipe Castro) pues la Mesa Directiva consideró que el formato del boletín anterior no contribuía a la difusión de actividades ni daba cuenta cabal de las actividades académicas de las instituciones. Los archivos de H-México son libres y el vínculo permite una actualización constante a los contenidos desde la página del Comité. A lo largo del año se publicaron 6 números del Boletín y la página mantuvo actualizados sus contenidos.

    A través de reuniones con senadores y el Consejo Académico Asesor del AGN, el presidente del Comité expresó el parecer de la Mesa Directiva y la necesidad de los historiadores de consultar versiones íntegras de los documentos. De igual modo se fue consolidando en el debate de la Ley General de Archivos la necesidad de establecer que cualquier archivo considerado “histórico” debe ser público y exento de las restricciones que imponen las leyes de protección de datos personales. Para discutir y analizar el tema de la consulta de fuentes documentales, la Mesa Directiva acordó organizar el foro “Los historiadores frente a los archivos”, que se celebró el 24 de noviembre en el Centro de Estudios de Historia de México Carso. A finales de año, el presidente del CMCH ofreció un balance sobre lo discutido en este foro, así como un resumen de la participación de la Mesa Directiva en distintos foros relacionados con la Ley General de Archivos. Toda la información de estas reuniones se registró de manera organizada en la propia página web del Comité (https://cmch.colmex.mx/ley-general). 

    Durante 2016 la Mesa Directiva creó una comisión para afinar las reglas del certamen de premios que cada año otorga el Comité. Los jurados se formaron en el mes de mayo y sesionaron durante los meses de junio a octubre. En noviembre presentaron los resultados del premio correspondiente a los artículos publicados en 2014. La entrega de premios y la Asamblea ordinaria anual se celebraron el 25 de noviembre en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, gracias a la generosidad de su director, Manuel Ramos Medina. En esa reunión se informó de los primeros avances y se realizó la integración de varias instituciones al Comité.

    2017

    A comienzos del año la Mesa Directiva hizo un balance de las actividades relacionadas con la Ley General de Archivos y se aprobó un posicionamiento del Comité, mismo que se envió al Senado, a Conacyt y al INAI. El presidente y el secretario participaron en varios espacios de discusión sobre la Ley General de Archivos. Esta última pasó a una nueva etapa de discusión, en atención a la demanda del Comité y a otras iniciativas presentadas por la comunidad de historiadores.

    A mediados de 2017 Ernesto Reséndiz Oikión se incorporó como asistente, quien ha colaborado incesantemente en el Comité. Su participación fue indispensable para hacer actualizaciones en la página web y mantener la actividad editorial del Boletín, incorporando vínculos a proyectos digitales y repositorios documentales en línea. Durante este año se publicaron 6 números.

    En junio el secretario del Comité participó en el Primer Encuentro de Representantes de Asociaciones y Comités de Historia de América Latina, convocado por la Asociación Nacional de Historia (ANPUH) el 8 de junio de 2017, en Sao Paulo. Como resultado de esta reunión se elaboró un pronunciamiento de los representantes internacionales sobre la apertura total de archivos históricos y la necesidad de fortalecer las políticas de Estado para proteger y favorecer la memoria histórica. En septiembre de 2017 la expresidenta del Comité, Verónica Zárate, participó en el Congreso Internacional de Ciencias Históricas en Moscú. Por acuerdo de mesa, se aceptó que fungiese como representante y solicitase un pronunciamiento relacionado con la apertura de archivos.

    En este año se hizo una evaluación sobre el procedimiento de los Premios del Comité y en virtud de ello se hicieron modificaciones para recibir artículos y precisar las categorías de la siguiente convocatoria. Los jurados fueron integrados definitivamente en el mes de mayo y sesionaron entre junio y octubre de ese año. La entrega de Premios se realizó el 8 de diciembre, después de la Asamblea de Delegados.

    2018

    El Boletín y la página continuaron su actividad, incorporando vínculos a proyectos digitales y repositorios documentales en línea. Se corrigieron varios problemas asociados a la página y se publicaron 6 números.

    A mediados de año se publicó en el Diario Oficial la nueva Ley General de Archivos, muy distinta de la presentada originalmente. La Mesa Directiva analizó el documento y constató que varias de las propuestas realizadas por el Comité y la Comunidad fueron atendidas, si bien la puesta en vigor de la Ley puede ser difícil y generar nuevas dificultades. Por acuerdo se realizó una encuesta a estudiantes y colegas acerca de la consulta de documentos en el AGN y en otros acervos documentales, a fin de detectar posibles obstáculos administrativos.

    Desde el mes de febrero comenzó la integración de jurados para el Premio del Comité correspondiente a los mejores artículos y reseñas publicados durante 2016. El jurado quedó integrado en mayo y comenzó a sesionar en el mes siguiente; en octubre entregó los resultados que se presentaron en la ceremonia anual.

    La Asamblea de Delegados se realizó el 30 de noviembre. En ella se hizo un reconocimiento especial a Linda Arnold, profesora emérita de Virginia Tech, en agradecimiento por su labor en la clasificación, organización y sistematización de documentos y archivos y, en especial, por su generosidad para compartir los resultados de sus esfuerzos. Dicho reconocimiento se realizó durante la ceremonia de entrega de Premios, celebrada en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, después de la Asamblea.

    2019

    En los primeros meses del año se realizó una reunión con el director del INEHRM, quien expuso la indicación del nuevo gobierno de iniciar la reforma a libros de historia. La Mesa Directiva ofreció facilitar la comunicación entre instituciones y crear foros de discusión al respecto; pero no se concretó ningún proyecto.

    En una sesión de Mesa Directiva se discutió la necesidad de compartir información entre coordinaciones de programas de Historia, a fin de detectar problemáticas comunes y diferencias temáticas. El Presidente del Colegio de Michoacán participó con la propuesta de fortalecer una red de posgrados de Historia y una red de licenciaturas. 

    También expresó su interés en participar en la siguiente Mesa Directiva. Como respuesta a los problemas presupuestales del Comité y dificultad de conseguir el pago de cuotas, la Mesa acordó que se creara una Comisión de revisión a los Estatutos del Comité, presidida por la Dra. Catherine Andrews, del CIDE.

    El Boletín y la página continuaron su actividad, incorporando vínculos a proyectos digitales y repositorios documentales en línea. Se publicaron 5 números. 

    En abril comenzó la integración de jurados para los Premios a los mejores artículos publicados en 2017. Este año hubo contratiempos que retrasaron el seguimiento de los jurados y éstos terminaron de entregar resultados en noviembre. La Mesa Directiva los aprobó en su sesión del 29 de noviembre, lo que retrasó la publicación del Boletín con los resultados.

    En cumplimiento de los Estatutos, la Mesa Directiva convocó a la comunidad de historiadores para presentar un proyecto de presidencia para la nueva Mesa Directiva. Sin embargo no se recibió ninguna propuesta formal al cumplirse el plazo. En vista de ello, la Mesa Directiva acordó postergar la realización de la Asamblea de Delegados, pero no la entrega anual de Premios del Comité, que se realizó en diciembre en el Centro de Estudios de Historia de México Carso. En virtud de los Estatutos, la Mesa Directiva vigente continuó en sus funciones de manera extraordinaria.

    2020

    Debido a la pandemia del virus Covid-19 y a las medidas de distanciamiento social, no fue posible realizar la Asamblea de Delegados como estaba previsto. La Mesa Directiva sesionó de manera virtual y acordó alargar la duración extraordinaria de la Mesa Directiva hasta el día 5 de junio, fecha en que se celebrará la Asamblea de Delegados para hacer el cambio de Mesa. La página del Comité siguió actualizándose. Se incorporó información sobre cápsulas relacionadas con la epidemia y sitios con fuentes digitales que se pueden consultar en línea en tiempos de restricciones de movilidad. Se publicó el número faltante del Boletín correspondiente a 2019 y el presente, último de esta época.

    María Águeda Méndez (1943-2020)

    Marginados y censores del mundo novohispano

    Gabriel Torres Puga
    CEH, El Colegio de México

    El 22 de febrero de este año falleció nuestra querida colega María Águeda Méndez, investigadora meticulosa y tenaz, literata de formación e historiadora de oficio. 

    Formada en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad de Syracuse (Nueva York), María afinó sus habilidades de investigación en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, primero como investigadora de proyecto y a partir de 2002 como profesora investigadora de tiempo completo. Durante años, María encabezó y dio vida al proyecto “Catálogo de textos marginados novohispanos”, surgido de una iniciativa de Margo Glantz e inspirado en los estudios pioneros de José Miranda y Pablo González Casanova sobre la “literatura perseguida” en la Nueva España. El proyecto reunió a investigadores y estudiantes de varias instituciones que clasificaron y describieron una multitud de escritos de toda índole, dispersos en el ramo Inquisición del Archivo General de la Nación. El primer volumen, correspondiente a los siglos XVIII y XIX apareció en 1992 y el segundo relativo al siglo XVII en 1997, ambos bajo la coordinación de María. El tercer volumen, el del siglo XVI, que resultó más extenso de lo previsto, no alcanzó a ser publicado.

    Mientras ese proyecto se gestaba, María Águeda fue desarrollando sus habilidades de investigación y afinando su segunda vocación de historiadora. El proyecto, que había comenzado con una búsqueda de textos “literarios”, se abrió a una diversidad de escritos que cabían dentro o rozaban el término de “marginados”. Sermones, cartas, versos, cuentos, incluso novelas cortas; pero también censuras, pareceres, impugnaciones… Textos ocultos durante más de dos siglos por el velo del secreto inquisitorial resurgieron como testimonios de una época contradictoria y profundamente marcada por la censura de la ortodoxia imperante. Algunos de esos hallazgos dieron sustento a un nuevo libro: una antología crítica de textos de carácter erótico, que publicó junto con el desaparecido Georges Baudot en 2001: Amores prohibidos. La palabra condenada en el México de los virreyes. A la par, María escribía artículos que iluminaban diversos aspectos de la cultura en Nueva España: los elementos simbólicos asociados a la fiesta y a la muerte, los sermones, las historias ejemplares. También escribió sobre representaciones teatrales, expresiones de magia, textos libertinos, invocaciones demoniacas, devociones heterodoxas… La Inquisición, por supuesto, era el telón de fondo, y al estudiar esos temas descubría también las prácticas cotidianas de censura y la relación ambivalente del tribunal con la sociedad, como lo muestra una compilación de algunos de sus mejores artículos: Secretos del Oficio: avatares de la Inquisición novohispana.

    Fascinada con los hallazgos de archivo, María tendió puentes entre la literatura y la historia, como lo reconoció en su tesis doctoral sobre el jesuita Antonio Núñez de Miranda: “no concibo el análisis escueto de obras literarias que no consideran la realidad y época que las circundan y creo firmemente que los estudios históricos siempre se enriquecen cuando incursionan en temas literarios”.

    Con agudeza y un vasto trabajo de archivo, María reconstruyó la formación de Núñez de Miranda, célebre autor y predicador de sermones para fiestas y exequias; pero antes que nada, teólogo al servicio de la Inquisición. Su estudio biográfico reconstruye el camino tortuoso del hombre de letras que, como muchos otros, asumía la vocación de censor: la tarea de detectar el error en aras de defender una verdad siempre vulnerable. No es extraño que buscara también la corrección de los penitentes desde una óptica de autoridad y superioridad, incompatible desde luego con la voluntad e inteligencia de su más famosa confesante: Sor Juana. Sin embargo, María fue más allá al descubrir que la inversión de papeles era una de las paradojas de la sociedad censora: el Núñez censor fue censurado cuando se atrevió a opinar sobre la sociedad y sobre las mujeres en particular a partir de lo que escuchaba en el confesionario; el propio campeón de la ortodoxia también fue denunciado cuando se atrevió a predicar un aparente prodigio como si se tratase de un milagro.

    Meticulosa con sus fuentes, María analizaba a partir de expedientes rigurosamente transcritos. Su última pasión fue un catalán francés procesado en México la década de 1790: Jerónimo Covarrubias Portauti, al que yo conocí por mis estudios sobre la supuesta conspiración de 1794 y gracias al cual conocí a María. Hace unos años pensamos en juntar nuestras fuentes para hacer una edición conjunta de la causa, una de las más extensas que conserva el Archivo General de la Nación. Ella tenía la transcripción de dos cuadernos, pero desconocía el principal, precisamente el que yo había transcrito. Con ayuda de un par de asistentes descubrimos nuevos documentos y transcribimos los cuadernos faltantes, que todavía llegó a ver antes de que comenzara la última etapa de revisión. Como homenaje póstumo, espero lograr muy pronto una edición crítica de ese proceso, en recuerdo de sus esfuerzos y amor por la historia novohispana.

    Boletín 439

    Noviembre – Diciembre 2019

    El Proyecto Crónica Mexicana: tras las huellas de la obra de Hernando Alvarado Tezozómoc

    Clementina Battcock

    Dirección de Estudios Históricos del INAH

    El Proyecto Crónica Mexicana es coordinado por Yukitaka Inoue Okubo (Universidad de Senshu, Japón), Berenise Bravo Rubio (ENAH-INAH), y por quien suscribe el presente texto. En él buscamos colocar a disposición del público en general las imágenes digitales de las copias manuscritas de esta importante obra novohispana, escrita en 1598 por Hernando Alvarado Tezozómoc, noble indígena de la capital de la Nueva España.

    Desde los últimos años del siglo XVI, pero sobre todo en los inicios del XVII, algunos descendientes de los antiguos nobles indígenas de la Nueva España fueron educados en las tradiciones prehispánicas que aún sobrevivían, y, por otro lado, en la cultura castellana europea. Unos cuantos de ellos se dieron a la tarea de escribir, siempre usando los caracteres latinos, a veces en español, a veces en náhuatl u otra lengua autóctona, historias que relataban el devenir de los centros de poder que habían gobernado sus ancestros.1 A estos cronistas los conocemos propiamente como escritores de tradición indígena, mismos que utilizan por vez primera la práctica de la autoría, esto es que en el cuerpo mismo del texto o en la portada, consignaron sus nombres.

    Las crónicas que escribieron se sujetaron a los lineamientos de las obras europeas de contenido histórico, por lo que las ordenaron en capítulos a la manera de las homólogas del Viejo Mundo que, posiblemente, tuvieron a su alcance.2 Las crónicas de tradición indígena ofrecen el panorama de una escritura histórica que busca ser “reparación” o “sutura del trauma” de la conquista, y devenir en espacios textuales necesarios para la supervivencia de memorias en riesgo de extinción. Hay en ellas un ubicuo tono de nostalgia, particularmente perceptible en el tratamiento de lo perdido: memorias, saberes, pinturas, grandes personajes, espacios (palacios, puentes, mercados, ciudades enteras, sabores, colores, texturas), todo vinculado a la historia del antiguo estrato gobernante. En ello se advierte el funcionamiento de la narración como estructura, que hace inteligible la experiencia y que permite colocarla en las nuevas coordenadas occidentales del espacio-tiempo, además de incorporar nuevas causalidades, más allá de la profunda herida que supuso la ruptura social y cultural posterior a la conquista.

    La obra de Hernando Alvarado Tezozómoc, Crónica Mexicana (1598), se inscribe en el rubro de las historias de los antiguos centros de poder en las que los autores exaltaban la gloria bélica de sus propios grupos, en este caso el de los mexica-tenochcas. En la lectura de la Crónica mexicana es posible percibir varios niveles de narrativas. De manera consciente o inconsciente, el texto ofrece distintos relatos, por ejemplo: el primero de ellos versa, de manera escueta, sobre el origen, migración e instalación definitiva (Cap. I al cap. IV) del grupo mexica tenochca, siendo las figuras centrales la deidad Huitzilopochtli y los acompañantes del grupo. El segundo relato trata sobre la guerra contra Azcapotzalco, hecho que les permite consolidarse como el grupo y núcleo más poderoso de la Cuenca de México durante el Posclásico Tardío (Cap. V al XVI.). El tercero habla de los centros rivales de Chalco (Cap. XXI al XXVI) y Tlatelolco (Cap. XLI al XLVII). El cuarto aborda las distintas conquistas que les permiten hacer tributarios a otros pueblos y consolidar su poder expansivo. Finalmente, figuran, desde los presagios del advenimiento de los españoles, hasta la llegada de Hernán Cortés y sus tropas a Tlaxcala (Cap. CII al CX).

    Los objetivos del PCM 

    En 2012 la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, por sus siglas en inglés) realizó la conferencia internacional titulada La Memoria del Mundo en la era digital: digitalización y preservación, cuyas reflexiones giraron en torno a la pérdida de información ocasionada por la falta de marcos legales e institucionales para garantizar su conservación, al tiempo que buscó soluciones para crear una mejor capacitación y financiación que pudieran preservar los diferentes acervos digitales.

    Bajo esta premisa, y tomando en consideración las nuevas preocupaciones relativas al resguardo y digitalización de los registros históricos, nuestro proyecto tiene como objetivo principal crear un medio que garantice la accesibilidad a un contenido digital auténtico y confiable. Con esta plataforma también buscamos que las personas pongan en práctica su derecho a la investigación, a recibir información, opiniones y difundirlas por cualquier medio de expresión.

    Al digitalizar una serie de documentos alusivos a un sector de la sociedad novohispana y su memoria conseguimos una disminución en su manipulación física y el posible deterioro al que están expuestos, y así aseguramos su supervivencia. Asimismo, consideramos de vital importancia promover y difundir una parte del acervo protegido en las bibliotecas, los archivos y los museos.

    Del mismo modo, buscamos colaborar con asociaciones profesionales y órganos internacionales para elaborar un modelo de conservación digital que, a su vez, ayude a la implementación de programas de salvaguardia de colecciones documentales, al tiempo que sirva de ejemplo para que cada vez más interesados inviertan en infraestructura digital fiable.

    Cabe señalar que nuestra prioridad, al realizar esta labor, es respetar los principios legales inscritos en los marcos regulatorios institucionales para preservar de una manera adecuada el patrimonio cultural local, incluyendo el derecho a la información y la transparencia de ésta y, finalmente, buscamos identificar a la Crónica Mexicana como patrimonio documental digital e incluirlo en el Registro como Memoria del Mundo.

    Avances y retos

    La plataforma digital fue puesta en línea al cierre del primer semestre de 2019. En ella se ubican las imágenes digitales y la paleografía modernizada de las dos copias manuscritas de la Crónica mexicana que conservamos en México: la ubicada en el Archivo General de la Nación (AGN), y la que se encuentra en el acervo de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. La colaboración interinstitucional, y los procedimientos técnicos de ambas dependencias, dirigidas por el Carlos Enrique Ruiz Abreu y por Baltazar Brito, respectivamente, resultaron de fundamental importancia para el éxito de estos primeros pasos, además del apoyo en la revisión técnica y académica de los contenidos de la plataforma, realizados por Maribel Aguilar, Jhonnatan Zavala, Aldo Sauza, Ken Umeda, Mizuho Nasu, Yuka Shimamatsu y Chihiro Kinoshita, y la valiosa y siempre oportuna gestión institucional respaldada en todo momento por la directora de la ENAH, Julieta Valle Esquivel. 

    El equipo de Paleografía, dirigido por Berenise Bravo y conformado por Marco Antonio Pérez Iturbe y Raúl García, optó por transcripciones modernizadas de los textos que permitiera una lectura fluida y fácil para cualquier lector. Finalmente, este recurso digital contiene una sección de estudios realizados por historiadores que auxilian en la comprensión contextual de la obra de Tezozómoc, en los que participaron investigadores de distintas instituciones nacionales e internacionales: José Rubén Romero Galván (IIH-UNAM), Patricia Escandón (CIALC-UNAM), Salvador Rueda Smithers (Museo Nacional de Historia–INAH), Sergio Botta (Sapienza, Universidad de Roma) y Valeria Añón (Universidad de Buenos Aires).

    Para cerrar este breve repaso de los resultados obtenidos, queda decir que ya nos encontramos trabajando con la copia de la Crónica mexicana que resguarda la Biblioteca de la Universidad de Texas en Austin, y que perteneció a Joaquín García Icazbalceta, por lo que las posibilidades de trabajo y estudios continúan abriéndose y nutriendo los intereses de las nuevas generaciones de investigadores históricos y sociales, aprovechando los recursos digitales que esta era nos ofrece.

    Consulte: https://www.senshuu.ac.jp/search/mexicana/

    Referencias:
    1. José Rubén Romero Galván [coord.], Historiografía mexicana de tradición indígena, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003, v. 1., p. 16.
    2. Yukitaka Inoue Okubo, El escribir colonial del pasado prehispánico: Análisis historiográfico de obras indígenas del centro de México, Kobe City, 2005 (Tesis de doctorado en Internacional Cultural Studies, University of Foreign Studies), 269 pp.; Yukitaka Inoue Okubo, “Crónicas indígenas: una reconsideración sobre la historiografía novohispana temprana”, en Levin y Navarrete, Indios, mestizos y españoles: interculturalidad e historiografía en la Nueva España, México, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco/ Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, pp. 55-96.
    Discurso de premiación

    Haydeé López Hernández

    Coordinadora del Jurado de la categoría de “Historia cultural”

    Es un placer poderlos acompañar en este día, y es un honor hablar en representación de los jurados del Premio del Comité Mexicano de Ciencias Históricas 2019, a los mejores artículos y reseñas publicados en 2017. Les confieso que, si bien me han encomendado la tarea de hablar en representación de los jurados, sólo puedo compartirles mis propias impresiones esperando que mis colegas encuentren cierta resonancia en algún resquicio de aquéllas.

    Creo que la experiencia de participar como jurado en este certamen me dejó dos impresiones sobre las que me gustaría hablarles. La primera de éstas sin duda es la más personal y emotiva, pero curiosamente la que me parece que compartí con varios de los miembros del jurado: fue la del placer que me brindó la posibilidad de escapar de la rutina que yo misma me he impuesto en el día a día, y poder merodear otros escenarios y tiempos que no conozco y que pude recorrer a través de los magníficos textos que leí. Sumergida casi siempre en las preocupaciones por comprender a una parte de la élite cultural de la primera mitad del siglo pasado, fue un deleite conocer sobre el adulterio durante la etapa prehispánica; peregrinar con los santos y descubrir las posesiones demoniacas durante el virreinato; conocer las discusiones teológicas sobre el liberalismo, y discurrir junto con las exploraciones científicas que miraban, y con ello, definían al continente americano y su pasado; descubrir a los estudiantes en los proyectos ideológicos de los gobiernos revolucionarios; mirar los símbolos de los pastiches de la gran guerra; sorprenderme con la burocracia cultural y caciquil del México de los años sesenta… No sólo gocé recorrer con detalle cada una de estas historias, sino que además aprendí numerosas perspectivas para observar el pasado, estrategias narrativas, inflexiones en el tiempo en las que no había pensado, miradas que me atraparon… En cada lectura pude recordar y reafirmar cuánto disfruto y necesito de las historias para comprender el tiempo en el que estoy parada.

    Pero les confieso que, en medio de la lectura, no pude escapar de mis propios demonios, de esas inquietudes que me anclan irremediablemente en la reflexión sobre el desarrollo de las disciplinas histórica y antropológica y sus comunidades, en mi tema de estudio. Esta es la segunda impresión que quiero compartir con ustedes. Porque desde esta terca mirada, no pude evitar pensar que, a casi cien años de la profesionalización institucionalizada de la Historia en este país, es claro que contamos con una disciplina sumamente sólida y de alto nivel académico internacional. El Certamen, en este sentido, me pareció una plataforma excepcional para vislumbrar a la Historia (la disciplina), sus actores y andanzas. Es una radiografía de nuestra comunidad, sin duda incompleta que muestra sólo una pequeña arista, pero desde la que se adivina una gran fortaleza institucional y, sobre todo, un enérgico dinamismo, creatividad y calidad en el ejercicio mismo de hacer historia, lo que en buena medida se refleja en la cantidad de menciones otorgadas este año, producto de la dificultad que tuvieron los jurados para elegir entre trabajos de gran calidad.

    Por un lado, el número de participaciones al Certamen es considerable: este año concursaron un total de 129 textos en las seis categorías, de los cuales 82 fueron artículos científicos y 47 reseñas de libros académicos. Más importante que estos números, resalta el variopinto panorama de las revistas en las que se publicaron tales trabajos, tal como ocurrió el año anterior. Al menos para el caso de los textos que tuve el privilegio de revisar, en la categoría de Historia Cultural, encontramos artículos publicados en Secuencia: Revista de Historia y Ciencias Sociales; Antrópica: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades; Diacronías; Xihmai: Revista de Investigación de la Universidad La Salle Pachuca; Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, entre otras publicaciones.

    Y si bien, en los textos premiados destacan aquellos publicados en Historia Mexicana, también están representados otros órganos, como América Latina en la Historia Económica; Historias; Estudios Mexicanos; Historia y Grafía; Desacatos. Revista de Ciencias Sociales; etc., lo que muestra la consolidación y el alto nivel de los foros impresos periódicos en varias de nuestras instituciones. No puede obviarse, empero, el centralismo que domina en este botón de muestra en el que sigue dominando la revista de El Colegio de México (con justa razón por su calidad académica) frente a la mínima participación de las universidades e institutos de provincia, y tales datos podrían hablar de la necesidad de participación y de fortalecimiento de otros espacios editoriales.

    Visto desde otro ángulo, no obstante, el centralismo institucional referido se diluye porque esconde una pluralidad de investigadores consagrados y jóvenes egresados provenientes de las más diversas instituciones del país (El Colegio de Jalisco, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía, las dependencias del INAH, la Universidad de Guadalajara, El Colegio de México, diversas instancias de la UNAM, el CIESAS, entre otras); y del extranjero (por ejemplo, la Pontificia Universidad Católica de Chile y la Universidad Federal de Mato Grosso); así como nuevos investigadores, en formación o recién egresados (Universidad Autónoma de Yucatán, el Colegio y Posgrado de Historia, FFyL, de la UNAM); e, incluso, investigadores independientes.

    Sin duda, un análisis serio y detallado podría arrojarnos una mirada más completa de la arista que representa este Certamen y que ahonde, por ejemplo, en los espacios de formación de estos autores, en la vastedad de sus temáticas y propuestas teóricas, y hasta en las tendencias de cada una de las áreas de estudio. Pero este no es el espacio para ello ni yo la indicada para tan compleja tarea. Baste con lo que les he referido para compartir con ustedes mi certeza del valor de este Certamen como muestra de una disciplina cada vez más sólida, diversa y rica. Sirva también para felicitar al CMCH por mantener vivo este ejercicio durante tantos años y, sobre todo, a los ganadores y participantes, quienes finalmente representan la fortaleza de nuestra disciplina y comunidad. ¡Muchas felicidades!

    Dictámenes de los artículos ganadores (publicados en 2017)

    Historia del arte y del patrimonio

    Premio al mejor artículo:

    Jaime Cuadriello, “Cifra, signo y artilugio: el ‘ocho de Guadalupe’”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. XXXIX, núm. 110, 2017, pp. 155-204.

    El trabajo de Jaime Cuadriello es original, riguroso, con un diálogo historiográfico pertinente, claro y bien estructurado. Original porque dentro de los estudios dedicados a la pintura de la guadalupana, el de Cuadriello centra su atención en un elemento detectado por el pintor Miguel Cabrera y el historiador Mariano Fernández, el “ocho”, como signo de autentificación de las reproducciones de la tilma. Echa mano de un corpus teórico que en algunos trabajos similares ha manejado, lo que garantiza el funcionamiento de su metodología. Por lo anterior, logra establecer un diálogo claro y conciso con las fuentes de investigación escritas y las visuales, estas últimas no sublimándose al tema ilustrativo sino al análisis de las mismas. Sobra decir que el lenguaje utilizado es claro, erudito y estructurado permitiendo entender, desde el título, hacia dónde nos conduce la lectura en general.

    Menciones honoríficas:

    Pedro Paz Arellano, “La imagen de la norma en la Plaza de Santo Domingo del siglo XVIII”, Boletín de Monumentos Históricos, 3ª época, núm. 41, septiembre-diciembre de 2017, pp. 19-53.

    Sonia Irene Ocaña Ruiz, “De Asia a la Nueva España vía Europa: lacas asiáticas y achinadas en el siglo XVIII”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, vol. XXXIX, núm. 111, 2017, pp. 131-186.

    Reseñas:

    Premio desierto.

    Historia social

    Premio al mejor artículo:

    Diego Pulido Esteva, “El ‘cantinismo’: culturas del alcohol en la Ciudad de México a principios del siglo XX”, Historias, núm. 96-97,  enero-agosto de 2017, pp. 82-94.

    El artículo es un interesante estudio de historia social sobre el consumo de alcohol en la Ciudad de México entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Su objetivo principal es exhibir una serie de prácticas sociales en los espacios donde la venta de embriagantes generaba contextos de sociabilidad entre el género masculino, creando definiciones sobre la masculinidad entre la población citadina. Con base en una sólida investigación documental, en la que emplea una variedad de fuentes que van de los expedientes criminales de los archivos, a la propaganda comercial de la época, pasando por impresos, manuscritos y otros productos culturales, Pulido logra elaborar un relato sobre la construcción de los estereotipos del hombre mexicano de comienzos del siglo, a partir de la exhibición de los espacios de convivencia social. Si bien el tema no es del todo novedoso, la originalidad de este artículo radica en el uso de conceptos, como el de “homosociabilidad” o “sociabilidad etílica”, hasta ahora poco empleados en la historiografía para analizar las relaciones al interior de los espacios de reunión y consumo de bebidas alcohólicas.

    Mención honorífica:

    Helga Baitenmann, “Ejerciendo la justicia fuera de los tribunales: de las reivindicaciones decimonónicas a las restituciones de la reforma agraria”, Historia Mexicana, vol. 66, núm. 4 (264), abril-junio de 2017, pp. 2013-2072. 

    Premio a la mejor reseña:

    Enrique Rajchenberg sobre el libro de Jimena Paz Obregón Iturra, Des indiens rebelles face à leurs juges. Espagnols et Araucans-Mapuches dans le Chili colonial, fin du XVII siècle, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2015, publicada en Historia Mexicana, vol. 66, núm. 3 (263), enero-marzo de 2017, pp. 1578-1585.

    Historia económica

    Premio al mejor artículo:

    Elsa Grossmann Querol, “La Iglesia al servicio de la fiscalidad. La administración de la bula de la Santa Cruzada en Nueva España entre 1586 y 1598: ¿dádiva piadosa o instrumento de captación impositiva?”, Historia Mexicana, vol. 67, núm. 2 (266), octubre-diciembre de 2017, pp. 551-604.

    Se trata de una investigación muy valiosa para comprender las finanzas de la Monarquía católica y las implicaciones que generó la contribución de la bula de Santa Cruzada en un periodo poco estudiado para la Real Hacienda de Nueva España: el siglo XVI. El artículo muestra una notable investigación de archivo que ha tenido que ser procesada de manera ardua (contabilidad en numeración romana, dispersión documental, falta de unidad monetaria, lagunas archivísticas, etc.), a pesar de lo cual, el trabajo logra sus cometidos: mostrar el armazón institucional con el que se logró implantar la bula de Santa Cruzada, las adaptaciones que hubo que introducir en las Indias a la hora de predicarse y colectarse, los montos totales recabados así como su composición según las diversas bulas, la lógica política y fiscal que dio origen a su establecimiento).

    Mención honorífica:

    Javier Moreno Lázaro, “La Bolsa de Valores de México durante el porfiriato y la revolución, 1885-1934”, América Latina en la Historia Económica, vol. 24, núm. 1, enero-abril de 2017, pp. 98-139.

    Premio a la mejor reseña:

    Carlos Martínez Shaw sobre el libro de Mariano Bonialian, China en la América colonial. Bienes, mercados, comercio y cultura del consumo desde México hasta Buenos Aires, prólogo de Josep Fontana, Ciudad de México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Biblos, 2014, 264 pp., publicada en Historia Mexicana, vol. 67, núm. 1 (265), julio-septiembre de 2017, pp. 459-465.

    Historia cultural

    Premio al mejor artículo:

    Raffaele Moro, “Los santuarios novohispanos y las imágenes ‘peregrinas’ entre historia e imaginario”, Historia Mexicana, vol. 66, núm. 4 (264), abril-junio de 2017, pp. 1759-1818.

    Se trata de un artículo exhaustivo, riguroso y coherentemente estructurado.  Aborda el análisis de distintos casos de demandantes e imágenes peregrinas de diversos santuarios novohispanos ahondando en un aspecto del imaginario religioso en la Nueva España que, a su vez, nos ofrece una llave a la concepción del mundo y que busca explicar los principios lógicos que hubieron de hacer posible la duplicación de las imágenes, a través del tiempo y del espacio. La hipótesis principal propone que las imágenes peregrinas no eran tenidas como copias de las de los santuarios, sino como dobles o especie de alter ego, distinción importante a la hora de entender el mundo de las devociones en aquella época.

    Menciones honoríficas:

    Antonio Rubial García, “Un nuevo laico ¿un nuevo Dios? El nacimiento de una moral y un devocionalismo ‘burgueses’ en Nueva España entre finales del siglo XVII y principios del XVIII”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 56, 2017, pp. 1-25.

    Paulo César León Palacios, “Instantáneas de un burócrata cultural: el oficio de promover el teatro durante el ‘milagro mexicano’”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos, vol. 33, núm. 3, Fall 2017, pp. 367-393.

    Premio a la mejor reseña:

    Israel Rodríguez sobre el libro de Mary Kay Vaughan, Portrait of a young painter: Pepe Zúñiga and Mexico City’s rebel generation, Durham y Londres, Duke University Press, 2015, publicada en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm. 53, enero-junio de 2017, pp. 88-92.

    Menciones honoríficas:

    Aurelia Valero Pie sobre el libro de Conxita Simarro, Diario de una niña en tiempos de guerra y exilio, 1938-1944: de Matadepera (España) a Ciudad de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2015, publicada en Historia Mexicana, vol. 66, núm. 4 (264), abril-junio de 2017, pp. 2199-2205.

    Jesús Joel Peña Espinosa, “Sobre las cartas de Sor Filotea a Sor Juana”, reseña sobre el libro de Alejandro Soriano Vallès, Sor Filotea y Sor Juana. Cartas del obispo de Puebla a Sor Juana Inés de la Cruz, México, Fondo Editorial Estado de México, 2015, publicada en Historias, núm. 96-97, enero-agosto de 2017, pp. 137-140.   

    Historia política

    Premio al mejor artículo:

    Beatriz Urías Horcasitas, “Luis Chico Goerne y la propuesta de un ‘modernismo reaccionario’ durante el alemanismo”, Historia y Grafía, año 24, núm. 48, enero-junio de 2017, pp. 105-140.

    Se trata de un artículo muy bien escrito, que atrapa inmediatamente al lector y que ofrece una perspectiva bastante novedosa acerca de un grupo de intelectuales mexicanos cercanos al movimiento alemanista, quienes propugnaban ideas conservadoras. Para ello, la autora utiliza de manera creativa la categoría de “modernismo reaccionario”, de Herf; ésta le permite preguntarse si en México “existió una ruta anti-liberal hacia la modernidad”. El tema no es menor dado que el principal eje de interpretación que ha explicado la construcción de la modernidad es el liberalismo.

    Menciones honoríficas:

    Xosé Manoel Núñez Seixas, “¿Negar o reescribir la Hispanidad? Los nacionalismos subestatales ibéricos y América Latina, 1898-1936”, Historia Mexicana, vol. 67, núm. 1 (265), julio-septiembre de 2017, pp. 401-458.

    Itzel Toledo García y Silvestre Villegas Revueltas, “La reanudación y la institucionalización de las relaciones diplomáticas entre México y Bélgica, 1879-1895”, Historia Mexicana, vol. 67, núm. 2 (266), octubre-diciembre de 2017, pp. 605-658.

    Premio a la mejor reseña:

    Gabriel Entin sobre el libro de Antonio Annino, Silencios y disputas en la historia de Hispanoamérica, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, Taurus, 2014, 456 pp., publicada en Historia Mexicana, vol. 67, núm. 2 (266), octubre-diciembre de 2017, pp. 981-993.

    Mención honorífica:

    Odette María Rojas Sosa, “El ‘crimen de Tepames’ o los avatares de la (in)justicia”, sobre el libro de Servando Ortoll, Artífices y avatares: lo que revela el juicio de Tepames, Colima (1909-1914), Guadalajara, Archivo Histórico del Municipio de Colima, 2015, 222 pp., publicada en Historias, núm. 96-97, enero-agosto de 2017, pp. 143-146.

    Historiografía y teoría de la historia

    Premio al mejor artículo:

    Emilio Kourí, “Sobre la propiedad comunal de los pueblos, de la Reforma a la Revolución”, Historia Mexicana, vol. 66, núm. 4 (264), abril-junio de 2017, pp. 1923-1960.

    El trabajo cuenta con fundamentos teóricos e historiográficos, que plantea un problema original y lo desarrolla con un estilo y una argumentación fluidos. Se trata de un balance historiográfico crítico, reflexivo y claro que invita a repensar toda un área de investigación histórica y una amplia gama de problemas relacionados con la tenencia de la tierra en México. En ese sentido, el artículo ayuda a reorientar la reflexión y la investigación sobre el pasado agrario y los distintos fenómenos (jurídicos, sociales y culturales) asociados.

    Mención honorífica:

    Daniel Inclán y Aurelia Valero Pie, “Reporte del tiempo: presente e historia”, Desacatos. Revista de Ciencias Sociales, núm. 55, septiembre-diciembre de 2017, pp. 60-73.

    Reseñas: Premio desierto.

    Boletín 438

    Septiembre – Octubre 2019

    El primer centenario de la Academia Mexicana de la Historia

    Rodrigo Martínez Baracs

    Dirección de Estudios Históricos del INAH

    Academia Mexicana de la Historia

    Este jueves 12 de septiembre de 2019 la Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, cumple cien años de existencia. Este es sin duda un buen momento para reflexionar sobre lo que ha sido y lo que es. Para esta tarea contamos con un nuevo instrumento muy valioso, el libro ilustrado que para la ocasión acaba de publicar la Academia, con ensayos de académicos, entre los que destaca una breve pero bien documentada historia de la institución que realizó nuestro actual director Javier Garciadiego Dantan, que retomó el trabajo iniciado por Álvaro Matute Aguirre (1943-2017), cuya ausencia no dejamos de lamentar. Otros materiales valiosos son el tomo conmemorativo de los 75 años de la Academia Mexicana de la Historia que editó en 1994 nuestra decana Josefina Zoraida Vázquez, con abundantes biografías de académicos, y el disco compacto con los discursos de ingreso y bienvenida de los académicos de número, armado por Gisela von Wobeser (que ahora se puede consultar en nuestro sitio de internet), a los que se agrega la colección de los 58 tomos de las Memorias de la Academia Mexicana de la Historia.

    Javier Garciadiego hace remontar los orígenes de la Academia Mexicana de la Historia al siglo XVIII español, cuando la nueva dinastía de los borbones, siguiendo el modelo francés del siglo anterior fundó recién establecida en 1714 la Real Academia de la Lengua, en 1734 la Real Academia de Medicina y en 1738 la Real Academia de la Historia, con el fin de “purificar y limpiar” la Historia “de las fábulas que la deslucen”, pero que sólo en 1874 obtuvo una sede. En la Nueva España prosperó la Academia de las Bellas Artes de San Carlos, fundada en 1752. Después de la Independencia, hubo dos intentos de fundar una Academia Nacional de la Historia, en 1835, y en 1854, ambas veces con la presencia del general Santa Anna en el poder. Las diferencias políticas e historiográficas estaban muy enconadas en esos años como para permitir la fundación de una Academia de la Historia con consenso. Tal vez lo que más se asemejó a algo parecido fue el trabajo colectivo de elaboración y publicación de la versión mexicana del Diccionario Universal de Historia y de Geografía, de 1853-1857, que unió a liberales y conservadores, y tal vez la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, fundada en 1833, con sus filiales provinciales. Pero ninguna iniciativa cuajó, aun cuando en la década de 1870 la Real Academia de la Historia de Madrid, llamó a la formación de academias corresponsales americanas en Colombia, Venezuela y Argentina, pero no en México, lo cual es de interés, porque habría sido de pensarse que la paz porfiriana, con la concordia historiográfica de la gran historia de México a través de los siglos, de 1884, con todos los periodos históricos bien representados, hubiesen sido tiempos propicios para la formación de una Academia Mexicana de la Historia, pero no lo fueron. Los hechos fueron extraños, como bien lo cuenta Garciadiego, porque finalmente en 1919, los miembros de dos grupos de historiadores que habían buscado formar una Academia (la que encabezó Nemesio García Naranjo en 1914 y la Academia Libre de la Historia auspiciada por la Revista de Revistas en 1915) fueron reconocidos por la Real Academia Española para formar una Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la Real de Madrid, nombre que se conserva hasta la fecha. Se fundó formalmente el 12 de septiembre de 1919, como asociación civil, sin apoyo alguno del gobierno revolucionario, sin sede, y se reunía en la casa de Luis González Obregón, el primer director de la Academia (1919-1922).

    Dado el apoyo español a la fundación de la Academia, su orientación y espíritu eran tradicionalistas, hispanistas y católicos, con el predominio del estudio y defensa de la Nueva España, con una alta presencia de sacerdotes, como el padre jesuita Mariano Cuevas, que iniciaba su intervenciones invocando al Espíritu Santo, y con aristócratas como Manuel Romero de Terreros, que firmaba sin más como Marqués de San Francisco, en claro reto a las fuerzas revolucionarias y a los ánimos jacobinos imperantes, que condujeron a la guerra Cristera, lo cual no dio condiciones de vida muy buenas a la Academia en esos primeros tiempos inconstantes.

    Javier Garciadiego muestra cómo la Academia se logró reconstruir a partir de 1941 cuando fue electo director Atanasio G. Saravia, quien la organizó, regularizó, ordenó sus finanzas e inició la publicación de las Memorias. La Academia consta de 30 miembros de número, 22 residentes en la capital y 8 en el interior. Consta además de un número indeterminado de corresponsales nacionales y extranjeros. Don Atanasio logró darle una sede dignísima a la Academia, lo cual sucedió en 1953 de manera peculiar y notable, como lo estudió y documentó Óscar Mazín Gómez de manera ejemplar, porque por un lado consiguió la donación por el Banco Nacional de México de la fachada magnífica de la primera mitad del siglo XVIII, de un edificio que iba a ser derruido en la calle Venustiano Carranza 62, y por otro lado don Atanasio consiguió por donación gubernamental un predio, en la Plaza Carlos Pacheco, cerca del mercado de la Ciudadela, en el que ajustaba perfectamente la fachada, en el que construyó un edificio que albergó noblemente a la Academia (su sala de sesiones, su sala de actos, su biblioteca, sus oficinas y un plácido jardincito) y al mismo tiempo sostuvo de manera arquitectónicamente eficiente la fachada antigua, que se ha mantenido hasta el presente, aunque está en fuerte necesidad de restauración. La fachada significa mucho para la Academia, como peculiar monumento doble o triplemente histórico que es.

    Javier Garciadiego destaca que el cambio que se dio en la Academia a partir de los años cuarenta también está relacionado con los cambios que se estaban dando en el mundo cultural e historiográfico mexicano, con la llegada de los refugiados españoles, con la fundación del Fondo de Cultura Económica, de El Colegio de México, del INAH, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, gracias a lo cual los primeros historiadores profesionales comenzaron a entrar a la Academia, lo cual le dará su toque distintivo. Los académicos dejaron de ser gente rica y pasaron a ser de clase media, lo cual debilitó las finanzas de la Academia y la obligó a una mayor dependencia del estado.

    Ya con el ingreso de Silvio Zavala en 1942-1946, observa Garciadiego, el estudio del periodo novohispano dejó de ser nostálgico y reaccionario para volverse observación documentada de los procesos históricos fundantes de nuestra nacionalidad, sobre todo en lo que se refiere al trabajo de los indios. En 1964 ingresó Edmundo O’Gorman, quien debatía con Silvio Zavala y Genaro Estrada desde 1937, y que le dio vitalidad a la Academia con el debate entre el empirismo y el historicismo y otras polémicas. Más adelante debatió con Georges Baudot sobre el Libro perdido de Motolinía y con Miguel León-Portilla y Silvio Zavala sobre la naturaleza y el nombre del Descubrimiento de América.

    El estudio del periodo prehispánico se consolidó a partir del ingreso en 1942 del arqueólogo Alfonso Caso con un discurso sobre el águila y el nopal, y fue de particular importancia la gran investigación arqueológica e histórica sobre Tlatelolco a través de los tiempos, dirigida por Pablo Martínez del Río, que se fue publicando en las Memorias de la Academia, y que editó recientemente la Academia en un volumen cuidado por Andrés Lira y Eduardo Matos Moctezuma. Después fueron entrando varios más historiadores del pasado prehispánico, como Ignacio Bernal, Ángel María Garibay K., Miguel León-Portilla, Mercedes de la Garza, Enrique Florescano, Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján. No menciono la gran cantidad de historiadores importantes que han formado parte de la Academia y extendieron su interés al siglo XIX y más recientemente al siglo XX (Luis González, Enrique Krauze, Álvaro Matute, Javier Garciadiego).

    También forma parte de la apertura de la Academia el ingreso de mujeres, a partir del ingreso en 1975 de Clementina Díaz y de Ovando, después de que el director Edmundo O’Gorman se aseguró de que no hubiese un impedimento en los Estatutos, que no precisan el sexo de los “individuos” que forman parte de la Academia. Más adelante ingresaron varias académicas más, Josefina Zoraida Vázquez, Josefina Muriel, Ida Rodríguez Prampolini, Elisa Vargaslugo, Gisela von Wobeser, quien llegó a ser directora, entre varias otras. De manera decidida, la Academia está dejando de ser un “club de Tobi”.

    A partir del periodo en el que Miguel León-Portilla fue director, y con sus sucesores, Gisela von Wobeser, Andrés Lira y Javier Garciadiego, la Academia comenzó a aprovechar su magnífica sede para realizar una gran cantidad de ciclos de conferencias, homenajes, diplomados, presentaciones de libros, cineclub histórico, con la participación de importantes historiadores del país y extranjeros, sobre todo tipo de temas, pues nada de lo humano es ajeno a la historia. En los últimos tiempos, con el apoyo del pequeño pero eficiente equipo de trabajadores de la Academia, se han grabado videos de las actividades, lo cual dio como resultado la creación de un corpus muy rico de conocimientos históricos, rigurosos y atractivos a la vez, que podría ser aprovechado por el sistema educativo nacional, al igual que los videos que producen muchas otras instituciones.

    Con el paso de los años, que suman ya cien, en la Academia Mexicana de la Historia, se ha afianzado y fortalecido la vocación fundamental del oficio de historiador, la del compromiso irrenunciable de buscar siempre la verdad, darla a conocer, y discutir con gusto, rigor y respeto entre colegas.

    Miguel León Portilla (1926-2019)

    El 1 de octubre de 2019 la comunidad de historiadores despidió a Miguel León Portilla, destacado polígrafo y maestro de varias generaciones. En el blog público de la revista Nexos varios colegas escribieron algunos textos en su homenaje, de los que extraemos los siguientes fragmentos: (cultura.nexos.com.mx)

    “León-Portilla transformó el concepto de humanismo. Lo despojó de la carga eurocentrista como hizo al mostrar que podía haber filosofía en lengua náhuatl. Si pudo hacer eso, fue porque también tenía un conocimiento profundo precisamente del humanismo europeo. Si no hubiera sido especialista en la cultura náhuatl, de cualquier manera sería recordado como uno de los más destacados conocedores de la historia europea, desde la Antigüedad hasta los siglos de la expansión”. Alfredo Ávila (IIH, UNAM – CMCH)

    “…Su empeño por convertir a los antiguos pobladores de Mesoamérica en contemporáneos no sólo de los modernos, sino también de la antigüedad latina o griega, fue también una intervención política en el mejor sentido. Al poner a los antiguos mesoamericanos en diálogo con nuestra modernidad, León-Portilla rompió con su aislamiento. Así, el erudito Miguel León-Portilla fue uno de los intelectuales que más hizo por tender un puente entre la cultura mexicana y la modernidad global”. Claudio Lomnitz (Universidad de Columbia)

    “Si [Ángel María] Garibay descubrió un pasado universal mexicano, León Portilla hizo las contribuciones decisivas para construir esa idea que aún nos hace sentir distintos y quizá algo más libres frente a otras naciones. Tenemos una antigüedad, en aquella antigüedad había política, imperio, técnica, comercio, había incluso pensamiento trascendente, poesía y actos de amor. León Portilla trabajó por décadas para darle forma a esa idea. Imaginativo, brillante, preciso, conocedor, académico de nivel mundial, divulgador alegre, editor, constructor de instituciones. Indigenista cuando el término aún podía significar algo. Él nos dio mucho de lo que pensamos sobre nuestro pasado remoto, le puso palabras, imágenes…” Pablo Escalante Gonzalbo (IIE, UNAM)

    Maestría en Historia Internacional y Doctorado en Historia Aplicada

    El Centro de Investigación y Docencia Económicas, A. C. es una institución pública de investigación y educación superior especializada en Ciencias Sociales que forma parte de la red de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).

    Maestría en Historia Internacional

    La Maestría en Historia Internacional (MHI) es un programa BIENAL que está diseñado para desarrollar entre sus egresados una comprensión “global” de los procesos históricos; mientras que otros programas limitan su campo de estudio a las fronteras del Estado nacional, nuestra maestría busca familiarizar a los estudiantes con la historiografía mexicana y con otras distintas a ella. Así mismo, busca resaltar los paralelismos y los procesos comunes a todas las regiones, de modo que los fenómenos políticos, económicos, sociales y culturales –con todos sus cambios y permanencias– puedan ser analizados a la luz de su contexto espacio-temporal. Por último, el programa ofrece una formación elemental en las herramientas y métodos del historiador, que son diversas y complementarias a las de las otras ciencias sociales.

    Esta maestría es altamente competitiva en la medida en que aborda una temática novedosa a partir de múltiples enfoques y, al mismo tiempo, refuerza la propuesta académica general del CIDE (orientada hacia la economía, el derecho, la ciencia política, las relaciones internacionales y la administración pública).

    El programa de la MHI es de tiempo completo con duración de 2 años (cuatro semestres). Es posible realizar un intercambio académico en el tercer semestre en alguna universidad del extranjero con la que el CIDE tenga convenio, o bien, realizar una estancia de investigación para realizar trabajo de campo o investigación en archivos históricos.

    Para poder titularse el alumnado debe presentar una tesina aprobada por un director/a y dos lectores.

    Este programa está reconocido por el Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del CONACYT, con la categoría: En Desarrollo. Al ser un programa del PNPC el alumnado puede aspirar a la beca de CONACYT. Todos los admitidos están exentos del cobro de colegiatura.

    Inscripciones para la Maestría en Historia Internacional y el Doctorado en Historia Aplicada (CIDE)

    19 de agosto de 2019 al 14 de febrero de 2020

    Consulte: www.admisioneseducativas.com/cide

    Boletín 437

    Julio – Agosto 2019

    Sitio de memoria “Circular de Morelia #8” y la memoria pública

    Camilo Vicente Ovalle

    Durante cincuenta años el Estado mexicano negó que hubiera existido una estrategia para la desarticulación y eliminación de las disidencias políticas, en particular, de las organizaciones populares radicales y grupos guerrilleros. El acuerdo autoritario entre las élites política, económica e intelectual sustentó el discurso del Estado, construido como verdad, que arrebató a las disidencias su estatus político, impuso un silencio público sobre los reclamos de justicia social y sobre la propia estrategia de eliminación, y negó a las víctimas y a sus familiares el reconocimiento de los crímenes de Estado cometidos y la necesaria justicia. Y durante mucho tiempo, también, la sociedad mexicana fue indiferente a las denuncias de organizaciones populares, militantes sobrevivientes y familiares de desaparecidos, presos políticos y exiliados, que una y otra vez tomaron iglesias, plazas públicas, oficinas de gobierno y calles para denunciar los crímenes cometidos, señalando a los responsables y los lugares clandestinos en que tenían a sus familiares.

    En la última década, diversas investigaciones han reconstruido y probado la existencia de la política contrainsurgente, a través de testimonios de sobrevivientes, de documentos de las dependencias encargadas de su implementación, principalmente de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y el Ejército, mostrando la coordinación interinstitucional, en específico, para la implementación de la desaparición forzada como dispositivo de eliminación, así como la infraestructura para la administración de la violencia, desde oficinas burocráticas hasta centros clandestinos de detención: “restos arqueológicos” que evidencian el nivel de política estatal y sistematicidad que alcanzó la contrainsurgencia.

    El 10 de junio de este año fue inaugurado por la presidencia de la República y la Secretaría de Gobernación el sitio de memoria “Circular de Morelia #8”, donde se encuentra uno de los edificios que ocupó la DFS, desde donde fue coordinada y administrada parte de la violencia de Estado. A ese edificio fueron llevados cientos de disidentes a quienes se les registró e interrogó, para después ser conducidos a centros clandestinos de detención, como el Campo Militar Número Uno. En el sótano de este edificio se abrió un espacio de memoria que recuerda la estructura contrainsurgente, los grupos clandestinos para la desaparición de disidentes, así como las luchas de los familiares de las víctimas por verdad y justicia. Este espacio, forma parte de un proyecto más ambicioso de la Secretaría de Gobernación, que incluye retomar centros clandestinos de detención en todo el país para convertirlos en sitios de memoria, conservar archivos de la represión para abrirlos a la consulta, y crear un sitio web que, entre otros aspectos, irá presentando un mapa con la ubicación de los centros clandestinos de operación, incluyendo aquellos que se alojaron en cuarteles militares. Dos aspectos resultan centrales en el diseño de este proyecto, por un lado, la participación de sobrevivientes de la contrainsurgencia y de algunas organizaciones de familiares y, por otro lado, que anuncia el diseño de una política pública de memoria.

    ¿Es equiparable este proyecto de memoria a la justicia? De ninguna manera, y, sin embargo, aparece como un proceso necesario pues, aun siendo insuficiente, este acto de memoria quiebra, desde el Estado mismo, la narrativa impuesta por la memoria autoritaria, y abre un nuevo ciclo en las luchas por la memoria, la verdad y la justicia. 

    Estas luchas no son recientes en México, y se han transformado en sus demandas y en sus actores: desde sus inicios, a finales de la década de los setenta, encabezadas por algunas organizaciones sociales y familiares de desaparecidos y presos políticos, pasando por la década de los noventas y la soledad de las madres buscadoras, hasta la década de los 2000 con el relevo generacional, tomado por los hijos e hijas, que dieron otro sentido a la lucha por la memoria, y la aparición débil y reciente de la academia como actor acompañante en las disputas de memoria. Las demandas también se han transformado: de la oposición de algunos grupos de familiares a las comisiones de la verdad, a la aceptación de dichas comisiones y acciones de reparación.

    La construcción de política pública en torno a la memoria, verdad y justicia para graves crímenes de Estado que han marcado el pasado reciente, en gran parte de América Latina, no ha sido una tarea fácil ni mucho menos consensuada, sino sometida a la disputa, así lo muestran las experiencias en Chile, Uruguay, Perú o El Salvador, entre otras.1 Tampoco han sido procesos lineales ni inmediatos: procesos de memoria y justicia que parecían haberse cerrado, tiempo después irrumpen con mayor fuerza.2 El caso de México es aún más complejo, pues se intenta establecer política pública de memoria en medio de una las peores crisis de violencia de nuestra historia contemporánea. Sin embargo, se abre una coyuntura para cambiar la memoria pública dominada por la memoria autoritaria construida durante los últimos cincuenta años, y esta coyuntura aparece como insoslayable para retomar la exigencia de justicia. 

    Consulte: http://sitiosdememoria.segob.gob.mx/es/SitiosDeMemoria/CircularDeMorelia

    Al respecto véase Eugenia Allier Montaño y Emilio Crenzel, eds., Las luchas por la memoria en América Latina. Historia reciente y violencia política, México: Bonilla Artigas Editores-Universidad Nacional Autónoma de México, 2015.

    2 Iosif Kovras ha analizado los itinerarios de los mecanismos para la recuperación de la verdad y la justicia en distintos países de Medio Oriente, África y América Latina, mostrando sus complejidades y limitaciones, Iosif Kovras, Grassroots Activism and the Evolution of Transitional Justice. The families of the Disappeared, Cambridge: Cambridge University Press, 2017.   

    Zapata para todos. Micrositio del INEHRM

    Felipe Ávila

    Rafael Hernández

    Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM)

    Emiliano Zapata, el símbolo del agrarismo, de la lucha por la tierra, la justicia y la libertad, el líder más representativo de los campesinos pobres, es un personaje universal. La historia de Emiliano Zapata es la historia de la lucha de los pueblos indígenas y campesinos por defender sus tierras, sus bosques, sus aguas, sus recursos naturales desde épocas ancestrales. La rebeldía, la intransigencia y la persistencia de la lucha de Zapata durante la Revolución Mexicana, son la expresión diáfana de la resistencia de las comunidades campesinas por defender lo que les pertenece y reivindican como suyo como pueblos originarios y comunidades con derechos sobre esos recursos desde la etapa colonial. Por eso los campesinos mexicanos, latinoamericanos y de otras latitudes se han identificado y se siguen identificando con lo que representa Emiliano Zapata para los hombres y las mujeres que trabajan la tierra, que viven de ella y que aspiran a seguirla trabajando en libertad; para las familias rurales que aspiran a tener una vida digna que puedan heredar a sus hijos. Este micrositio busca representar la historia de Zapata, el rebelde, el intransigente, el símbolo de la lucha campesina por excelencia. 

    En el marco de las conmemoraciones del centenario del asesinato de Emiliano Zapata, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), con el apoyo de su cuerpo de investigadores y de la Subdirección de Tecnologías de la Información, realizó un micrositio dedicado al “Caudillo del Sur” que forma parte del portal del Instituto. 

    Las secciones que forman parte de este sitio son: 

    Textos zapatistas. Con la finalidad de difundir el pensamiento revolucionario del Caudillo del Sur y del Cuartel General zapatista, esta sección contiene cartas, documentos, planes y frases de Emiliano Zapata, que son testimonios directos y representativos de su lucha por la tierra, la libertad y la justicia social.

    Efemérides zapatistas. Esta sección es una cronología de los sucesos zapatistas más importantes ocurridos entre 1911 y 1920.

    Zapata y los libros. En esta parte se han puesto en versión digital algunos de los libros más importantes de la historiografía zapatista para que los interesados en conocer la historia y la biografía del Caudillo del Sur puedan consultarlos y descargarlos gratuitamente.

    Imágenes zapatistas. En esta sección se presenta una pequeña selección de fotografías de Emiliano Zapata, así como “Los Zapatas de Zapata”, que contiene una galería artística con retratos sobre Emiliano Zapata que resguarda el INEHRM en su fototeca, publicadas en el periódico El Nacional hechos por autores como Miguel Covarrubias, Salvador Pruneda, Vicente Rojo, entre otros.

    Cartelera zapatista. Contiene el calendario de actividades del INEHRM y de la Secretaría de Cultura sobre eventos referentes a Emiliano Zapata. En esta sección se incluyen los videos de las mesas redondas del Coloquio Internacional sobre Emiliano Zapata que organizó el INEHRM, en colaboración con el gobierno de Morelos en abril de este año, así como los videos de las conferencias dictadas por expertos que fueron impartidas en el curso “La revolución agraria zapatista”, organizado por el INEHRM.

    Zapata para niños. En esta sección se ofrecen varios libros infantiles publicados por el INEHRM, así como el audio “¡Ya llegó Zapata, escuincles!”.

    Zapata y la caricatura satírica en la prensa de la época. Esta parte contiene una amplia selección de las caricaturas antizapatistas impresas en diarios y revistas de 1911 a 1919, en publicaciones tales como: Multicolor, Tilín-Tilín, Ojo Parado y Frivolidades.

    Audios. En esta sección el público puede consultar los corridos zapatistas, programas de radio, conferencias, así como biografías dramatizadas sobre Emiliano Zapata que produjo el INEHRM entre 1985 y 1994.

    Consulte: https://inehrm.gob.mx/es/inehrm/ZapataParaTodos

    Boletín 436

    Mayo – Junio 2019

    Numismática zapatista

    Salvador Rueda Smithers

    Museo Nacional de Historia

    La conmemoración del centenario de la muerte de Emiliano Zapata convocó en el Castillo de Chapultepec a dos socios poco frecuentes: el Banco de México y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). El tema: las monedas del caudillo sureño. Cadáver ilustre desde hace casi cien años, Emiliano Zapata ha sido una de las más recurrentes figuras de la plástica mexicana. Billetes, monedas y medallas han repetido por décadas el rostro del revolucionario.

    Pero su relación con la numismática tiene una historia más honda y quizás menos conocida. Se desdobla, por supuesto, de la idea de cambio que imaginó desde 1911: Zapata fue quien le dio el carácter de reforma social a la Revolución Mexicana. De tal modo que lo que pudo haber sido un sordo conflicto de posturas políticas, o el simple reajuste de las leyes, o la pura cifra de rebeliones en el torbellino de un país convulsionado, resultó en un episodio de convulsión profunda que comenzó en 1911 y terminó en 1920: fue el instante de invención de la reforma social, del principio de esperanza como práctica. Esa idea simple, la del bienestar para todos, haría la diferencia, hasta nuestros días, entre unos protagonistas y otros, y entre el acto de gobernar y el arte de gobernar.

    Para Zapata gobernar no fue fácil. De hecho, fue su némesis. En el confuso contexto de 1913 a 1916, Zapata tuvo que dictar disposiciones del poder ejecutivo regional. Entre sus preocupaciones estaba la de rehabilitar la economía del espacio que la guerra había trastocado, región que pasó de ser el orgullo del progreso de los hacendados porfirianos al casi inmóvil del intercambio por trueque y la recolección de las sociedades elementales, arcaicas. En apenas unos meses de 1913, la moneda desapareció de la geografía del centro sur del país, junto con su utilidad y valor de cambiario. Zapata aceptó –y en su caso dispuso—la emisión de billetes y la utilización de la plata de las minas guerrerenses y del Estado de México para acuñar monedas. En otras áreas, se ensayó la emisión de monedas de barro y recortes de papel con apenas un sello.

    Vale destacar que sus hombres imprimieron y acuñaron billetes y monedas con la pulcritud a que la urgencia y los recursos les permitían, no carentes del sentido de la estética y del simbolismo. Siempre apegados a su identidad revolucionaria, sus monedas y billetes tendrían el lema imperdible del zapatismo: “Reforma, Libertad, Justicia y Ley”. Paralelamente, e inútilmente, Zapata echó a andar las modernas haciendas azucareras, que debían vender alcohol y piloncillo para hacerse de dinero.

    Las utopías, grandes productoras de documentos, en realidad dejan pocas huellas materiales. Tal sucedió con la que encabezó Zapata. Apenas algunas monedas quedaron de aquella nebulosa intención de forjar un banco de emisión, que se haría institución tangible en 1925 con la aplicación de la Constitución de 1917. De las marcas zapatistas para organizar el mercado casi nada queda. Ese infortunio da importancia adicional a los acervos históricos del Banco de México y a la asociación temporal con el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Su colección de numismática zapatista es la prueba, pequeña pero contundente, de una utopía campesina que se afanó en ejercer sus ideales en los horizontes desconocidos de la economía. Las monedas y papeles impresos son sus rastros únicos. La colección numismática de Banxico exhibida en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, en el contexto del centenario de la muerte de caudillo, deriva en el redescubrimiento y divulgación de los trabajos de un héroe singular y de sus seguidores: estas piezas de metal, algunas de ellas apenas semejantes a monedas (un trozo de cobre, una rodela de barro…), dan fe de los esfuerzos por amueblar su mundo como un mundo justo.

    Una reflexión final: la revolución de Zapata no fue la historia de la corajuda lucha entre los pueblos morelenses y las haciendas cañeras en las que hubo ganadores y derrotados; fue la confrontación de dos maneras de ver el mundo, el careo de las culturas mexicanas.

    Consulte: https://mnh.inah.gob.mx/reforma-libertad-justicia-y-ley-la-moneda-del-ejercito-liber

    Rostros del zapatismo. Base de datos del Instituto Pro-Veteranos de la Revolución del Sur

    Alberto S. Martínez

    Víctor Cid Carmona

    Silvia E. Gutiérrez

     

    Biblioteca  DCV

    El Colegio de México

    En el 2015 la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México inició un proyecto con Instituto Pro-Veteranos de la Revolución del Sur en el estado de Morelos con el propósito de crear un sitio temático para apoyar investigaciones sobre Emiliano Zapata y El Ejército Libertador del Sur y también para preservar el patrimonio documental de la fundación.

    La fundación fue creada por Mateo Zapata Pérez, hijo de Emiliano Zapata, en 1983 con el fin de gestionar el reconocimiento de los veteranos y conseguirles una pensión vitalicia a quienes participaron en el movimiento armado encabezado por Zapata. Para gozar de su pensión, los veteranos y sus familiares necesitaban presentar la documentación que comprobara su identidad: fotos, certificados de nacimiento, certificados de matrimonio o  defunción, así como sus identificacciones militares, cartas firmadas por compañeros para avalar lo declarado y un listado de sus hechos de armas. El acervo documental de la fundación integra los expedientes que, en su conjunto, ofrece a investigadores una fuente valiosa para llevar a cabo e impulsar investigaciones sobre los hechos, vida y muerte de quienes lucharon al lado de Emiliano Zapata.

    Bajo la dirección de Edgar Castro Zapata, nieto del caudillo, la fundación estableció un convenio de colaboración con la Biblioteca Daniel Cosío Villegas que permitió la digitalización, almacenamiento y gestión de los expedientes en su versión digital. Además de esto, la Biblioteca proporciona los medios para dar acceso a los archivos a la comunidad académica. La Biblioteca inició la digitalización de los expedientes cumpliendo normas internacionales que incluyen las de preservación digital. Además, la Biblioteca convocó a  varios investigadores especialistas en el tema, tanto de El Colegio de México como de otras instituciones para recibir su retroalimentación sobre el sistema “Rostros del zapatismo”, dado a que la intención de éste es permitir que se conozca a las mujeres y los hombres que participaron en la Revolución Mexicana al lado de Emiliano Zapata. La plataforma fue desarrollada utilizando el software de colecciones temáticas llamado Omeka.

    Contenidos del proyecto

    El Fondo del Instituto Pro-Veteranos de la Revolución del Sur contiene expedientes de más de 400 veteranos de la Revolución del Sur, cuya recolección inició el señor Mateo Zapata y continuó su nieto, el historiador Edgar Castro Zapata, como parte de los proyectos del Instituto. En el sistema se incluye la relación de los documentos contenidos en cada uno de los expedientes, mismos que fueron digitalizados en la Coordinación de Innovación Digital de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas.

    Cronología de batallas

    Entre las virtudes del sistema, se destaca un catálogo visual de hechos de armas que permite ver las distintas batallas documentadas por los veteranos, a partir de los expedientes del Instituto Pro-Veteranos de la Revolución del Sur. La catalogación de los documentos permitió identificar en qué batallas participó cada uno de los veteranos, las fechas y los nombres de los lugares. Además, a partir de registros de geolocalización, se elaboró un mapa interactivo que permite visualizar todas las batallas, e identificar a los veteranos que participaron en cada una de ellas.

    Fragmentos de entrevistas zapatistas

    Gracias a las colaboración del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se incluye una selección de las entrevistas realizadas en los años setenta a sobrevivientes del Ejército Libertador del Sur. Se trata de un proyecto dirigido por la maestra Alicia Olivera, con la participación de Laura Espejel, de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) del INAH. Es posible escuchar el audio de dichas entrevistas, además de leer la transcripción correspondiente. La colección completa forma parte del Fondo de Testimonios Zapatistas, resguardados en la Biblioteca Manuel Orozco y Berra de la DEH.

    Corridos mexicanos: Colección de hojas sueltas

    Incluye más de cien corridos mexicanos, originalmente impresos en hojas sueltas, publicados principalmente por Eduardo Guerrero en su “Imprenta Guerrero”, ubicada en el centro de la Ciudad de México. Se relatan en ellas diversos sucesos históricos y militares, relacionados con personajes como Venustiano Carranza, Victoriano Huerta o Pancho Villa, por mencionar algunos, y, de particular interés, la Historia del pronunciamiento del General E. Zapata, y el escrito por E. Earman, “Corrido de la muerte trágica de don Emiliano Zapata”. Los originales se conservan en la Biblioteca Daniel Cosío Villegas.

    Zapata Vive: Coloquio sobre la memoria zapatista

    Incluye la grabación de las ponencias presentadas en el Coloquio “¡Zapata Vive!”, acerca de la memoria zapatista, que se celebró en El Colegio de México del 22 al 23 de noviembre del 2016, y que contó con la participación de más de 20 estudiosos de la figura de Emiliano Zapata, tanto de El Colegio de México como de otras instituciones académicas nacionales y del extranjero.

    Hacia el futuro

    A partir del 2019, la Biblioteca, con la colaboración del Centro de Estudios Históricos (CEH) de El Colegio, continuará el desarrollo del sistema. En la siguiente etapa de trabajo se mejorarán distintos aspectos del sistema, principalmente se buscará enriquecer y contextualizar los elementos de esta colección con el propósito de lograr, por un lado, un mayor impacto en el contexto académico (con datos más completos para la investigación); y por el otro, impactar en un público más amplio que pueda explorar sus contenidos sin necesidad de ser especialistas en el tema.

    Se espera que más adelante se aumenten las capacidades del sistema de manera que permitan una experiencia que aproveche las bondades de la web semántica, mediante la integración de datos enlazados. Además, se espera que se puedan tipificar las batallas y la visualización de ellas se pueda hacer por año, e interconectar los materiales con la visualización. Como ejemplo, al ver una batalla el usuario podría escuchar las narraciones grabadas que existen sobre la batalla.

    Asimismo, se busca incluir funcionalidades que permiten explorar las fotos de los veteranos que participaron en los hechos de armas y cualquier otro dato relevante o complementario como los corridos, fotos de los lugares o historias orales que tratan sobre dicho hecho. Para lograr todo esto, la Biblioteca está constantemente en búsqueda de oportunidades para la colaboración con otras personas y organizaciones que puedan hacer aportaciones para el enriquecimiento de este sistema innovador, que podría marcar el paso hacia el futuro de las investigaciones históricas sobre la Revolución Mexicana.

    Consulte: http://zapatavive.colmex.mx 

    La historia de todos

    Pilar Gonzalbo Aizpuru

    CEH, El Colegio de México

    ¿Puede hablarse de una historia de todos? Si existe tal posibilidad ¿tiene alguna utilidad? ¿Quiénes son y dónde encontraremos a esos “todos” que buscamos?

    Son preguntas que cualquiera puede plantear y que hemos comentado largamente en el Seminario de historia cultural de la vida cotidiana. Tras la publicación de los seis grandes volúmenes de Historia de la vida cotidiana en México (2004-2007) hemos dedicado interés a las tradiciones, los sufrimientos, los gozos, los miedos, el amor, los conflictos, los espacios… temas sobre los que hemos producido varias publicaciones. Siempre en busca de la gente común, los protagonistas son individuos en situaciones de crisis o en rutinas cotidianas.

    En el Seminario no sólo nos interesa la diversificación de los temas, sino que buscamos ampliar el número y diversidad de nuestros lectores, aprovechar los recursos electrónicos y difundir las más recientes investigaciones entre el público interesado, sea o no especialista. Ésta es la meta del curso abierto en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, que se iniciará el próximo 5 de septiembre.

    Aunque está abierto al público en general, no se trata de un curso de difusión de ideas básicas o de conocimientos generales, sino de una tribuna para la transmisión de investigaciones recientes y de reflexión sobre problemas permanentes. Para ello hemos buscado la compañía de especialistas con los que dialogar y debatir los problemas propios de cada época y circunstancia. En cada sesión se presentarán contenidos informativos para dar paso a un diálogo-debate en el que el público también tendrá voz.

    Entre otras cuestiones, nos preguntaremos si acaso inventamos cada mañana el comportamiento aceptable en las rutinas de la convivencia o si lo aprendemos en la casa, en la escuela o en la calle, en qué momento algunas mujeres se rebelaron contra su posición de siervas gratuitas o de reinas del hogar, cómo se comportaron nuestros antepasados en situaciones de guerra o epidemias, qué ignoramos de nuestro pasado indígena y qué nos gustaría conservar, qué interés tienen las fiestas como ruptura de la rutina y como formación de la mentalidad. Estos y otros temas se comentarán en el curso.

    Curso especializado. La historia de todos en la vida cotidiana:

    https://ceh.colmex.mx/index.php/eventos/curso

    Enlace al video del curso:

    https://ceh.colmex.mx/index.php/ventana-digital/mediateca

    Formato de inscripción:

    https://ceh.colmex.mx/images/solicitud_de_inscripción.docx    

    Boletín 435

    Marzo – Abril 2019

    Zapata en la UNAM

    Paulina Michel Concha, con la colaboración de

    Cuitláhuac Oropeza Alcántara y

    Ricardo Sandoval Vázquez

    AHUNAM-IISUE

     

    Para conmemorar el centenario luctuoso del general Emiliano Zapata, el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) a través del Archivo Histórico de la UNAM (AHUNAM), construyó el portal digital “Zapata en la UNAM”, coordinado por la doctora Clara Inés Ramírez. En este proyecto colaboramos varios académicos de diferentes áreas del Archivo, tales como el Departamento de Difusión y Servicios, el cual llevó a cabo las tareas de diseño; el Departamento de Cómputo, que creó la plataforma digital; la Sección de Reprografía, que digitalizó los documentos y la Sección de Organización y Descripción, que organizó, catalogó y seleccionó los materiales para compartir en el portal, así como la Sección de Conservación y Restauración, que tiene a su cargo las tareas de limpieza y guarda de la documentación, entre otras actividades. El desarrollo de esta herramienta electrónica es resultado de un esfuerzo interdisciplinario en el que se combinaron conocimientos de la ingeniería en computación, el diseño, la archivística y la historia.

    Los documentos presentados pertenecen al Archivo Gildardo y Octavio Magaña Cerda, quienes militaron en las filas zapatistas desde muy temprana edad. Tras el asesinato de Emiliano Zapata el 10 de abril de 1919, el general Gildardo Magaña fue elegido como su sucesor al mando del Ejército Libertador del Sur y resguardó este rico acervo conformado por 144 cajas de documentos textuales y 77 cajas de fotografías. Todo ello forma parte de la Universidad Nacional desde hace más de cincuenta años. 

    De este universo, solamente 12 cajas del archivo textual tienen relación con el movimiento revolucionario del sur, además de 9 cajas de fotografías con alrededor de 400 documentos gráficos sobre zapatismo. Algunas de estas imágenes fueron publicadas en Emiliano Zapata y el agrarismo en México, libro editado por Gildardo Magaña en 1934, aunque la mayoría fueron coleccionadas por su hermano Octavio con el fin de acompañar sus artículos periodísticos publicados entre los años 1951-1952 en diferentes periódicos. Algunas fotografías son inéditas y otras son copias de negativos de época de la colección Casasola, entre otras fuentes. Cabe destacar la presencia de aproximadamente 58 fotografías únicas y no registradas en ningún otro archivo del país, atribuidas o firmadas por Cruz Sánchez, quien fue presidente municipal y fotógrafo en Yautepec, Morelos, una de las sedes del cuartel general zapatista. Más que fotografías de guerra, son retratos de vida cotidiana de la gente del pueblo que participaba en la Revolución, en las que vemos a la gente posando, incluyendo las supuestas escenas de combate. Poco se sabe de este personaje, pero afortunadamente existe en esta colección un retrato de él con su nombre y, al reverso de la imagen, una breve explicación de su quehacer durante la Revolución, en donde se menciona que a Cruz Sánchez se le debe gran parte del material gráfico de la revolución suriana.

    También se incluyeron en el portal 25 documentos textuales, firmados por el general Emiliano Zapata, que son una pequeña muestra de la riqueza que conserva el Archivo Magaña. Se tiene pensado en continuar la digitalización de más textos para ser compartidos en esta plataforma. Todos los documentos, tanto textuales como gráficos, fueron digitalizados con cámaras de alta resolución, normalizados y supervisados con el fin de brindar al usuario la mejor calidad de imagen. 

    Además de este elaborado proceso, se cuidó el diseño de la plataforma, ya que hoy no es suficiente tener una página web, sino que hay que proyectarla de manera que sea funcional y tenga lo necesario para que sea accesible para los visitantes. En este sentido, ha sido importante vestir el portal “Zapata en la UNAM” para ilustrar los puntos más importantes, al seleccionar una serie de fotografías y texturas de los documentos del Archivo Gildardo y Octavio Magaña, adecuadas para cada sección del sitio, con el fin de definir y generar los diferentes elementos gráficos por medio de botones que fueron retomados de las mismas fotografías del acervo, para ejemplificar las diferentes secciones en que está dividido el portal y facilitar su acceso. Además, el sistema de consulta está basado en el sistema ICA-AtoM (acrónimo de International Council on Archives-Access to Memory), iniciativa del Consejo Internacional de Archivos.

    Se incluye una pequeña bibliografía que da cuenta de los libros y revistas en donde han sido publicadas las fotografías de este archivo, así como algunos vínculos con noticias, reseñas y videos relacionados con este portal, que seguirá abierto para agregar información actualizada. Hacemos una invitación a los usuarios en general y a la comunidad académica para que consulten más a fondo el Archivo de los hermanos Magaña, el cual está a disposición del público en las instalaciones del AHUNAM, ubicado en la Unidad Bibliográfica del Centro Cultural Universitario de la Ciudad de México.

    Consulte:  http://www.ahunam.unam.mx/zapata/ 

    Luz Elena Galván y Lafarga (1949-2019)

    Lucía Martínez Moctezuma

    Universidad Autónoma del Estado de Morelos

    Luz Elena Galván y Lafarga murió el jueves 31 de enero en la Ciudad de México. Fue fundadora del Consejo Mexicano de Investigación Educativa y de la Sociedad de Mexicana de Historia de la Educación de la que fue su primera presidenta. Se interesó en diversos temas como el magisterio urbano, la infancia decimonónica, la historia educativa de Tequisquiapan y San Juan del Río en Querétaro, el maestro rural de la región mazahua, la educación superior de la mujer, la enseñanza de la historia, los libros de texto y la prensa infantil, entre otros.1

    Para recordarla, en esta breve nota me interesan resaltar tres aspectos de su labor académica que la caracterizaron como un referente en el campo de la historia de la educación: el uso de fuentes poco exploradas, el desarrollo de una línea de investigación original en torno a los libros de texto y la dirección de proyectos ambiciosos como el primer diccionario en historia de la educación en castellano.

    En la década de 1980, Luz Elena Galván inició sus estudios de doctorado en historia en la Universidad Iberoamericana con una investigación sobre el magisterio usando las fuentes resguardadas en la Colección Porfirio Díaz. La investigación además de original representó un reto metodológico porque la correspondencia enviada por los profesores al presidente Porfirio Díaz, entre 1908 y 1910, develaba sus necesidades, aspiraciones y decepciones, enmarcadas en las condiciones económicas, sociales y políticas en las que se encontraba gran parte de la sociedad mexicana de la época. En sus cartas, “los escribientes inexpertos” le confiaban a Díaz sus problemas e inquietudes a nivel individual, pero proyectaban también los efectos de la crisis económica que sacudió al país después de 1907. El resultado fue una Tesis de Doctorado en Historia con Mención Honorífica y como libro, Soledad compartida. Una historia de maestros, 1908-1910, publicado por el CIESAS en 1991, un éxito, porque se encuentra en la segunda edición.

    La investigación sobre el manual escolar o libro de texto comenzó una nueva etapa en México cuando Luz Elena Galván y Lafarga recibió una invitación del proyecto MANES, dedicado al estudio histórico de los manuales escolares de España, Portugal y América Latina entre 1808 y 1990, con sede en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en Madrid, España. Este proyecto surgió hacia 1992 con carácter interuniversitario y por convenios, que incluyeron a diferentes universidades iberoamericanas; en México, primero con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y después con CIESAS, donde Luz Elena Galván y Lafarga participó en el proyecto ALFA PATRE MANES (Patrimonio Escolar-Manuales Escolares), cuyo tema acerca de las Identidades Nacionales entre 1875-1930 en los Manuales escolares Europeos y Latinoamericanos facilitó la vinculación entre investigadores de diferentes universidades de Bélgica, España, Portugal, Colombia y Argentina. En este proyecto se discutieron diferentes aspectos sobre el concepto de libro o manual escolar, la periodización, la existencia de diversas casas editoriales, el uso de imágenes y se  diseñó además una ficha bibliográfica bajo los criterios del programa Win/ISIS, creado por la UNESCO, que ofrecía la posibilidad de hacer búsquedas de información a partir de cualquiera de los términos incluidos en los diferentes campos de la ficha relativas a las características materiales, de contenido, pedagógicas, por autores, editoriales etc. Una línea de investigación que ocupó la temática de los últimos años del Seminario de Investigación Educativa que Luz Elena Galván dirigió. Un espacio académico que ella coordinó mensualmente durante los últimos 30 años y que en la última etapa se convirtió en un espacio de discusión, creación, amistad e intercambio a nivel nacional e internacional.2

    Finalmente a diferencia de otros intelectuales que encontraron su espacio ideal en la soledad del trabajo individual, Luz Elena Galván se rodeó siempre de colegas de diversas instituciones con quienes constituyó equipos de trabajo que  integró a sus temas de investigación. Uno de ellos fue un proyecto financiado por CONACYT (diciembre 1998- 2000) en el que Luz Elena Galván dirigió el primer diccionario de Historia de la Educación en castellano que abordó diversos períodos, temas, biografías, cuya originalidad se centró en su estructura pero también en el equipo de colaboradores porque por primera vez logró reunir investigadores de diversas disciplinas e instituciones.

    En estos tres aspectos de su labor académica, Luz Elena desplegó sus competencias académicas a lo largo de una profesión de más de 45 años, pero algo que le era innato y que irradió a los distintos grupos de trabajo en los que estuvo fue su enorme calidez que estuvo muy por encima de su nivel III en el SNI. Su gentileza y calidad humana le valieron el cariño y el respeto de sus alumnos y colegas. Sus amigos no la olvidaremos.

    1. Desde 1974 laboró como investigadora en el Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CISINAH), actualmente Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Su currículo in extenso puede consultarse en la página de la Sociedad Mexicana de Historia de la Educación: http://somehide.org/index.php/somehide/padron-socios?start=16.
    2. En su Seminario se publicaron: Lecturas y lectores en la historia de México; Entre imaginarios y utopíasLas disciplinas escolares y sus librosPoder, fe y pedagogía: Historias de maestras mexicanas y belgasHistoria de la educación en VeracruzMás allá del texto: autores, redes del saber y formación de lectores; Maestras urbanas y rurales, siglos XIX y XX. Obras en las que participaron investigadores del CIESAS y colegas de El Colegio de México, el IISUE de la UNAM, la Universidad Pedagógica Nacional de la unidad Ajusco, la UAM-Iztapalapa, la Benemérita Universidad Autónoma del Estado de Puebla, la Universidad Autónoma del Estado de Morelos y El Colegio de San Luis Potosí.
    Ana María Buriano Castro (1945-2019)

    Silvia Dutrénit Bielous

    Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

    La historiadora Ana Buriano Castro falleció el 7 de febrero de 2019 en la Ciudad de México. Había nacido en Montevideo el 8 de abril de 1945.

    Ana fue una académica tan brillante como modesta, comprometida con la investigación histórica, hecha en la reflexión crítica y responsable con los presentes que le tocó vivir. Así, también destacó por su dedicación en la cátedra o en la dirección específica de tesis. Fue una mujer de firmes principios y un ser humano que desplegaba la solidaridad y la generosidad en cada minuto, como su historia personal lo evidencia. Su velorio dio muestras de los afectos y reconocimientos de colegas, amigos, compañeros de la comunidad del Instituto Mora, estudiantes, de todo lo que construyó en su vida mexicana.

    Junto a su marido, Iván Altesor, y a su hijo mayor, Andrés, llegó por primera vez a México en 1976. En Uruguay se había instalado una dictadura cívico-militar que la persiguió igual que a su familia. Venía desde su primer tierra de exilio, Argentina, y continuó también en 1976 la ruta de nuevas tierras de exilio y trabajo internacionalista. Residió en la URSS, en Cuba, en Nicaragua, para luego regresar definitivamente a México en 1983. Para entonces la familia incluía a su hija María Eugenia, nacida en Cuba. 

    De manera permanente como si la vida no tuviera fin, comenzó una y otra vez. Se había iniciado en la actividad docente en su Uruguay natal, luego la retomó en Cuba y Nicaragua en 1980, y la culminó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a la que renunció cuando ya su enfermedad le impidió ir los viernes en la tarde a dar su clase.

    Retornada a México, y sin la documentación oficial que la acreditaba como egresada del Instituto de Profesores Artigas (reconocido como de nivel universitario), misma que no pudo obtener en Uruguay por las condiciones de represión política existentes en la época, se propuso un nuevo reto: estudiar y  concluir la licenciatura en Historia en la UNAM. Ello le permitió contar con su acreditación de nivel universitario para continuar sus estudios en la UNAM hasta obtener su grado de doctora en Estudios Latinoamericanos.

    Su actividad como bibliotecaria primero, y luego el ingreso como profesora investigadora al Instituto Mora, le facilitó su crecimiento académico hasta destacar en el campo de la historia decimonónica del Ecuador. Sin duda, hay que decirlo, se convirtió en una de las ecuatorianistas más influyentes de las últimas décadas en América Latina.

    Algunos títulos de su obra dan cuenta de la contribución en este campo historiográfico: su tesis Los conservadores ecuatorianos, 1860-1875. Un proyecto de consolidación estatal: de las hegemonías compartidas a los límites y las decepciones fue publicada por el Instituto Mora en 2008 bajo el título Navegando en la borrasca: construir la nación de la fe en el mundo de la impiedad. Ecuador, 1860-1875; El “espíritu nacional” del Ecuador católico: artículos selectos de El Nacional, 1872-1875 (2011) o algunos de sus artículos como por ejemplo: “Venturas y desventuras del misionero redentorista Pedro Celestino López en el Ecuador garciano, 1870-1875: un caso revelador” (2018), “Entre el protectorado y la República del Sagrado Corazón: el Ecuador garciano, 1860-1875” (2015), “El espíritu nacional del Ecuador católico: política y religión” (2014), “Ecuador, 1868: la frustración de una transición. Coyuntura electoral y prácticas políticas” (2013), “La construcción historiográfica de la nación ecuatoriana en los textos tempranos” (2009), “Ecuador: un régimen conservador en épocas de liberalismo rampante” (2007) y “Ecuador latitud cero. Una mirada al proceso de construcción de la nación” (2008). Actualmente está en proceso de edición en el Instituto Mora la obra Panorámica de la prensa en el Ecuador garciano: construcción y cuestionamiento de una legitimidad política, 1860-1875.

    Pero Ana no solo dedicó su trabajo intelectual a la historia decimonónica del Ecuador, también dedicó su vida a otra pasión. Se destacó en la historia reciente de América Latina en la que en distintos procesos y con diferentes actores estuvo íntimamente involucrada y sobre la cual investigó, reflexionó y aportó de manera original. Numerosos textos recogen su conocimiento histórico logrado mediante reflexiones documentadas desde diversas fuentes. Las introducciones en los libros editados por el Instituto Mora, Tras la memoria: el asilo diplomático en tiempos de la Operación Cóndor (2000) y Política y memoria: a 40 años de los golpes de Estado en Chile y Uruguay (2015), dan cuenta de su dedicación e interés en ahondar ese campo historiográfico, así como también en los artículos y capítulos; por ejemplo, “Derecho, trauma social y restitución. Sincronía y unicidad: el caso de Uruguay” (2012) y “Monolitismo y pluralismo del exilio uruguayo en la URSS: género y memoria” (2018). 

    Los últimos años los dedicó a investigar y producir sobre el comportamiento como técnicos, de los integrantes de los equipos de antropología forense latinoamericanos, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos así como acerca de las principales sentencias de este tribunal sobre delitos de lesa humanidad. Menciono como ejemplo solo dos títulos de capítulos: “El derecho interamericano de los derechos humanos y la antropología forense” (2017) y  “Antropología forense, cuerpos y memorias” (en prensa).

    Sin duda Ana atrajo el interés e inspiró a muchos colegas y estudiantes; dedicó hasta sus últimos días, sí así fue y hay que recordarlo, con sus agudas reflexiones, al trabajo comprometido en las investigaciones en curso, a los proyectos que no pudo concluir, al seminario interinstitucional de historia reciente que co-coordinaba y a las direcciones de tesis.

    Y no debe olvidarse que plenamente consciente como estuvo hasta sus últimas horas procuró con valentía y convicción, que nunca abandonó, dejar pocas deudas académicas cuando éstas eran colectivas.   Nos dejó a sus colegas y amigas con el compromiso de no “quebrarnos” ante su partida como ella no lo hizo ante las adversidades que le tocó vivir.

    Honor a la académica, con una trayectoria intelectual brillante, y a la mujer íntegra y generosa que fue. ¡Hasta siempre, Ana!

    Boletín 434

    Enero – Febrero 2019

    Mediateca INAH: presente y futuro

    Flor de María Hurtado

    Directora de la Mediateca del INAH (enero de 2014 a enero de 2019)

    El deseo por conocer y clasificar el mundo que nos rodea es tan antiguo como el ser humano. Sin embargo, el resguardo y protección del pasado tiene un origen más cercano, que quizá comenzó en el Renacimiento con la creación de gabinetes de curiosidades, los cuales, años más tarde, dieron origen a los primeros museos. Hoy este deseo, gracias a la tecnología, ha generado plataformas digitales que brindan una oportunidad inmejorable para conocer, clasificar, preservar, interrelacionar y ofrecer en un solo lugar lo que antes estaba disperso y al alcance de unos cuantos.

    La Mediateca del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) surgió de la necesidad de contar con un sistema de información que contuviera la representación digital del patrimonio cultural bajo su resguardo, y le permitiera cumplir con la misión de difusión, no solo como una obligación entre pares, sino para llegar al gran público y divulgar el conocimiento que genera a través de sus centros de educación, investigación, museos y sitios arqueológicos. Concebida como un repositorio institucional, la Mediateca hizo posible que el Instituto se insertara de lleno en el uso de las tecnologías digitales y lo pone a la vanguardia de estos sistemas en nuestro país.1

    Esta plataforma única e innovadora, inspirada en los proyectos de preservación y divulgación más exitosos del mundo, es actualmente el repositorio de objetos culturales de acceso abierto más grande de México. Consiste en un complejo sistema de información diseñado y desarrollado por el INAH utilizando software libre y considerando lineamientos y estándares internacionales para el manejo y preservación de datos.

    El sistema articula un repositorio de objetos digitales con un gestor de contenidos, el cual permite almacenar, catalogar y distribuir archivos de cualquier formato. Cuenta además con un diseño de interfaz amigable y responsivo, que hace accesible su consulta para cualquier público y desde cualquier tipo de dispositivo. La estructura de metadatos (descriptores de objetos digitales) permite el intercambio directo de información con distintos tipos de repositorios a nivel global, y hace que sus contenidos sean visibles desde cualquier buscador web. La Mediateca INAH cumple con estándares y normas internacionales de preservación de archivos digitales y acceso abierto a la información bajo el protocolo OAI (Open Access Iniciative), que establece que el intercambio de los metadatos sea libre bajo la licencia de uso de dominio público. De esta forma, abre un acceso franco a la democratización de la cultura.

    El sistema, construido para crear una red semántica a partir del uso de metadatos, permite recuperar y vincular archivos, y ofrece múltiples opciones de búsqueda para que tanto usuarios como otras plataformas puedan acceder a ellos, descubrirlos e interactuar, esto es, hacerlos interoperables. Está, además, diseñado para crecer no sólo en cantidad de contenidos, sino en estructura y funcionalidad.

    Para la integración del contenido utiliza un esquema de catalogación homogeneizado, amplio y flexible, que hace posible importar y exportar datos de otros esquemas sin perder información. Hasta ahora se ha nutrido de bases de datos existentes, las cuales, en la mayoría de los casos, ha habido que  ajustar a estándares predeterminados para poder incorporarlos al sistema. Sin embargo, la magnitud de objetos por incorporar hace urgente, en un futuro próximo, la tarea de definir una política institucional de registro de objetos digitales en un modelo de datos que facilite la incorporación de los objetos sin desconocer las estructuras de las bases existentes y las secciones de uso reservado.

    La propuesta de reunir en un solo sitio todas las colecciones, catálogos y bases de datos de archivos, bibliotecas, museos, fototecas y fonotecas, entrevistas y videos, así como todo tipo de publicaciones y documentos que produce el Instituto, es ya visible en línea.  El repositorio cuenta con miles de archivos de distinta naturaleza, asunto y procedencia, los cuales están organizados al interior del sistema en 25 colecciones temáticas y 82 acervos, para facilitar su identificación y consulta. Cuenta también con una sección llamada “Espacios”, donde se ofrece información básica sobre escuelas y centros de investigación; archivos, bibliotecas, centros INAH, ceramotecas, laboratorios, fototecas, fonotecas, mapotecas, museos y zonas arqueológicas. Estas dos últimas se relacionan transversalmente con la plataforma Lugares INAH, que reúne los 124 museos y las 190 zonas arqueológicas abiertas al público.

    Actualmente, la Mediateca INAH contiene más de medio millón de contenidos que brindan a quienes la exploren infinidad de conexiones, relaciones inimaginables y caminos por descubrir. La Mediateca se convierte así en un universo de objetos antropológicos, arqueológicos e históricos, y en un rico acervo documental, bibliográfico y fotográfico, que se entrelaza y dibuja no solo la imagen de nuestro país, sino de nuestra propia identidad.

    1. El INAH comenzó a usar las nuevas tecnologías en los años ochenta. En los noventa se llevaron a cabo los primeros proyectos de digitalización y catalogación de la Fototeca Nacional, y en 1997 se instalaron los primeros kioscos multimedia y se publicó el primer sitio web. Manuel Gándara, “Tecnologías y estrategias de la comunicación para la divulgación del patrimonio cultural”, Antropología. Revista Interdisciplinaria del INAH: El INAH en perspectiva, núm. 1, año 1, Nueva Época (2017), enero-junio. 
    El INAH en sus 80 años

    María Eugenia A. del Valle Prieto Ortega

    Dirección de Estudios Históricos del INAH

    Es para quienes trabajamos en el INAH un honor celebrar su ochenta aniversario.  Años que se dicen fácil, pero que conllevan una suma de voluntades enorme y de trabajo arduo tras de sí. Por esta razón, vale la pena hacer un reconocimiento a esta Institución a través de un breve recuento de su larga historia.

    Por su singular naturaleza, cuando hablamos del INAH, hacemos referencia a una institución que ha sido pilar fundamental en la configuración de la historiografía y el desarrollo académico y profesional que ha dado sustento a la construcción patrimonial de México. Por su envergadura, ha sido partícipe de diferentes etapas de esta construcción, que al mismo tiempo ha derivado en una constante transformación de los ideales fundacionales, desde la creación del Museo Nacional Mexicano hasta la formación del INAH tal cual en 1939 (Julio César Olivé Negrete, Bolfy Cottom, coords., INAH. Una historia, Vol. 1, 3era edición, México, Consejo Nacional para la Cultura y la Artes-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1988, p. 23). Han sido muchos los retos a los que se ha enfrentado en momentos de crisis donde la ciencia histórica se ha reafirmado como pieza clave para la construcción de un país más incluyente y diverso. Desde las distintas facciones de los gobiernos liberales a finales del siglo XIX, hasta nuestros días, el INAH sigue manteniendo su papel como cimiento de México.

    Bajo esta óptica, algunos de estos proyectos de gobierno donde la visión de México como parte fundamental de un espacio geopolítico más amplio, permeó en la academia. En tanto que sus funciones esenciales se concentran en el resguardo y conservación del patrimonio cultural, histórico y material del país, las áreas donde se ha manejado se reducen a estos aspectos. Así pues, entendemos que la formación del Instituto Nacional de Antropología e Historia fue antecedida por una serie de cambios en la perspectiva de los gobiernos y las legislaciones sobre la protección al patrimonio y los bienes materiales; arqueológicos, históricos y artísticos de la nación mexicana. “El INAH se formó con los elementos que habían correspondido al Departamento de Monumentos Arqueológicos, Históricos y Artísticos, al Museo Nacional de Arqueología, Historia y Geografía y a los demás museos de la Secretaría de Educación Pública.” (Ibíd., p. 34). De ahí que su organización gozara de una serie de antecedentes  prácticos y jurídicos, mismos que han marcado un determinado desarrollo de las áreas de estudio.  

    A ello responde, por ejemplo, la creación de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnografía Americanas en 1911, donde participaron Franz Boas, Eduard Seler y Manuel Gamio (Ibíd., p. 25). Otra de las pautas que marcaron las rutas siguientes, en cuanto a tendencias científicas y educativas,  fue la “necesidad de la aplicación de los estudios antropológicos para contribuir a resolver los problemas de la población” (Ibíd., p. 50) en América Latina, idea planteada por Gamio en el Segundo Congreso Panamericano celebrado en Washington en 1915 y la creación posterior, en el caso mexicano, de la Dirección de Antropología. Los estudios se inauguraron con la población de Teotihuacán, acentuándose el interés no sólo en la cuestión arqueológica, sino también en lo etnográfico, posicionándose como vanguardia científica en el área.

    La presidencia de Lázaro Cárdenas del Río marca una etapa definitoria para el Instituto. Este período de la formación de una idea de “lo nacional” se vio reflejada en el ahínco que se puso a las investigaciones arqueológicas y en el “asunto indígena”. El 3 de febrero de 1939 se decreta la creación del INAH como parte de la SEP, pero con personalidad jurídica y patrimonios propios, para desempeñar las siguientes funciones: 

    1.     “Exploración arqueológica del país.

    2.     Vigilancia, conservación y restauración de monumentos arqueológicos, históricos y artísticos de la República.

    3.     Realización de investigaciones científicas y artísticas que interesen a la arqueología y a la historia de México, antropológicas y etnográficas, principalmente de la población indígena del país.

    4.     Publicación de obras relacionadas con las materias ya expuestas.

    5.     Las demás que las leyes de la República le confieren.” (Ibíd., p. 33)

    Fue así que el Instituto amplía su presencia con la creación de los Centros Regionales de trabajo a lo largo de toda la República mexicana.

    Posteriormente, conforme se fueron sucediendo los proyectos presidenciales, el INAH fue creciendo y diversificando sus funciones, entre ellas, se destaca una política interna que permitió el incremento de sus fondos (huelga mencionar aquí las implicaciones que este hecho tuvo). Para la década de los años 70, el INAH encontró en el proyecto de educación de Adolfo López Mateos (1958-1964) y el entonces Secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, un apoyo toral, impulsando los grandes proyectos museológicos, representativos de esa década.

    Es en este contexto cuando surgen propuestas con amplias miras, donde se deja ver la impronta de la estructura y funciones del INAH en América Latina en cuanto a rescate arqueológico y trabajo museográfico sobre todo. Ejemplo de ello es que “desde 1962 el INAH, la SEP y la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura y la Educación convocaron a un seminario latinoamericano para abordar el tema del museo como centro cultural de la comunidad.” (Ibídem.)

    Quienes laboramos en el INAH, tenemos claro que el Instituto se encuentra hoy en una coyuntura decisiva, no sólo para desempeñar sus funciones, sino en general, para el devenir histórico de nuestro país. Por ello y en concordancia con las necesidades del presente, el INAH tiene como uno de sus objetivos principales desarrollar cada vez más una visión integral del patrimonio cultural y su función social asumiendo la centralidad y la transversalidad de la cultura. Por lo tanto, es necesario tener presente la importancia de atender como funciones vitales el fomentar y fortalecer el sentido integral del patrimonio cultural, además de orientar diferentes iniciativas para coadyuvar a su cabal cumplimiento.

    En este tenor, se destaca la importancia de establecer un equilibrio entre la investigación, conservación, difusión y enseñanza en materia de patrimonio cultural. Al mismo tiempo, que se señala la imperante necesidad de promover y fortalecer el vínculo entre educación y patrimonio cultural, memoria e historia de México para resarcir el vacío en cuanto a su vigencia y concordancia con los tiempos actuales, presentes en los planes de estudio en todos los niveles.

    De acuerdo a estos nuevos retos que se presentan, dentro del Instituto somos conscientes de la necesidad de ampliar el acceso de programas de manera más incluyente a poblaciones con mayor rezago social, desarrollando nuevas herramientas para la difusión del patrimonio, a través de TIC’s, aunado al ensanchamiento de los medios de difusión de los que se ha valido tradicionalmente para su labor (publicaciones impresas, radio, televisión, internet, etc.)

    Como vemos, hoy celebramos esta efeméride con grandes retos que se nos presentan en un futuro inmediato, donde el INAH se encuentra en apertura para su fortalecimiento, siempre contando con la imprescindible participación de toda su comunidad. 

    Presentación de publicaciones de Mario Cerutti

    Carlos Marichal

    Centro de Estudios Históricos,

    El Colegio de México

    Todos los que trabajamos en el viñedo de la historia económica tenemos una fuerte deuda con Mario Cerutti, profesor de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), por su ejemplo, perseverancia y creatividad en el estudio de la historia económica de México.  Hablo no sólo de sus numerosos libros sobre historia económica y empresarial (tengo más de una docena de libros propios de Cerutti y compilaciones en mi propia biblioteca). Me refiero también a las propuestas de trabajo novedosas que ha introducido y que suele introducir en cada nueva etapa de las investigaciones que alienta, individual y colectivamente.

    Entre estas propuestas se incluyen el impulso a la historia económica regional, en estrecha vinculación con la historia empresarial. En este caso, su contribución ha sido particularmente fuerte para el estudio del propio norte del país, a través de sus investigaciones y la creación de la primera Asociación de historia económica del país, la del Norte de México, que viene celebrando jornadas regularmente desde hace más de 25 años.

    Hoy deseamos resaltar la reciente publicación del libro de Cerutti titulado Problemas, conceptos, actores y autores: la historia económica y empresarial en el norte de México (y en otras latitudes), editado por El Colegio de San Luis a finales de 2018. En este texto, Cerutti repasa una parte sustancial de los avances realizados en el último cuarto de siglo en las universidades del norte del país en investigación sobre historia económica y empresarial, para lo cual incluye una muy útil bibliografía de más de 700 artículos y trabajos realizados por varias docenas de miembros de la Asociación de Historia Económica del Norte de México. Esto es un recurso extraordinariamente valioso de referencia para cualquier investigador interesado en la temática y para estudios comparados, especialmente en la región latinoamericana, ya que muchos de los temas y problemas analizados tienen similitudes con las experiencias históricas de Argentina, Chile, Perú y Brasil, por mencionar solamente algunos países. Ello puede confirmarse en los Boletines de la Red de Estudios de Historia de Empresas, que editan María Inés Barbero y Andrea Lluch desde Argentina, los cuales contienen reseñas del libro de Cerutti y de muchos trabajos de México, así como del resto de América Latina en este campo fértil.

    A su vez, deseamos resaltar que del 14 al 16 de noviembre de 2018 se realizó una reunión de investigadores dedicados a la historia económica del norte del país al celebrarse los 25 años de la Asociación de Historia Económica del Norte de México. Después de una conferencia inaugural dictada por el empresario Juan Pablo Berlanga Orozco, dedicada a la historia de la empresa potosina, los doctores Mario Cerutti (UANL), Sergio A. Cañedo (COLSAN) y Arturo Román (UAS) hicieron una presentación de cinco libros, entre los que destacan La minería en Sinaloa. Producción, empresas y cooperativas, siglos XIX y XX, Juan F. Brittingham y la industria en México (1859-1940) y Diplomacia, negocios y política. Ensayos sobre la relación entre México y Reino Unido en el siglo XIX; este último libro incluye dos capítulos dedicados al estudio de la presencia de británicos en San Luis Potosí, quienes se dedicaban principalmente al comercio y a la minería, además de mantener relaciones diplomáticas desde esta ciudad.

    Los participantes procedían de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Universidad Autónoma de Sinaloa, Universidad de Sonora, Universidad Autónoma de Zacatecas y Universidad de California, Santa Bárbara, y en la reunión se presentaron más de 15 ponencias sobre temas de historia económica y empresarial de México.

    Finalmente, debemos señalar que el 11 de febrero de 2019 se celebró la Sesión 106º del Seminario Interinstitucional de Historia Económica en El Colegio de México, en la que participó el Dr. Mario Cerutti, con la discusión de dos libros de su autoría, los ya mencionados Juan F. Brittingham y la industria en México (1859-1940), y Problemas, conceptos, actores y autores: la historia económica y empresarial en el norte de México (y en otras latitudes), sesión que fue moderada por el Dr. Mario Contreras, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Dra. Sandra Kuntz, de El Colegio de México, así como este servidor.

    ¡Felicidades a Mario Cerutti por ser un profesor e investigador ejemplar durante tantas décadas! 

    Boletín 433

    Noviembre – Diciembre 2018

    Asamblea del CMCH y premios a los mejores artículos y reseñas de 2016

    El pasado 30 de noviembre, el Comité Mexicano de Ciencias Históricas celebró su Asamblea Ordinaria en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, donde dio la bienvenida a dos instituciones: el Centro de Documentación e Investigación Judío de México (CDIJUM) y la Biblioteca Histórica José María Lafragua.

    Como cada año, el Comité hizo un reconocimiento a los artículos y reseñas destacados publicados en revistas mexicanas, elegidos por integrantes de la propia comunidad de historiadores. Además, el Comité entregó un reconocimiento extraordinario a la Dra. Linda Arnold por el servicio hecho a la comunidad de profesionales de la historia, gracias a sus esfuerzos de catalogación y sistematización de fuentes documentales.

    Dictámenes de los artículos ganadores (publicados en 2016)

    Historia del arte y del patrimonio

    Premio al mejor artículo:

    Luciano Ramírez Hurtado, “Al rescate de la memoria. Estudio iconográfico del grabado La Convención de Aguascalientes, 10 de octubre de 1914”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. 37, núm. 148 bis, otoño de 2016, pp. 89-123.

    El Jurado consideró que el artículo demuestra un enfoque original, asimismo presenta un novedoso y exhaustivo cruce de fuentes documentales e iconográficas: fotografía, grabados y hemerografía. Además, evidencia un uso riguroso de la metodología, ya que enuncia los problemas de investigación puntualmente y consigue explicaciones consistentes. Su propuesta parte de reconocer que dichas imágenes no se encuentran aisladas, por lo que es oportuno analizarlas en su convergencia con diversas disciplinas, entendiendo su significación, su apoyo intelectual y las condiciones culturales a las que deben su existencia. De igual modo, destaca el seguimiento que hace de la segunda historicidad de las imágenes y la deconstrucción del pasado en función de las mismas. Para ello, recupera el grabado de “La Convención de Aguascalientes, 10 de octubre de 1914”, realizado por el artista Alberto Beltrán en el marco del Taller de Gráfica Popular, hacia el año de 1946.

    Reseñas: Premio desierto.

    Historia social

    Premio al mejor artículo:

    Aaron Pollack, “Hacia una historia social del tributo de indios y castas en Hispanoamérica. Notas en torno a su creación, desarrollo y abolición”, Historia Mexicana, vol. 66, núm. 1 (261), julio-septiembre de 2016, pp. 65-160.

    Este artículo destaca por su originalidad al abordar el tema del tributo indígena desde una perspectiva comparada hispanoamericana (cubriendo una amplia geografía) y un largo periodo de tiempo (desde el siglo XVI al XIX). Pollack analiza con rigor y profundidad un tema clásico para la historiografía y a la vez abre nuevas líneas de investigación. Además, cuenta con un extensísimo y puntual aparato crítico que, junto con su bibliografía, sirven de guía para quien quiera adentrase y profundizar en el tema.

    Menciones honoríficas:

    María Eugenia Chaoul Pereyra, “Un aparato ortopédico para el magisterio: la Dirección General de Educación Primaria y los maestros en el Distrito Federal, 1896-1913”, Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, núm. 95, mayo-agosto de 2016, pp. 63-90.

    Raquel E. Güereca Durán, “Las milicias tlaxcaltecas en Saltillo y Colotlán”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 54, enero-junio,2016, pp. 50-73.

    Premio a la mejor reseña:

    Tomás Jalpa Flores sobre el libro de Norma Angélica Castillo Palma, Cuando la ciudad llegó a mi puerta. Una perspectiva histórica de los pueblos lacustres, la explosión demográfica y la crisis del agua en Iztapalapa, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2012, publicada en Dimensión Antropológica, año 23, vol. 67, mayo-agosto de 2016, pp. 177-182.

    Mención honorífica:

    Evelia Reyes Díaz, sobre el libro de Bernd Hausberger y Raffaele Moro, La Revolución Mexicana en el cine. Un acercamiento a partir de la mirada italoeuropea, México, El Colegio de México, 2013, publicada en Historia Mexicana, vol. 66, núm. 2 (262), octubre-diciembre de 2016, pp. 969-976.

    Historia económica

    Premio al mejor artículo:

    Ernest Sánchez Santiró, “Deudas y préstamos: la crisis del crédito público en Nueva España durante la Guerra de Independencia (1810-1821)”, América Latina en la Historia Económica, año 23, núm. 2, mayo-agosto de 2016, pp. 36-63.

    El artículo se enfoca al análisis de las finanzas novohispanas, en la etapa crucial que va de la crisis imperial hasta la guerra de independencia y la separación de México. El autor aporta precisiones conceptuales, evidencia cuantitativa y propuestas interpretativas para explicar la relación entre la capacidad de endeudamiento, el crédito público y el mantenimiento del orden imperial, gracias a los aspectos elegidos para estudiar el tema: las definiciones del fisco sobre las obligaciones del erario, el monto y composición de la deuda, caracterizada por la variedad de tipos clases; y el servicio de la deuda a través del análisis del pago de intereses y cumplimiento de plazos.

    Mención honorífica:

    José Miguel Herrera Reviriego, “Flujos comerciales interconectados: el mercado asiático y el americano durante la segunda mitad del siglo XVII”, Historia Mexicana, vol. 66, núm. 2 (262), octubre-diciembre de 2016, pp. 495-553.

    Premio a la mejor reseña:

    Daniel Víctor Santilli sobre el libro de Jorge Gelman, Enrique Llopis y Carlos Marichal (coords.), Iberoamérica y España antes de las independencias, 1700-1820. Crecimiento, reformas y crisis, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora/El Colegio de México, 2015, publicada en América Latina en la Historia Económica, año 23, núm. 2, mayo-agosto de 2016, pp. 237-243.

    Historia cultural

    Premio al mejor artículo:

    Haydeé López Hernández, “Exhibir y resignificar. Reinterpretaciones de los restos arqueológicos olmecas entre los siglos XIX y XX”, Historia Mexicana, vol. 65, núm. 3 (259), enero-marzo de 2016, pp. 1271-1340.

    En un estilo claro y preciso, la autora reconstruye, de manera contundente, el proceso de resignificación de la cultura olmeca en diferentes contextos: el local, el nacional y el internacional. A lo largo de las páginas, la autora contribuye al desentrañamiento de la relación entre arqueología, intereses de Estado, élites locales y artistas, con respecto a la construcción de la historia nacional y local, entre los siglos XIX y XX, momento en el que el objeto prehispánico empezó a cobrar un sentido estético.

    Mención honorífica:

    Roberto Aceves Ávila, “El culto a san Gonzalo de Amarante, el Bailador. Religiosidad local en la Guadalajara del siglo XIX”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. 37, núm. 145, invierno de 2016, pp. 109-150.

    Premio a la mejor reseña:

    Salvador Rueda Smithers, “Un códice incomprendido”, sobre el libro Códice Azoyú 2. El señorío de Tlapa-Tlachinollan. Los documentos de la región de la Montaña, Guerrero, México, FCE/Conaculta-INAH/UNAM-IIF, 2012, de Constanza Vega Sosa y Michel R. Oudijk, publicada en Historias, núm. 95, septiembre-diciembre de 2016, pp. 118-124.

    Mención honorífica:

    Sebastián Pineda Buitrago sobre el libro de Juan Carlos Grijalba y Michael Handelsman (eds.), De Atahualpa a Cuauhtémoc. Los nacionalismos culturales de Benjamín Carrión y José Vasconcelos, Quito y Pittsburgh, Museo de la Ciudad y Universidad de Pittsburgh, 2014, publicada en Historia Mexicana, vol. 65, núm. 4 (260), abril-junio de 2016, pp. 1961-1967.

    Historia política

    Premio al mejor artículo:

    Nicolás Cárdenas García, “Movimiento campesino y oportunidades de cambio político y social. La experiencia del Valle del Yaqui (1920-1950)”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm. 52, 2016, pp. 69-87.

    Se trata de un artículo original e innovador, en particular, por la crítica que realiza sobre los lugares comunes de la historiografía agraria mexicana, y por incorporar a los movimientos campesinos locales como actores sociales, abandonando un enfoque tradicional centrado en la acción del Estado. Si bien desde hace algún tiempo se han hecho esfuerzos por “desestatizar” la historia del siglo XX, nos parece que éste es un ejemplo muy bien logrado de cómo dicho objetivo puede llevarse a cabo, recuperando actores e intereses que han estado relegados a un segundo plano en otros trabajos.

    Mención honorífica:

    Pablo Mijangos y González, “Entre la igualdad y la gobernabilidad: los motivos de la supresión del fuero eclesiástico”, Historia Mexicana, vol. 66, núm. 1 (261), julio-septiembre de 2016, pp. 7-64.

    Premio a la mejor reseña:

    José María Portillo Valdés sobre el libro de James E. Sanders, The Vanguard of the Atlantic World. Creating Modernity, Nation, and Democracy in Nineteenth-Century Latin America, Durham y Londres, Duke University Press, 2014, publicada en Historia Mexicana, vol. 65, núm. 3 (259), enero-marzo de 2016, pp. 1476-1484.

    Mención honorífica:

    Erika Gabriela Pani Bano sobre el libro de Cecilia Méndez, La república plebeya. Huanta y la formación del Estado peruano, 1820-1850, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2014, publicada en Historia Mexicana, vol. 66, núm. 2 (262), octubre-diciembre de 2016, pp. 922-929.

    Historiografía y teoría de la historia

    Premio al mejor artículo:

    Graciela Velázquez Delgado, “Voces ausentes y presentes: testimonio y representación en la historia oral”, Historia y Grafía, núm. 46 (23), enero-junio de 2016, pp.211-232.

    El artículo es una aportación original al campo de la Teoría de la Historia, ya que aborda los problemas epistémicos que las fuentes orales presentan a la hora de ser utilizadas para construir una narrativa histórica. La autora parte de la epistemología constructivista ya enunciada por otros especialistas, como Watzlawick o Mendiola, pero contextualiza sus reflexiones en el marco del debate más amplio entre las distintas posiciones ontológicas y epistémicas en torno a la problemática planteada.

    Menciones honoríficas:

    Emilio Machuca Vega, “Aportaciones de Israel Cavazos al estudio de la historia de las religiones en Nuevo León”, Humanitas. Anuario del Centro de Estudios Humanísticos, año 43, vol. IV, enero-diciembre de 2016, pp. 43-75.

    Francisco Miguel Ortiz, “El estudio de la historia para el perfeccionamiento político y moral. Droysen y Nietzsche”, Letras Históricas, núm. 14, primavera-verano de 2016, pp. 135-158.

    Premio a la mejor reseña:

    Juan Pío Martínez, reseña del libro de Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza, Comprender el pasado. Una historia de la escritura y el pensamiento histórico, Madrid, Akal, 2013, publicada en Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, volumen 37, número 147, verano de 2016, pp. 379-383.

    Reconocimiento a la Dra. Linda Arnold

    En el marco de la entrega de premios del CMCH, la Asamblea hizo un reconocimiento extraordinario a la Dra. Linda Arnold, profesora emérita de la Universidad de Texas en Austin, en agradecimiento por su labor en la clasificación, organización y sistematización de documentos y archivos y, en especial, por su generosidad para compartir los resultados de sus esfuerzos.

    Linda Arnold labora en la Universidad de Texas desde 1982; es una historiadora interesada en la historia del derecho en México y América Latina. Su más reciente investigación fue sobre el fuero militar en la República Mexicana. Sus trabajos más destacados son: Catálogos del Archivo General de la Nación (2008), Catálogos del Archivo Histórico del Arzobispado de México, 1532-1936, de la Arquidiócesis de México (2008); así como la digitalización del Boletín Judicial Agrario, del Tribunal Superior Agrario (2008). Por medio de una videograbación, la Dra. Arnold agradeció la distinción que le hizo el CMCH y señaló que ésta era “también el reconocimiento de todos los que se dedican al principio fundamental del acceso libre a la información. Espero que esta colaboración ofrezca un ejemplo para las siguientes generaciones de investigadores y archivistas”.

    Notas para un discurso de agradecimiento

    Estimados integrantes del Comité Mexicano de Ciencias Históricas

    Colegas historiadoras e historiadores galardonados

    Queridos compañeros de la revista Historias

    Señoras y señores:

    Tal vez el acto más noble de los seres humanos es la gratitud. Decía Cicerón que no sólo “es la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás”. Por ello quiero comenzar con esa palabra que, como nos recordó Vicente Quirarte con su puntual prosa, en castellano pronunciamos en plural por el alto valor de su carga: gracias.

    Gracias a quienes decidieron publicar la reseña sobre los pormenores históricos e historiográficos del Códice tlapaneco de Azoyú en la revista Historias, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH. Y gracias a los lectores del Comité Mexicano de Ciencias Históricas que decidieron en favor de mi escrito.

    Es para mí un doble honor estar aquí: primero por recibir este reconocimiento; en segundo lugar, porque por medio del Doctor Alfredo Ávila se me pidió encargarme de las palabras alusivas a los Premios del Comité Mexicano de Ciencias Históricas a nombre de todos los galardonados (autores de once textos premiados y ocho menciones de entre 101 trabajos recibidos). De entre el grupo los autores seleccionados por el jurado del Comité, se me pidió hablar a mí -creo yo- que por razones obvias: soy el más viejo de todos.

    Ello trae una única ventaja: en los casi 44 años de trabajo en el INAH, he podido transitar por varios de los caminos de la divulgación del conocimiento histórico. Comencé estudiante, con Alicia Olivera y Laura Espejel, rescatando memorias personales con viejos zapatistas en el Programa de Historia Oral; luego, como investigador en archivos documentales y fotográficos ensayando la difusión escrita, con lecturas en foros y publicaciones tanto especializadas como para públicos amplios; también, bajo la dirección de Adolfo García Videla rescatamos testimonios fílmicos con veteranos revolucionarios. En los últimos años, los afanes han seguido una ruta particular, la de las estrategias narrativas propias de los museos, con la metáfora –es decir, con la intuición de analogías entre cosas de naturaleza distinta, reunidas en esas abreviaturas de la realidad, en esos mundos empequeñecidos que son los museos. Así que he podido caminar entre la dinámica pero inestable memoria personal –ese instrumento maravilloso pero falaz, como bien advirtió Primo Levi–, hasta entre aquellas voces muertas que pudieran adivinarse en cualquier objeto en una vitrina o en un mural alegórico impresionista de los momentos fundacionales de nuestra idea de México. Esto es, en los lenguajes de las imágenes mentales, las reliquias y el arte.

    Esta vez, para mí, el agradecimiento tiene un especial signo. Y es que se trata de reconocer textos escritos, los ejercicios compositivos de todos nosotros: ensayos, reseñas, artículos de revistas, dirigidos a los lectores de palabras impresas. Se trata de una categoría especializada del conocimiento de hombres y sociedades, de procesos y acontecimientos. Permítanme reflexionar un poco sobre este asunto, aunque sea superficialmente.

    Decía Tácito que toda antigüedad es oscura. De ahí los relatos legendarios, fabulosos, exagerados, inverosímiles. Pero también dio origen a la duda y al registro por escrito de los sucesos pasados. Y desde entonces, al escribirlos, quiérase que no, se ilumina con la palabra ese territorio oscuro de lo pretérito. De hecho, ha sido con caracteres alfabéticos o con glifos, tallados o pictográficos, como se fue delineando el perfil especializado del cronista y del historiador.

    En 1961, Edward Hallet Carr recordaba con un dejo de nostalgia y de coraje que los historiadores somos, a sabiendas o no, hombres de letras. Escritores que sujetamos la fantasía, disciplinados, lectores de documentos y de impresos, productores de libros que llevan a otros libros. Carr extrañaba esa seriedad de los historiadores victorianos –a los que, por otra parte, criticó profundamente–, que pensaban que la exactitud no era una virtud sino un deber. Estudiar y saber, aprender, conocer y expresar, sería su tarea profesional antes de escribir. Porque escribir era una manera de vivir –como afirmó otro erudito decimonónico, hombre de letras con la imaginación desatada, Gustave Flaubert.

    Imaginación desatada, sí, como debe ser entre los literatos, y que influyen tanto en las construcciones verbales que hacemos los historiadores. Pienso en aquella frase de Gabriel García Márquez al describir el mundo maravilloso de América que habría que convertir en palabras: hablaba de “esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda”. La diferencia con los historiadores está en el traslado del concepto de libertad creativa del escritor de novelas al de buscar bajo juramento decir la verdad. Y es que, distintos a los poetas y literatos, aunque usemos los mismos léxicos, a nosotros no nos es permitido enmendar las vidas pasadas –ni regañar a los muertos, como bien nos decía a los jóvenes historiadores don Edmundo O’Gorman. Pero no debemos hacernos muchas ilusiones sobre la severidad de nuestras palabras. No somos ajenos a esa realidad de espectros de la que habló García Márquez: es en la que nacemos, hacemos, leemos, narramos y morimos. De hecho, y eso lo pueden atestiguar quienes aquí estamos reunidos, durante el transcurso de nuestras investigaciones hay momentos –largos muchas veces– en los que vamos a tientas, como expedicionarios por tierras ignotas… O mejor, como sonámbulos, con la ilusión de que sabemos a dónde vamos y sobre todo, cuándo y a dónde llegaremos. Solemnes o severos, también tenemos ilusiones.

    Una extrañeza más nos da color particular a los historiadores. Usamos estrategias narrativas que se desdoblan en las reconstrucciones que hacemos mentalmente de los fragmentos del pasado estudiado, en los retratos de personas ilustres y plebeyas, en los relatos que buscamos sean coherentes para ser comprendidos. No sin riesgo, por supuesto: el horizonte es descomunal y las expresiones literarias como estructura historiográfica no son nunca únicas ni definitivas. No dudaría en decir que las afirmaciones de los historiadores no pocas veces son precarias, que nuestra prosa –para robar la frase a Fernand Braudel— siempre es una aproximación. A cada paso notamos que los textos propios y ajenos apenas alumbran cuando la incertidumbre de Tácito regresa con las críticas y las recomposiciones ontológicas de nuestra mirada al pasado. 

    Una última reflexión. Al escribir, los historiadores no podremos corregir los caminos del pasado pero sí narrar y explicar metódicamente, ordenadamente, las rutas transitadas para llegar al aquí y al ahora, para separar lo verdadero de lo falso y de lo legendario, con el peso simbólico de cada categoría y su impacto social. También podemos disfrutar nuestros momentos de lucidez descubridora –el horaciano carpe diem– y rascar en las memorias propias y ajenas para imaginar nuestro futuro. Y es que nos aproximamos al pasado con ojos críticos, pero escribimos secretamente con el sentido de la esperanza de lectores que nos mejorarán. Algunas veces la Maestra Alicia Olivera nos platicaba –voz que no paramos de extrañar– de anécdotas de viejos historiadores. Repetía una de Arturo Arnaiz y Freg: decía él razonablemente que “el estudio de la Historia es ante todo una gran lección de humildad”. Y es que aun detrás de los tonos más rudos y aritméticamente precisos, la esperanza y la humildad deben estar en el discurso escrito de los historiadores. Porque, ni más ni menos, la palabra escrita es el puente entre nuestra mente y el cosmos. Muchas gracias.

    Salvador Rueda Smithers

     Ganador del premio a la mejor reseña de 2016 en la categoría de “Historia cultural” 

    Lo que descubre la historia, no lo olvide la memoria

    Los combates por la Historia resultan ser el acicate más contundente para el gremio de las y los historiadores. Parafraseo a Lucien Febvre, con un sentido metafórico, pero también con su raíz más identitaria. Bajo ese referente del oficio inscribo mi experiencia muy gratificante al haber coordinado el Jurado de Historia Social al lado de colegas muy reconocidos en el campo de la disciplina histórica.

    Estarán de acuerdo conmigo las y los coordinadores de los otros jurados del Comité, así como todos sus miembros integrantes, que la ciencia de la Historia en México desvela una fuerte musculatura en la ejecución del oficio de historiar, como diría nuestro querido maestro Luis González. Ejemplos notables de ello son los artículos y las reseñas que hoy reciben su merecido reconocimiento. Su escritura, sus argumentos y sus explicaciones e interpretaciones nos desvelan la versatilidad de la Historia en las distintas segmentaciones o compartimentos que procuran asir su complejidad y su variabilidad (historia del arte y del patrimonio, historia social, historia económica, historia cultural, historia política, teoría e historiografía). Aunque, a decir verdad, todos secundamos la aserción de Luis González: “todo es historia”.

    Pero no sólo eso, al asumirnos como historiadoras e historiadores hemos contraído desde luego un compromiso vital y ético con nuestra profesión, y a la par también con nuestra sociedad, y, por ende, con nuestra patria y con nuestra matria. No olvidemos la fuerza de la función social de la Historia en nuestras tareas como profesionales (de docencia de investigación y de divulgación). En ella subyace la erección de una conciencia crítica que hoy por hoy debe ser cultivada con esmero, con disciplina, con intuición y con creatividad para interpelar a este mundo globalizado y a sus poderes formales y a los fácticos. Y más directamente a los cambios y reformas que ya vienen cabalgando, y que literalmente, se asentarán a partir del día de mañana en nuestra patria desangrada.

    Nuestra acción como comunidad epistémica colectiva debería estar muy activa en esta hora histórica, con opiniones en los medios impresos y digitales, así como en los foros públicos; también con diagnósticos especializados con la intención de alzar nuestra voz para aportar nuestro grano de arena en las trascendentes decisiones políticas que reviertan décadas de indolencia, impunidad y corrupción.

    De igual manera, nuestra función social y divulgativa debería propulsar la siembra, por todos los rincones del país y a todos los niveles del sistema educativo nacional, las semillas entre las generaciones más jóvenes de una ciudadanía más libre, más democrática, más incluyente, más consciente y más comprometida con los deberes para con nuestro México del siglo XXI. Si no conocemos y si no enseñamos los laberintos de nuestra aciaga historia, estamos, ya lo sabemos, condenados a repetir los fracasos y las ignominias. Apelamos a la Historia porque: “La humanidad no puede saber adónde puede y quiere ir si ignora los caminos y los senderos de otras épocas” (Pierre Broué).    

    Gran desafío resulta todo ello para nuestra disciplina, pues en México el capitalismo neoliberal de los últimos 30 años ha dejado a su paso miseria, desigualdad y apatía, pero sobre todo una espiral de violencia que no cesa de atrapar en sus entrañas a miles de víctimas. Como historiadoras e historiadores tenemos el imperativo moral de no desviar la mirada ante las atrocidades de todo tipo que devoran a nuestra patria.

    Nuestra palabra, nuestra escritura, nuestra vocación histórica nos deben impulsar a consolidar las redes de la memoria. Y de ello dan ejemplo extraordinario las autoras y los autores de los artículos y las reseñas que hoy reciben las más altas distinciones de parte del Comité Mexicano de Ciencias Históricas.

    Los contenidos de dichos artículos y reseñas resumen en su conjunto lo que hace tiempo definió nuestro maestro Álvaro Matute como una parte muy valiosa de nuestro inventario historiográfico, que pretende dar a conocer “el bagaje vivo y positivo que reciben los historiadores de sus antecesores”. Por lo tanto, su significado se entiende como “conciencia histórica de la Humanidad”.

    Por ende, las obras aquí premiadas forman parte de un conocimiento original que fortalece “un proceso cognoscitivo que es acumulativo, y por el cual sabemos cotidianamente más y mejor sobre el pasado mexicano”, pero encaballado siempre hacia el futuro, engalanado de evocaciones y reminiscencias, es decir, la historiografía mexicana como conciencia histórica.

    Viene entonces a mi memoria la alegoría de José Vasconcelos: “mientras no concluya mi cruel relato por dentro arderá mi corazón”.

    ¡Enhorabuena para las y los premiados! Y larga vida al Comité Mexicano de Ciencias Históricas. Muchas gracias.

    Verónica Oikión Solano

    Coordinadora del Jurado de la categoría de “Historia social”

    Nuevos miembros de la Academia

    La Academia Mexicana de la Historia correspondiente de la Real de Madrid informa de la elección de cuatro nuevos miembros de número.

    El día 6 de noviembre pasado fue electo Mario Cerutti para ocupar la silla 8 (foránea). También fueron electos Carlos Illades Aguiar, Rafael Rojas y Felipe Castro para los sillones 10, 11 y 19 (metropolitanos), respectivamente. Los cuatro nuevos miembros fueron los triunfadores de procesos electorales prolongados, razonados, muy competidos y puntillosamente legales. Su legitimidad es total, lo mismo que su calidad académica. La Academia Mexicana de la Historia está absolutamente segura de que los nuevos cuatro miembros enriquecerán a la corporación, y por lo mismo al gremio en su conjunto.

    Claudia Ferreira Ascencio (1970-2018)

    El Centro de Estudios Históricos lamenta profundamente el fallecimiento de la Dra. Claudia Ferreira Ascencio, acaecido el sábado 1º de diciembre. Ella fue estudiante de nuestro centro y obtuvo su doctorado en 2010 bajo la dirección de Andrés Lira. Interesada en temas de historia social de la Iglesia durante el periodo virreinal, centró su investigación en los padrones de confesión y comunión. Colaboró en la elaboración de Archivo del Cabildo Metropolitano de México: inventario y guía de acceso, dos volúmenes (El Colegio de Michoacán, Centro de Estudios de Historia de México, 1999). En 2014 publicó Cuando el cura llama a la puerta. Orden sacramental y sociedad. Los padrones de confesión del Sagrario de México (1670-1825) (El Colegio de México). La Dra. Ferreira fue profesora en varias instituciones de educación superior y una colaboradora invaluable del proyecto de Concilios Provinciales que fundaron los doctores Andrés Lira y Alberto Carrillo Cázares. Nos queda el recuerdo de su trato gentil y amable, de su alegría y gusto por la historia. Con profundo pesar, compartimos con su familia y amigos la tristeza de haber perdido una historiadora de gran sensibilidad, excelente colega y amiga.

    Erika Pani, El Colegio de México

    Boletín 432

    Septiembre – Octubre 2018

    La lucha por la memoria: Dar voz al silencio

    El 13 de septiembre de 1968 centenares de miles de personas participaron en la “Marcha del Silencio”. Exigían libertades. El 13 de septiembre de 2018 un grupo de académicos mexicanos, estadounidenses y europeos presentaron en El Colegio de México los “Archivos del Autoritarismo Mexicano” (en inglés MIDAS, The Mexican Intelligence Digital Archives), una iniciativa pensada para enfrentar pacíficamente la censura impuesta a los archivos.

    En febrero de 2002 el Archivo General de la Nación (AGN) recibió los archivos de la Dirección Federal de Seguridad y Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, que reunían documentos en cumplimiento del Acuerdo decretado por el Presidente Vicente Fox en noviembre de 2001. En el mismo decreto se planteaban diversas medidas para la procuración de justicia por delitos cometidos contra personas vinculadas con movimientos sociales y políticos del pasado.

    Esos acervos permitieron que florecieran los estudios sobre los engranes y resortes que hacían funcionar el sistema político mexicano.   Además, estos archivos dieron pauta a las investigaciones realizadas por la extinta Fiscalía Especial de Movimientos Sociales y Políticos del Pasado y fueron la fuente primaria de información para el Informe Histórico presentado a la sociedad mexicana: Fiscalía especial FEMOSPP, informe que nunca fue publicado íntegramente por las autoridades mexicanas.

    Desafortunadamente, dichos fondos no se integraron al resto de los acervos del AGN de la manera, usual, sino que permanecieron como un acervo separado en la Galería 1, que siguió estando a cargo de personal del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, CISEN. El acervo estaba organizado con un complejo y particular procedimiento de referencia que sólo el personal del CISEN conocía. Además, el público e incluso el AGN carecía de un instrumento de consulta que permitiera saber qué se encontraba en el mismo. De esta forma, su acceso al público requería de una solicitud de información a través del IFAI a partir de la cual el personal del CISEN formaba expedientes que entregaba en forma versiones públicas (testadas), a modo de ocultar los datos personales.

    A partir del 2009 el AGN intentó tomar control de dicho acervo al elaborar, junto con personal del CISEN un instrumento de consulta y sustituyendo gradualmente al personal del CISEN en dicha galería. Después, a partir de la promulgación de la Ley Federal de Archivos, en 2012, el AGN pudo dar mayor apertura a dichos acervos, puesto que dicha ley definía al AGN como fuente de acceso público, lo que lo exentaba de ejercer la protección de los datos personales en sus acervos. Esto fue dándose gradualmente a partir de negociaciones con el CISEN. Hacia mediados 2013 el acceso al acervo fue prácticamente completo, y ya pudo darse a solicitud directa del investigador, como en las demás galerías, en vez de a través de solicitudes de acceso de información del IFAI.

    Desafortunadamente, en 2015 la Secretaría de Gobernación decidió limitar en extremo el acceso a estos acervos. Para hacer esto compatible con la Ley Federal de Archivos se dejó de considerar a este fondo como parte del acervo histórico del AGN, lo que eliminaba su carácter de fuente de acceso público. Además, se consideró que los datos personales que contenían los documentos eran sensibles por lo que tendrían una protección de 70 años. A partir de entonces, el AGN se limitó a dar acceso a las versiones públicas que se habían realizado en el pasado, coartando el derecho a la verdad de la sociedad y olvidando el deber de memoria del estado mexicano.

    El reclamo de historiadores, academia, víctimas y sociedad civil dio pauta a amplias discusiones que impidieron que en una nueva ley de archivos que se estaba elaborando afianzara el uso de la ley para impedir el acceso a este tipo de fuentes históricas. En cambio, la Ley General de Archivos que fue aprobada en abril del 2018 (vigente hasta junio de 2019, véase Boletín 431) reconoce la publicidad irrestricta de los acervos que se encuentran actualmente dentro del AGN o cualquier otro archivo histórico, incluidos aquellos de la Dirección Federal de Seguridad, la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales y el fondo documental de la Secretaria de la Defensa Nacional.

    El difícil acceso a estos fondos interfirió con el derecho a la verdad. Ello salió a la luz en la conferencia pública: “¿Qué pasa con nuestro patrimonio documental? Los archivos confidenciales” que organizó el Seminario sobre Violencia y Paz en febrero de 2016. De ahí se desprendió la iniciativa de solicitar a los investigadores, que habían trabajado en diferentes archivos, una copia de los documentos que habían recibido sin tachaduras. Se decidió crear un consorcio académico internacional para depositar en dos servidores en el extranjero los centenares de miles de páginas reunidas a lo largo del tiempo. En otras palabras, para hacer accesibles los documentos recuperados en archivos mexicanos fue necesario hacerlo desde el extranjero.

    El proyecto los “Archivos del Autoritarismo Mexicano” (en inglés MIDAS, The Mexican Intelligence Digital Archives) es un esfuerzo desde la academia y la sociedad civil por recuperar una parte de la historia de nuestro país. Quienes integramos este proyecto creemos que la construcción de la verdad y el avance hacia un proceso de pacificación real debe venir desde todos los sectores de la sociedad pues no habrá justicia ni perdón, sin verdad.  La verdad sobre las atrocidades del pasado es necesaria para lograr la reconciliación entre instituciones del Estado y sociedad. Por otro lado, como lo han señalado organismos internacionales, es deber del estado rendir cuentas y buscar la confianza de la sociedad. Por esto los archivos aquí presentados adquieren especial relevancia en el contexto en el que se busca la pacificación del país.

    Finalmente, hacemos un llamado a las autoridades, al recién nombrado Congreso de la Unión y al Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales a reconsiderar la fecha de entrada en vigor de la Ley General de Archivos que está prevista hasta junio de 2019, a fin de que los acervos que se encuentran actualmente en las mencionadas instituciones puedan ser de acceso público irrestricto de manera inmediata. De igual forma les exhortamos a aportar un presupuesto suficiente al Archivo General de la Nación para que pueda hacerse realidad su carácter de organismo descentralizado y desectorizado que marca la ley, y pueda contar con el personal y recursos necesarios para organizar, preservar, y dar cabal acceso a fondos documentales tan importantes que resguarda, como el que aquí mencionamos.

    Actualmente, forman parte de dicho consorcio las siguientes instituciones: Northwestern University, The Center for Research Libraries, El Colegio de México y Artículo 19. Su consejo directivo se ha constituido con dos representates de la academia mexicana, un representante de la sociedad civil mexicana y tres académicos internacionales. Actualmente estos son: Sergio Aguayo, El Colegio de México; Aurora Gómez Galvarriato, El Colegio de México; Ana Cristina Ruelas, Artículo 19; Markus-Michael Müller, Frei Universität Berlin; Jocelyn Olcott, Duke University; y Benjamin T. Smith, Warwick University.

    El consorcio decidió presentar la iniciativa con colecciones relacionadas con el Movimiento de 1968, que actualmente incluye más de 4,000 documentos, provenientes de: Archivo Sergio Aguayo; National Security Archive; Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero y colecciones privadas de varios ciudadanos, reporteros y académicos. El 13 de septiembre de 2018, como una manera de conmemorar el 50 aniversario de la Marcha del Silencio, entregamos la 1ª entrega de este esfuerzo. Es una forma de reiterar el compromiso, de la academia y la sociedad civil, con la libertad de expresión y de investigación.

    Proyecto MIDAS

    Liberar los archivos. Represión de Estado y conocimiento histórico

    Camilo Vicente Ovalle

    Cincuenta años parecen un periodo suficiente para escapar de las agitadas aguas de la política y  convocar testimonios sin que estos suenen ya amenazadores o peligrosos. El Archivo General de la Nación (AGN) anunció que hará públicos los documentos referentes al movimiento estudiantil y popular de 1968.1 Este anuncio, además de ser una reacción tardía e insuficiente por parte del AGN, hace evidente que para el conocimiento histórico la primera barrera no es epistémica, sino jurídica-política.

    Las relaciones entre el archivo y la historiografía no están mediadas, en principio, por problemas epistemológicos, antes existe la mediación y la determinación del poder político sobre el conocimiento. Como lo muestra la normatividad sobre archivos y sus restricciones, en la que definiciones de carácter político y jurídico establecen un marco paradigmático para la historiografía, en la medida en que pone los límites de lo que se puede conocer. Ni la distancia temporal, ni mucho menos una pretendida condición asociada a la supuesta imposibilidad de la historiografía de aprehender lo actual, son limitantes del conocimiento histórico. Pero las lógicas de poder y saber que cruzan el archivo sí son limitantes efectivas, convertidas luego en silencios y complicidades de la tradición historiográfica. Para decirlo con Jaques Le Goff: “muestra que el problema epistemológico de la historia […] no es solamente un problema intelectual y científico, sino también un problema cívico y hasta moral. El historiador tiene sus responsabilidades, de las que debe ‘rendir cuentas’”.2 La relación con el archivo y la escritura de la historia, en especial cuando se trata sobre indagar en el presente, está mediada por esa condición: estar colocado epistémica e intelectualmente frente al poder, al poder del Estado.

    Entre las décadas de 1960 y 1980, el Estado mexicano desplegó un conjunto de técnicas y estrategias, articuladas en una política de contrainsurgencia, para el control o eliminación de las disidencias políticas radicales, en particular, de las organizaciones populares y grupos guerrilleros contra los que se cometieron crímenes de Estado. El diseño e implementación de la contrainsurgencia quedaron registrados en cientos de miles de documentos de diversas dependencias de seguridad nacional, así como de diversas instancias de los gobiernos de las entidades federativas. En su conjunto, forman un vasto acervo documental que llamamos “archivos de la represión”, de los que forman parte los documentos del 68 que serán liberados.

    Sobre estos archivos se ha llevado a cabo un debate los últimos cuatro años, particularmente en torno al cierre de la consulta directa del archivo de la Dirección Federal de Seguridad, así como sobre la Ley Federal de Archivos, normativa particularmente regresiva en relación con el acceso a la información y el derecho a la verdad, y la Ley General de Archivos, reciéntenme aprobada y congelada hasta junio de 2019. Esta última, aunque menos regresiva (se eliminó de ella la categoría “documento histórico-confidencial”) conservó al menos tres aspectos peligrosos para el acceso a la información, el derecho a la verdad y para la investigación histórica: la temporalidad de la reserva que puede ir de 30 a 70 años; la indeterminación de los periodos de transferencia, que da lugar a la discrecionalidad de las dependencias; y preserva de forma injustificada la regulación del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) sobre la investigación social que se realiza o utiliza archivos.

    Sobre este último aspecto, comparto una experiencia personal: en 2015, después de una negativa del AGN de entregar información, interpuse un recurso de revisión ante el INAI que convalidó la negativa del AGN argumentando que yo no había acreditado “que requería tener acceso a dicha información para realizar una investigación o estudio que se considere relevante para el país”. Ante esta respuesta le solicité al propio INAI que me informara sobre los procedimientos y criterios por los cuales determina qué investigación es relevante para el país, la respuesta fue que “no cuenta con un documento específico que establezca los criterios y procedimientos por los que este Instituto determina si una investigación o estudio es relevante o no para el país”; es decir, estamos ante un ejercicio de mera discrecionalidad. Este criterio de “relevancia para el país” fue dejado pasar en la Ley General de Archivos en su artículo 38.

    Aún falta un largo camino por recorrer en materia de archivos de la represión, primero reconocerlos en cuanto tales, lo que significa construir una normatividad especial para su tratamiento. El argumento de protección de datos personales, que es el que se esgrime para seguir manteniendo en la opacidad estos archivos, no tendría que ser instrumentado de la misma manera, por ser documentos vinculados a graves violaciones a derechos humanos, pero eso sólo se comprenderá cuando se entienda la cualidad de los archivos de la represión. Y, en segundo lugar, la disciplina histórica, sus academias, deben desterrar del discurso historiográfico, o al menos cuestionar, las taras sobre la distancia temporal que lo único que han hecho es reforzar la opacidad y control político sobre el propio conocimiento histórico.

    1Pedro Villa y Caña y Teresa Moreno, “Abriremos documentos delicados sobre el 68: Mercedes de Vega”, El Universal, 6 de octubre de 2018.

    2Jacques Le Goff, “Prefacio”, en Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio del historiador, 2ª ed. México: Fondo de Cultura Económica, 2001, pp. 11–12.

    Colección M68: Ciudadanías en movimiento

    Eunice Hernández

    Coordinadora de la Colección M68

    Centro Cultural Universitario Tlatelolco

    Somos nuestra memoria,
    somos ese quimérico museo de formas inconstantes,
    ese montón de espejos rotos.

    Jorge Luis Borges (1969)

    Cuando Jorge Luis Borges escribió estos versos en su poema “Cambridge”, el “68” —ese tiempo axial que moldeó a la época contemporánea—era todavía muy reciente. Quizá por ello, el movimiento estudiantil no fue bien recibido por el escritor argentino. A pesar de que el premio Nobel fue conservador en sus ideas políticas, todavía sorprende el telegrama hallado por el Dr. Sergio Aguayo en el Archivo General de la Nación, por medio del cual Borges, Bioy Casares y Manuel Peyrou expresaban su “adhesión al gobierno mexicano”. En cambio, su intuición literaria sobre las bibliotecas, la memoria, el recuerdo y el olvido vaticinan las posibilidades del archivo en el siglo XXI, el cual se ha expandido de las bibliotecas y de las investigaciones académicas a nuevos circuitos como el ámbito digital, los museos y la producción artística.

    En este “giro archivístico” se inscribe la Colección M68: Ciudadanías en movimiento, cuya misión reside en ser un repositorio digital sobre los movimientos sociales que han impulsado el reconocimiento de derechos en México desde 1968 a la fecha. Concebida como un proyecto a largo plazo y en permanente construcción, sus objetivos son fomentar el libre acceso a la información, contribuir a la documentación, visibilidad e internacionalización de los acervos que la componen, así como generar conocimiento sobre diez líneas de investigación: el 68 mexicano y los movimientos estudiantiles; respuestas a la violencia y crímenes de estado; luchas por la democracia; feminismo y disidencia de género; luchas indígenas; luchas socio-ambientales; movimientos obreros y sindicales; movimientos impulsados por la sociedad civil; movilidad, migración y desplazados; y arte, cultura y medios digitales en torno a los movimientos sociales.

    Dicen que “sin archivos no hay memoria” y por ello, el punto de partida de la Colección M68 nace de una coyuntura específica: la conmemoración por los cincuenta años del movimiento estudiantil de 1968, el cual estuvo marcado por la violencia estatal y el silencio sistemático, pero también por la recuperación de la memoria histórica y colectiva, a mano de sus participantes, líderes históricos, académicos, escritores y artistas.

    Impulsado gracias a la labor del Comité interuniversitario para los 50 años del 68 —integrado por la UNAM, El Colegio de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Iberoamericana y la Universidad Autónoma de Chapingo—, este repositorio digital es posible gracias a la colaboración de diversos socios estratégicos y patrones.  Sin embargo, su creación se aleja de la lógica del monumento y de las tradiciones que ven al pasado como un proceso cerrado que hay que “recordar”, para incentivar un sentido más amplio del acto de con-memorar, es decir, de “hacer” memoria juntos, donde el documento y el archivo juegan un papel fundamental no sólo para la reconstrucción de los hechos históricos y la búsqueda de la verdad histórica y jurídica sino también como objetos donde se configuran las relaciones de poder y, por ende, las tensiones entre la gestión de la memoria y la política del silencio y el olvido.

    De ahí, que la Colección M68 haya iniciado sus labores no sólo con una versatilidad de archivos provenientes de universidades, instituciones gubernamentales, organismos de la sociedad civil, medios de comunicación y personales, así como con una variedad de documentos, fotografías, mantas, expedientes, entrevistas, volantes y manuscritos sino también impulsando —junto con el AGN— la resolución del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) para determinar que la información referente al “68” contenida en este repositorio, es de mayor interés para la sociedad y para los procesos de verdad, justicia y reparación del daño que la protección de datos personales que obran en ella, lo que posibilitó la consulta pública de los documentos íntegros en la Colección M68.

    Su lanzamiento se realizó el pasado 1º de octubre con más de 25,000 registros catalográficos y casi 100,000 objetos digitales, provenientes de 35 archivos de los 47 participantes, entre los que destacan: 

    * El fondo de caricatura política —compuesto por la colección de Rogelio Naranjo, Rius y próximamente de Gonzalo Rocha—, y el fondo M68: Ciudadanías en movimiento, ambos bajo el resguardo del Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM.

    * El archivo fotográfico El Heraldo Gutiérrez Vivó-Balderas de la Biblioteca Francisco  Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana.

    * Movimientos armados en México. Recursos de la Información y una selección de documentos provenientes de la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México.

    * Una selección de más de 150 expedientes sobre el movimiento estudiantil del Fondo Secretaría de Gobernación Siglo XX de Investigaciones Políticas y Sociales (1924-1982) y de la Dirección Federal de Seguridad (1947-1971), así como fotografías de fondos como Hermanos Mayo, bajo el resguardo del Archivo General de la Nación.

    *Una selección de fotografías de 1968 resguardadas en el Museo Archivo de la Fotografía (MAF) de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México.

     * El Acervo Cristina Híjar. Arte y Movimiento Social-CENIDIAP/INBA, así como una selección de documentos del Comité ¡Eureka!-Museo Casa de la Memoria Indómita, de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y de la Agencia Autónoma de Comunicación SubVersiones.

    * Los Archivos Históricos del Feminismo, compuesto por las revistas Fem, La Revuelta, La correa feminista, el CIHUAT y La Boletina, resguardados por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.

    * Una selección de documentos provenientes de los archivos personales de Arturo Martínez Nateras y de Joel Ortega, ambos participantes del movimiento estudiantil de 1968, así como de la caricaturista Cintia Bolio y de las activistas  Marta Lamas, Ana Lau Jaiven, Isabel Vericat, Lucero González, Yan María Yaoyólotl Castro y  Mariana Pérez Ocaña, directora de la revista LeSVOZ.

    Por otro lado, en 2019, la Colección M68 irá integrando nuevos registros, fondos y archivos, tales como el Fondo documental Juan Acha del Centro Cultural Universitario Tlatelolco; el Archivo Álvarez Garín del Comité 68 Pro Libertades Democráticas; el Proyecto Memoria y Verdad de Artículo 19; fotografías y documentos del Archivo Histórico de la UNAM-IISUE, una selección de los fondos Proceso Pentágono, No Grupo y Felipe Ehrenberg del Centro de documentación Arkheia, MUAC, UNAM; materiales del Fondo Ana Victoria Jiménez de la Universidad Iberoamericana, del Centro de Documentación de la Maestría en Estudios de la Mujer de la UAM-Xochimilco y de asociaciones civiles como el Sindicato de costureras del 19 de septiembre, entre muchos otros.

    Además de las búsquedas actualmente habilitadas por colección de origen, tema, fecha y palabras claves, la Coleccción M68 ampliará sus sistemas de búsqueda avanzada, conforme al modelo de metadatos creado ex profeso para el proyecto, así como integrando la web semántica, machine learning y deep bots para facilitar la consulta tanto en línea como en el Centro de Documentacion del Centro Cultural Universitario Tlatelolco.

    Concebida como una plataforma inteligente que vincula al archivo y al documento con el “museo digital”, la Colección M68: Ciudadanías en movimiento servirá de vehículo para actualizar los contenidos de la exposición permanente, recién inaugurada, del Memorial del 68 y Museo de los Movimientos Sociales, al tiempo que se impulsarán programas públicos y académicos, en colaboración con diversas universidades  e instituciones, para fomentar la difusión de los acervos que la componen y propiciar que éstos deriven en tesis, ensayos, creaciones artísticas e iniciativas culturales que apuesten por el pensamiento crítico, la investigación y la memoria colectiva sobre los movimientos sociales.

    Premio a la Trayectoria Académica “Silvio Zavala” en Historia Colonial de América, edición 2018

    El 18 de septiembre se realizó la reunión de dictaminación para este reconocimiento en memoria del presidente fundador de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia.

    El jurado, por decisión unánime, otorgó el premio al Dr. Óscar Mazín, por considerar que su trayectoria cumple las condiciones de la convocatoria. Óscar Mazín es Doctor en Historia por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS, París). Actualmente es profesor investigador en el Centro de Estudios Históricos (CEH) de El Colegio de México y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel II.

    Entre sus obras destacan El cabildo catedral de Valladolid de Michoacán (El Colegio de Michoacán, 1996); Una ventana al mundo hispánico (El Colegio de México, 2006); Gestores de la Real Justicia (El Colegio de México, 2007). Fue director de la revista Historia Mexicana.

    El Comité extiende su felicitación a nuestro colega.

    Información tomada del Boletín de la Comisión de Historia, núm. 49, octubre de 2018. Instituto Panamericano de Geografía e Historia.

    Premio Francisco Javier Clavijero, Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), edición 2018

    El Comité extiende sus felicitaciones a los colegas reconocidos con el Premio Francisco Javier Clavijero, de Historia y Etnohistoria, que entrega el INAH, en las categorías de mejor investigación; mejor tesis de doctorado; mejor tesis de maestría y mejor tesis de licenciatura.

    https://premios.inah.gob.mx/index.php

    Boletín 431

    Julio – Agosto 2018

    Ley General de Archivos. Logros y desafíos

    Alfredo Ávila

    Presidente de la Mesa Directiva CMCH

    El 15 de junio de 2018, el Diario Oficial de la Federación publicó el decreto que emite la Ley General de Archivos. Se trata de una normatividad de la mayor importancia, pues sustituye a la anterior Ley Federal y amplía el alcance que ésta tenía.

    Desde hace casi tres años, la Mesa Directiva del Comité Mexicano de Ciencias Históricas se interesó en el proceso de elaboración de la Ley General de Archivos. De inmediato expresamos  nuestras preocupaciones sobre el anteproyecto que había elaborado el Archivo General de la Nación (AGN), por lo que invitamos a colegas y a representantes del propio AGN para que expusieran sus puntos de vista en nuestras sesiones ordinarias. En noviembre de 2016 organizamos un foro sobre el tema, y participamos en los realizados en el INAI y en el Senado de la República, entre otros. Con motivo de la presentación de la primera iniciativa en noviembre de 2016, el Comité promovió junto con colegas de diversas instituciones la publicación de un desplegado, y participó en varios pronunciamientos realizados con diversas organizaciones. De igual manera, llevamos a instancias internacionales las preocupaciones del gremio respecto a la iniciativa y conseguimos el respaldo de colegas y asociaciones, incluida la de los representantes de las asociaciones/comités de historia de América Latina, reunidos en São Paulo. Junto con el CIDE, la Red por la Rendición de Cuentas y Artículo 19 México/Centroamérica nos manifestamos sobre diversos aspectos que nos afectaban en el desarrollo de nuestras actividades profesionales, pero que también ponían en riesgo la memoria histórica del país. En la página web del Comité pueden verse estos y otros documentos relevantes.

    A continuación, enumeramos los principales aspectos de la iniciativa que nos causaban preocupación, nuestra propuesta y el resultado final en el dictamen aprobado por el Senado: 

    1) El artículo 36 de la iniciativa habría permitido la aplicación de la Ley General de Protección de Datos Personales, pues no declaraba que los archivos fueran fuentes de acceso público. Por ello, solicitamos que se empleara de manera explícita ese término, pues se trataba del único que podía eximir de la protección de datos personales.

    En el dictamen aprobado se establece que: “Los documentos contenidos en los archivos históricos son fuente de acceso público […] Asimismo, deberá considerarse que de acuerdo con la legislación en materia de transparencia y acceso a la información pública, no podrá clasificarse como reservada aquella información que esté relacionada con violaciones graves a derechos humanos o delitos de lesa humanidad”.

    2) La iniciativa no contemplaba ningún mecanismo mediante el cual se pudiera realizar investigaciones en archivos administrativos o de concentración. Propusimos que se recuperara el procedimiento de la Ley Federal de Archivos aún vigente, que ya había permitido al menos a un historiador consultar documentos con datos personales sensibles en un archivo.

    El dictamen aprobado tiene un artículo en este sentido. De esta forma, aunque los documentos con información personal sensible (solo la “sensible”, no toda la personal) que no haya sido transferida a un archivo histórico será resguardada hasta por setenta años, de acuerdo con criterios internacionales, su consulta está garantizada por el artículo 38 cuando se trate de estudios académicos, el interés público sea mayor o beneficie al titular de la información. Cabe reiterar que, de acuerdo al artículo 36, los documentos con información confidencial sensible que ya están en archivos históricos no están protegidos por la Ley General de Protección de Datos Personales.

    3) La iniciativa contenía un artículo transitorio, el 14, que obligaba a las dependencias federales y estatales a revisar los documentos de los archivos históricos para determinar qué debería quedarse allí y qué devolverse a los archivos de concentración. Nos opusimos rotundamente. En el dictamen aprobado, el artículo se eliminó.

    4) En la iniciativa se declaraba al AGN como dependiente de la SEGOB y como secretario técnico del Consejo Nacional de Archivos. Nos pareció muy preocupante que una dependencia con tan escaso presupuesto se hiciera cargo, en la práctica, del Sistema Nacional pero sin capacidad de decidir. Por ello, exigimos que se diera autonomía, que no fuera secretario técnico subordinado a SEGOB y que se incremente su presupuesto de manera urgente.

    La Ley aprobada dio al AGN la presidencia del Sistema Nacional de Archivos, lo define como una entidad paraestatal no sectorizada y establece que en el ejercicio fiscal de 2019 se cambie el AGN al ramo 47 para que obtenga los recursos suficientes. Cabe señalar que en su momento debemos seguir presionando para que se asigne ese presupuesto realmente y se detengan los recortes que hasta ahora se han dado.

    5) La iniciativa no establecía plazos para que los documentos se trasladaran de los archivos de concentración a los históricos, confiando en los catálogos de disposición documental de cada sujeto obligado.

    En el dictamen aprobado se estableció que catálogos de disposición documental sigan siendo los que rijan en ese aspecto, aunque se aclaró que nunca podrán exceder de 25 años.

    6) De igual manera, en materia de valoración documental para trasferencias a archivos históricos sugerimos que en las comisiones y grupos interdisciplinarios hubiera al menos un historiador.

    En este caso, el dictamen no incluyó nuestra petición, aunque, dado el carácter de ley general que tiene, permite que en esos grupos haya especialistas en áreas afines a la archivística, pudiendo las leyes estatales ser más específicas. En todo caso, nos parece que se trata de un aspecto en el que se puede seguir insistiendo y hacer convenios con los archivos y los sujetos obligados para brindar la asesoría en las transferencias documentales.

    7) La iniciativa original señalaba como los pilares fundamentales: la archivística, la preservación y la organización documental. Desde un comienzo, insistimos en la importancia de que se agregara la máxima difusión como el tercer pilar. El dictamen aprobado contempla en igualdad de condiciones la conservación de documentos, su organización y catalogación, así como facilitar su consulta y máxima difusión.

    Como puede apreciarse, pese a las objeciones que diversos actores políticos pusieron a nuestras demandas, se incluyó la mayoría, lo cual puede dejarnos satisfechos, aunque en guardia. Es necesario dar seguimiento a las legislaciones estatales, que se deriven de esta Ley General. Es muy importante señalar a los encargados de archivos que no pueden entregar copias testadas de los documentos, pues los datos personales son públicos si ya están en un archivo histórico, y en el caso de archivos de concentración, se pueden consultar mediante el mecanismo del artículo 38. En caso necesario, debemos promover juicios para que se establezca jurisprudencia en este sentido, según lo señaló el ministro José Ramón Cossío (véase Boletín 424). Todavía queda mucho por hacer, y el Comité continuará su trabajo en este sentido.

    Por último, cabe señalar que lo conseguido se debió a la buena disposición y voluntad política de la senadora Laura Rojas, quien llevó nuestras propuestas a las reuniones con representantes de otras bancadas, de la Secretaría de Gobernación y del Archivo General de la Nación. Organizaciones no gubernamentales como la Red por la Rendición de Cuentas y Artículo 19 estuvieron en las jornadas de trabajo (a veces maratónicas) que mantuvimos con la senadora Rojas, el senador Alejandro Encinas y sus asistentes. Aurora Gómez Galvarriato, Andrés Lira y Daniela Gleizer también estuvieron presentes en esas reuniones, lo mismo que Enrique Florescano, Carlos Marichal y los directores de los institutos de Humanidades de la UNAM, encabezados por el Coordinador de Humanidades, Alberto Vital, frente a la Junta de Coordinación Política del Senado. El consejo consultivo del AGN, presidido primero por Mauricio Merino, y posteriormente por Agustín Escobar, y del cual forma parte el Comité, también fue de enorme importancia. Otros colegas promovieron desde diferentes medios una Ley General de Archivos que no obstruya nuestro trabajo y que contribuya a la transparencia y a la construcción de una memoria histórica, tan necesaria para toda la sociedad. A todos ellos, muchas gracias.

    Cronología de la LGA

    13 de noviembre de 2015. La Mesa Directiva del Comité Mexicano de Ciencias Históricas (CMCH) recibió copia del anteproyecto de la Ley General de Archivos (LGA) elaborado por el Archivo General de la Nación (AGN) que sería presentado al Senado. (Véase Boletín 417)

    3 de diciembre de 2015. El presidente del CMCH se entrevistó con los senadores Alejandro Encinas y Laura Rojas para solicitar información sobre el proyecto de LGA. En la reunión estuvo presente Enrique Chmelnik, presidente de la Asociación Mexicana de Archivos y Bibliotecas Privados (AMABPAC). (Boletín 417)

    12 de enero de 2016. En el Centro de Estudios de Historia de México CARSO, en una nueva reunión con senadores Rojas y Encinas, la presidencia del CMCH entregó un documento con la posición de los historiadores. (Boletín 417)

    26 de enero de 2016. En la primera sesión ordinaria del Consejo Académico Asesor del AGN, el CMCH se refirió a la LGA y solicitó:  1) que se invitara a historiadores para participar en los foros de discusión sobre la ley; 2) considerar que todo documento existente en un archivo histórico fuera público, de modo que no pueda ser clasificado como confidencial ni ponerse obstáculos para su consulta. (Boletín 417). La directora del AGN manifestó su respaldo a esta petición.

    3 de febrero de 2016. Foro: “La LGA: la preservación de la memoria colectiva y el derecho a la verdad en México”, en el Senado.

    28 de abril de 2016. Foro “Archivos. Condición para el funcionamiento de los Sistemas Nacionales: Transparencia, Archivos, Rendición de Cuentas”, organizado por el AGN y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

    31 de agosto de 2016. Carta de la Red por la Rendición de Cuentas dirigida a la Segunda Comisión de Estudios Legislativos en la que se exhorta a diseñar una LGA congruente con la normativa del sistema de rendición de cuentas. (Boletín 420)

    19 de octubre de 2016. El CMCH entregó al Senado una misiva suscrita por varias asociaciones civiles, archivistas e historiadores. La carta pública, con más de 110 firmas, manifestaba que “en congruencia con la normatividad en materia de transparencia y acceso a la información aprobada hasta ahora, los archivos históricos deben conservar su carácter público. Cualquier restricción para el acceso a los archivos históricos debe ser eliminada sin ambigüedades, es decir, los documentos históricos no pueden ser considerados información reservada ni confidencial”. (Boletín 420)

    17 de noviembre de 2016. La Comisión de Gobernación presentó ante el pleno del Senado la iniciativa de LGA para su discusión. La iniciativa planteó la creación de una ley de 117 artículos para establecer la administración homogénea de archivos en los tres órdenes de gobierno; bajo un Consejo Nacional de Archivos presidido por la Secretaría de Gobernación.

    24 de noviembre de 2016. Carta “Por el derecho a la memoria”, publicada en El Universal, dirigida al Senado, a la directora del AGN y a la opinión pública. La misiva señalaba que “La Ley, que podría ser una oportunidad para mejorar los archivos mexicanos y favorecer la transparencia, en su estado actual podría provocar precisamente lo contrario”.

    24 y 25 de noviembre de 2016. El CMCH organizó el Foro: “Los historiadores frente a los archivos”, en el Centro de Estudios de Historia de México CARSO, donde se discutió el proyecto de la LGA, la protección de datos personales, los proyectos de digitalización y difusión de fuentes escritas, los archivos privados y las restricciones a la información en ciertos ramos de documentación reservada. (Boletín 421)

    28 de noviembre de 2016. Ciclo de audiencias públicas en el Senado sobre la LGA, en la que intervinieron la Mesa Directiva del CMCH; la Red por la Rendición de Cuentas; Artículo 19;  asociaciones de archivos públicos y privados; académicos; funcionarios de las administraciones públicas federal y estatales; legisladores.

    La AMABPAC expuso un documento titulado “Observaciones y propuestas de la AMABPAC al proyecto de iniciativa de LGA”.

    29 de noviembre de 2016. Posicionamiento público sobre la iniciativa de LGA y las audiencias públicas del Senado. Participaron historiadores, académicos, y representantes de archivos y organizaciones civiles. La argumentación se enfocó en dos puntos centrales: “desvincular la política pública nacional en materia archivística del control político de la Secretaría de Gobernación”; y “adecuada valoración documental, junto con la conservación y plena consulta de los documentos históricos”.

    30 de noviembre de 2016. Publicación del “Análisis, crítica y propuestas de la Iniciativa de LGA 2016”, de la Red Nacional de Archivos de Instituciones de Educación Superior (RENAIES).

    5 de diciembre de 2016. Pronunciamiento del Consejo Técnico de Humanidades de la UNAM en el que refrendó la preocupación por la aprobación de la LGA en los términos de la iniciativa.

    6 de diciembre de 2016. Pronunciamientos del Consejo Académico de El Colegio de México y de los académicos del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM solicitando revisar a fondo la iniciativa de la LGA en beneficio de la “libertad de expresión” y la “protección y el acceso libre a la memoria histórica de la nación”.

    El INAI presentó un decálogo de recomendaciones sobre la legislación.

    8 de diciembre de 2016. Comunicado de la Asociación Argentina de Investigadores de Historia (AsAIH) en apoyo a la iniciativa del CMCH sobre la LGA.

    14 de diciembre de 2016. Foro “Discutiendo la iniciativa de la Ley General de Archivos”, en la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Carta pública de los participantes expresando su preocupación por la LGA.

    15 de diciembre de 2016. Pronunciamiento del Consejo Universitario de la UNAM, en el que se manifiesta por “una amplia consulta a la sociedad y a la academia”. 

    30 de enero de 2017. Foro “Balance sobre la iniciativa de la LGA”, organizado por el AGN y el INAI, en la sede del INAI, con la participación de archivistas, bibliotecónomos y órganos de gobierno. El CMCH presentó la postura de los historiadores. (Boletín 424)

    2 de marzo de 2017. Foro de “Análisis y propuestas a la iniciativa de la LGA”, convocado por la senadora Martha Tagle y la RENAIES, en el Senado.

    18 de abril de 2017. La Junta de Coordinación Política del Senado realizó una reunión de trabajo con académicos para recibir observaciones al dictamen de la iniciativa de la LGA. (Boletín 424)

    16 y 17 de junio de 2017. Foro “Principios rectores y bases para una LGA”, en el AGN y el Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.

    4 de agosto de 2017. En el Primer Foro Nacional de Archivos Legislativos, el comisionado presidente del INAI, Francisco Javier Acuña Llamas, urgió al Senado la reanudación de los trabajos de la LGA.

    13 de septiembre de 2017. Pronunciamiento conjunto del Comité Mexicano de Ciencias Históricas, Artículo 19, Red por la Rendición de Cuentas y el CIDE, titulado “Por una LGA congruente y funcional”, que considera siete puntos clave que recogen las inquietudes y demandas de académicos especialistas en archivos, activistas sociales y ciudadanos.

    Septiembre-diciembre de 2017. Participación del CMCH, de la Red por la Rendición de Cuentas, de Artículo 19 y de otras organizaciones de archivos en la revisión profunda y adecuación de la LGA con representantes del Senado sobre la base de los “siete puntos clave”.

    13 de diciembre de 2017. A las 21:35 horas, el pleno del Senado aprobó por unanimidad y sin discusión un nuevo dictamen de la LGA, con las modificaciones mencionadas, enviado por las comisiones de Gobernación y de Puntos Legislativos.

    14 de diciembre de 2017. Comunicado del CMCH sobre la aprobación en el Senado del dictamen de la LGA, en el que se enumeran siete puntos de los principales aspectos de la nueva legislación aprobada, que implican cambios sustanciales en beneficio de la libre consulta de los documentos históricos.

    10 de abril de 2018. Exhorto conjunto del CMCH, Artículo 19, CIDE, la Red por la Rendición de Cuentas y la Escuela Mexicana de Archivos A.C. (EMAAC) a la Cámara de Diputados para aprobar la LGA en los términos en que la aprobó el Senado. (Boletín 429)

    26 de abril de 2018. En la Gaceta Parlamentaria se publicó el proyecto de decreto por el que se expide la LGA, aprobada en lo general y en lo particular por el Pleno de la Cámara de Diputados durante la sesión ordinaria de la LXIII Legislatura, con 357 votos a favor, uno en contra y una abstención (Gaceta Parlamentaria, año XXI, número 5013).

    15 de junio de 2018. En el Diario Oficial de la Federación se publicó el decreto que emite la LGA.

     

    Comité Mexicano de Ciencias Históricas

    Colaboración: Ernesto Reséndiz Oikión

    Guadalupe Curiel Defossé (1952-2018)

    Salvador Reyes Equiguas

    Instituto de Investigaciones Bibliográficas. UNAM

    Con una profunda tristeza anunciamos que la tarde del seis de septiembre falleció la querida universitaria Guadalupe Curiel Defossé. Nació el 12 de diciembre de 1952 en Taxco de Alarcón, Guerrero. Se formó como historiadora en la Universidad de Guanajuato para posteriormente trasladarse a la Ciudad de México para doctorarse en la misma disciplina bajo la influencia de notables pensadores como Roberto Moreno de los Arcos, Luis Mario Schneider, Álvaro Matute y Miguel León-Portilla. Dueña de una pluma polifacética, Lupita -como todos la conocíamos en el círculo humanístico- gozó de varias inquietudes intelectuales y exploró diversas parcelas disciplinarias, entre ellas, el estudio de fuentes documentales, la historia del noreste novohispano, la bibliografía decimonónica mexicana, la hemerografía contemporánea y el desarrollo de los sistemas de información para las humanidades. Entre sus obras más destacadas se cuenta La historia de Texas en la Biblioteca Nacional: 1528-1848. Bibliografía comentadaFray Juan Agustín Morfi, Provincias Internas (Biblioteca del Estudiante Universitario); Tierra incógnita, tierra de misiones y presidios. El noroeste novohispano según fray Juan Agustín de Morfi 1673-1779 (Instituto de Investigaciones Históricas IIH, 2016); Tesoros patrimoniales de la Biblioteca Nacional de México (UdeG, Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, Instituto de Investigaciones Bibliográficas IIB, 2016), así como la edición de la Relación geográfica e histórica de Texas o Nuevas Filipinas: 1673–1779 (IIB, CONACULTA, 2010). En coautoría con Luis Mario Schneider y Miguel Ángel Castro, publicó Biblos. Boletín semanal de información bibliográfica, publicado por la Biblioteca Nacional (1919-1926) y su Galería de escritores mexicanos contemporáneos (UNAM, 1999) y con María Teresa Camarillo, tanto la Hemerografía del movimiento estudiantil universitario: 1999-2000 como la base de datos hemerográfica, Elecciones presidenciales en México 2006. Con Aurora Cano, coordinó el volumen conmemorativo, Crónica de la Constitución de 1917 en la prensa de la época (Senado de la República, Secretaría de Cultura, INHERM, Instituto de Investigaciones Jurídicas IIJ, 2016) con Belem Clark, Aproximaciones a una historia intelectual. Revistas y asociaciones literarias mexicanas del siglo XIX (UNAM, DGAPA, IIB, BNM, HNM, 2016) y con Gisel Cosío Colina, Pasión por la prensa: vida y obra de María Teresa Camarillo Carbajal (IIB, 2016).

    Acostumbrada a los proyectos que suman esfuerzos, coordinó con Miguel Ángel Castro y Vicente Quirarte el Seminario de Bibliografía Mexicana del siglo XIX , donde salieron a la luz los catálogos: Obras Monográficas Mexicanas del Siglo XIX en la Biblioteca Nacional de México: 1822-1900Publicaciones periódicas mexicanas del siglo XIX: 1822-1855 y Publicaciones periódicas mexicanas del siglo XIX: 1856–1876, coordinó también el Seminario Cantares Mexicanos y otros opúsculos de la BN, proyecto donde se editó, tradujo y estudió dicho tesoro documental.  Asimismo, fue artífice y coordinadora de la Hemeroteca Nacional Digital de México y de la Biblioteca Nacional Digital de México.

    Universitaria comprometida, dedicó parte de sus afanes a la administración de su segunda casa. Fue coordinadora de la Hemeroteca Nacional, directora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Biblioteca y Hemeroteca nacionales y secretaria de los Consejos Académicos del Área de las Humanidades y las Artes.  Formadora de varias generaciones, fue titular de la asignatura “Métodos de Investigación” en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

    A pesar de su prematura partida, sus aportaciones en la historiografía mexicana sabrán ser valoradas por las futuras generaciones de historiadores y bibliógrafos. Vaya para ella un espacio en nuestra memoria.

    Boletín 430

    Mayo – Junio 2018

    La casa de la memoria

    Raquel Castro

    Centro de Documentación e Investigación Judío de México (CDIJUM)

    “La casa de la memoria”: así llamó el historiador mexicano Enrique Krauze al Centro de Documentación e Investigación Judío de México, o CDIJUM por sus siglas, el día en que éste fue presentado públicamente, en agosto de 2015. En esa ocasión, representantes de distintos sectores de la comunidad judía de México firmaron un convenio con el fin de “unir esfuerzos para que el material histórico sea concentrado en un mismo espacio y pueda a su vez ser consultado por cualquier miembro de la comunidad judía y por cualquier ciudadano mexicano o persona extranjera”. 

    Este convenio fue apoyado y reconocido por el Comité Central de la Comunidad Judía en México y por las comunidades Maguén David, Alianza Monte Sinaí, Comunidad Sefaradí, Bet-El, Beth Israel Community Center, así como el Centro Deportivo Israelita; además de la Comunidad Ashkenazí, que fundó originalmente el Centro, entonces llamado Centro de Documentación e Investigación de la Comunidad Ashkenazí de México (CDICA).

    Un poco de historia

    El CDICA fue creado en 1993 con la misión de preservar, custodiar y difundir la cultura ashkenazí (que es la de los judíos originarios principalmente de Europa Central y Oriental), labor que permitió salvaguardar las bibliotecas y archivos de instituciones como la Cámara Israelita de Industria y Comercio, el Comité Central Israelita de México y el Consejo Mexicano de Mujeres Israelitas, además de los de la propia Comunidad Ashkenazí.

    Con el paso del tiempo, el CDICA fue ganando reconocimiento por su labor. Por ejemplo, en 2008, el CDICA ingresó a la lista mexicana del Registro de la Memoria del Mundo y a la de América Latina y el Caribe; y, en 2009, al Registro de la Memoria del Mundo Internacional: una relación de los acervos documentales de importancia mundial, aprobada por un Comité Internacional y ratificada por el Director General de la UNESCO.

    A raíz de dichas distinciones y del hecho de que los acervos del Centro continuaban creciendo, se decidió conformar un Patronato, encargado de consolidar la autonomía financiera del Centro y fortalecer su presencia, reconocimiento e imagen. 

    En 2013, el patronato propuso extender el campo de acción de la institución más allá de la Comunidad Ashkenazí y convertirlo en un organismo intercomunitario, centralizado pero autónomo, encargado de resguardar, conservar y difundir la memoria histórica de la comunidad judía de México. Fue así que nació el CDIJUM: el centro de documentación que alberga la historia y la cultura de todas las comunidades judías establecidas en el país.

    Futuro cercano

    Dentro de muy poco tiempo, la sede del CDIJUM será la sinagoga Rodfe Sedek, ubicada en la calle de Córdoba (en la colonia Roma de la Ciudad de México), que fue generosamente cedida por la Comunidad Maguén David, conformada por los judíos originarios de Alepo, Siria, y sus descendientes. El edificio principal, que se encuentra en la fase final de su restauración, fue fundado en 1931 (precisamente por la Comunidad Maguén David, entonces denominada Sociedad de Beneficencia Sedaká u Marpé), y dio abrigo no sólo a un templo, sino que también fue sede de la primera mikvé (baño ritual judío) que hubo en nuestro país. En su momento, en el predio hubo también un colegio y una casa funeraria. Adosado a la sinagoga, también conocida como el Knis de Córdoba, se está terminando de construir un moderno edificio que resguardará los fondos del CDIJUM. En este inmueble se albergarán archivos documentales, fototeca, archivos audiovisuales (de historia oral, música y películas), biblioteca, hemeroteca, bases de datos y colecciones especiales de las distintas comunidades, clasificados y catalogados de forma homologada, pero separados por fondos, de modo que conserven su identidad y origen. Tendrá también un auditorio para congresos y seminarios y salones de clase para impartir cursos a estudiantes y maestros, así como al público en general. Esto último es importante ya que el CDIJUM está abierto para académicos e investigadores, sí; pero también para todas las personas interesadas en la historia y la cultura de la comunidad judía de México en sus diferentes facetas. 

    Los acervos del CDIJUM: del siglo XVI a la era digital

    Raquel Castro

    Centro de Documentación e Investigación Judío de México (CDIJUM)

     

    Es probable que lo más atractivo del acervo del Centro de Documentación e Investigación Judío de México sea la sección “Fondo Hebreo Antiguo” de su biblioteca, conformado por alrededor de 1 400 libros, la mayoría de ellos escritos en hebreo y editados entre los siglos XVI y XX. Llama la atención, sobre todo, porque cuenta con ejemplares confiscados por el nazismo y que fueron rescatados por los Ejércitos Aliados después de la Segunda Guerra Mundial. Sus sellos son fieles testigos de este acontecer histórico; y el reconocimiento “Memoria del Mundo” que obtuvo la colección por parte de la UNESCO, refrenda su importancia. 

    Sin embargo, no son éstos los únicos documentos valiosos que resguarda el CDIJUM. Además de la biblioteca, el Centro cuenta con una hemeroteca (que  contiene los primeros periódicos editados por la comunidad judía en México -en idish y español-, además de publicaciones periódicas en hebreo, inglés, ladino, polaco y ruso, por mencionar sólo algunos de los idiomas presentes en la colección) y un archivo histórico compuesto por fondos documentales que han sido donados al CDIJUM a lo largo de los años, que provienen de diferentes instituciones e individuos de la colectividad judía en México, y que se encuentran en diversos tipos de soportes: papel, madera, cartón, películas, grabaciones analógicas, cintas magnéticas, grabaciones digitales, discos compactos, medios magnéticos audiovisuales y medios ópticos. En el archivo histórico también se cuenta con materiales en distintos idiomas, así como mecanuscritos y manuscritos.

    El archivo histórico está dividido en fondos institucionales (aquellos que provienen de una institución judía) y fondos personales (los que provienen de un archivo creado por miembros de la comunidad) y en él hay documentos de vital importancia para entender la presencia judía en México, como el acta fundacional de la primera institución comunitaria en el país, la Sociedad de Beneficencia Alianza Monte Sinaí, firmada en 1912; los documentos del Comité Central Israelita de México (llamado actualmente Comité Central de la Comunidad Judía de México), que se remontan a la creación de dicho organismo, en 1938; y los de la Cámara Israelita de Industria y Comercio, fundada en 1931. 

    No hay que olvidar el acervo fotográfico resguardado por el CDIJUM: esta colección, que comprende más de 18 000 piezas, da cuenta de la formación de la comunidad judía en México, la creación de sus instituciones, tanto laicas como religiosas, y la inmigración judía a nuestro país. Las imágenes del acervo captan, en su mayoría, la cotidianidad de la vida judía desde principios del siglo XX hasta la época actual. Por su parte, el archivo de historia oral comprende más de 200 entrevistas a inmigrantes, intelectuales y líderes comunitarios. 

    El CDIJUM ofrece numerosos servicios a académicos y especialistas en historia y pensamiento judío; así como a miembros de la comunidad judía interesados en conocer más acerca de sus raíces y al público en general. Además, en los últimos años el CDIJUM ha emprendido una campaña de digitalización de documentos para salvaguardar sus acervos y brindar un servicio más eficiente.

    John Lynch (1927-2018)

    Alfredo Ávila

    Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM

    El pasado 4 de abril falleció el profesor John Lynch. No hay duda de que fue uno de los pilares del estudio de la historia latinoamericana en Gran Bretaña. Interesado en la España imperial, muy pronto fijó su atención en la administración española en América, en particular en la de las décadas inmediatamente anteriores a los procesos de independencia. En sus estudios sobre el virreinato del Río de la Plata y en su visión sobre Las revoluciones hispanoamericanas (de 1973, con muchas reediciones), interpretó las medidas administrativas de la década de 1780 como un conjunto de reformas que reestructuraron las relaciones de dependencia entre la monarquía española y sus dominios ultramarinos. Esa reorganización ocasionaría fracturas que conducirían a las independencias. De tal forma, el trabajo del profesor Lynch, junto con el de David Brading, contribuyó de modo decisivo a la visión más aceptada sobre las llamadas Reformas Borbónicas y su impacto en las revoluciones de la segunda década del siglo XIX.

    Integrante y director del Institute of Latin American Studies, contribuyó a que los estudios latinoamericanos ocuparan un lugar importante en las instituciones de investigación y universidades británicas, empezando por la University of Liverpool y el University College, en donde fue profesor.

    En 1992 publicó Caudillos in Spanish America, 1800-1850, un extraordinario esfuerzo para explicar la presencia de estos personajes en las primeras décadas de vida independiente. Tal como había hecho antes en su libro sobre las independencias, la historia mexicana ocupó un lugar importante, en esta ocasión a partir de la figura de Antonio López de Santa Anna, al que analizó y comparó con otros políticos como Rafael Carrera, José Antonio Páez y Juan Manuel de Rosas.

    Entre sus libros más importantes destacan los ya citados, pero también los volúmenes dedicados a la España imperial (tanto la de los Austrias como la borbónica), la biografía sobre Rosas, la de San Martín y la excelente Simón Bolívar. A Life, publicada en 2006. Esta obra, como bien señaló en su momento David Bushnell, podría considerarse la versión definitiva del gran militar y político caraqueño, de no ser porque la vida de Bolívar es tan rica, compleja y llena de matices que sin duda permitirá más investigación y nuevas interpretaciones. Más recientemente, apareció New Worlds: a Religious History of Latin America, que una vez más daba cuenta de la importancia que para el profesor Lynch tenía la historia comparada e integrada de la región, más allá de las peculiaridades nacionales.

    Boletín 429

    Marzo – Abril 2018

    Aprobación de la Ley General de Archivos

    El 10 de abril del 2018 el CMCH participó en un exhorto a la Cámara de Diputados para aprobar la Ley General de Archivos con las reformas que le hizo el Senado en diciembre de 2017, después de un largo debate con instituciones y asociaciones académicas y de la sociedad civil. El 26 de abril la Cámara de Diputados aprobó finalmente la ley, aunque fijó algunas reservas. En el próximo número daremos cuenta de ello, así como de las ventajas y retos que esta ley general ofrecerá a directores y profesionales de archivo, historiadores y organizaciones de la sociedad civil.

    https://cmch.colmex.mx/ley-general

    Un recinto de la memoria: La Biblioteca Histórica José María Lafragua

    La Biblioteca José María Lafragua recibió este nombre el 16 de septiembre de 1885, al ser reinaugurada como biblioteca del Colegio del Estado de Puebla. Once años antes ya había sido abierta como biblioteca pública.

    El Colegio del Estado de Puebla fue creado en 1825 con la consigna de apoyar el proyecto educativo nacionalista que consideraba rebasados los establecimientos educativos coloniales. Bajo una administración civil y en aras de ofrecer una educación que alcanzara a una mayor parte de la población, este colegio empezó a consolidarse bajo el marco legal y jurídico de la Constitución liberal de 1824. El surgimiento de nuevos saberes demandó contar con libros más actualizados que fue necesario traer de Europa para formar con ellos a la élite ilustrada de la época. Así, a lo largo del siglo XIX estas nuevas ediciones se incorporaron a la biblioteca, que ya albergaba un fondo de origen jesuita, algunas pocas adquisiciones realizadas durante el breve lapso que antecedió a esta institución como Real Colegio Carolino, y otros volúmenes provenientes de fondos conventuales, colegios e instituciones hospitalarias coloniales que a partir de 1859 fueron suprimidas durante el gobierno del presidente Benito Juárez.

    Esta convergencia consolidó desde el siglo XIX una biblioteca muy rica tanto para la ciudad como para el estado. Al permanecer como un fondo abierto, en las décadas siguientes se enriqueció con otros legados. Uno de los más destacados fue el proveniente de su principal benefactor, el Ministro de Relaciones Exteriores don José María Lafragua, quien dividió su biblioteca personal entre dos instituciones a las que llevó en el corazón y dirigió en diferentes etapas de su vida: la Biblioteca Nacional de México y la Biblioteca del Colegio del Estado.

    Esta última recibió en 1876, por disposición testamentaria, una importante colección de documentos manuscritos e impresos de gran trascendencia (la Biblioteca Nacional recibió, por su parte, su colección de impresos con temática americana). A la donación se fueron sumando valiosas ediciones europeas que pudieron adquirirse gracias a una aportación en dinero que también fue dispuesta por el ministro. Todo ello constituye ahora el “Legado Lafragua”.

    A lo largo del siglo XX la Biblioteca Lafragua se enriqueció con donaciones de varios poblanos ilustres: Lic. Manuel Azpiroz (Embajador de México en Washington, Lic. Rafael Isunza (Director del Colegio del Estado y gobernador), Dr. Rafael Serrano (Psiquiatra), cuya donación fue organizada por el Club Rotario de Puebla; Manuel Maneyro (Cónsul), Ing. Gustavo Gaona Salazar, Lic. Vicente Rodríguez, José Pablo Almendaro, entre otros.

    También fue importantísima la incorporación del fondo bibliográfico y documental perteneciente a la Academia de Bellas Artes de Puebla en 1973 y a finales del XX la Biblioteca Benjamín Franklin. Entrado el siglo XXI, la importante biblioteca de la doctora María del Carmen Millán, que incluye sus reconocimientos y condecoraciones. Muchas de estas colecciones más antiguas están conformadas a su vez por donaciones de bibliotecas personales y ejemplares de otros importantes personajes. Tal es el caso de los libros procedentes de la Academia de Bellas Artes, pues en su momento ésta formó su biblioteca a partir de donaciones de valiosos libros de estampas. Así, la Lafragua se conformó como un lugar de resguardo de la memoria de la propia ciudad y del Estado, y por tanto de su historia, a la vez que se configuró como un testigo de los procesos educativos por los que ha atravesado a lo largo de más de cuatro siglos.

    Por ello mismo, esta biblioteca está destinada a la investigación especializada desde dos perspectivas: una, la que da sostén a nuestra misión como “biblioteca histórica”, es dar servicio a investigadores, asesorándolos y guiándolos para localizar los materiales de su interés. Algunos estudios enfocados a materiales específicos de este acervo son propuestos para formar parte de sus productos editoriales. La segunda es una labor de investigación constante de nuestro propio fondo. El personal actual de la biblioteca está constituido por un equipo interdisciplinario de especialistas que desarrolla instrumentos de consulta como bases de datos, catálogos, guías y colecciones digitales para potenciar el alcance y uso tanto por parte de sus propios investigadores como del público en general. Asimismo, estas pesquisas determinan y definen las estrategias, las prioridades y los planes de trabajo anuales. Eventualmente, estas indagaciones también forman parte de publicaciones en las que los investigadores de la Biblioteca contribuimos con aportaciones relacionadas a los temas de nuestras áreas de especialidad y al mismo tiempo damos a conocer la parte relativa a la historia de nuestros fondos y colecciones, lo que nos atañe necesariamente.

    En la Biblioteca Lafragua somos conscientes de la necesidad de generar productos digitales como nuevas formas de difundir, divulgar y organizar la gran variedad temática de sus materiales para el aprovechamiento actual y futuro manteniendo una política de libre acceso. Para ello, existe un programa de digitalización fundamentado básicamente en cuatro ejes: apoyar la difusión; contribuir a la conservación de algunos materiales para disminuir su uso y manipulación; en atención a la rareza y/o unicidad; y, por último, apoyar a investigadores que difícilmente pueden venir de forma presencial a realizar investigaciones que implican largos periodos de tiempo. Estos casos específicos requieren de una justificación que se evalúa para ver la pertinencia de publicarlos en línea y beneficiar no sólo a una persona en particular, sino que resulten del interés y objeto de estudio a un grupo mayor de investigadores. Hermanado con dicha labor, la Biblioteca Lafragua también tiene el compromiso de preservar sus colecciones digitales de documentos patrimoniales, que desde su creación se realizan con estándares óptimos para su conservación a largo plazo.

    Mediante los cursos que organiza con temáticas relacionadas con la gestión de su heterogéneo patrimonio documental, la Biblioteca incentiva la capacitación continua a su personal con el fin de promover las competencias así como actualizar sus conocimientos. Esta capacitación ha sido aprovechada innumerables veces por otras instituciones similares, creándose con ello una red de cooperación sobre la que descansan muchos proyectos actuales. Sin embargo, en otras ocasiones, es necesario que su personal asista y participe en congresos, seminarios, coloquios, o acuda a cursos especializados que se imparten en otras instituciones. También somos conscientes de que la fuerza de los proyectos interinstitucionales recae en la colaboración, por lo que nos hemos sumado y sumaremos a otros futuros proyectos.

    La difusión del patrimonio documental de la Biblioteca es otra de sus tareas primordiales. Para ello ofrece un programa permanente de actividades culturales destinadas al público en general como conferencias, cursos, talleres, exposiciones presenciales y virtuales, visitas guiadas y presentaciones de libros.

    La Biblioteca Histórica “José María Lafragua” de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla está adscrita orgánicamente a la Vicerrectoría de Extensión y Difusión de la Cultura. Se ubica en el corazón del así llamado “Edificio Carolino”, que en el siglo XVI fue el Colegio del Espíritu Santo de la Compañía de Jesús, ubicado en el centro histórico sobre la avenida 4 sur 104. Su sala de lectura (conocida como “Sala Histórica”) tiene entrada por la avenida Juan de Palafox y Mendoza 407. Funciona de lunes a viernes de 9 a 17 horas.

    www.lafragua.buap.mx

      

    Mercedes Isabel Salomón Salazar

    Directora

    Catalogación de impresos antiguos de la Biblioteca Lafragua

    Toda biblioteca de fondo antiguo debe afrontar el desafío de conformar el catálogo de los bienes culturales que resguarda. Más allá de las normas internacionales, en lo referente a los impresos antiguos el catálogo siempre evidencia la comprensión e implicación que una institución determinada tiene con su patrimonio bibliográfico y documental. En este sentido, los catálogos de impresos antiguos han evolucionado en función de las necesidades de control patrimonial, del desarrollo de las disciplinas asociadas al estudio del libro, y en los últimos años en función de la incorporación de herramientas tecnológicas.

    Un catálogo de impresos antiguos es una secuencia organizada de registros bibliográficos. Estos últimos “representan” e individualizan los ejemplares singulares, facilitando su localización. Pero, ¿qué es aquello que debe representarse en un registro bibliográfico? Como parte de los lineamientos institucionales, en los últimos años se ha buscado que los registros del catálogo de la Biblioteca Histórica José María Lafragua muestren, en la medida de lo posible, los valores textuales, editoriales, tipográficos e históricos asociados a los impresos antiguos, de tal forma que se facilite su reconocimiento y valoración patrimonial. En cuanto a la metodología, hay un principio básico que consiste en la correcta identificación del objeto que se tiene a la vista. Ningún registro bibliográfico se elabora sin tener el objeto material a la mano. Asimismo, nunca se da nada por sentado. Cada libro se coteja y compara con tantos libros y registros bibliográficos como sea necesario, tanto de la misma biblioteca como de otras instituciones.

    La Biblioteca Lafragua ha priorizado una catalogación con criterios temporales, favoreciendo con ello la descripción y uniformidad de los registros bibliográficos. Actualmente se ha catalogado todo el material referente al siglo XVI y se está concluyendo el siglo XVII. Hasta hace un par de años, la catalogación estaba orientada a la descripción exhaustiva de los ejemplares singulares. Desde hace un par de meses, a esta descripción se han incorporado elementos que permiten clarificar quiénes fueron sus “antiguos poseedores” y facilitar la reconstrucción de las bibliotecas novohispanas.

    Sobre esto último se le ha dado preferencia a las bibliotecas conventuales masculinas de la ciudad de Puebla, cuyos libros se incorporaron a la Biblioteca Lafragua a raíz de la supresión de las órdenes religiosas de 1859. Hasta febrero de 2018 se han catalogado 9,546 obras que formaron parte de las bibliotecas conventuales, de las cuales 3,272 formaron parte de la librería del convento de San Francisco; 1,284 de Santo Domingo; 1,125 de San Agustín; 994 de Nuestra Señora de la Merced, 1,208 de Nuestra Señora del Carmen; 1,293 de San Antonio; y 370 de Nuestra Señora de Belén.

    El catálogo de impresos antiguos de la Biblioteca Lafragua tiene una doble vertiente. Por una parte obedece a la necesidad del reconocimiento y salvaguarda del patrimonio bibliográfico, pero por otro lado aspira a fomentar la investigación histórica. Entre sus miles de registros bibliográficos, las descripciones muestran que los libros nunca se encontraron acumulando polvo en los estantes de las bibliotecas conventuales. Los libros se leían y se anotaban profusamente. Se movían a lo largo de la provincia de una orden religiosa determinada y pasaban por diversas manos; incluso, se expurgaban, intercambiaban o robaban.

    Ante la imposibilidad de conseguir alguna edición los libros se transcribían e incluso se traducían. En pocas palabras, los libros formaron parte de sociedades que constituían un mundo plural y en movimiento, con expresiones y continuidades a lo largo de su historia.

    Jonatan Moncayo Ramírez

    Jefe del Departamento de Catalogación

    Actividades de la Biblioteca

    Consciente del carácter histórico de su acervo, la Biblioteca Lafragua ha asumido el fundamento conceptual de “conocer para preservar y preservar para conocer”. A éste debe añadirse la consideración de la sutil pero importante diferencia entre conocer y dar a conocer sus colecciones. Asumiendo tal responsabilidad, una de las prioridades de la Biblioteca ha sido la de investigar su propio fondo con el objetivo adicional de difundir sus colecciones, tanto en el ámbito académico (centrado en la investigación especializada) como en el social (a través de la divulgación). De tal forma, cada proyecto y actividad desarrollados, o aquellos en los que participa de manera colaborativa, están concebidos con ese doble objetivo.

    Con esa visión se han emprendido, fomentado y acompañado diversas investigaciones centradas en sus materiales más emblemáticos, en el marco de un programa editorial. Esta colección, por ahora pequeña pero selecta, está conformada por ediciones facsimilares de los libros y manuscritos que se han seleccionado por su valor temático, gráfico, por su unicidad o su valor histórico. Por añadidura, como una extensión de dicho programa editorial, se está construyendo una colección de libros digitales, derivados de esas mismas ediciones impresas, para alcanzar mayor número de públicos especializados, de forma gratuita y desde cualquier parte del mundo.

    Los proyectos editoriales emprendidos han contribuido a plantear a su equipo de trabajo nuevas líneas de investigación que permitirán conocer mejor –es decir, con mayor puntualidad y profundidad– el contenido del acervo que la Biblioteca custodia. El reto planteado ha sido recibido responsablemente, considerado como un trabajo sustantivo y atendido de manera colectiva y multidisciplinaria, tal como el perfil profesional de sus integrantes lo permite y enriquece.

    Proyectos digitales

    Estampas de Bellas Artes

    El catálogo digital “Estampas de la Academia de Bellas Artes de Puebla. Modelos y ejemplos gráficos para la enseñanza del dibujo” (www.bellasartespuebla.buap.mx) se conformó recientemente con el propósito de ser una herramienta para investigadores, artistas y estudiosos de las técnicas de estampación. El sitio permite consultar in situ y de manera remota,  un nuevo corpus de documentos que pocas instituciones mexicanas conservan. Su puesta en marcha siguió a una ardua tarea de investigación, identificación, descripción y catalogación de la colección de estampas que, como su nombre lo dice, fueron usadas como modelos y ejemplos gráficos para la enseñanza del dibujo en dicha Academia durante el siglo XIX.

    Marcas de fuego 

    En ese mismo sentido, desde 2010 se emprendió un proyecto colaborativo que dio lugar al “Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego” (www.marcasdefuego.buap.mx). Si bien la Biblioteca Lafragua y la Biblioteca Franciscana de la Universidad de las Américas Puebla, fueron sus instituciones fundadoras, se planteó desde su creación que fuera un sitio donde toda institución, nacional o extranjera, que custodie ejemplares con este tipo de testimonios de pertenencia, se sumaran al proyecto en aras de poder reconstruir los libros de muchas instituciones seglares, regulares y de particulares novohispanos. El Catálogo se ha constituido en un instrumento excepcional, pues superó a sus antecesores impresos al poner en relación la marca con el libro que la contiene. Este catálogo está en continuo crecimiento además de que de manera periódica se realizan actualizaciones, revisiones y correcciones.

    Así como la Biblioteca ha emprendido sus propios proyectos, se distingue por estar dispuesta a colaborar en otros que también estén enfocados en el conocimiento del libro antiguo. Tal es el caso de la participación en el “Catálogo Colectivo de Encuadernaciones Artísticas” (http://www.ccea.info) que encabeza el Dr. Antonio Carpallo Bautista de la Universidad Complutense de Madrid, a través del cual se realizan tareas de identificación y descripción de las encuadernaciones, históricas y modernas. Nuestra contribución enriquece el catálogo al dar cuenta de las encuadernaciones que se hicieron en nuestro país desde la época colonial, aunque también hay de manufactura europea, contribuyendo con ello a la proyección internacional del acervo patrimonial universitario y a la profundización del conocimiento de sus fondos y colecciones. El mismo objetivo fomentó la intervención de la Biblioteca en la conformación del proyecto interinstitucional “Primeros Libros de las Américas. Impresos Americanos y Peruanos del siglo XVI en las Bibliotecas del Mundo” (www.pla.org), que constituye una colección digital, a texto completo, de los primeros libros impresos en las Américas antes de 1601. Una de las propuestas de este programa es incluir todas las ediciones existentes de una misma obra, con miras a que se puedan hacer estudios y evidenciar las emisiones y estados, con tal de entender así los primeros procesos de manufactura en Nueva España.

    Respeto a la otra cara de la custodia de bienes culturales de carácter patrimonial, la Biblioteca ha comprendido lo útil que resultan las nuevas tecnologías en la difusión de su acervo sin perder de vista la oportunidad del fomento a la investigación y sin afectar su preservación. Fue así que surgió la colección “Lafragua Digital” (que se puede consultar en el sitio de la biblioteca www.lafragua.buap.mx), planteada como un espacio donde se transforma la palabra escrita en imagen digital ante la demanda de consultas virtuales cada vez más importante en la web y ante la necesidad de acceso traspasando las fronteras geográficas. La colección se compone de cuatro rubros: incunables; libros impresos del fondo antiguo; impresos mexicanos del siglo XVI y manuscritos.

    Como parte de las actividades de difusión, la Biblioteca también cuenta con un programa de conferencias magistrales y exposiciones temporales cuya curaduría en la gran mayoría de los casos corre a cargo de un especialista en el tema. Algunas de ellas, de acuerdo a la afluencia de visitantes que tiene, se seleccionan para formar parte de la sección de “Exposiciones virtuales”, que también se muestra en el sitio web. De esta manera se dan a conocer las obras contenidas en el acervo desde múltiples perspectivas: medicina, música, obras científicas, moda, animales fantásticos, libros prohibidos y censurados, marcas de fuego, navegación, encuadernaciones artísticas.

    Edgar Iván Mondragón Aguilera

    Coordinador de Proyectos

    Boletín 428

    Enero – Febrero 2018

    Asamblea del CMCH y premios a los mejores artículos y reseñas de 2015

    El 8 de diciembre de 2017 se celebró la Asamblea Ordinaria del Comité Mexicano de Ciencias Históricas. Al evento, que tuvo lugar en el auditorio del Centro de Estudios de Historia de México Carso, acudieron los delegados de las instituciones asociadas, entre ellos los integrantes de la Mesa Directiva que presentó su informe anual de actividades, así como las metas propuestas para el presente año. En voz del secretario, la Mesa Directiva comunicó también la postura del Comité sobre el nuevo dictamen de la Ley General de Archivos, recién aprobado por la Cámara de Senadores y en espera de su ratificación por la de Diputados. El comunicado completo puede consultarse en una sección de nuestra página web: http://cmch.colmex.mx/ley-general

    En esta Asamblea se renovó la Mesa Directiva que quedó integrada de la siguiente forma: presidente: Alfredo Ávila (Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Nacional Autónoma de México), secretario: Gabriel Torres Puga (Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México), tesorera: Yovana Celaya Nández (Universidad Veracruzana), y los vocales respectivos de las siguientes instituciones: Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Dirección de Estudios Históricos del INAH, El Colegio de Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa y Universidad Iberoamericana.

    Dictámenes de los artículos ganadores (publicados en 2015)

    Historia del arte y del patrimonio

    Mejor artículo:

    Gabriela Sánchez Reyes e Irene González Hernando, “De la virgen abridera de Felipe II a las abrideras de Indias: el descubrimiento de dos esculturas en México”, Boletín Monumentos Históricos, Tercera época, núm. 34, mayo-agosto de 2015, pp. 6-28.

    El artículo se caracteriza por ofrecer un panorama muy completo de todas las imágenes de este tipo a nivel mundial tanto de época medieval como moderna, de los estudios que se han realizado sobre las mismas, de los posibles talleres donde se crearon, de las diferentes explicaciones sobre el contexto social e histórico en el que se produjeron y los cambios que sufrieron a lo largo del tiempo en su concepción como imágenes de devoción y en las prácticas de su culto.

    Menciones honoríficas:

    Víctor M. González, “La exposición de Arte Popular o del surgimiento de la vanguardia, México, 1921”, Historias, núm. 90, enero-abril de 2015, pp. 59-79. 

    Noelia Ávila Delgado, “Patrimonialización del espacio urbano”, Ciudades. Análisis de la coyuntura, teoría e historia urbana, núm. 107, julio-septiembre de 2015, pp. 15-21.

    Mejor reseña: 

    Mario Enrique Fuente Cid, “Arqueología del conflicto. Un estudio pionero sobre la guerra de la Conquista”, sobre el libro de Angélica María Medrano Enríquez, Arqueología del conflicto, la guerra del Mixtón (1541-1542) visto a través del Peón de Nochistlán (Taberna, Librería Editores, Zacatecas, 2012), publicada en Cuicuilco, núm. 64, septiembre-diciembre del 2015, pp. 321-324.

    Historia social

    Mejor artículo: 

    Isabel M. Povea Moreno, “Coacción y disensión. Protestas frente a los repartimientos mineros en Perú y Nueva España, siglo XVIII”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 53, julio-diciembre de 2015, pp. 1-17.

    El trabajo busca conocer las similitudes y diferencias respecto al repartimiento en los virreinatos de Perú y Nueva España. Expone las características particulares respecto a los contextos legales, redes comerciales y políticas, así como formas de explotación minera existentes y el trabajo forzado en cada región. A partir de ahí se establece que la coerción iba acompañada del desarrollo de estrategias de resistencia, negociación y disenso por parte de diversos actores, entre los cuales, los propios indígenas tuvieron un papel sin duda preponderante. Da cuenta cómo a pesar de las diferencias en cada región los sentimientos de abuso despertados entre los indígenas exigían el apego a la ley y a las costumbres, para lo cual se sirvieron de pronunciamientos y quejas, hasta alzamientos violentos.

    Mención honorífica: 

    Verónica Oikión Solano, “Cuca García: trazando el surco socialista a través de la educación”, Signos Históricos, vol. XVII, núm. 34, julio-diciembre de 2015, pp. 42-77.

    Mejor reseña:

    Valeria Sánchez Michel sobre el libro de Jaime M. Pensado, Rebel Mexico. Student Unrest and Authoritarian Political Culture during the Long Sixties, Standford, Stanford University Press, 2013, 399 pp., publicada en Historia Mexicana, LXV:2, octubre-diciembre de 2015, pp. 950-958.

     

    Mención honorífica:

    Carlos Riojas López, sobre el libro de Gladys Lizama Silva, Llamarse Martínez Negrete. Familia, redes y economía en Guadalajara, México, Siglo XIX, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2013, 394 pp., publicada en Relaciones. Estudios de historia y sociedad, núm. 143, verano de 2015, pp. 339-344.

    Historia económica

     

    Mejor artículo:

    Paolo Riguzzi y Francesco Gerali, “Los veneros del emperador. Impulso petrolero global, intereses y política del petróleo en México durante el segundo imperio, 1863-1867”, Historia Mexicana, LXV:2, octubre-diciembre de 2015, pp. 747-808.

    Este artículo destaca por la inteligente definición de un problema de estudio sobre el tardío desarrollo de la industria petrolera en México, que no ha sido una pregunta sustantiva en la historiografía económica mexicana. Al concentrarse en la incipiente experiencia petrolera de México durante el Segundo Imperio, los autores argumentan convincentemente sobre el error que implica minimizar dicho proceso debido a que permite dilucidar una diversidad de temáticas, como el grado de conocimiento por parte de la élite acerca de las posibilidades petroleras del país, las restricciones técnicas imperantes, la capacidad de capitalización de la industria, la naturaleza del marco legal que se configuró y la variedad heterogénea de los actores involucrados, todo lo cual es una aportación significativa al conocimiento sobre el desempeño económico de México durante la segunda mitad del siglo XIX.

    Mención honorífica:

    Margarita Suárez, “Sedas, rasos y damascos: Lima y el cierre del comercio triangular con México y Manila en la primera mitad del siglo XVII”, América Latina en la Historia Económica, año 22, núm. 2, mayo-agosto de 2015, pp. 101-134.

    Mejor reseña:

    Verónica Oikión Solano sobre el libro de Leonor Ludlow (coord.), El sustento económico de las revoluciones en México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013, 244 pp. (Serie Historia General, núm. 29), publicado en América Latina en la Historia Económica. Revista de Investigación, vol. 22, núm. 2, mayo-agosto 2015, pp. 199-206.

    Historia cultural

    Mejor artículo:

    Jaime Echeverría García, “Entre la fertilidad agrícola y la generación humana: el rol fecundante del mono entre los antiguos nahuas”, Estudios de Cultura Náhuatl, núm. 50, julio-diciembre de 2015, pp. 207-259.

    Se trata de un artículo sobre un tema original: el rol fecundante del mono entre los antiguos nahuas. Si bien existen estudios previos sobre el mono, sus nexos con la fertilidad no habían sido analizados de manera detallada. En este trabajo el autor acude a numerosas fuentes —arqueológicas, históricas y etnográficas— para demostrar las connotaciones sexuales y de fertilidad del mono. La iconografía, los mitos y los ritos son analizados con sutileza, a la vez que el autor establece interesantes comparaciones con otros animales como el tlacuache, el perro y la lagartija en su demostración. También son muy  sugerentes las reflexiones sobre los nexos entre los dioses del pulque y el mono. Por otra parte, hace un estudio exhaustivo de los contextos y simbolismos en que se ubica la figura del mono, sin aislarlo de sus equivalentes en el universo prehispánico.

    Reseñas: Premio desierto. 

    Historia política

    Mejor artículo:

    Daniela Gleizer, “Gilberto Bosques y el Consulado de México en Marsella (1940-1942). La burocracia en tiempos de guerra”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, vol. 49, enero-junio de 2015, pp. 54-76.

    La autora cuestiona el papel que la historiografía le ha asignado al cónsul Gilberto Bosques como el salvador de perseguidos políticos en la convulsa Europa de los años cuarenta. Su argumentación hace claro que la mitología que se ha creído en torno a este personaje carece de sustento archivístico. En cambio, muestra que el funcionamiento del consulado de Marsella durante momentos de extrema urgencia para los solicitantes de asilo dependía casi por completo de la voluntad política del gobierno mexicano. Esta voluntad, además, era negociable, y solo los solicitantes con amigos poderosos o con recursos financieros importantes podrían lograr el apoyo del gobierno. El texto deja claro que ninguna autoridad consular tomó medidas para agilizar los trámites de las visas que salvarían vidas de manera particular.

    Menciones honoríficas:

    Pablo Yankelevich: “Mexicanos por naturalización en la primera mitad del siglo XX. Un acercamiento cuantitativo”, Historia Mexicana, LXIV:4, abril-junio de 2015, pp. 1729-1805.

    Luis J. García Ruiz, “La territorialidad de la República de Indios de Orizaba. Entre la separación de los sujetos y la preponderancia española: 1740-1828”, Historia Mexicana, LXIV: 4, abril-junio de 2015, pp. 1415-1461.

    Mejores reseñas:

    Luis Aboites Aguilar sobre el libro de José Luis Moreno Vázquez, Despojo de agua en la cuenca del río Yaqui, Hermosillo, El Colegio de Sonora, 2014, 342 pp., publicada en Historia Mexicana, LXV:1, julio-septiembre de 2015, pp. 466-479.

    Roberto Breña sobre el libro de María Victoria Crespo, Del rey al presidente (Poder Ejecutivo, formación del Estado y soberanía en la Hispanoamérica revolucionaria, 1810-1826), México, El Colegio de México (Colección “Jornadas”, 162), 2013, 455 pp., publicada en Historia Mexicana, LXV:1, julio-septiembre de 2015, pp. 441-450.

    Historiografía y teoría de la historia

    Mejor artículo:

    Faustino Oncina Coves, “De la contracción a la dilatación del tiempo: tiempos menguantes y crecientes”, Historia y Grafía, núm. 44, enero-junio de 2015, pp. 89-114.

    Se trata de un trabajo que destaca por la originalidad y audacia de sus propuestas. Es un planteamiento reflexivo y crítico cuyo análisis de la historia conceptual, particularmente de la filosofía de Reinhart Koselleck, no se limita a un balance retrospectivo, sino que incursiona en la elaboración de alternativas novedosas. La temática se desarrolla a través de un aparato argumentativo complejo, denso y aun así sólido. Cabe destacar que el artículo demuestra un amplio y actualizado conocimiento del campo de especialización.

    Mención honorífica:

    Javier Fernández Sebastián, “¿Cómo clasificamos a la gente del pasado? Categorías sociales, clases e identidades anacrónicas”, Historia y Grafía, núm. 45, julio-diciembre de 2015, pp. 13-55.

     

    Mejor reseña:

    Larisa Medina Brener, “Comunidades emocionales: hacia la apertura de la historia de las emociones”, sobre el libro de Barbara H. Rosenwein, Emotional Communities in the Early Middle Ages, Nueva York, Cornell University Press/Ithaca & London, 2006, 228 pp., publicada en Historia y Grafía, núm. 45, julio-diciembre de 2015, pp. 203-213.

    Palabras en representación de los premiados

    En nombre de todos los premiados quiero agradecer al Comité Mexicano de Ciencias Históricas por los reconocimientos, a los miembros del jurado, que dedican parte de su ya escaso tiempo a leer y seleccionar los trabajos, y por supuesto a todos los presentes.   

    Al solicitarme que dirigiera unas palabras, me pidieron abordara el tema de la importancia de los artículos en revistas académicas.  

    Hubo una época en la cual nos informábamos leyendo principalmente los periódicos. Un editor, serio idealmente, escogía qué información publicaría e, idealmente también, corroboraba la fuente de la información. Había una ética del trabajo periodístico.

    En la actualidad, mucha gente se informa en redes sociales y blogs. A pesar de la democratización que ello implica con respecto a la información y al conocimiento, buena parte de la información no tiene sustento alguno. La información fluye cada vez más rápido, e inunda todos los espacios de nuestras vidas. Esta información refiere muchas veces a la historia, donde la capacidad y disposición para inventar es admirable.

    Las revistas académicas son, en este mundo tan volátil, una guía certera para orientarnos, para saber que encontraremos allí investigación de primer orden, avalada por pares y por directores y editores. Son la plataforma para la investigación seria, la investigación cuidadosa, original, documentada. Son la garantía de que existen espacios confiables. Y mantener esos espacios será cada vez más importante.

    Estamos en un momento muy delicado. Como parte de la comunidad académica nos enfrentamos no sólo a la información sin sustento de las redes, sino también a información falsa, y a la abierta desconfianza sobre la ciencia y sobre los hechos. Padres que deciden no vacunar a sus hijos, porque no creen en las vacunas, han revivido enfermedades contagiosas que ya estaban erradicadas, arriesgando las vidas de otros niños, sobre todo de los que son demasiado pequeños para ser vacunados. Presidentes que no “creen” en el cambio climático toman decisiones que no hacen más que agravar el problema, arriesgando la vida entera del planeta. En esta época de la “posverdad” lo que nos toca como académicos, y específicamente como historiadores, es insistir en la investigación académica seria, fundamentada, original, basada en evidencia. Esa es una labor que se va a volver cada vez más subversiva. Una forma de resistencia al descrédito hacia la ciencia será hacer lo que hacemos: investigación seria.

    Pero no sólo es la ciencia lo que está en juego: también la vida de los científicos y de los académicos en regímenes totalitarios, que desgraciadamente están de vuelta. Ahora mismo se está llevando a cabo el juicio a los académicos turcos que llevaron a cabo una petición por la paz en enero de 2016, después del fallido golpe de Estado. La petición, firmada por más de mil académicos, buscaba llamar la atención del público sobre los brutales actos de violencia perpetrados por el Estado en la regiones kurdas de Turquía. Después de haber sido perseguidos, han sido expulsados de sus centros de trabajo, se les han retirado sus pasaportes, y se les ha acusado de hacer propaganda respondiendo a los intereses de una organización terrorista. Nuestro papel como académicos que gozamos de libertad de expresión y libertad de investigación radica también, creo, en levantar nuestras voces para defender a aquellos que están siendo perseguidos por hacer lo que nosotros hacemos: investigar, y tener una posición crítica frente a los acontecimientos que vivimos.

    Muchos retos, sin duda, frente a los que tendremos que desarrollar nuevas estrategias, nuevas plataformas para dar a conocer nuestro trabajo, nuevos temas, nuevas redes.

    Por el momento, la satisfacción de saber que nuestro trabajo serio, dedicado, lento, y a veces frustrante, es la base para que el conocimiento siga su camino adelante, a pesar de los obstáculos que encuentre. Y, por supuesto, la satisfacción de ver que nuestro esfuerzo es reconocido.

    Daniela Gleizer Salzman

    Ganadora del premio al mejor artículo de 2015 en la categoría de “Historia política”

    Clara Elena Suárez Argüello (1944-2018)

    Nuestra compañera y amiga Clara Elena era antropóloga social, con estudios en la Universidad Iberoamericana, institución donde también conoció a su compañero de vida, al arquitecto Renato Perrusquilla. Participó en el Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CIS-INAH), hoy Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), en un proyecto sobre los “Españoles en México” (impulsado por Guillermo Bonfil) en un grupo en el que se estudiaban “minorías étnicas no- indígenas”, es decir, libaneses en México, estadounidenses en México, alemanes en México, entre otros grupos. El proyecto sobre los españoles lo dirigía un amigo del Dr. Ángel Palerm, el Dr. Michael Kenny, y participaban en él jóvenes antropólogas como Gloria Artís, Virginia García, Carmen Icazurriaga y Clara Elena.

    A raíz de ese proyecto que culminó en varias publicaciones, y observando la importancia del sector español en la industria del pan en México, algunas de las mismas investigadoras estudiaron con una mirada histórica ese ramo económico y Clara Elena estudió el abasto del trigo a la Ciudad de México en el siglo XVIII. A partir de entonces sus estudios de posgrado se concentraron en la historia y sus investigaciones en ese siglo.

    Clara Elena y su familia -Renato y sus dos hijos, Carlos Alberto y Ana Elena- tuvieron experiencias de vivir en distintos lugares, en Chiapas y en Guanajuato; pero fue después en la capital en el CIESAS donde ella desarrolló su trabajo académico.

    Sus visitas al archivo fueron múltiples, incluyendo el Archivo General de Indias en Sevilla. Con base en sus pesquisas documentales escribió numerosos trabajos sobre la economía del siglo XVIII. Por ejemplo, sobre el transporte, tema en el que incursionó con pasión escribiendo un clásico de la historia de la arriería en México.

    A partir de su interés por el transporte también estudió el tema de la minería y el transporte de la plata en la Nueva España. Publicó importantes fuentes históricas y con Brígida von Mentz paleografió las cartas diarias o semanarias que desde la importante empresa minera de Veta Grande se escribieron entre 1792 y 1806 a los accionistas residentes en la Ciudad de México.

    Sus artículos sobre la minería, sobre Alejandro de Humboldt (junto con David Navarrete), sobre los bancos de plata en el siglo XVIII son múltiples.

    A pesar de caídas, fracturas, operaciones y enfermedad, Clara Elena mantuvo un espíritu de trabajo infatigable. Acompañada por Renato, quien con impresionante paciencia y cariño la apoyó toda su vida y sobre todo en los últimos y difíciles años, siguió vinculada al trabajo académico.

    Falleció el 13 de enero de 2018. Hemos perdido a una importante historiadora del siglo XVIII y una muy querida amiga.

    Brígida von Mentz

    Ciesas, Ciudad de México

    Boletín 427

    Noviembre – Diciembre 2017

    Ávaro Matute Aguirre (1943-2017)

    Álvaro Matute nació en la Ciudad de México el 19 de abril de 1943. Tras su paso por el plantel 5 de la Escuela Nacional Preparatoria ingresó a la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Como él mismo lo hizo saber en una entrevista reciente,1 por aquellos años (1963-64) descubrió que su verdadera vocación se inclinaba hacia las humanidades, y precisamente hacia la historia, aun cuando su formación en ciencia política y sociología había sido fundamental. Como bien han señalado algunos de sus más cercanos alumnos, pocos universitarios han logrado una combinación tan equilibrada entre la docencia, la investigación, la difusión de la cultura y la participación institucional.2

    Del vasto conjunto de sus aportaciones al desarrollo de la disciplina histórica, destaca su producción historiográfica sobre la Revolución Mexicana, la historiografía moderna y contemporánea de México, la teoría de la historia, la política, la educación y la cultura en México. En medio de esta pluralidad de intereses, su obra siempre reflejó la impronta de sus grandes maestros. A lo largo de su vida, refrendó de múltiples formas la deuda contraída con el pensamiento de Edmundo O’Gorman. Sus antologías La teoría de la historia en México (1940-1973), El historicismo en México y Pensamiento historiográfico mexicano del siglo XX: la desintegración del positivismo (1911-1935), acompañadas de sus respectivos estudios introductorios, son referencias obligadas que invitan al ejercicio crítico y reflexivo del análisis historiográfico. La necesidad de cuestionar los fundamentos de la disciplina histórica y su utilidad en el ámbito social y cultural, fueron inquietudes centrales en su labor como docente, investigador y divulgador de la historia. A través del ejercicio sistemático y comprometido de estas tareas formó a muchas generaciones de historiadores. La Escuela Nacional Preparatoria, la Universidad Iberoamericana, la Escuela Normal del Colegio Mayorazgo, la Escuela Nacional de Antropología, la Universidad Nacional Autónoma de México y El Colegio de México son algunas de las instituciones que se beneficiaron de sus enseñanzas, pero la Facultad de Filosofía y Letras y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM fueron los espacios donde ejerció cotidianamente su profesión, de manera ininterrumpida, desde 1970 y hasta su último día.

    La voluminosa cantidad de libros, artículos, capítulos de libro y reseñas producto de su investigación desafía casi cualquier intento por ofrecer una selección acotada. Pese a ello, resulta imprescindible considerar, además de las obras ya señaladas, textos como Lorenzo Boturini y el pensamiento histórico de Vico (IIH-UNAM, 1976), La carrera del caudillo (Colmex, 1980), Historia de la Revolución mexicana, 1917-1924Las dificultades del nuevo Estado (Colmex, 1995), El Ateneo de México (FCE, 1999), Aproximaciones a la historiografía de la Revolución mexicana (IIH-UNAM, 2005) y Cuestiones de historiografía mexicana (FFyL-UNAM, 2014). Por lo que se refiere a sus capítulos y artículos, cabe mencionar “Del Ejército Constitucionalista al Ejército Nacional” (1977), “La visión de Edmundo O’Gorman del México nacional” (1978), “Obregón como político” (1981), “El fantasma de la intervención. Los Estados Unidos y México en 1919” (1993), “El elemento metahistórico. Propuesta para una lectura analítica de la historia” (1994), “La historia como ideología” (1997), “Historia y Literatura. Nexo y deslinde” (1998), “De los episodios nacionales a las telenovelas. Balance de la divulgación histórica” (2001), “Lo sublime: un recurso para creer en la historia” (2005, escrito con Evelia Trejo) y “De traidores y héroes. Variaciones sobre un tema de Verdi y Borges” (2016). Este muestrario, limitado como es, da amplia cuenta de la diversidad de temáticas y perspectivas involucradas en el pensamiento de Álvaro Matute. Revela, aunque sea de modo parcial, la fecunda interacción entre la reflexión sobre conceptos y problemas teóricos (la noción de ideología histórica o los fundamentos de la crítica historiográfica) y la explicación de acontecimientos y procesos sociales, intelectuales y políticos de enorme relevancia para la historia de nuestro país.

    La obra de Álvaro Matute nos ha permitido cultivar estas y otras muchas líneas de investigación, y seguirá haciéndolo en el futuro. El estudio de la filosofía de la historia, el ejercicio del análisis historiográfico o la constante reinterpretación de la política, la cultura y las instituciones mexicanas, no se clausuran ante su irremediable pérdida; antes bien, sus enseñanzas nos compelen a plantear nuevas preguntas acerca de estos temas; nos obligan a problematizar la manera en que accedemos al pasado y nos inspiran a imaginar formas vivas y sugerentes para transmitir el conocimiento que producimos. El ejemplo que nos deja, como investigador y maestro, nos ayuda a reivindicar la importancia social de las humanidades en general y de la historia en particular. Sus intereses intelectuales, sus preocupaciones y sus filiaciones filosóficas (sobre todo el historicismo que siempre profesó), lejos de morir con él, trascienden y se renuevan a través del ejercicio cotidiano y creativo del quehacer historiográfico. 

    Álvaro Matute recibió múltiples distinciones en virtud de su inquebrantable compromiso universitario y la calidad de su producción intelectual. Las más notables incluyen el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Premio Universidad Nacional en Investigación en Humanidades y el emeritazgo de la UNAM. A lo largo de su trayectoria académica participó en un sinnúmero de cuerpos colegiados, jurados, consejos editoriales y asociaciones de diversa índole. A través de estas labores, fundamentales para el desarrollo de las instituciones educativas, ratificó una y otra vez su vocación de servicio. Durante más de cuarenta años de ejercicio profesional, fue capaz de dialogar con alumnos y colegas, de promover por esta vía no sólo su propia producción académica, sino también la de muchos otros que hemos contraído con él una deuda igualmente entrañable y perenne.

    Rebeca Villalobos Álvarez

    Facultad de Filosofía y Letras

    Universidad Nacional Autónoma de México

    Referencias:
    1. Alexander Betancourt Mendieta, “Entrevista a Álvaro Matute Aguirre, profesor emérito, Universidad Nacional Autónoma de México”, en Historelo. Revista de Historia Regional y Local, Universidad Nacional de Colombia, vol. 7, núm. 13, enero-junio, 2015, pp. 362-374: http://www.redalyc.org/pdf/3458/345833486013.pdf.
    2. Leonardo Lomelí Vanegas, “Obituario a Álvaro Matute Aguirre”, en: http://www.h-mexico.unam.mx/node/20409, 2017.
    El Catálogo de protocolos del siglo XVI del Archivo General de Notarías

    Ivonne Mijares

    Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM

    Desde marzo de 2011 los usuarios de la sala de consulta del Acervo Histórico del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México tienen a su disposición un Banco de Información integrado por más de 27,500 fichas de contenido y cerca de 58,000 imágenes digitales que, en conjunto, permiten acceder a la información de 96 de los 98 libros que se conservan del siglo XVI. Más aún, desde mayo de 2014, una versión sin imágenes del mismo, puede ser consultada libremente mediante un portal en Internet.

    La construcción de esta herramienta de consulta constituye uno de los principales frutos conseguidos a lo largo de casi tres décadas de labor, del “Seminario de Documentación e Historia Novohispana”, del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México. La idea de contar con esta herramienta comenzó a gestarse allá por el año de 1987, cuando un grupo de alumnos de la maestría en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, a instancias de la Maestra Guadalupe Pérez San Vicente, comenzamos a acudir al Acervo de Notarías con el fin de realizar un trabajo para acreditar su materia. Deslumbrados por la riqueza de su documentación, y al mismo tiempo impactados por la inexistencia de índices o catálogos de consulta que permitieran localizar la información, decidimos constituirnos en un grupo de trabajo que, además de investigar estos documentos, contribuyera a la resolución de su problemática, mediante la construcción de un banco de información que permitiera acceder a su contenido e imagen digitalizada. La tarea parecía más urgente, dado el avanzado estado de deterioro de los protocolos más antiguos –tanto que casi dos terceras partes de los libros del siglo XVI ya no se prestaba a consulta.

    Con tal propósito comenzamos a explorar las posibilidades que en ese entonces empezaban abrir la informática y la tecnología moderna, para el manejo de la información documental. Y para asegurarnos de que las fichas de contenido del banco recogieran un extracto lo más completo posible de cada registro, antes de iniciar la transcripción paleográfica y catalogación del fondo, emprendimos un análisis diplomático de la documentación, para establecer criterios que permitieran recoger los datos de manera uniforme y completa. Dicho análisis se hizo mediante una cala de los documentos a trabajar y el estudio de formularios notariales, como el que publicó Nicolás de Yrolo Calar en 1605, obra que decidimos reeditar porque sus modelos y explicaciones sobre el significado de las cláusulas y variantes de cada tipo de negocio vendrían a dar cuenta del clausulado omitido dentro de los resúmenes (Nicolás de Yrolo Calar, La política de escrituras: estudio preliminar, índices, glosario y apéndices, México, UNAM, 1996). Con ello se establecieron no solo los lineamientos para extraer los datos empíricos de forma sistemática y homogénea, sino las bases para que nuestras fichas se constituyeran por sí mismas en una fuente de información confiable.

    El reconocimiento institucional del Seminario, primero por parte de la Facultad de Filosofía y Letras y más adelante por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, posibilitó el desarrollo formal de nuestro trabajo dentro del Archivo y nos permitió conseguir recursos para avanzar en su consecución. Así entre 1995 y 2003 se implementaron diferentes proyectos para obtener financiamiento tanto del CONACYT como de la propia Universidad; suscribimos distintos convenios para contar con asesoría institucional en los aspectos de conservación documental, cómputo y digitalización de imágenes; y se capacitó a más de medio centenar de alumnos de licenciatura y posgrado en materia de paleografía y diplomática notarial. Todos ellos participaron en estos proyectos con el fin de obtener asesoría y material inédito para sus tesis, completar su formación o cumplir con un servicio social. Lo anterior permitió crear una base de datos con la información de cerca de 50,000 escrituras coloniales, 20,000 catalogadas por el Seminario y 30,000 procedentes del trabajo de catalogación realizado a principio de la década de 1980, por el Instituto de Estudios y Documentos Históricos A.C. de la Universidad del Claustro de Sor Juana, cuyos resultados permanecían inéditos y sin poderse consultar, contenidos en más de 50 cajas de fichas manuscritas, que el Seminario se encargó de capturar y editar.

    En cuanto al aspecto de la digitalización documental, con la ayuda de expertos en la materia, pudimos implementar un proceso de calidad, bajo estrictas normas de seguridad para los documentos originales, cuyo funcionamiento comprobamos en un pequeño laboratorio que debimos instalar en el Archivo General de la Nación, durante estos años nunca obtuvimos el permiso de las autoridades del Archivo de Notarías para aplicar este proceso; esto aunado a su desinterés y la falta de apoyo, nos llevó suspender nuestra labor en el Archivo y a conformarnos con difundir los resultados logrados mediante la publicación de diferentes discos compactos.

    Afortunadamente a principios de octubre de 2008, cuando ya habíamos abandonado toda esperanza de completar la construcción del banco, una nueva administración y del Gobierno del Distrito Federal, compuesta de funcionarios más conscientes y sensibles hacia la problemática del Archivo, nos invitó a regresar al Acervo y junto con el Colegio de Notarios de la Ciudad de México, nos otorgaron las facilidades y el financiamiento para terminar de construir un banco con la información del siglo XVI; el único problema era que el proyecto debía iniciar de inmediato y concluir a muy corto plazo. No fue fácil, pero para diciembre de ese año habíamos integrado un equipo de trabajo de casi 30 personas bien capacitadas, divididas en cuatro áreas: la de Conservación que dio mantenimiento a los originales y los preparó para su digitalización; la de Digitalización encargada de la captura de imágenes; la de Catalogación responsable de completar la descripción de la documentación que faltaba, y otra de Integración, abocada tanto a la liga de las fichas de contenido con las imágenes correspondientes, como a la revisión y corrección de la información. El banco quedó integrado por 27,511 fichas que permiten acceder al contenido de otros tantos documentos del siglo XVI, de los cuales una tercera parte ya había sido catalogada por nuestro Seminario, otro tanto provino del trabajo de la Universidad del Claustro y la parte restante fue procesada con este proyecto.

    Por lo que se refiere a las imágenes, solo dos legajos completos y algunos cuadernillos aislados, que aproximadamente corresponden al 2% del total de la documentación que se conserva de este siglo, no pudieron ser ni digitalizados ni catalogados por su avanzado estado de deterioro.

    La catalogación del Acervo Histórico del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México

    María Cristina Soriano Valdez

    Coordinadora de catalogación

    El Acervo Histórico del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México es hoy en día uno de los repositorios documentales notariales más importantes en su tipo a nivel nacional e internacional. En él se resguardan documentos que representan una fuente imprescindible para la historia de nuestro país en general, y de manera particular, de la Ciudad de México y sus habitantes. Es por ello que a este recinto acuden investigadores tanto nacionales como extranjeros a consultar sus fondos, conformados por cerca de 29 mil volúmenes que abarcan cinco siglos de historia.

    La descripción documental es una de las tareas fundamentales de un archivo junto con la ordenación y la difusión, por ello es necesario concebirla como una de las labores cotidianas que deben desempeñarse en él y a la que debe dársele prioridad, según las normas nacionales e internacionales.

    Sin embargo, desde su creación, el archivo notarial había carecido de un programa de catalogación permanente; los instrumentos de consulta elaborados desde entonces habían tenido su origen en proyectos externos encabezados por entidades como el Instituto de Estudios y Documentos Históricos A.C. de la Universidad del Claustro de Sor Juana Inés de la Cruz; El Colegio de México, y el Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

    Gracias a la suma de diversas voluntades, fue posible el traslado del Acervo Histórico al ex-convento de Corpus Christi, restaurado para tal fin, y a la par, el inicio del Proyecto de catalogación automatizada del Acervo Histórico del Archivo General de Notarías, que comenzó a operar a partir del mes de junio de 2004, dirigido por la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia, con la asesoría de distintos especialistas en la materia, y la colaboración de diversas instituciones académicas.

    La Dirección General Jurídica y de Estudios Legislativos del Gobierno de la Ciudad de México y el Colegio de Notarios del Distrito Federal, mediante la Asociación Amigos del Acervo Histórico del Archivo de Notarías A. C., suscribieron un convenio de colaboración que permitió el traslado del Archivo Histórico a su nueva sede, y la implementación de los trabajos de descripción documental de manera permanente.

    El proyecto consistió en la elaboración de un catálogo electrónico que describiera las escrituras notariales, en primera instancia del Fondo Antiguo (siglos XVII-XIX), con información pertinente para el público que visita el acervo, entre los que se cuentan investigadores de diversas áreas, autoridades judiciales, administrativas y particulares. La organización, planteamiento y puesta en marcha de los trabajos de catalogación han pasado por diversas etapas, cambios y pausas que han hecho variar los resultados obtenidos a lo largo de los 13 años que ha subsistido este proyecto. Actualmente el catálogo está basado en la Norma Internacional General de Descripción Archivística conocida como ISAD G. La información contenida en la ficha catalográfica incluye Área de identificación (archivo, fondo, sección, serie, subserie, título, fecha, nivel de descripción, volumen y soporte); Área de contexto (nombre del productor, resumen); Área de acceso y utilización (lengua, características físicas), y Área de notas (observaciones).

    El resultado de estos trabajos al mes de junio de 2017 ha sido la catalogación y puesta a consulta de 265 notarías de las 750 que conforman la Sección Escribanos del Fondo Antiguo (siglos XVII-XX), esto es 474 volúmenes; la Sección Hacienda (siglo XIX) en su totalidad con 54 volúmenes y la Sección Juzgados de primera instancia (siglos XVII-XX) también en su totalidad con 82 volúmenes.

    Por otro lado, de 2008 a 2010 fueron catalogados y digitalizados los protocolos del siglo XVI que forman parte del Fondo Reservado, muchos de los cuales se encuentran afectados por diversas problemáticas en su conservación, razón por la cual su consulta es restringida. A través de un convenio suscrito por el Colegio de Notarios y el Gobierno de la Ciudad de México, con el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, fue posible la estabilización, catalogación y digitalización de 96 de los 98 volúmenes que conforman este fondo.

    El resultado son más de 57,000 imágenes y alrededor de 27,500 fichas catalográficas que completaron la catalogación de estos volúmenes iniciada con anterioridad por el Claustro de Sor Juana y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM. El catálogo se encuentra disponible tanto en el Acervo como en línea, en la página web del IIH, sitio donde únicamente se puede acceder a la ficha catalográfica, pues las imágenes solo pueden ser consultadas en la sede del archivo.

    Es cierto que en ocasiones las cifras no dicen mucho, pues no representan el esfuerzo que ha implicado alcanzarlas, y en este caso, tampoco la riqueza de información derivada de este proceso de catalogación, a la que se le ha podido dar diversos usos: consulta a usuarios, elaboración de tesis, artículos y libros; exposiciones, publicaciones generadas por el Colegio de Notarios, difusión en los medios de comunicación, ponencias, etcétera.

    Sería imposible mostrar en unas cuantas palabras la riqueza e importancia de la documentación notarial, la cual aporta información sobre diversas áreas del conocimiento como la economía, la religión, el arte, la ciencia, el comercio, las leyes, las instituciones, la vida cotidiana y otros temas de interés. Ante el escribano y notario han pasado desde el más humilde ciudadano, hasta aquellos hombres y mujeres que con sus acciones han influido en la historia de México: personajes como Hernán Cortés, sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora, Miguel Hidalgo y Costilla, Leona Vicario, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Francisco Villa, José Vasconcelos, entre muchos otros, han dejado testimonio de su vida pública y privada en los documentos notariales. También los procesos de formación de la Ciudad de México en los ámbitos urbano y económico han quedado plasmados en los protocolos: la construcción de edificios gubernamentales, privados y religiosos; el desarrollo de los servicios públicos como la limpieza, el alumbrado, el desagüe y provisión de agua; además de la formación gradual de colonias, la apertura de calles, el nacimiento de nuevas instituciones públicas y compañías con capitales nacionales y extranjeros.

    El arte también se ve reflejado, por ejemplo en los contratos para la factura de retablos, así como en los numerosos inventarios en los que se consignan objetos artísticos. Y la vida cotidiana de la sociedad novohispana también tiene cabida en estos documentos, pues a través de ellos podemos tener conocimiento de las creencias religiosas de los otorgantes, los eventos festivos y diversiones públicas; las problemáticas sociales como la delincuencia, la pobreza, la orfandad, el adulterio, la corrupción, las enfermedades o la guerra, etcétera.

    Catálogo:  http://cpagncmxvi.historicas.unam.mx/

    Boletín 426

    Septiembre – Octubre 2017

    Bernardo García Martínez (1946-2017)

    Bernardo García Martínez nació en 1946 en la Ciudad de México. Desde su infancia el espacio lo cautivó. De pequeño disfrutaba ver las filas de tranvías que se perfilaban en la estación “Indianilla”, muy cerca de su casa en la colonia Doctores, para ingresar a aquel centro que impulsaba la movilidad en la zona. Paseaba por los parques y no pocas veces llegaba al monumento a Hidalgo, en la Ciudadela, para trepar los cañones y desde esa perspectiva contemplar su entorno.

    Los fines de semana salía de la Ciudad de México, pues su padre era un apasionado de las ruinas arqueológicas, por lo que los domingos, al regresar por la carretera de Texcoco, Bernardo apresuraba a su padre para alcanzar a la máquina de vapor. Era un niño entusiasmado con la idea de ver los vagones pasar y, con suerte, recibir un saludo por parte del maquinista. Desde entonces su gusto por los espacios, el territorio y las carreteras.

    Fue un estudiante ejemplar. Su paso por el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México permanece en el recuerdo de sus maestros y compañeros, quienes se asombraban por sus trabajos perfectamente mecanografiados, con notas hechas a mano en tinta china, acompañados de mapas y cuadros que ninguna impresora moderna podría superar. La presentación prolija estaba en sintonía con el contenido. Siempre brillante, siempre propositivo, así era Bernardo García Martínez.

    El Centro de Estudios Históricos lo incorporó inmediatamente a su planta docente. Desde 1968 comenzó a formar a decenas de generaciones. Siempre crítico, siempre exigente, pero todo el tiempo generoso. Su pasión por el espacio y por las instituciones político-sociales lo llevó a publicar significativas aportaciones como lo son El Marquesado del Valle (1969), Los pueblos de la Sierra (1987), así como Los pueblos de indios y las comunidades (1991). Cultivó también con gran rigor los campos de la geografía histórica y la historia ambiental, de lo que hay muestra en las obras El desarrollo regional y la organización del espacio, siglos XVI al XX (2004), Las regiones de México (2008) y Estudios sobre historia y ambiente en América (2002 y 2009).

    A su bibliografía se deben agregar cientos de trabajos en forma de artículos, capítulos de libro y magníficas reseñas. Dirigió la revista Historia Mexicana entre 1974 y 1982 y participó activamente en cuerpos académicos y colegiados. Su destacada trayectoria lo llevó a merecer el Premio “Antonio García Cubas” (2008); el “Silvio Zavala” (1988), los premios a la mejor reseña (1997) y al mejor artículo sobre historia colonial (1995) otorgados por el Comité Mexicano de Ciencias Históricas; asimismo fue ganador del concurso “Proyectos de gran aliento” del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (1995).

    Ingresó a la Academia Mexicana de la Historia, Correspondiente de la Real de Madrid, en 1999. Ocupó con gran dignidad el sitial 19. Su discurso de ingreso llevó por título “La naturaleza política y corporativa de los pueblos de indios”. En su agradecimiento, Bernardo García dijo orondo que era “bueno saber que uno no ha andado el camino solo”, se sentía dichoso de ingresar al claustro en el que estaban presentes sus grandes maestros, como Silvio Zavala y Josefina Z. Vázquez, así como sus queridos compañeros de estudio, como Andrés Lira González.

    Sus alumnos lo recordaremos siempre con gran cariño, pues el rigor y la exigencia no son enemigos de la calidez y la generosidad. Sus colegas extrañaremos su presencia, sus amenas charlas, muchas de ellas grandes cátedras. Sus amigos aprenderemos a vivir con la ausencia que nos deja y en el recuerdo permanecerá su gran sabiduría. A su familia sólo podemos desearle consuelo y resignación. Nos heredó un gran ejemplo de fortaleza y su legado historiográfico lo mantendrá por siempre entre nosotros. Pocas veces uno tiene la fortuna de conocer a personas tan brillantes y tan humanas.

    Sabemos que ya recorres otros caminos, que descubres nuevos espacios y que tampoco lo haces solo, ahora te reencuentras con tus grandes amores. Descansa en paz, querido Bernardo.

    Academia Mexicana de la Historia

    4 de septiembre de 2017

    El legado de un maestro

    América Molina del Villar

    Ciesas Ciudad de México

    Al igual que la muerte de los padres, da un gran pesar perder a un maestro por el legado que nos deja. En 1992 Bernardo García Martínez nos impartió el Seminario de Geografía Histórica en El Colegio de México. A lo largo de dos años en nuestro querido Colegio y luego en la Universidad Iberoamericana fuimos siguiendo al profesor, en donde discutíamos y entregábamos avances de nuestras tesis. Desde entonces estaba en mi cabeza estudiar la epidemia de matlazahuatl de 1736-1739, que había provocado graves estragos en la población novohispana. Cuando aceptó dirigirme la tesis me dijo: “hay que meterle el diente a la primera mitad del siglo XVIII”. El estudio de la epidemia desde un enfoque general y social mostró una serie de problemas que Bernardo había visto y analizado en su magnífico libro, Los pueblos de la Sierra norte de Puebla, que refería a las desbandadas y “huidas erráticas” de la población de los pueblos en momentos de crisis y epidemias, tema que ya había sido estudiado por Nancy Farriss en la sociedad maya colonial.

    Los pueblos de la Sierra, que se convirtió en una especie de Biblia para mí y muchos de nosotros, concluye en 1700, por lo que continuar con esta problemática a la luz del matlazahuatl era alentador. En su seminario presenté los primeros indicios documentales sobre conflictos entre gobernadores y tributarios, pérdidas de tierras, abusos de autoridades locales, todos estos problemas agudizados a raíz del impacto demográfico de la epidemia. Otro gran aporte de su seminario fue el análisis espacial, el diseño de mapas para ir describiendo y analizando las rutas de diseminación del matlazahuatl: desde Tacuba en 1736 hasta el septentrión novohispano dos años después. Sin duda, el enfoque espacial y el gran conocimiento del profesor García Martínez sobre la geografía del país fue fundamental para replantear el estudio de esta epidemia desde un enfoque geográfico y espacial.

    Eran los meses de un invierno de 1997, cuando me dijo “vuelva al archivo, consulte los registros de entierros, indague en la lana (hace frío), en las rutas comerciales y busque a Elsa Malvido”, otra querida maestra a quien hace unos años también perdimos. Lo anterior porque esta epidemia mantenía características muy semejantes a la peste, cuya diseminación en Europa fue a través de las rutas de comercio de la lana. Ya estaba editado el magnífico estudio de Miguel Ángel Cuenya sobre el impacto de esta misma epidemia en Puebla. El estudio de la propagación de la epidemia se hizo a partir del juego y cruce de varias variables: el clima, la altitud, la geografía y la población.

    En el seminario de Geografía Histórica, Bernardo diseñó el plano en donde dibujó círculos concéntricos que representaban los meses, en donde se fueron ubicando los lugares y fechas de aparición de la epidemia. Al respecto, comentó: “este mapa es como el radar de un avión, ya que las localidades están situadas en un plano temporal con respecto a Tacuba, primera localidad afectada por el matlazahuatl. Recuerdo muy bien cuando me comentó: “el capítulo III sobre la propagación de la epidemia es el plato fuerte de la tesis”.

    Los conocimientos de mi profesor en el aula y la lectura de sus espléndidos estudios inspiraron otros trabajos míos: analizar los ritmos de crecimiento demográfico de los pueblos, los patrones de asentamiento, las características de la población asentada en las haciendas analizando padrones y registros parroquiales. En años recientes me he alejado un poco de los temas coloniales, pero su ejemplo y sabiduría persisten en mi obsesión por ir al archivo, la manera en cómo consulto y cito documentos, mi afán de elaborar índices analíticos.

    Me duele mucho su partida, su sufrimiento en los últimos meses. Es una gran pérdida para la historiografía mexicana, para sus alumnos y colegas. Al mismo tiempo me siento muy privilegiada de haber sido su alumna.

    Archivo General de Notarías

    Las guías de protocolos. Un proyecto cincuentenario

    Josefina Zoraida Vázquez

    CEH, El Colegio de México

    Robert Potash recuerda en su libro Looking Back, My First Eighty Years, A Mostly Professional Memoir, publicado en 2008, que durante largo tiempo venía contempló la forma de facilitar la consulta del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México. Al utilizarlo para su estudio sobre el Banco de Avío, tropezó con que su organización cronológica, bajo el nombre de los notarios, dificultaba la consulta de ese riquísimo arsenal para muchas y variadas ramas de la historia.  En 1978, después de una larga y complicada investigación, entregó el primer tomo de su estudio sobre El Ejército y la Política en Argentina, 1945-1962 y se encontró con tiempo suficiente para el proyecto. Empezaban a utilizarse las computadoras (todavía de cintas) y se le ocurrió consultar con el director del Centro de Cómputo de la Universidad de Massachussetts en Amherst sobre las posibilidades que ofrecían modernas y sofisticadas formas de recuperar información. El director le explicó que podía crearse un programa para capturar y que sería fácil ordenarlos en una Guía, de manera que lo primero era decidir qué datos se iban a registrar.

    Ese mismo año, al encontrarnos en la reunión anual de la American Historical Association (AHA) en la que generalmente nos veíamos, me lo mencionó todavía vagamente. Él siguió cavilando sobre el asunto y en unas vacaciones en Guatemala pudo visitar el archivo de Protocolos, y se dio cuenta que seguía la misma organización del mexicano. Esto lo convenció de que una Guía Computarizada del archivo de Notarías de la Ciudad de México podría serviría de modelo para ordenar todos los archivos de Hispanoamérica.

    En junio de 1979, Potash se reunió conmigo y con Roberto Moreno, entonces director del Instituto de Investigaciones Históricas, para plantearnos el proyecto, aunque la proposición formal me la hizo en diciembre, en la reunión de la AHA. Quedamos de reunirnos en enero en El Colegio con Roberto Moreno y Jan Bazant, que había consultado el archivo. Ahí se convino que, como directora del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, yo me haría cargo de contratar a los auxiliares que trabajarían en el proyecto. En esa reunión nos presentó el primer borrador de la cédula que utilizarían los ayudantes para buscar los datos pertinentes y elegimos los años de 1829, 1847 y 1875. A mí me pareció que debíamos elegir años conflictivos y sugerí los dos primeros y 1857, que nos permitiría ver el impacto de la ley de desamortización, pero Moreno se empeñó en que el tercero fuera 1875, después de la legislación que regía el Archivo.  

    Para entonces, el empeño y entusiasmo del Dr. Potash había logrado que la Tinker Foundation le otorgara 36 000 dólares para el proyecto y que dos amigos de la Organización de Estados Americanos (OEA) le concedieran 15, 000 dólares como complemento. Con esos elementos se echó a caminar el proyecto, en el que El Colegio se hizo cargo de gastos menores, de la administración de los fondos y de la vigilancia del trabajo. Éste inició una vez que logré encontrar candidatos para iniciar las tareas. Bob mismo siguió redondeando el proyecto y redactó la ponencia “Los archivos notariales: Cómo revelar sus tesoros escondidos”, que presentó en el Segundo Congreso Mexicano de Historia Legal organizado por Guillermo Margadant en 1981.

    Debido a que mi gestión como directora terminaba a principios de 1982 y me habían otorgado una beca Guggenheim para investigar en archivos del extranjero, le pedí a Pilar Gonzalbo que se hiciera cargo del proyecto en mi ausencia, y aunque posteriormente lo retomé, ella pasó a ser el alma del proyecto, pues se volcó con entusiasmo y constancia y a ella se debe su constante mejoramiento.

    El IIH dejó de colaborar y Jan Bazant, que era un investigador solitario, nunca participó. El Centro de Cómputo del Colegio, entonces bajo la jefatura de Rosa María Rubalcaba, como después lo harían sus sucesores, nos auxilió en todo lo que se requería, pero los años modelo los procesó y publicó el Computing Center de la Universidad de Massachusetts, en aquellas maquinotas de entonces, que Rosa María y yo conocimos durante nuestra visita en 1985. Lo malo es que cuando se decidió convertir las Guías impresas en CD hubo necesidad de recapturar la información, pues ya las computadoras no podían procesar las cintas. Esto fue la oportunidad para enriquecer la información, puesto que la experiencia misma había permitido mejorar las cédulas con datos importantes que antes se habían pasado por alto.

    Entre 1981 y 1985 el Dr. Potash nos visitó a menudo para estar al pendiente del proyecto que había diseñado. Para entonces, la Guía había mostrado con creces la riqueza de datos que podía utilizarse en historia política, económica, social, del arte, del ejército, de la mujer, etc. por lo que, entusiasmada, busqué el apoyo del Colegio para continuarla. Como estaba inmersa en el estudio del periodo de la República Centralista (1835-1846), decidí ampliar el proyecto a esa época y le presenté el proyecto a don Víctor Urquidi de llevarlo hasta 1970 para ver si se sostenían las conclusiones del libro de Bazant.  Mario Ojeda y sus sucesores mantuvieron el apoyo institucional desde entonces y el proyecto fructificó primero en las guías publicadas, después en CDs, y ahora en la puesta de la información en línea para el uso de los interesados.  

    El proyecto contó con el auxilio valioso de Estela Villalba, que coordinó a los auxiliares, hasta su muerte. Lucila López de la Vega, que ha quedado a cargo, entró también desde el principio y es la memoria de todas las etapas, por lo que ha sido una gran suerte contar con ella. Han colaborado también muchos auxiliares, entre ellos algunos doctorandos lo que impide mencionarlos a todos; en cambio hay que subrayar que Pilar Gonzalbo ha sido el alma del proyecto desde 1982 y que gracias a la institución hemos puesto el archivo al servicio de todos los historiadores.

    Me siento contenta con darle la noticia de esta nueva a Bob Potash, autor del proyecto. Si hubiera tenido por entonces el conocimiento que he logrado de la primera mitad del XIX, hubiera iniciado en 1804, año en que se aplicó la Convalidación de Vales Reales que tantos problemas sociales y económicos generó en Nueva España y que alimentó el descontento que precedió a la lucha por la autonomía y después por la independencia. Espero que alguien interesado pueda llevarlo de 1804 a 1870, lo que sería fundamental para saber qué pasó realmente con los bienes de la Iglesia. De todas maneras, no cabe duda que lo hecho cumplió el intento de Potash y que, al proseguirlo, El Colegio ha enriquecido la contribución a la investigación, facilitando la consulta del rico arsenal que ofrece el Archivo de Notarías de la Ciudad de México.

    Un proyecto de protocolos para el Archivo General de Notarías

    María Lucila López de la Vega

    Investigadora de proyecto, El Colegio de México

     

     

    El proyecto Guías de protocolos del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México inició a fines de la década de 1970 por iniciativa de los doctores Robert Potash, de la Universidad de Amherst, Massachusetts, y Josefina Z. Vázquez y Jan Bazant, del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. En los primeros años se realizó la captura de escrituras notariales de tres momentos diferentes del siglo XIX. El resultado fue la publicación de las guías impresas de 1829, 1847 y 1875. La primera, como prueba piloto, tuvo errores tan numerosos que años más tarde se volvió a capturar y editar. La de 1847 sirvió de base para las adaptaciones al programa que se hicieron en la siguiente etapa. Ambas han quedado incorporadas a la base de datos actualmente disponible, que abarca los años de 1819 a 1860.

    A partir de 1984, inclusive ya desligados del proyecto los doctores Potash y Bazant, la Dra. Josefina Z. Vázquez asumió la responsabilidad de continuarlo, para lo cual contó con el respaldo del Centro de Estudios Históricos, que durante los últimos 33 años lo ha mantenido. La Dra. Pilar Gonzalbo Aizpuru, como coordinadora del mismo, contó en un principio con la adaptación del diseño que realizó Isabel García Hidalgo y que aplicó durante varios años María Luisa Pérez Valdespino. La maestra Estela Villalba dirigió hasta 1999 el trabajo en el archivo, con la colaboración de Lucila López de la Vega, actual responsable del trabajo de archivo.

    El programa fue diseñado como un instrumento de consulta destinado a los investigadores que tropezaban con la carencia de instrumentos eficientes de exposición de los contenidos del acervo, que no cuenta con índices detallados de la valiosa información contenida en los antiguos libros de escribanos y notarios. Acorde con los avances de los recursos electrónicos, el proyecto se ha adaptado a los cambios tecnológicos, desde los grandes aparatos con cintas y accesos compartidos por varios usuarios hasta los equipos personales, las computadoras de escritorio, las portátiles y el acceso directo a las redes.

    Nuestro trabajo no es un catálogo, ni tampoco se ha limitado a la construcción de una guía que proporcione nombres y fechas. Si bien conservan el nombre de guías, sólo lo son en un sentido muy general, puesto que contienen, en forma de índices, información completa que se puede entrecruzar para relacionar diversas referencias en una misma base de datos. La finalidad es ofrecer a los usuarios y lectores orientación acerca del tipo de escritura, la nacionalidad de los participantes, el monto de las transacciones o bienes en cuestión, el detalle de las operaciones, así como las anotaciones especiales que se encuentran al margen y final de cada instrumento.

    Durante la primera época de estos 36 años de arduo y sostenido trabajo, se publicaron 33 guías impresas de protocolos del siglo XIX, que han permitido a muchos investigadores encontrar cómodamente la información que tanto habían buscado. A lo largo de los años los sucesivos directores de nuestro Centro de Estudios Históricos y la presidencia de El Colegio de México nos han brindado un apoyo que ha superado cualquier expectativa.

    Después de publicar los primeros 24 volúmenes que sistematizaban igual número de años y gracias al avance de la tecnología, en el 2000 se editó un CD que contiene la recopilación de datos de 22 años (1836-1857).  Para ello se contó con la colaboración de técnicos especializados, que trataron de corregir errores inevitables que aparecían en los volúmenes publicados, sumado a que esta edición permitía a los usuarios desplegar datos que no aparecían en las guías publicadas. Esta publicación solo fue posible gracias a los apoyos de El Colegio de México y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, más las aportaciones personales, en gastos imprescindibles que el etiquetado del presupuesto no permitía.

    Nuestra inquietud y el compromiso con nuestro trabajo se refrendaron al ser conscientes de que el Archivo resguarda documentos difícilmente localizables y de gran valor para la historia de México. Así, puedo decir que el final no está ni cerca. Sin duda puede ser conocida, o al menos imaginada, la riqueza de información contenida en los protocolos notariales. Gracias a ella podemos acercarnos a la vida cotidiana de las personas que acudían a los escribanos. En sus documentos encontramos, entre otras muchas cosas, su origen, sus negocios, sus riquezas, sus debilidades, sus relaciones personales, comerciales e institucionales, etcétera.

     

    Dificultades y características técnicas

     

    Si bien en un primer momento todo marchó de maravilla, las sucesivas migraciones de un programa a otro ocasionaron pérdidas y errores en la información, que, poco a poco, pudimos ir localizando y corrigiendo. En un momento (hace menos de un año) pudimos detectar que la nueva sistematización de los datos había provocado fallas en más de un millar de entradas que, por alguna extraña razón tecnológica, marcaban error. Así nuestro trabajo nos impuso un nuevo reto: limpiar al máximo los defectos y carencias de información que esperamos remediar tan pronto como sea posible. Simultáneamente, para nuestra satisfacción, hemos ampliado la base, que actualmente ofrece los protocolos desde 1819 hasta 1860, lo que suma un total de 43 años notariales.

     Como podrán imaginar, si la curva tecnológica nos rebasó, también lo hicieron la información del archivo y los distintos cambios de domicilio de nuestros “papeles” (jerga común que adoptamos todos aquellos que sentimos algo especial por un documento histórico). Cuando comencé a trabajar, en 1981 el Archivo residía en el ex-convento/colegio de la Antigua Enseñanza, y, después, en la década de los 90 se trasladaría a su nueva residencia de la Candelaria de los Patos, donde tuvimos dos diferentes espacios. Tras una breve interrupción durante el traslado de la documentación, llegamos a su sede actual en el ex–convento de Corpus Christi, frente a la Alameda. Por esos motivos, el proyecto se fue adaptando a las necesidades de los documentos por lo que las columnas de información se ampliaron hasta llegar a las categorizaciones con resumen incluido. Sin embargo, nuestro trabajo también nos ha enfrentado a muchas dificultades, como la persistente inseguridad ante los problemas del presupuesto, que con bastante inquietud recibíamos cada año; y, si bien los recortes nunca supusieron una tregua al trabajo, sí limitó al número de personas que seguíamos en la causa. De hecho, en varios momentos los recortes nos dejaron solas a la doctora Pilar Gonzalbo y a mí en el Archivo o al frente de un teclado y un monitor, hasta que llegaron tiempos un poco mejores, con los que contamos, con ayuda de uno o dos becarios o investigadores contratados.

    Las guías cuentan con una lista de Escribanos que trabajaron el año correspondiente, Índice Onomástico General, Clasificación del documento, Extranjeros, Personas Morales, Religiosas, etcétera, así como también Arras, Dotes y Capellanías, Bienes rurales y urbanos, Fábricas, Alhajas y Muebles, Mercancías; Minas, Negocios, Arrendamientos, Créditos, Sociedades y Compañías, Contratos de Servicios, Adjudicaciones y Observaciones. Esta última contiene datos interesantes de la escritura en general; es decir, en este apartado se registran datos como superficies de casas, haciendas, huertas, etcétera, inventarios, listados, entre otros muchos. En fin, cada acta notarial nos aporta datos de gran valor para diferentes líneas de investigación.  

    Las nuevas tecnologías nos dieron paso a un nuevo campo de gran alcance mediante la inclusión de la ya inmensa base de datos en la página de El Colegio de México para su difusión en red.

    Las guías en la red han sido útiles y bien recibidas por la comunidad académica y el público en general, lo que ha permitido que investigadores de otros estados del país e incluso del extranjero lleguen al Archivo, hoja impresa en mano a consultar sus escrituras. En la actualidad, forman parte del equipo de trabajo los licenciados Daniel Vázquez y Josué Motte.

    El proceso para la elaboración de las fichas tiene su comienzo en la lectura cuidadosa de los documentos correspondientes al año que se estudia. Con el paso del tiempo, la experiencia en el Archivo nos dio elementos para mejorar la descripción de las fichas.

    A nivel personal este trabajo ininterrumpido se ha ganado un enorme afecto y un lugar muy especial en mi vida. En el transcurso de todos estos años, pasé de auxiliar a coordinar el proyecto en el archivo. Este trabajo vio nacer a mi hija y hasta el día de hoy sigo yendo con la misma pasión y compromiso como aquel 14 de septiembre de 1981. Nuestras mesas pasaron de largos tablones a escritorios con atriles y lámparas, y las papeletas también cambiaron y dejaron de ser pliegos para convertirse en pequeñas hojas de control. Estos años me han permitido adentrarme en la fascinante veta que representa el acervo de dicho Archivo, además de valorarlo y conocer las potencialidades que ofrece. Mi experiencia personal me permite sugerir que cada documento nos lleva a otro y así sucesivamente, y que los estudiosos disponen de una fuente documental inmensamente rica ya que estos documentos, como mencioné en un inicio, nos aportan datos biográficos de personajes, genealogía, estado civil, parentesco, lugar de origen, ocupación, circunstancias de cómo vivían y lo que los rodeaba, acontecimientos y situación que vivía nuestro país, la forma como las familias protegían sus capitales haciendo toda clase de gestiones para que sus propiedades permanecieran entre ellos mismos, como lo podemos ver en el caso de la Familia Fagoaga. Sus escrituras nos hablan de estos vínculos. En los testamentos los testadores declaraban y asentaban datos de gran relevancia; a tal grado, que nos hacen sentirnos espectadores presenciales, y percatarnos de aspectos religiosos como la invocación a Dios y a los santos, que tan frecuente era, o la Fundación de Obras Pías y Capellanías para que se rezara cierta cantidad de misas por su alma también tuvo gran auge. Como ejemplo de la valiosa información que algunos expedientes contienen, me viene a la mente una escritura mediante la cual José María Fagoaga da en arrendamiento su hacienda “La Blanca” junto a la cuesta de Barrientos, en jurisdicción de Tlalnepantla, y en el que se inserta un detallado inventario de dicha hacienda. El apellido Fagoaga estaba identificado con la riqueza y el poder, de modo que no es raro encontrarlo con tanta frecuencia en los protocolos notariales. Sus miembros formaron parte del Consulado de México; del tribunal de Minería y del Supremo Gobierno; lo mismo tenían minas que haciendas, ranchos y casas; además, los encontramos en diversas escrituras de préstamos y durante varias generaciones. Dichos instrumentos notariales nos dan elementos para analizar críticamente el pasado.

    No es fácil resumir poco más de 36 años de trabajo, pero al intentarlo no puedo dejar de agradecer a El Colegio de México y al Archivo de Notarías.

    Búsqueda en línea de protocolos notariales

    El buscador electrónico de los protocolos notariales (1821-1860) del Archivo de Notarías está disponible en red. De acuerdo con el sitio web, esta herramienta facilita la búsqueda de información con base en distintas categorías descritas en las fichas como son: la temporalidad del acta, la ubicación, el nombre del notario, la clasificación del acta, el nombre de las personas físicas y/o morales, los valores y tipos de las operaciones económicas y el tipo de bienes asentados en actas.

    El parámetro de búsquedas permite la localización de personas, tipo de operaciones formalizadas, bienes descritos, servicios y contratos de diversa índole. La información expuesta se refiere a la totalidad de cada escritura, lo que permite indagar sobre un abanico amplio de cruces de datos y puede despertar diferentes líneas de investigación.

    Se recomienda realizar búsquedas específicas, puesto que entre más generales sean los campos es posible que el buscador demore en mostrar los registros debido a la gran cantidad de información contenida en las bases de datos. Se trata de un proyecto en permanente actualización.

    Sitio web: http://notarias.colmex.mx

    Boletín 425

    Julio – Agosto 2017

    Ida Rodríguez Prampolini (1925-2017)

    Ida Rodríguez Prampolini (Veracruz, 24 de Septiembre 1925 – 26 de julio 2017) comenzó su carrera profesional aún siendo estudiante de la Licenciatura en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue a mediados de la década de los cuarenta cuando su profesor Edmundo O’Gorman, al reconocer el singular talento que poseía la estudiante veracruzana para memorizar y pensar con agudeza el pasado, decidió nombrarla su profesora suplente. Otros profesores de la Facultad como Manuel Toussaint, Justino Fernández y Francisco de la Maza coincidirían con O’Gorman en el hecho de que Ida Rodríguez era la alumna más destacada de su generación. Los primeros libros de la historiadora — Amadises de América: La hazaña de Indias como empresa caballeresca y La Atlántida de Platón en los cronistas del siglo XVI— comprobaron su inteligencia y creatividad.

    A mediados de los cincuenta, y luego de vivir en Venecia estudiando historia del arte, su maestro y amigo Justino Fernández le sugirió la elaboración de una compilación de la crítica de arte del siglo XIX. Ida Rodríguez pasaría más de dos años consultando la hemeroteca nacional y transcribiendo a mano las ideas y debates sobre arte y estética publicados en periódicos y revistas de dicho siglo. La conclusión y publicación de este monumental proyecto le permitió su entrada al Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Hoy en día, los tres volúmenes de crítica de arte decimonónica son indispensables no sólo para el estudio de la historia del arte mexicano sino también para conocer los múltiples debates culturales del siglo XIX.

    Al final de la década de los cincuenta centró su interés en estudiar el arte del siglo XX con el fin de explicar los cambios radicales que las artes visuales estaban teniendo en los últimos años. Dejó atrás las tradiciones académicas asentadas en el estudio progresivo de los estilos y las formas para reconocer las huellas dispersas que explicaban el nuevo estado del arte. Su mirada siguió una línea diferente a la de algunos críticos que en la época de la Guerra Fría utilizaban la crítica de arte como pretexto literario y a otros que aún defendían el canon figurativo imperante en la primera mitad de siglo.

    En 1964, respondiendo al interés por trazar genealogías del arte nuevo, escribió el libro El arte contemporáneo: Esplendor y agonía. Es sobresaliente la documentación de este trabajo, en el cual se muestra una historia del arte que recupera tanto los signos de desgaste del estatuto artístico como su vitalidad creativa y capacidad de incidencia crítica en el mundo contemporáneo. En este libro hay un perfil intelectual independiente y un compromiso con el arte de su época más allá de la ceguera de otros que seguían perpetuando el discurso nacionalista del arte mexicano. Por un tiempo considerable El arte contemporáneo: Esplendor y agonía fue la única referencia bibliográfica que existía en español sobre el tema en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

    Como muchos de los intelectuales de su generación, Ida Rodríguez asumió una postura de incidencia social después del fin del movimiento estudiantil de 1968. A partir de entonces su agencia cultural estaría involucrada de lleno con causas y luchas sociales. A principios de los setenta junto con un grupo de estudiantes y profesores creó una escuela rural en el municipio de Tlayacapan, Morelos. Esta experiencia es clave para entender la agencia social que la historiadora del arte desarrolló en las décadas subsiguientes.

    En los años ochenta, Ida Rodríguez regresó a su natal Puerto de Veracruz para fundar el Instituto Veracruzano de Cultura. El proyecto tuvo alcances en todo el Estado ya que creó casas de cultura en más de setenta municipios. Este proyecto educativo y cultural tuvo también un énfasis en el rescate del patrimonio arquitectónico del Estado.

    El profundo conocimiento de la cultura de Veracruz y la recuperación del arte indígena ocupó a Ida Rodríguez durante las últimas décadas. Fundó el Consejo Veracruzano de Arte Popular, que recuperó la memoria de la artesanía veracruzana y ayudó a que poblaciones desfavorecidas pudieran seguir produciendo expresiones artísticas.

    Su último proyecto fue la compilación de tres volúmenes que documentan y analizan la historia del Muralismo Mexicano. Estos tomos son parte del proyecto educativo que Ida Rodríguez se propuso fundar y responden a su convicción de que un país podía cambiar por medio de la preservación y el estudio de su cultura. 

    Cristóbal Andrés Jácome

    Center for Latin American Visual Studies The University of Texas at Austin

    Acta del 1° encuentro de representantes de Asociaciones/Comités de historia de América Latina

    En los días 7 y 8 de junio del presente año, se reunieron en la sede Nacional de la Asociación Nacional de Historia-ANPUH, los representantes de las asociaciones y Comités de Historia de Argentina (Marcela Ternavasio), de Brasil (María Helena Rolim Capelato), de Colombia (Renzo Ramírez Bacca), de México (Gabriel Torres Puga), de Perú (David Velásquez) y de Uruguay (María Inés Moraes) y la vicepresidenta del Comité Internacional de Ciencias Históricas- CISH (Eliana de Freitas Dutra).

    En esta reunión, los participantes:

    1. Enfatizaron la importancia de este primer encuentro para estrechar lazos en torno de una agenda común de los historiadores latinoamericanos, con el objetivo de responder a las demandas de nuestras sociedades locales, así como el de fortalecer las relaciones de nuestras organizaciones con la comunidad internacional de historiadores representada por el Comité Internacional de Ciencias Históricas-CISH.

    2.   Hicieron un breve balance de experiencias, objetivos y actividades de las Asociaciones/Comités latino-americanos de historia, incluyendo la experiencia de las formas de acción, organización y reclutamiento. También se realizó un balance del estado de arte de los intercambios entre los historiadores de la región, los proyectos comunes existentes, las acciones integradas, las redes de colaboración, coloquios, congresos y publicaciones. Otros temas fueron debatidos, como ejemplo de las posibles estrategias de fortalecimiento del contacto entre los historiadores y especialistas latino-americanos de historia y las demandas de políticas públicas de preservación de la historia y de la memoria. Por último, los participantes discutieron actividades futuras dirigidas a ampliar la participación de América Latina en las acciones del Comité Internacional de Ciencias Históricas, en especial, las formas de adhesión de las Asociaciones/Comités al CISH y el potencial de articulación y capacidad de inserción en la organización de la comunidad internacional de historiadores.

    3. Acordaron un protocolo de intenciones relativo a:

    a) El intercambio de información sobre las asociaciones y comités de nuestros países y a sus respectivos periódicos científicos, redes y centros de investigación y eventos;

    b) El incentivo, en nuestras respectivas asociaciones, de la discusión sobre el presente y el futuro de los archivos históricos, tomando en cuenta los siguientes aspectos: la autonomía técnica y política de los archivos históricos y de los sistemas de archivos; la definición de un protocolo de preservación y transferencia de documentación para los archivos históricos; la simplificación de la consulta y la digitalización de los acervos, a partir del principio de acceso amplio e irrestricto a la información histórica.

    No habiendo nada más que tratar concluyó la sesión.

    São Paulo, 8 de junio 2017.—Siguen firmas de los representantes.

    Asociaciones de Historia en América Latina

    Desde la fundación en 1884 de la Asociación de Historiadores de Estados Unidos (AHA, por sus siglas en inglés), han nacido organizaciones de historiadores en diversos países con objetivos comunes: promover el ejercicio libre de la profesión, difundir los conocimientos históricos producidos por el gremio, proteger acervos y garantizar su apertura, entre otras. El Comité Internacional de Ciencias Históricas, fundado en Ginebra en 1926, constituyó el primer esfuerzo de vincular y establecer un diálogo periódico entre esas organizaciones.

    En el mundo hispanoamericano cada vez hay más asociaciones. Algunas reúnen a los especialistas de una subdisciplina, como pasa con las de historiadores de la economía, o incluso a un segmento de edad, como la de jóvenes historiadores en España. Las asociaciones nacionales en América Latina son, sorprendentemente, recientes. La decana es la brasileña, de la década de 1960, seguida por el Comité Mexicano de Ciencias Históricas, que aún no cumple medio siglo; las argentina, peruana, colombiana y uruguaya son todavía más jóvenes. En la reunión celebrada en São Paulo, Brasil, en junio de este año se habló de fomentar la creación de nuevas asociaciones en América Latina y de fortalecer la integración entre las existentes; así como de tender lazos para hacer un frente común en pro del resguardo de archivos y bibliotecas y de su libre consulta para la investigación histórica.

    Asociación Argentina ASAIH

    La AsAIH (Asociación Argentina de Investigadores en Historia) se constituyó el 26 de enero  de 2011. Es una asociación sin fines de lucro cuyos propósitos, según la definición de sus estatutos, son “reunir a quienes se dedican a la investigación en historia de todo el país; promover y difundir la investigación en historia, en toda su diversidad de enfoques y temas de estudio; fomentar la participación de los investigadores e investigadoras en historia en los debates públicos sobre el pasado, la memoria y la historia; estimular el interés público respecto de temas atinentes a la conservación del patrimonio histórico, a la organización de archivos y museos históricos, y a la difusión del conocimiento histórico; colaborar en el fortalecimiento de la enseñanza media y superior en historia”. 

    Para cumplir con sus objetivos, la Asociación Argentina se ha propuesto organizar y patrocinar congresos, jornadas, seminarios, coloquios y simposios; publicar revistas, folletos y artículos de divulgación sin fines de lucro; idear instrumentos multimedia; instituir concursos, certámenes y exposiciones con premios y becas; asociarse al Comité Internacional de Ciencias Históricas; asesorar a organismos públicos y privados sobre temas históricos y vincularse a instituciones que apoyen la gestión y la conservación del patrimonio histórico. 

    La AsAIH organiza sus labores en tres Comisiones, una dedicada a la preservación, consulta y acceso a archivos, bibliotecas y museos; otra a la presencia de la Historia en el debate público y una última sobre difusión y publicidad. Finalmente, realiza un evento anual con la intención de difundir la labor histórica y discutir problemáticas en torno a ella.

    En su sitio web se pueden encontrar, además de los estatutos y características de la asociación, vínculos a colecciones digitales, archivos y bibliotecas, convocatorias de becas, concursos docentes, informes sobre posgrados y noticias de interés general. 

    Presidente: Marcela Ternavasio Correo electrónico: asaihistoria@gmail.com

    Asociación Barsileña ANPUH

    El 19 de octubre de 1961 fue fundada en la Ciudad de Marília, Sao Paulo, la Asociación Nacional de Profesores Universitarios de Historia ANPUH. Su objetivo era “la profesionalización de la enseñanza de la investigación histórica, para aquel entonces, no académica y autodidáctica”.  Hoy en día la ANPUH ha incorporado en sus objetivos la divulgación de trabajos de investigación histórica, “la defensa de las fuentes y manifestaciones culturales de interés para los estudios históricos, la defensa del libre ejercicio de la actividad histórica y la representación de la comunidad de profesionales de la historia ante distintos organismos”.

    La ANPUH está constituida por un número ilimitado de asociados interesados en formar parte de ella o de sus secciones estatales. Los miembros pueden ser graduados en Historia, profesores e investigadores de Historia y áreas afines, estudiantes de posgrado y profesores de enseñanza básica y media. 

     Como beneficios, los afiliados participan en los eventos promovidos por la Asociación, toman parte de las decisiones políticas y académicas de la entidad, reciben información actualizada y contribuyen en los servicios digitales que ofrece la página de  internet.

    Para garantizar el cumplimiento de sus objetivos, la Asociación promueve el intercambio de ideas entre sus asociados por medio de reuniones periódicas intrarregionales e interregionales. Además, cada dos años, organiza un Simpósio Nacional de História, que se ha convertido en el más grande e importante encuentro de historia en Brasil y América Latina.

    Al tener como una de sus metas la divulgación científica, la ANPUH publica de manera semestral dos revistas. Por un lado, la Revista Brasileña de Historia, una de las más prestigiosas en Brasil, está conformada por artículos originales que pretenden difundir avances en las áreas de investigación, escritura y enseñanza de la historia. Por otro lado, desde el año 2003, la revista digital Historia Hoy ha transformado su contenido hasta convertirse en un dossier temático, donde especialistas de diferentes áreas de especialización dan a conocer los resultados de sus investigaciones. 

    Con el fin de extender su presencia en todo el país, la ANPUH se divide en más de veinte Secciones Estatales y Regionales, que a su vez, están subdivididas en grupos de trabajo que promueven actividades relacionadas con temas específicos de la historia brasileña.

    El sitio web tiene acceso a revistas electrónicas, novedades editoriales, convocatorias, noticias, eventos y un mapa interactivo desde donde se puede ingresar a las páginas web de las distintas regiones en que se divide la ANPUH.

    Presidente: Joana Maria Pedro

    Correo electrónico: secretaria@anpuh.org

    Asociación Colombiana

    La Asociación Colombiana de Historiadores fue fundada el 25 de septiembre de 1991, como entidad sin ánimo de lucro cuyos objetivos son: “impulsar y promover el desarrollo de las investigaciones históricas en Colombia; pugnar por la defensa de la profesión del historiador en Colombia; la difusión libre de sus teorías, pensamientos o resultados investigativos y el apoyo a su integridad y derechos profesionales.”

    La Asociación también promueve el “rescate, la conservación, organización y puesta al servicio público indiscriminado de las fuentes históricas, archivos, monumentos, museos y toda forma expresiva del patrimonio cultural o memoria histórica del pueblo colombiano”.

    Para un mejor funcionamiento nacional, la Asociación se divide en cinco “capítulos regionales” integrados por al menos 12 miembros cuya residencia habitual esté en ciudades diferentes al domicilio principal de la Asociación, estos “capítulos” están sometidos al reglamento expedido por la Junta Directiva de la Asociación.

    Desde su sitio web, se puede acceder a las actividades de la Asociación y sus cinco capítulos. Además, es posible ingresar a un blog, donde se publican, de manera periódica, noticias y avisos relacionados con la ACH.

    Presidente, Renzo Ramírez Baca

    Correo electrónico: asocolhistoria2010@gmail.com

    Asociación Uruguaya AUDHI

    La Asociación Uruguaya de Historiadores (AUDHI) es una Asociación civil sin fines de lucro, creada en noviembre de 2015 a partir de una iniciativa del año anterior.

    De acuerdo con sus estatutos, su intención principal es “reunir a las instituciones y personas que se dedican a la investigación en historia en todo el país, contribuir a la profesionalización de la labor del historiador y promover el intercambio de ideas entre sus asociados mediante reuniones periódicas”. Otros objetivos son proteger el ejercicio libre de sus asociados y representarlos ante instancias administrativas y entidades científicas, estimular el interés público por la conservación del patrimonio y por la organización, difusión y acceso a bibliotecas, archivos y museos.

    La Asociación se ha propuesto organizar congresos y eventos académicos, publicar folletos y revistas, producir materiales multimedia y promover certámenes de historia. Muy recientemente celebró su primer congreso nacional.

    La AUDHI tiene un sitio web en construcción y una página de Facebook en la que da a conocer sus actividades cotidianas y otras noticias de interés general para la comundad de historiadores.

    Presidente: Gerardo Caetano

    Correo Electrónico: audhistoriadores@gmail.com

    ¿Dónde estudiar historia? Instituto Mora

    Entidad académica: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora (Centro Público de Investigación – CONACYT) 

    Nombre del Programa: Licenciatura en Historia con líneas de formación en didáctica de la historia, divulgación de la historia y gestión del patrimonio cultural

    Contacto: Alicia Salmerón (coordinadora)

    Correo electrónico: clichistoria@institutomora.edu.mx

    El Instituto Mora, centro público de enseñanza e investigación CONACYT, ofrece desde el año de 2008 un programa docente con características muy particulares: una licenciatura capaz de responder a necesidades de enseñanza y comunicación del conocimiento histórico, así como de rescate y conservación de nuestras riquezas culturales. Se trata de una licenciatura en Historia, pero con la característica de formar profesionales en tres áreas del quehacer del historiador con enorme impacto en la sociedad: la didáctica de la historia, la divulgación de la historia y la gestión del patrimonio cultural. El objetivo  principal de este programa es formar profesionales con conciencia y sensibilidad históricas, dotados de pensamiento crítico y capaces de participar de manera activa en la vida cultural del país, en su sentido más amplio. Busca la formación de jóvenes en la disciplina de la historia, que podrán continuar estudios superiores para dedicarse a la investigación o desempeñarse profesionalmente en los campos de la educación media-básica y media-superior, de la administración pública, de las fundaciones e instituciones culturales públicas y privadas, de los archivos, bibliotecas y museos, y de los medios de comunicación.

    Convocatoria bianual, próxima apertura en 2018.

    VER SITIO

    Boletín 424

    Mayo – Junio 2017

    Últimas noticias sobre la Ley de Archivos

    En el primer semestre de 2017 ha avanzado poco la discusión sobre la Ley General de Archivos en el Senado de la República. Si bien algunos senadores han manifestado interés en las preocupaciones y críticas expresadas por representantes de instituciones académicas, historiadores y archivistas, a la fecha no se ha presentado oficialmente una versión diferente a la que se hizo pública en noviembre de 2016.

    El CMCH se ha mantenido atento a la actividad legislativa y ha buscado la manera de participar y alentar la creación de espacios de discusión sobre el tema. En enero de 2017 el CMCH participó  en un foro organizado por el INAI y en abril tuvo la oportunidad de defender su postura ante la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, junto con académicos y directivos de la UNAM.

    En ambos espacios, el CMCH ha pugnado por una ley que sume el principio de “difusión” a los de “organización” y “conservación” que contempla la actual iniciativa, y que en virtud de ello, se obligue a los archivos a dar la mayor apertura posible para la consulta, difusión y máxima publicidad de sus fondos. Señalamos que los archivos históricos en particular deben ser considerados como fuentes de acceso público para garantizar su consulta irrestricta; y que los términos de la ley deben estipular que la función central de los archivos es la ampliación y difusión del conocimiento. Los archivos históricos deberían contar con recursos suficientes y regirse por un principio de máxima difusión, para facilitar el acceso a la información, de manera física y digital. Señalamos también la necesidad de definir plazos máximos para las transferencias de expedientes históricos, así como la de garantizar que éstas sean reguladas por un organismo con presencia de instituciones académicas y organizaciones civiles. La Ley debe establecer un sistema nacional de archivos que se pueda operar en la práctica. Con los recursos limitados actuales—monetarios, humanos y de infraestructura—es necesario proponer un sistema con requisitos mínimos, realizables y verificables. El sistema debe ser lo más sencillo posible. Debe evitar la multiplicación de archivos históricos y fortalecer los existentes. Insistimos en la necesidad de desectorizar al AGN y en nuestra oposición a que el sistema de archivos quede bajo la dirección de la Secretaría de Gobernación. El Consejo Nacional de Archivos debe contar con la participación permanente de especialistas y no estar en manos de funcionarios del gobierno. Es imprescindible establecer un sistema archivístico en el que existan pesos y contrapesos que permitan pluralidad, transparencia y democracia.

      En todo este tiempo, el CMCH ha buscado la opinión de expertos en la comunidad académica y ha intentado recabar las opiniones plurales que se expresan en medios públicos. Particularmente útiles han sido las opiniones de miembros de la Escuela Mexicana de Archivos, que en voz de su director ha insistido en la necesidad de pasar de un sistema “criptocrático”  a uno “democrático y público”; las de integrantes de asociaciones como Artículo 19 y la Red por la Rendición de Cuentas. En esta ocasión, el Boletín se honra en contar con la colaboración de tres destacados académicos preocupados por el tema: el ministro José Ramón Cossío, y las historiadoras Clara Inés Ramírez y Lucero Enríquez.

    CMCH

    Acceso a información con valor histórico

    Con motivo de mis actividades académicas y de investigación, recientemente ha llamado mi atención la práctica, bastante común por cierto, de suprimir los datos que se consideran personales en documentos de valor histórico. Así, es frecuente encontrar documentación en la que los nombres y cantidades, entre otros datos más, han sido testados por la autoridad encargada de su resguardo, previo a su apertura al público.

    En mi opinión, dicha práctica, además de restar el valor histórico a los documentos de que se trata —provenientes incluso de los siglos XVIII y XIX— no encuentra asidero en el marco normativo aplicable en materia de transparencia y acceso a la información pública.

    Con base en una revisión de la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública, así como la Ley Federal de Archivos, se desprende, en primer lugar, que para acceder a los documentos resguardados en archivos históricos no es aplicable el procedimiento previsto en la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, sino el de los propios archivos, en el entendido de que esos documentos tampoco son susceptibles de clasificación como reservados.[1]

    De hecho, la información confidencial contenida en documentos históricos, conserva ese carácter, por regla general, únicamente por un plazo de 30 años, mismo que sólo podrá elevarse a un máximo de 70 cuando los datos personales afecten a la esfera más íntima de su titular o cuya utilización indebida pueda dar origen a la discriminación o conlleve un riesgo grave para éste.2

    En segundo lugar, cabe apuntar que, durante esos plazos, el sujeto responsable de la información puede conceder acceso a la misma cuando: se solicite para investigación o estudio que se considere relevante para el país; el interés público sea mayor a cualquier invasión a la privacidad que pueda resultar del acceso; se beneficie de manera clara y evidente al titular de la información confidencial, o sea solicitada por un biógrafo autorizado por el titular de la información confidencial.3

    La primera hipótesis fue analizada por el Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos al resolver el recurso de revisión 3645/2013. En dicho precedente una persona solicitó a la Secretaría de Salud el acceso a los libros de registro y expedientes clínicos relativos a los pacientes que ingresaron al manicomio general “La Castañeda”, desde su inauguración en 1910, hasta su clausura en 1968; ello para fines históricos y estadísticos en el desarrollo de un proyecto de investigación aprobado por la UNAM.

    La Secretaría de Salud, al responder a la petición señaló que por tratarse de datos sobre salud mental de personas, operaba el plazo de 70 años para su desclasificación y acceso al público; por ende, concedió al solicitante el acceso a todos aquellos expedientes con fecha de creación anterior al año 1942, mientras que respecto a los generados en el periodo comprendido de 1943 a 1968, la secretaría estimó que no le correspondía determinar el acceso a ellos por no cumplir los 70 años de clasificados.

    Ante ese panorama, los comisionados del Instituto determinaron conceder el acceso a dichos documentos restringidos por la Secretaría de Salud, puesto que a pesar de que no habían transcurrido los setenta años señalados por la ley y eran documentos que contienen datos personales sensibles, el solicitante había acreditado que el acceso a tal información era útil para una investigación relevante.

    En la resolución aludida, se enfatiza el interés de la Cámara de Senadores, plasmado en la exposición de motivos de la Ley Federal de Archivos, en el sentido de garantizar que las reglas establecidas en esa legislación no obstaculizaran el quehacer de los historiadores e investigadores.

    Por otro lado, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha determinado recientemente que en las versiones públicas de las resoluciones emitidas en los asuntos de su competencia no se supriman de oficio los nombres, salvo en casos de juicios familiares o causas penales seguidas respecto de los delitos contra la dignidad (aborto, ayuda o inducción al suicidio); contra la libertad reproductiva; contra la libertad y el normal desarrollo psicosexual; de peligro para la salud de las personas (peligro de contagio); contra el libre desarrollo de la personalidad; contra el derecho de los integrantes de la familia a vivir una vida libre de violencia; contra la filiación y la institución del matrimonio; contra las normas de inhumación y exhumación y contra el respeto a los cadáveres o restos humanos; y de suministro de medicinas nocivas o inapropiadas. Igualmente, el Alto Tribunal consideró que en el supuesto de que las partes se opongan a la publicación de sus datos personales, los mismos se suprimirán de la versión pública, con excepción del nombre.

    En este contexto y contrario a la práctica actual, me parece posible concluir lo siguiente: (i) se puede acceder sin restricción alguna a los documentos históricos en los que obren datos personales sensibles que se haya creado hace más de 70 años; (ii) si ese documento no cuenta con tal requisito de antigüedad, pero se acredita que su consulta es para fines de investigación o estudios relevantes, también se tiene derecho de acceder a él; (iii) y por último, en el caso específico de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sus resoluciones son consultables, por regla general, sin supresión de los nombres de las partes.

    1. Art. 26 LFA
    2. Art. 27 LFA.
    3. Arts. 29, párrafo segundo, y 30 LFA
    Una carta no siempre llega a su destino

    Lucero Enríquez Rubio

    Instituto de investigaciones Estéticas UNAM

    La exposición de Jill Magid “Una carta siempre llega a su destino. Los Archivos de Barragán” propició una serie de reflexiones sobre el destino de los archivos del arquitecto José Barragán. El presente texto es el posicionamiento de la Dra. Lucero Enríquez en uno de los “Diálogos abiertos” organizados por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, celebrado el 2 de mayo de 2017.

    El título de la exposición que hoy nos convoca es “Una carta siempre llega a su destino”, pero he de decir que no es así: una carta no siempre llega a su destino. Puede ser interceptada o perderse en el trayecto, por ejemplo. Pero si llega al destinatario, puede ser arrojada al basurero sin leerse o, una vez leída, ser destruida o encerrada en un fólder y guardada en el congelador de un cajón de escritorio. Si es muy voluminosa y de obligada posesión, como la “Carta Magna”, su destino será el entrepaño de un librero poco frecuentado.

    Cualquiera de los anteriores parece haber sido el destino de leyes y ordenamientos que han pretendido, en México, regular el acceso a los archivos en beneficio del deseo de saber de los ciudadanos. En realidad, poco importa: en un país no de derecho, sino de chueco, sobran unas y otros porque o no se aplican o no se castiga su incumplimiento.

    Si hay un ámbito donde el poder se ejerce en forma descarnada ése es el de un archivo. Trátese de una prohibición coyuntural emitida por la Secretaría de Gobernación o de un dueño o encargado de archivo que permite o niega el acceso a su entero arbitrio, es ahí, más que en la calle cuando uno busca estacionar el coche y el “viene-viene” lo impide, cuando uno experimenta la impotencia, la rabia y la frustración en forma categórica. Quieres saber y no te dejan. Quieres conocer y te lo prohíben. Simplemente, no puedes entrar y como dicen: “Hazle como quieras”. De ahí que resulten un tanto bizantinas las discusiones sobre este asunto.

    Bajo esa óptica, es cuestión que no tiene importancia si los archivos de una catedral, de una parroquia o de una colegiata son públicos o privados; o si son “nacionales” o “de artista”; o si están bajo el régimen de custodia o de propiedad particular. Lo cierto es que en ellos se encuentra la producción musical de un sector de la sociedad de este país, acumulada a lo largo de cinco siglos –por referirme a un tipo de acervo específico que es el que más conozco–. Una producción en la que los conceptos de “autoría” o de “obra de arte” resultan las más de las veces poco pertinentes pero en la que, en cambio, es posible estudiar los fenómenos de creación, emisión, recepción, integración múltiple y transformación de una obra. O de un repertorio. O de una tradición.  Puede ser un salmo, una aria de ópera en arreglo para piano o el vals de Las gorditas calientes. Puede tratarse de un incunable de un metro de altura, 45 kilos de peso e iluminaciones con hoja de oro, o de unos papeles de reúso, con tachaduras y caligrafía de varios autores con tres versiones de una obra “madre”. En esos papeles y libros que se encuentran en catedrales, parroquias y colegiatas está codificada mucha de la música que se usó en estas tierras: la más vulnerable de las artes pero la única que nos acompaña desde el vientre materno hasta la  tumba; la que, como fenómeno social, existe a partir del momento en que se emite el primer sonido de una obra y concluye con el último, y cuya construcción invisible se da en el tiempo, quedando sólo en la memoria hasta el día en que pudo grabarse.  Sin ella no hay celebración. Y, hoy en día, es la única que convoca multitudes, disputando este fenómeno sólo con el futbol. ¿Podemos imaginar el siglo XX sin el rock? Entonces, ¿cómo pretendemos conocer una época, un país o una cultura, por ejemplo, sin saber a qué suena?

    Sé que es un enunciado reduccionista pero, en cuestión de archivos de música en México,  hay ángeles guardianes buenos, muy buenos, y los hay malos, muy malos. Son más bien excepcionales los buenos, como el padre Luis Ávila Blancas, quien fuera miembro del cabildo de la Catedral de México y custodio de la Pinacoteca de la Profesa. Él hizo posible y colaboró en muchas iniciativas de este Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, entre otras, el desarrollo del proyecto Musicat y la existencia misma del Seminario de Música en la Nueva España y el México Independiente. Cultura, inteligencia, generosidad y conciencia ¿social? ¿nacional? ¿artística? ¿patrimonial? ¿todas juntas? Esas parecieran ser las características y virtudes necesarias y exigibles a cualquier guardián de archivo, público o privado; nacional o internacional; patrimonial o “de artista”. Los malos guardianes, en cambio, secuestran el archivo para sus fines e intereses personales;  niegan el acceso o te  expulsan y hasta secuestran el resultado de tu trabajo (si logras concluirlo). La falta de ideas, la insuficiente preparación académica o artística, la mediocridad y la flojera remunerada parecen ser las características de estos malos guardianes.

    Pero si estos guardianes son la manifestación patente de un poder burdo, las entrañas de un archivo resguardan, en cambio, los sofisticados hilos del poder de una jerarquía que domina y controla, trátese de un cabildo catedral o de la Secretaría de Gobernación. El instinto de conservación del poder que ejercen les dice que si se conoce y estudia lo que en esas entrañas se encuentra, se verían exhibidos, serían cuestionados y hasta podrían ser imputables, juzgados y castigados. La ecuación es muy simple: a mayor ilegitimidad de una jerarquía, más endeble es su presente, más atemorizante su pasado y más amenazante el archivo que la representa. La restricción, o incluso la prohibición de su consulta será el camino que siga. Para quienes estamos convencidos que sólo conociendo el pasado podemos entender el presente y planear el futuro, tal restricción resulta una provocación inadmisible.

    El trabajo en archivo requiere de mucha paciencia e ingente cantidad de esfuerzo. No atrae reflectores sobre quien lo realiza sino que los genera sobre el objeto que se investiga. Por tanto, es impagable, salvo por instituciones no lucrativas, y sólo es realizable por aquéllos que lo hacemos por un interés genuino aunado a cierta dosis de pasión por lo que se estudia. Se auto excluyen, o debieran autoexcluirse, quienes buscan fama, dinero o fortuna.

    La necesaria digitalización y puesta en línea de catálogos y documentos históricos es hoy ineludible, y debería ser exigible a cualquier institución que recibiera algún tipo de financiamiento público. Pero aún con una catalogación de tercer nivel (que no es frecuente), y una óptima digitalización (que tampoco lo es),  el acceso al archivo donde se encuentra el documento-monumento, como lo llama Le Goff,[1] es imprescindible en la generación de preguntas de investigación e hipótesis que sólo una revisión profesional in situ”  del documento-monumento mismo puede generar:  “Esta no sirve”, “Todo lo borrado no es por…”,  “Maestro Salazar”, “Hoy murió el Gallo Pitagórico” , “Pardavé, librero”, “Señora Castañiza” … notas casi ilegibles que aunadas a insertos, papeles adheridos, raspaduras, enmendaduras, tachaduras, sobre-escrituras, etc.,  nos proporcionan valiosa información de distintos tipos e importancias que una digitalización de calidad o una catalogación acuciosa pueden a lo más registrar pero no valorar ni relacionar.

    ¿Cómo enfrentar entonces, nosotros como investigadores, a esos dos tipos de malos guardianes de los que hablé, sin caer en los territorios del muro de las lamentaciones o del diván del psicoanalista?

    Después de transcurridos más de 15 años de mi primera aproximación institucional a un archivo catedralicio puedo decir que ahí donde ha habido inteligencia, cultura, generosidad y conciencia histórica de parte de autoridades y encargados, como en la Catedral de México, de manera muy relevante, y en las de Durango y Mérida, en menor medida, más de 100 jóvenes provenientes de distintas disciplinas e instituciones de educación superior han hecho su servicio social,  graduándose muchos de ellos y convirtiéndose algunos en especialistas regionales en asuntos relacionados con la catedral. En este terreno fértil se han publicado on line, hasta ahora, una librería de cantorales, una base de datos y dos catálogos, además de tres volúmenes catalográficos en soporte papel, siete cuadernos de investigación y siete volúmenes temáticos. La firma de un convenio renovable UNAM-Cabildo Catedral Metropolitano de México a partir de 2009 ha sido determinante, como lo ha sido el trabajo constante en el archivo y los resultados visibles del mismo. En cambio, ahí donde ha habido caprichosas cerrazones de la jerarquía, como en Puebla, o limitadas admisiones, como en Oaxaca, los resultados han sido magros, por decirlo suavemente. Y ahí, donde los encargados ni mirar nos han dejado, como en Guadalajara y Morelia, pues… digan lo que quieran porque su actitud ha sido: “háganle como quieran, pero no entran.”

    Las trampas de la Ley. Los archivos históricos, fantasmas del Sistema Nacional de Archivos

    Clara Inés Ramírez

    Coordinadora del Archivo Histórico de la UNAM-IISUE

    Una primera versión de este texto se publicó digitalmente en el boletín del IISUE-UNAM, en enero de 2017

    El pasado 16 de diciembre de 2016, el Consejo Universitario de la UNAM se pronunció sobre el proceso de aprobación de una Ley General de Archivos emitido por el Poder Ejecutivo Nacional. En el documento universitario se consideró, entre otras cosas, que “es decisivo que se realice una amplia consulta a la sociedad y a la academia y se genere un proceso de deliberación público y abierto”. Como Coordinadora del Archivo Histórico de la UNAM, ofrezco las siguientes consideraciones para ampliar las variables del análisis que viene construyéndose sobre el tema.

      La iniciativa de Ley General de Archivos (LGA) que se discute en el Senado de la República contempla la instauración de un Sistema Nacional de Archivos que reconoce que los Archivos históricos son “públicos y de interés general”, y que sus documentos “no podrán ser clasificados como reservados o confidenciales” (Art. 36). Se ha sugerido con insistencia la necesidad de que la Ley declare, además, que los Archivos históricos son fuentes de acceso público. Sin embargo, éste no es el principal problema que enfrentan los Archivos históricos frente a la propuesta de Ley.

      El problema fundamental radica en que la nueva LGA sancionará un Sistema Nacional de Archivos sin archivos históricos. Según el censo elaborado por el Archivo General de la Nación (AGN), en palabras de la directora del Sistema Nacional de Archivos, en México existen 303 archivos, de los que sólo 14 son Archivos Históricos,[1] es decir, sólo el 4.6% de los archivos nacionales son archivos históricos. Así que la liberalidad que se ofrece en el Artículo 36 de la propuesta de Ley, y la que conseguiríamos de decretarse que los archivos históricos son de acceso público, sólo sería válida para unos cuantos archivos históricos, muchos de ellos, universitarios.

      En efecto, el AGN, repositorio de la mayor cantidad de documentos históricos en México, no está definido como un archivo histórico y, por tanto, para la Ley, no es un archivo histórico. No estará sometido al Artículo 36 de la Ley, por lo que sus documentos no serán públicos y podrán permanecer reservados. Por ejemplo, podrían clasificarse como reservados documentos producidos por el Tribunal de la Inquisición durante el siglo XVI; y aunque parece un disparate, lo permitiría la Ley. Tampoco existe legalmente un Archivo Histórico de la Suprema Corte de Justicia, ni del Archivo de  Notarías…

      Los archivos históricos son garante de la memoria nacional, y la memoria es un requisito para ser un país fuerte y autónomo. Decía Jacques Derrida que los archivos guardaban la memoria como el más grande impulso de vida frente a la pulsión de muerte que arrasa a los seres humanos.2 Pero, además, y por si fuera poco, los archivos históricos son fundamentales para asegurar el buen funcionamiento de la democracia, pues son garantes del buen funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos, el que, a su vez, posibilita la transparencia en el ejercicio del poder.

      Los documentos que se manipulan diariamente, se almacenan en un archivo administrativo, de donde deben pasar, a través de una transferencia primaria, a un archivo de concentración y, de allí, por una transferencia secundaria, a un archivo histórico. Si no ocurren adecuadamente estas transferencias, los archivos se saturan y no es posible acceder a la información. Es una situación crítica que nos resulta conocida a quienes trabajamos con archivos. Podríamos pensar entonces que la iniciativa de LGA que hoy discutimos prevé el crecimiento y la creación de nuevos archivos históricos, con el fin de garantizar el buen funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos que propicie el flujo adecuado de la documentación. Desgraciadamente, tampoco es así.

      La iniciativa de LGA no prevé la creación de nuevos archivos históricos. En el Capítulo III, la Ley prevé la creación de archivos generales en los estados (Art. 65), pero no la de archivos históricos. En cambio, la existencia de un archivo histórico queda supeditada a “la capacidad presupuestal y técnica del sujeto obligado”. Recordemos que la Ley considerará sujetos obligados a “los Poderes de la Unión en sus diversos órdenes de gobierno, órganos constitucionales autónomos, partidos políticos, sindicatos, fideicomisos, tribunales especializados, así como toda persona física o moral que administre recursos públicos y realice actos equivalentes de autoridad” (Prolegómenos de la iniciativa, pág. 5). Ninguno de estos agentes está obligado a tener un archivo histórico, el único tipo de repositorio que se considera de interés público y general y que no puede clasificar su documentación como reservada o confidencial. Así las cosas, como público general, como ciudadanos, no podremos saber cómo se han administrado los recursos públicos ni cómo se ha ejercido la autoridad en nuestro país.

      Podría pensarse, entonces, que la Ley prevé que la documentación considerada histórica se transfiera a un archivo histórico, pero tampoco es así. La iniciativa contempla, en su artículo 33, que “Los sujetos obligados que no cuenten con Archivo histórico … deberán transferir sus documentos con valor histórico al AGN, a sus equivalentes en las entidades federativas o al organismo que determinen las leyes aplicables o los convenios de colaboración que se suscriban para tal efecto”. Es decir, los sujetos obligados tienen libertad de disponer de su documentación histórica. No quiero ni imaginarme los posibles convenios internacionales que podrían establecerse.

      Pareciera que, sea donde sea, la documentación que se considere histórica se destinará a un Archivo General o Histórico o… Pero la nueva Ley no tiene plazos para las transferencias, ni las primarias, ni las secundarias. El Artículo 48 establece que serán los sujetos obligados quienes establezcan “los valores, vigencias documentales y, en su caso, los plazos de conservación y disposición documental”. Es decir, puede ocurrir que nunca se fijen los plazos para que una documentación pase a un archivo histórico y sea desclasificada, según se dice en el artículo 49.

      Así, el Sistema Nacional de Archivos propiciará inmensos archivos de concentración donde se acumule la documentación; esto dificultará la organización y la descripción de los fondos, lo que a su vez imposibilitará la respuesta a la información requerida por la ciudadanía. Archivos que no serán públicos ni de interés general. De por sí, este hecho ya es gravísimo.

      Por si fuera poco, en esos inmensos archivos de concentración, la documentación histórica quedará presa de dudosos criterios de clasificación como reservada o confidencial, los que pueden ser perpetuos… y a la larga, la información se perderá. Incluso puede desaparecer aquella que llevamos más de cuatro siglos conservando. Los archivos históricos sirven para recibir la documentación valorada como histórica, conservarla y ponerla al servicio público. Sin ellos, el Sistema Nacional de Archivos será laberinto de papeles eternamente semi activos que enturbiará la memoria colectiva y esconderá la información de aquello que hemos sido en montañas burocráticas de papel o de datos electrónicos.

      Por último, podríamos consolarnos y dedicarnos a cuidar los 14 Archivos Históricos existentes, tratando de preservarlos… pero tampoco eso nos permitirá la nueva Ley. El artículo 14 transitorio concede dos años de plazo a las dependencias federales, y tres a las entidades federativas, para identificar sus fondos documentales, pudiéndolos considerar como no históricos. Aunque el texto es confuso, de él se desprende que los archivos históricos podrán deshacerse de algunos de sus fondos. Esto posibilitaría, incluso, la desaparición de alguno de los casi inexistentes archivos históricos en México.

      Además de proponer las modificaciones puntuales a iniciativa de Ley General de Archivos, que ya han sido postuladas por la UNAM y muchos otros sectores de la sociedad, es necesario tener una política a largo plazo, más académica, que implique crear y fomentar los archivos históricos en México para garantizar la fluidez del Sistema Nacional de Archivos y el libre acceso a la información, garante de la democracia. Además, los archivos históricos son la fuente de nuestra memoria, impulso para el ser y para la acción, freno contra el olvido y la inexistencia.

    1. La nueva iniciativa de LGA prevé la creación de un Registro Nacional de Archivos que tendrá acceso público. Actualmente existe un registro de archivos históricos, muchos de ellos particulares, que no formarán parte del sistema nacional de Archivos. El dato que recojo aquí fue ofrecido en el IIH por la directora del Sistema Nacional de Archivos del AGN.
    2. Jacques Derrida, Mal de archivo. Una impresión Freudiana, Madrid, Trotta, 1997.

    Boletín 423

    Marzo – Abril 2017

    Clasificación del Fondo Diocesano del Archivo Histórico de San Cristóbal de Las Casas

    Juan Pedro Viqueira,

    CEH, El Colegio de México

    El Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal de Las Casas (AHDSC) es uno de los archivos históricos más importantes de Chiapas. Tiene la peculiaridad de que en él se encuentran, no sólo los documentos de los diversos archivos catedralicios, sino también de gran parte de los documentos que resguardaban las parroquias del obispado. En efecto, el prelado Francisco Orozco y Jiménez (1902-1912) ordenó a los párrocos concentrar sus archivos en el palacio episcopal. En fechas más recientes, el AHDSC se ha enriquecido gracias a diversas donaciones, como la del Fondo del Colegio Seminario de la ciudad, la del archivo de la ayuda que prestó la Diócesis de San Cristóbal a los refugiados guatemaltecos durante las décadas de 1970 y 1980, y la del archivo personal del obispo Samuel Ruiz García.

    Así, el AHDSC es uno de los pocos archivos del estado de Chiapas que resguarda una abundante información del periodo colonial (principalmente en los fondos Diocesano y Parroquial). Para quien se interese en el largo siglo XIX- desde la instauración de la intendencia de Chiapas (1786) hasta la llegada de las tropas carrancistas a San Cristóbal de las Casas (1914)— es de una riqueza sorprendente (más de 65,000 expedientes tan sólo en el Fondo Diocesano). Con las donaciones recientes, se ha vuelto también un archivo clave para estudiar el papel de la iglesia en la segunda mitad del siglo XX en la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas. Además de la abundancia de la documentación, hay que mencionar la calidad de la información que ésta proporciona. En efecto, se trata del archivo más útil para conocer muchos aspectos de la vida cotidiana y de la organización política y social de los pueblos indígenas de Chiapas. Así, además de una abundante correspondencia entre los párrocos y las autoridades episcopales, encontramos las cuentas sobre el pago de los diezmos (fundamentales para cualquier estudio serios sobre la historia económica colonial), los informes financieros de los párrocos (que nos proporcionan abundante información sobre las fiestas religiosas de cada pueblo) y los procesos llevados a cabo por el juzgado ordinario diocesano por idolatría, brujería, adulterio e incesto.

    Señalemos también que se trata de uno de los archivos eclesiásticos más importantes del país, con más de 170 metros lineales de documentos. Su colección de 900 revistas y boletines eclesiásticos, que se extienden del año de 1846 al 1991, y de 647 folletos sobre temas religiosos, que abarcan desde 1792 hasta 2005, pueden ser de gran utilidad a los estudiosos de la historia de la Iglesia en México.

    Nuestro proyecto

    Aunque el AHDSC está abierto al público desde 1977, su consulta suponía grandes dificultades. Los anteriores responsables del archivo habían tomado la controvertida decisión de reordenar toda la documentación por pueblos y por temas —tarea que en 30 año no pudieron concluir—, sin poner a disposición de los usuarios inventario o catálogo alguno. Por otra parte, casi la mitad de la documentación, principalmente las donaciones recientes, seguía guardada en grandes cajas de cartón, y no se permitía su consulta. Es por ello que en febrero de 2010, con la autorización del director del archivo —fray Pablo Iribarren O.P.—y el obispo de la Diócesis— monseñor Felipe Arizmendi—, el Dr. Oscar Mazín—como asesor del proyecto—y mi persona —como director del mismo—planeamos elaborar un catálogo y una base de datos del Fondo Diocesano (52 metros lineales, casi 80,000 expedientes), el más consultado de todos.

    En un principio, contamos con financiamiento de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a través del proyecto “Vestigios de un mismo mundo. Valoración e identificación de los elementos del patrimonio histórico conservado en las fronteras de la monarquía hispánica en los siglos XVI y XVII. II: Pueblos de indios, festividades, archivos y fortificaciones”, que coordinó el Dr. José Javier Ruiz Ibáñez y en el que participaron la Universidad de Murcia, El Colegio de México, El Colegio de Michoacán y El Colegio de San Luis. Más adelante contamos, también, con el financiamiento del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA)—a través de una asociación civil que creamos ex profeso “Historiadores al Servicio de los Archivos”—, de El Colegio de México y del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Partimos del principio —que debía de ser una regla de oro en este tipo de proyectos— de que no debíamos alterar en forma alguna el orden en el que se encontraban los documentos por muy arbitrario que éste fuese. En efecto, el AHDSC llevaba más de 30 años abierto al público y muchos investigadores habían citado sus expedientes en sus investigaciones de acuerdo al sistema anterior de referencias, basado en dicha ordenación. Por ello, hubiera sido muy perjudicial (además de inútil) cambiar una vez más el orden y la clasificación de los documentos. En efecto, los métodos informáticos actuales permiten fácilmente, a partir de la base de datos que nos propusimos elaborar, ordenarlos virtualmente de acuerdo al criterio de procedencia (el que se usa habitualmente en los archivos históricos) o de acuerdo a otros criterios que sean de interés de los investigadores y usuarios del Archivo.

    El único cambio que introdujimos fue consolidar el orden en el que se encontraban los documentos, numerando las carpetas que los contenían y, al interior de cada una, los expedientes, de tal forma que cada uno de éstos tuviese una referencia precisa (nombre del fondo, número de carpeta y número de expediente) que permitiese su localización rápida y segura. En efecto, el sistema anterior tenía el grave inconveniente de que varios expedientes podían tener la misma referencia. En la base de datos, que elaboramos, incluimos cinco campos que corresponden a las referencias anteriores de los documentos para que así se facilite su localización a partir de las citas en publicaciones académicas anteriores a la puesta en marcha de nuestro proyecto.

    La elaboración de las fichas de la base de datos del Fondo Diocesano fue obra de las encargadas del archivo —Rafaela Gómez (+) y Matilde Moreno— y de un número variable de becarios, casi todos ellos egresados de la Facultad de Ciencias Sociales (por lo general, de la licenciatura en historia) de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH). Cinco de estos becarios, después de trabajar en el proyecto, leyendo y sintetizando documentos históricos ocho horas al día, descubrieron su vocación de investigadores y al término de su contrato se inscribieron en programas de posgrado (dos en la maestría de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, dos en el doctorado de El Colegio de Michoacán y uno en el doctorado de El Colegio de México).

    El proyecto llegó a su fin en septiembre de 2016 con grandes resultados. El principal de ellos es la base de datos del Fondo Diocesano con casi 80,000 registros, que permite búsquedas de acuerdo a uno o varios de los siguientes campos: carpeta, expediente, año (es decir, cualquier año incluido entre el año inicial y el año final del expediente), lugar, persona, sinopsis (la búsqueda puede realizarse a partir de cualquier palabra que aparezca en ésta), ramo, tema, estado del documento, capturista y por su antigua referencia. Con la ayuda de estudiantes de la misma Facultad de Ciencias Sociales de la UNACH que prestaron su servicio social y de algunos becarios, se elaboraron también diversos inventarios para otros fondos.

    Señalemos, por último, que, a la par que se avanzaba en la elaboración de la base de datos del Fondo Diocesano, se fueron fotografiando los expedientes que lo integran. Estas fotografías pueden adquirirse a un costo módico en el propio archivo o solicitarse por teléfono (967-678-6625) o por correo electrónico (ahdsc@icloud.com).

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    El archivo histórico del Arzobispado de México

    Linda Arnold,

    Profesora Emérita, Virginia Tech

    Para llevar a cabo planes y proyectos en los archivos históricos, se requiere continuidad en los equipos archivísticos. Uno de los repositorios documentales que ejemplifica el valor dela continuidad de un equipo es el Archivo Histórico del Arzobispado de México (AHAM).

    Con el liderazgo del Padre Gustavo Watson Marrón y la dedicación de Berenise Bravo Rubio y Marco Antonio Pérez Iturbe, ese equipo, desde 1999, ha organizado y catalogado sus documentos, y ha digitalizado, casi en su totalidad, los fondos “Novohispano” y “José María Mora y del Río”. Ese trabajo ilustra, ejemplarmente, que un presupuesto limitado y un equipo de pocas personas no impiden la realización de planes y proyectos.

    El AHAM contiene documentación del siglo XVI hasta1930, organizada en los fondos Novohispano, Siglo XIX, 1821-1862 (más de 5700 documentos y 140,000 imágenes), Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos(más de 15,000 documentos), Próspero María Alarcón (más de 12,000 documentos), José María Mora y del Río (más de 14,000 documentos y 130,000 imágenes), Pascual Díaz Barreto (más de 5,000 documentos), Libros Administrativos (más de 1,200 libros), además de la biblioteca y la colección de microfilm de parroquias. La documentación y los libros administrativos abarcan más de 400 años del trabajo en el obispado y arzobispado de México. Aunque se ha perdido documentación –entre inundaciones, temblores, expropiaciones y desapariciones–, el Fondo Colonial incluye más de 9,700 documentos y libros que están digitalizados en un 99%, al igual que el Fondo José María Mora y del Río, conformado por más de 130,000 imágenes. En su conjunto los libros administrativos digitalizados abarcan casi 200,000 imágenes.

    Los desafíos para llevar a cabo el proyecto de digitalización no han sido pocos. Se han encontrado documentos de un fondo enmarañado con los de otro, así como fojas en mal estado. Se ha aprendido que hay que invertir los pocos recursos en equipo para almacenar más y más imágenes; también, se ha averiguado que la tinta de documentos escritos a mano puede dañar los escáners. A pesar de esos desafíos, el equipo no ha perdido de vista sus planes y proyectos. Hoy en día los visitantes encuentran en el AHAM catálogos en Excel, PDF y Word así como una calidad impresionante de imágenes. Se ha digitalizado a color en 300 ppp y convertido imágenes de los expedientes en PDF con interfaces en html y Word.

    Los investigadores encontrarán una gran diversidad de documentos que complementan la documentación colonial y del siglo XIX que se encuentra en el Archivo General de la Nación (AGN). Hay casi 4,000 documentos relacionados con diligencias y autos matrimoniales además de otros documentos del provisorato de Toluca. Hay visitas pastorales con padrones de confesantes. Hay bastante documentación relacionada con diezmos, conmutaciones de pagos, visitas de las colecturías de diversas parroquias a lo largo del arzobispado, documentación sobre la fábrica de la catedral y sus cuentas, así como las del arzobispado. Para la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, se encuentra la documentación del provisorato del arzobispado, abundante correspondencia, cuentas, visitas pastorales, circulares e índices de los negocios y asuntos archivados. Entre los diversos inventarios hay dos que merecen mención. Uno es un inventario de los archivos de las secretarías arzobispales entre 1527 y 1728, que nos permite relacionar la documentación arzobispal del AHAM con la del AGN para determinar qué tanto de la documentación colonial ha sobrevivido a través delos siglos (AHAM, Caja-Libros CL001, exp. 1, 705 fojas). Por otro lado, dividido en dos tomos, podemos encontrar el inventario de la Catedral de México, que contiene el precio en el que fueron valuados (entre 1926 y 1927) herramientas, mobiliario y ornamentos, por la Comisión de Inventarios Federales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Estos datos nos permiten apreciar el trabajo detallado de aquella comisión y la riqueza – expropiada y almonedada – de la cultura material de la Iglesia Catedral de la Ciudad de México (AHAM, Cajas Libros, Caja 58, Libros 5 y 6, 242 y 217 fojas, respectivamente).

    Tal vez, más importante para el investigador que la continuidad y la calidad del trabajo del equipo del AHAM, resulte ser que dentro de sus instalaciones, el investigado se encontrará con un personal atento, sabio y generoso.

    Archivo Histórico del Arzobispado de México. Durango, 90, 1er. piso, Roma Norte, Del. Cuauhtémoc, Cd. Mx., 06700. Tels.5208 3200 ext. 1903. Horario: 9:30- 13:30.

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    El Noreste de luto por la partida de don Israel Cavazos

    Historiadores, cronistas, promotores culturales, educadores, políticos y en general todos los ciudadanos preocupados y ocupados por el desarrollo cultural del noreste lamentamos la partida del historiador Don Israel Cavazos Garza, quien falleció este sábado 5 de noviembre a la edad de 93 años. La vertiginosa ciudad de Monterrey se ha detenido en los pasados días para rendirle honores y rememorar a uno de los historiadores más admirados y queridos.

    Don Israel nació el 2 de enero de 1923, en la entonces villa de Guadalupe al oriente de la ciudad de Monterrey, al pie del emblemático cerro de la silla. Como siempre lo señaló, fue testigo durante su infancia de la desaparición de las antiguas quintas y huertas que caracterizaban a la villa y de la expansión de los barrios de trabajadores de la entonces Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey. Fue ante todo un orgulloso guadalupense pues nunca se presentó como regiomontano.

    Según contaba, tenía 18 años cuando inició sus primeros trabajos de investigación histórica en el Archivo de la Catedral de Monterrey. Poco después, en 1944, comenzó su carrera como historiador cuando entró a trabajar en el Archivo Municipal de Monterrey, del que fuera su Director tiempo después. De 1955 a 1975 dirigió el Archivo General del Estado de Nuevo León, y desde ese último año recibió el título de Director Vitalicio Honorario, como reconocimiento a su labor. En 1978 ingresó a la Academia Mexicana de la Historia ocupando el sillón número 21.

    Por más de 70 años, fue un incansable defensor y promotor de los archivos históricos del noreste. Su buen nombre y prestigio, el refinamiento de su trato y su singular humor le permitió allegarse los recursos necesarios para sacar del abandono y descuido en el que se encontraban los acervos históricos, y al mismo tiempo ir sensibilizando a las autoridades sobre su valor y relevancia para la memoria histórica regional.

    Como historiador escribió más de una veintena de libros sobre historia colonial y decimonónica del noreste, ello sin contabilizar sus ensayos y artículos especializados. Posiblemente su obra más admirada fue el Catálogo y síntesis de los protocolos del Archivo Municipal de Monterrey, 1599-1796 por la cual recibió el Premio Atanasio Saravia en 1986. Pero ello está en debate, pues hay quienes se decantan por el Cedulario autobiográfico de pobladores y conquistadores de Nuevo León (1964), entre otras obras.

    Como paciente archivista logró sacar a la luz pública una serie de documentos históricos inéditos, localizados en sus reiteradas excursiones en los archivos locales y en el General de la Nación, como también de los archivos General de Indias, de la Corona de Aragón, de Simancas, de la Biblioteca Británica, entre otros tantos acervos que consultó en el viejo continente. El acervo documental recopilado a lo largo de su vida resultó de gran valor para la historiografía del noreste.

    Don Israel recibió múltiples premios y reconocimientos. Entre los más importantes: en 1982, la Medalla Diego de Montemayor otorgada por el ayuntamiento de Monterrey; en 1986, la Medalla al Mérito Cívico por el gobierno del Estado de Nuevo León; en 1995, el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía; finalmente, fue condecorado en el 2009 con la Insignia de la Orden de Isabel la Católica, en grado de Encomienda, otorgada por el Gobierno de España.

    Su legado en pro del patrimonio histórico regional se transformó en la base del quehacer historiográfico contemporáneo. No hay palabras suficientes para expresar el agradecimiento y la deuda que tenemos la comunidad de historiadores con Don Israel. Que descanse en paz.

    Eva Rivas Sada
    Secretaria Ejecutiva de la Asociación de Historia Económica del Norte de México.

    Boletín 422

    Enero – Febrero 2017

    Dictámenes de los artículos ganadores (publicados en 2014)

    Historia Cultural

    Mejor artículo:

    Olivier, Guilhem, “Venados melómanos y cazadores lúbricos: cacería, música y erotismo en Mesoamérica”, Estudios de Cultura Náhuatl, n. 47, 2014, pp. 121-168.

    El artículo es una contribución importante para los estudios mesoamericanos en tanto que aporta una interpretación histórico-antropológica que rompe con el paradigma predominante de la cultura del maíz y que posiciona al modelo cinegético dentro de la discusión historiográfica sobre Mesoamérica. El texto analiza minuciosamente y articula de manera magistral datos históricos, arqueológicos y etnográficos, de distinta procedencia, que permiten a su autor ir construyendo su argumento a partir de un hilo conductor: el venado, animal emblemático entre las culturas mesoamericanas, al que el artículo contribuye a dar mayor visibilidad.

    Mejor reseña:

    Jaime Cuadriello, sobre el libro de Lucero Enríquez, Un almacén de secretos. Pintura, Farmacia, Ilustración: Puebla, 1797. Reseña publicada en Estudios de Historia Novohispana, n. 50, enero-junio 2014, pp. 121-168.

    Mención honorífica a reseña:

    Érika Pani, sobre el libro coordinado por Ariadna Acevedo Rodrigo y Paula López Caballero, Ciudadanos inesperados. Espacios de formación de la ciudadanía ayer y hoy n. 251, enero-marzo 2014, pp. 1501-1507.

    Historia política

    Mejor artículo:

    Caroline Cunill, “El uso indígena de las probanzas de méritos y servicios: su dimensión política (Yucatán, siglo XVI)”, Signos históricos, n. 32, julio-diciembre, 2014, p. 14-47.

    Este artículo hace una aportación notable a un tema poco explorado. Se trata de un análisis socio-político y jurídico muy bien concebido y argumentado sobre las probanzas de méritos en el Yucatán del siglo XVI. Un procedimiento cuya efectividad variaba en cada caso por diversos factores, tal como lo refiere la autora. Con   frecuencia  estas peticiones respondían al objetivo por parte de grupos indígenas de mantener ciertos privilegios, pero también a un intento expreso por mantener una memoria histórica permanentemente amenazada.

    Mejor reseña:

    Catherine Andrews, sobre Jaime E. Rodríguez O., We are now the true Spaniards. Reseña publicada en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 48, julio-diciembre, 2014, p. 211-218.

    Historia social

    Mejor artículo:  

    Martha Santillán Esqueda, “Narrativas del proceso judicial. Castigo y negociación femenina en la ciudad de México, década de los cuarenta”, Estudios   de Historia Moderna y Contemporánea de México, n. 48, julio-diciembre de 2014, pp. 157-189.

    La autora trabaja a partir de los documentos de los Procesos del Tribunal Superior de Justicia. Se centra en las narrativas de las mujeres inculpadas y de sus defensores, así como en las estrategias argumentativas de negociación… El análisis del material empírico le permite acceder a los discursos elaborados por estas mujeres para explicar su   propia criminalidad, en los  que  ponen en marcha diversas estrategias para obtener benevolencia de sus juzgadores. El artículo es muy original porque aplica la metodología del análisis del discurso a la documentación de carácter judicial, lo que le permite desentrañar las categorías con las que las propias mujeres y/o defensores conceptúan sus actos, y más aún, rastrear el origen de las categorías: los modelos de femineidad imperantes  en la época, y muy particularmente, las ideas en relación a la maternidad y al papel social de la mujer.

    Mención honorífica:

    Fabiola Bailón Vásquez, “Matronas y burdeles   en la Verde Antequera, 1890-1912. Apropiación, defensa y negociación del comercio sexual tolerado”, Relaciones, n.140, otoño 2014, pp. 295-332.

    Mejor Reseña:

    Romana Falcón, sobre el libro de  Leticia Reina, Indio, campesino y nación en el siglo XX mexicano. Historia e historiografía de los movimiento rurales. Reseña publicada en Historia Mexicana, vol. LXIII, n. 251, enero-marzo, 2014, pp. 1507-1517.

    Teoría de la historia e historiografía

    Premio al mejor artículo:

    Alfonso Mendiola, La amplificatio en el género epidíctico del siglo XVI”, Historia y grafía, no. 43, julio-diciembre, 2014, pp. 103-125.

    El artículo busca esclarecer la forma tanto cognitiva como literaria de los relatos escritos durante el siglo XVI sobre la conquista de México. De antemano sostiene que el estilo literario de esos textos no es simplemente ornamentación, sino que ella condiciona la validación de los enunciados mismos. La investigación se realiza no desde teorías literarias actuales, sino a partir de las retóricas españolas de los siglos XV y XVI. Una de las aportaciones es la de mostrar que esos relatos pertenecen al género epidíctico, es decir, al del elogio o vituperio, uno de cuyos rasgos era la amplificación. Por ese aspecto se entiende redundancia, un elemento propio de las formas de comunicación de las sociedades tradicionales, que no eran capaces de producir variación. El autor muestra en su trabajo que la tensión entre redundancia y variación es lo propio del género epidíctico.

    Mención honorífica:

    Jaime Torres Guillén, “El carácter analítico y político del concepto de colonialismo interno de Pablo González Casanova”, Desacatos, n. 45, mayo-agosto, 2014, pp. 85-98. Historia económica Mejor artículo: Dení Trejo Barajas, “Pugna por el libre comercio en las postrimerías del virreinato: la Nueva Galicia y las Provincias Internas frente a los comerciantes de la ciudad de México, 1811-1818”, Estudios de Historia Novohispana, n. 51, julio-diciembre, 2014, pp. 107-130.

    Historia Económica

    Mejor artículo:

    Dení Trejo Barajas, “Pugna por el libre comercio en las postrimerías del virreinato: la Nueva Galicia y las Provincias Internas frente a los comerciantes de la ciudad de México, 1811-1818”, Estudios de Historia Novohispana, n. 51, julio-diciembre, 2014, pp. 107-130.

    La investigación ofrece un análisis novedoso del periodo de la guerra novohispana. La autora analiza la respuesta, medidas y estrategias de comunidades mercantiles enfrentadas en un periodo de profundas transformaciones en las prácticas económicas, institu-cionales y políticas en el virreinato. Desde esta perspectiva, la guerra ofrece un escenario para recon-figurar los lazos comerciales, abrir nuevos puertos y en general una coyuntura para el surgimiento de nuevos puertos en el pacífico. El artículo se ofrece como un excelente ejercicio metodológico y analítico que considera las prácticas, los marcos institucionales y las coyunturas en el desarrollo del comercio en las primeras décadas del siglo XIX.

    Mejor reseña:

    Ernest Sánchez Santiró, sobre Carlos Marichal y Johanna von Grafenstein (coords.), El secreto del imperio español. Los situados coloniales en el siglo XVIII. Reseña publicada en Historia Mexicana, n. 252, abril-junio, 2014, pp. 256-262.

    Historia del Arte

    Mejor artículo:

    Rebeca Monroy, “Identidades perdidas: Miss México 1928”, Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, n. 104, enero-junio 2014, pp. 127-156.

    El comité de Historia del Arte consideró que el artículo presenta una investigación original que aporta significativamente al campo. El texto es sólido en numerosos aspectos: es novedoso, es maduro, la metodología es consistente, utiliza imágenes que proveen un importante apoyo a la narrativa del artículo, demuestra una profunda y afianzada investigación. El texto es revelador dentro del campo de los estudios de género, pues emplea fuentes novedosas que permiten asomarse a la historia de las mujeres desde la fotografía, los diarios de la época hasta otras fuentes orales y gráficas. Asimismo trata de un sujeto poco considerado en los estudios históricos tradicionales: en este caso, una mujer proveniente de un estrato social bajo que, en 1928, llegó a convertirse en reina de belleza.

    Mejor reseña:

    Luisa Elena Alcalá, sobre El arte de la pintura en Quito Colonial. Reseña publicada en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, n. 105, julio-diciembre 2014, pp. 269-274.

    ¿Dónde estudiar historia en México? Segunda entrega

    VER ENLACE

    Alrededor de cincuenta instituciones de educación superior en México ofrecen estudios de historia o de humanidades y ciencias sociales con especialidad en historia. En este número publicamos la continuación de la lista de carreras (véase Boletín 419) a cuyas instituciones agradecemos por habernos enviado la información de manera oportuna.

    In memoriam, Jorge Alberto Manrique (1936-2016)

    El 2 de noviembre de 2016 murió el gran historiador Jorge Alberto Manrique, poco tiempo después de que su casa, la Universidad Nacional Autónoma de México, le organizara un merecido homenaje con motivo de sus ochenta años de vida. En efecto, el maestro Manrique nació en el entonces Distrito Federal, el 17 de julio de 1936. Licenciado en Historia por la Universidad Nacional, realizó estudios de posgrado en París y Roma. No parece extraño que su primer trabajo de investigación fuera sobre su natal Azcapotzalco, una tesis de licenciatura que, aunque titulada “Los dominicos y Azcapotzalco”, en realidad estaba dedicada al convento de esa orden. Poco después, pondría atención a la presencia de las culturas indígenas mesoamericanas en el barroco de Nueva España y, a partir de entonces, toda su producción, salvo alguna rara excepción, estaría dedicada a la historia del arte mexicano. Fue profesor en varias instituciones de educación superior, empezando por la Universidad Veracruzana. En El Colegio de México y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional formó varias generaciones de historiadores. Desde 1968 se integró como investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional, que en el año 2000 lo reconoció con el emeritazgo. Fundador y director de varias instituciones, se le recuerda por el buen trabajo que desempeñó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Veracruzana, en el Museo Nacional de Arte, en el Museo de Arte Moderno y también en la dirección del propio Instituto de Investigaciones Estéticas. Entre 1980 y 1982 formó parte de la Mesa Directiva del Comité Mexicano de Ciencias Históricas. Ocupó el sillón siete de la Academia Mexicana de la Historia. Incansable, lo mismo estudió la obra de Guillermo Kahlo que el manierismo en Nueva España. Publicó varias obras en coautoría, en especial con Teresa del Conde. Reconoció en Edmundo O’Gorman a su maestro y formador. Su vasta erudición contrastaba con el medio acadé-mico actual, cada vez más especializado. Su impronta en los estudios de la historia del arte mexicano será duradera.

    Alfredo Ávila, CMCH.

    Boletín 421

    Noviembre – Diciembre 2016

    Proceso de elaboración y discusión de la Ley General de Archivos Informe de la Mesa Directiva, 14 de diciembre de 2016

    Desde que se integró la actual mesa directiva del Comité Mexicano de Ciencias Históricas, una de sus preocupaciones fue el proceso de creación de la Ley General de Archivos. Al finalizar 2015, recibió copia del anteproyecto de ley elaborado por el Archivo General de la Nación, al que hicimos varios comentarios con el apoyo de colegas y asociaciones civiles.
    En la reunión del Consejo Consultivo del Archivo General de la Nación (en febrero de este año) el presidente y el secretario del Comité hicieron mención de lo anterior y refirieron la preocupación de varios colegas sobre el tema. La directora del Archivo, por su parte, informó que el anteproyecto ya había sido entregado al Senado, de modo que la instancia con la que se debía tratar era el Poder Legislativo.
    Por ello, el presidente del Comité buscó la posibilidad de entrevista con el senador Alejandro Encinas, entonces presidente de la segunda Comisión de Puntos Legislativos, y la senadora Laura Rojas. Tras reuniones en el Senado y en el Centro de Estudios de Historia de México CARSO, se expuso el interés de la comunidad de historiadores en participar en los foros que se realizaran en torno a tan importante asunto (ver Boletín 417). De igual manera, la Mesa Directiva invitó en distintas sesiones a colegas y a las autoridades del AGN para dialogar en torno a los problemas que enfrentamos en materia de archivos y el desarrollo de la propuesta de ley.
    El Comité organizó una jornada titulada “Los historiadores frente a los archivos”, a la que fueron invitados varios colegas y la directora del AGN, quien aceptó participar, aunque después, por motivos de agenda, canceló. El encuentro se realizó el 24 de noviembre de 2016, en el Centro de Estudios de Historia de México CARSO, el día anterior a la asamblea general de instituciones. La reunión permitió conocer cuáles son las experiencias y las expectativas de los historiadores frente a los archivos y la ley que se propone normarlos (cuya iniciativa fue presentada en el Senado el 17 de noviembre).
    En la asamblea celebrada el 25 de noviembre se acordó que el Comité promoviera una serie de puntos, que se señalan al final de este informe, ante los senadores. En consecuencia, el presidente y el secretario del Comité solicitaron participar en la Audiencia Pública organizada por el Senado de la República, que se celebró el 28 de noviembre.
    Los puntos que los historiadores expusieron se pueden resumir en los siguientes:

    • Se reconoce la importancia del señalamiento, en el artículo 36, de que “los documentos contenidos en los archivos históricos son públicos y de interés general” y por tanto “no podrán ser clasificados como reservados o confidenciales”, pero se insiste en que los archivos deben ser designados de forma explícita como “fuente de acceso público”, para emplear los términos de la Ley General de Transparencia y el proyecto que se discute en la Cámara de Diputados de Ley General de Protección de Datos Personales.
    • Consideramos necesario que se establezcan plazos temporales obligatorios (de preferencia, 25 años) para la transferencia de los documentos con valor histórico de los archivos de concentración a los archivos históricos, y por tanto a la protección de datos personales.
    • Reiteramos que la participación de los historiadores es indispensable en la valoración de los documentos en los archivos administrativos prevista en el título tercero.
    • No estamos de acuerdo con el artículo 14 transitorio que prevé que sean valorados en los siguientes dos años, lo que podría suponer su regreso a un archivo de concentración, su destrucción o su sustracción por causas políticas.
    • Nos oponemos a que el Sistema Nacional de Archivos, encabezado por el Archivo General de la Nación, quede bajo la tutela de la Secretaría de Gobernación (artículo 98) y que la dirección del Archivo sea designada por el presidente de la república (artículo 105).

    Cabe señalar que colegas de diversas instituciones participaron activamente, a través del Desplegado publicado en El Universal y en La Jornada Maya, así como en los medios públicos de comunicación para expresar nuestras opiniones. Varias instituciones hicieron pronunciamientos sobre la iniciativa, incluidos la Asociación de Archivos y Bibliotecas Privados, El Colegio de México, el Consejo Técnico de Humanidades de la UNAM, y el Colegio de Personal Académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la misma Universidad. Desde la presentación de la iniciativa de Ley, la página web del Comité ha procurado dar seguimiento y difusión a cada uno de estos pronunciamientos y artículos de opinión.
    Asociaciones civiles, como Artículo 19 y la Red por la Rendición de Cuentas han participado muy de cerca con integrantes de la Mesa Directiva del Comité, así como con académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México y de El Colegio de México para hacer sugerencias a los senadores que presentaron la iniciativa, para mejorarla.
    El resultado, hasta ahora, es que la ley no se presentará al pleno en este periodo de sesiones, lo que nos dará más tiempo para continuar con el trabajo, la reflexión y las propuestas. El objetivo es que haya una ley que permita la transparencia y el acceso irrestricto a los archivos. El objetivo es seguir contribuyendo a la construcción de una memoria histórica plural. Por eso, necesitamos seguir haciendo presencia en las semanas siguientes.

     En la Mesa Directiva del Comité Mexicano de Ciencias Históricas estamos convencidos de que esta es una oportunidad para que las autoridades y la sociedad misma conozcan la importancia de nuestro trabajo, y para toda la comunidad que realiza labores de docencia e investigación en Historia, para hacer un compromiso con esa misma.

    VER SECCIÓN LEY GENERAL DE ARCHIVOS

    Los historiadores frente a los archivos Foro celebrado el 24 de noviembre de 2016

    El día 24 de noviembre se llevó a cabo el foro “Los historiadores frente a los archivos”, organizado por el Comité Mexicano de Ciencias Históricas y celebrado en el Centro de Estudios Históricos de Historia de México CARSO, gracias a la gentileza de su director, el Dr. Manuel Ramos Medina.
    El evento, dividido en dos mesas, representó un espacio para que los participantes compartieran al público sus experiencias en la consulta de archivos históricos y las dificultades que han encontrado para consultar algunos documentos en el marco de la vigente Ley Federal de Archivos, sobre todo por las interpretaciones diversas que de ella hacen los propios archivos.
    Durante la primera mesa, el Dr. Andrés Ríos narró las dificultades que encontró al querer consultar información del Archivo de la Secretaría de Salud sobre casos clínicos de las décadas de 1940 y 1950. A pesar de la buena voluntad de los directivos del acervo, el Dr. Ríos explicó que debido a una interpretación de la ley de protección de datos personales, tuvo que solicitar una autorización formal que llegó a la Suprema Corte de Justicia y retrasó su investigación durante casi un año. Por su parte, la Dra. Celaya refirió los problemas que sortean cotidianamente los archivos estatales y locales en Veracruz, así como las inconsistencias que notó entre las necesidades de los archivos y las propuestas de la iniciativa de Ley General de Archivos. La historiadora contrastó las facilidades de consulta que dan algunos archivos (consulta irrestricta, posibilidad de fotografiar, etc.) con las dificultades que hay en otros por la protección de datos personales. Dio también una idea de la riqueza del archivo municipal de Xalapa y el Archivo General del Estado de Veracruz, así como de las cuantiosas pérdidas ocasionadas por el clima, la falta de recursos, escasez de personal, proyectos fallidos de digitalización y otra serie de problemas recurrentes. Finalmente, en esta misma mesa, la Dra. Aurora Gómez Galvarriato nos compartió, en su experiencia como ex directora del Archivo General de la Nación, las contradicciones de la ley de protección de datos personales, los esfuerzos por hacer autónomo al AGN y la falta de un presupuesto adecuado para llevar a cabo labores de resguardo, capacitación y digitalización de documentos.
    La segunda mesa abrió con la colaboración del Dr. Joel Blanco, archivonomista y catedrático de la Universidad de Puerto Rico, quien expuso los avatares del archivo de ese país en el tránsito de la dependencia española a la de Estados Unidos y después en el tránsito al sistema del “Estado libre asociado”. Blanco señaló las pérdidas irreparables de documentación, las dificultades jurídicas que enfrenta el Archivo General por su falta de autonomía, de personal y de una ley que facilite la transferencia y la organización de información del siglo XX. En su intervención, la maestra Ana Cristina Ruelas, directora para México y Centroamérica de Artículo 19 (asociación internacional por el derecho a la información) advirtió los riesgos de establecer un sistema de archivos bajo la tutela de una secretaría de Estado e hizo un llamado a pensar en los archivos no sólo como depósito de memoria histórica, sino como fuente de respuestas para la justicia social. Por último, el Mtro. César Valdez nos relató sus vicisitudes en las galerías 1 y 2 del Archivo General de la Nación, mostrándonos con imágenes, ejemplos del testeo de documentos, que con la finalidad de borrar datos personales dejan inservibles cartas privadas, fotografías, comunicados, informes policiacos e incluso publicaciones periódicas que pueden consultarse en hemerotecas públicas. El Foro concluyó con la participación de preguntas y observaciones del público sobre la iniciativa de la Ley General de Archivos y sus posibles implicaciones en la consulta documental.

    Palabras en representación de los premiados

    Martha Santillán Esqueda
    Ganadora del premio al mejor artículo de 2014 en la categoría de “Historia social”

    Un día como hoy, en 1981, fueron asesinadas las hermanas Mirabal durante la dictadura de Leónides Trujillo en República Dominicana. Desde entonces, cada 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Aquel asesinato y el consecuente rechazo a la violencia contra las mujeres, que se conmemora año tras año, evidencia que la historia y el presente están imbricados y cruzados por las mismas preocupaciones, en este caso la preocupación por la violencia y, en particular, por aquella relacionada con las mujeres.
    La historia nos ayuda a comprender la experiencia humana en el tiempo. Es el arte, dice Jurandir Malerba, de situar las memorias. Recuperar el pasado nos compete porque sabemos que nos configura. La forma que adquiere el presente se conforma en la memoria —o en la memoria y sus olvidos, podríamos precisar. Nuestra identidad como sujetos, como sociedad, como nación, se encuentra enraizada en el pasado; es por ello que los vestigios del pasado son un patrimonio, ya que en última instancia nos explican.
    Así pues, la importancia del evento que nos reúne este día, la entrega de premios a los mejores artículos y reseñas del 2014 por parte del Comité Mexicano de Ciencias Históricas, contribuye indudablemente a cultivar ese arte de situar las memorias. Para ello, para situar las memorias, para estructurar los vestigios, los recuerdos, el historiador (o aquellos, quienes aunque no sean parte del gremio, buscan explicaciones del presente en el pasado), se sirven de los rastros localizados en documentos diversos, generalmente concentrados en acervos. Todas las publicaciones que son reconocidas este día fueron posibles porque contaron con materiales para llevar a cabo la afanosa tarea de recuperar y entender el pasado, esto es, buscar, encontrar, reflexionar, hacer preguntas, esclarecer procesos, reconocer contextos, ofrecer respuestas.
    Hace unos días muchos historiadores, investigado-res de otras disciplinas, asociaciones diversas y personas en general firmaron desplegados y peticiones dirigidos al Senado de la República, a la dirección del Archivo General de la Nación y a la opinión pública, en los cuales se evidencia una preocupación ante la iniciativa de La ley General de Archivos presentada el 17 de noviembre pasado, y que pone en riesgo el libre acceso a documentos históricos y, con ello, “a la construcción de una memoria plural e incluyente”, como se puede leer en un desplegado. Por ejemplo (y haré referencia a una de las preocupaciones que me parece por demás inquietante), esta Ley propone que el Sistema Nacional de Archivos, encabezado por el Archivo General de la Nación, quede bajo la tutela de la Secretaría de Gobernación y que la dirección del Archivo sea designada por el presidente de la República, lo cual implicaría que la construcción de la memoria histórica quedase supeditada a intereses políticos.
    Insisto: los trabajos que hoy se reconocen no hubieran llegado a buen puerto si los investigadores nos hubiésemos enfrentado con documentos censurados, mutilados, tachados o, en el peor de los casos, ocultos tras complejas instancias administrativas y políticas. Todo ello no hace más que apartarnos de las huellas de nuestra memoria, de huellas que están ahí para ser reconstruidas y que nos permitan posicionarnos de una manera más plural, copiosa y comprensiva en el presente.
    Quiero destacar que es fundamental valorar la labor del Comité Mexicano de Ciencias Históricas para la realización de estos premios, labor que implica la selección de las investigaciones galardonadas entre cientos de artículos publicados. Ello es muestra indudable de que el trabajo colegiado y el diálogo entre pares es la base fundamental para la construcción del conocimiento histórico.
    La existencia de estos premios afirma la relevancia de la maravillosa tarea de recuperación y comprensión del pasado que hacemos los historiadores. Y, en este sentido, también nos hace recordar la importancia del proceso de la creación historiográfica y de la difusión del conocimiento histórico a través de revistas especializadas. Este tipo de publicaciones fortalece a todas luces el diálogo académico, no sólo porque los trabajos publicados pasan por procesos de lecturas serias y comprometidas entre pares para su mejora, o porque llegan a ser leídos por colegas y estudiantes, sino también porque hoy en día gracias a las nuevas plataformas mediáticas como internet, las revistas han ido encontrando en la digitalización una excelente herramienta para alcanzar públicos más diversos y amplios, incluso fuera del país, con lo cual la expansión del conocimiento ha traspasado fronteras insospechadas hasta hace unos cuantos años.
    En un momento donde cada vez más se cierran los espacios para las publicaciones impresas, y en un momento donde las plataformas digitales se han convertido en herramienta casi imprescindible para la difusión, premios como los otorgados el día de hoy contribuyen a ampliar y a mejorar las investigaciones, en tanto que avalan la calidad y la originalidad de la labor historiográfica, a la vez que se va reconociendo la importancia de temáticas poco exploradas pero relevantes tanto para la historia como para los tiempos presentes. Y aunque seguramente es mera coincidencia que la celebración sea hoy, 25 de noviembre, día en que se recuerda a las hermanas Mirabal, llama la atención que entre los trabajos que se premian en esta ocasión por parte del Comité, destaque la presencia de investigaciones que buscan comprender los procesos que desde antaño han enlazado la violencia con las mujeres, ya sea cometida contra ellas o por ellas.
    Para terminar diré que me siento muy honrada de que se me haya brindado la oportunidad de agradecer ante todos ustedes la importante labor realizada por el Comité Mexicano de Ciencias Históricas, y sobre todo para poder extender públicamente mis más sinceras felicitaciones a todos y cada uno de mis colegas premiados por su dedicación en la creación de una historiografía de calidad que siga invitándonos al diálogo y al crecimiento tanto académico como social.

    Los premios a los mejores artículos y reseñas del 2014 se entregaron el 25 de noviembre de 2016. En el número siguiente publicaremos los dictámenes. La lista de ganadores puede verse en la página de internet del Comité.

    VER LISTA DE PREMIOS

    Antonio García de León, Premio Clarence S. Haring 2016

    De acuerdo con la página de la American Historical Association, el premio Clarence S. Haring se otorga al autor latinoamericano que haya publicado “el libro más sobresaliente en historia de América Latina en el lustro precedente al año del premio”. En este caso, el premio correspondiente a los años 2011-2015 se otorgó al Dr. Antonio García de León por su libro Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821, publicado por el Fondo de Cultura Económica en 2011.

    Desde que se estableció el premio Haring en 1963, once historiadores han sido galardo-nados: Daniel Cosío Villegas, Luis González y González, Tulio Halperin-Donghi, Manual Fragi-nals, José Pedro Barrán, Alberto Flores Galindo, João Reis, Hilda Sabato, Marial Iglesias Utset, Walter Fraga Filho y ahora, Antonio García de León.

    “En estos capítulos he tratado de dar un nuevo nombre a muchas cosas conocidas, perdidas ahora en el caos de las generalizaciones, y que, a fuerza de repetirse, se han convertido en verdades. Mucho de la clave del verdadero carácter de esta historia está, sin embargo, en las consideraciones de los hombres de su tiempo y en los giros verbales de la lengua de la tierra acalladas por el peso de la modernidad. Por lo mismo, he intentado sacar de los documentos originales, y de las hablas y consejas locales, el tono y el sabor propio de lo regional…”. (García de León, Tierra adentro, p. 17).

    Sobre el libro de García de León

    “Para la historiografía mexicana, el reciente libro de Antonio García de León […] resulta ser una obra imprescindible. Está enmarcada en los estudios históricos de larga duración y propone renovados estilos metodológicos para el quehacer de la historia económica, social, de la vida cotidiana y política. […]”. Reseña de Mario Trujillo publicada en Secuencia, núm. 85, enero-abril 2013.

    “Antonio García de León es uno de los estudiosos que ha dedicado gran parte de sus esfuerzos a analizar el devenir histórico de Veracruz, las relaciones que a través de él se establecieron, las regiones vinculadas e influidas por ese establecimiento, los contextos internacionales en los que se vio integrado, así como su evolución económica, social y cultural”. Reseña de Guadalupe Pinzón Ríos publicada en Estudios de Historia Novohispana, enero-junio 2012, p. 211.

    “…Tierra adentro, mar en fuera puede ser valorado desde por su rítmico y atractivo título, hasta por su aportación implícita a la historia regional y a la ambiental, donde el nicho ecológico veracruzano va mostrando su formación y deformación, producto de una serie de tensiones culturales, políticas, sociales, económicas y meramente geográficas, que le dieron la forma y características actuales. Un libro donde la geografía, una vez más, es una disciplina complementaria de la historia, pero donde lo geográfico permanentemente está presente.” Reseña de Irma Beatriz García Rojas, en la revista Investigaciones Geográficas, núm 76, 2011, p. 147.

    Boletín 420

    Septiembre – Octubre 2016

    ¿Archivos en riesgo? Carta enviada a la Comisión del Senado que revisa la Ley General de Archivos

    Estimado señor senador: 

    A través de diversos medios de comunicación se ha difundido la noticia de que próximamente se presentará la iniciativa del proyecto de Ley General de Archivos. Entiendo que la directora del Archivo General de la Nación ha intervenido de manera activa en la elaboración del ante-proyecto y que se han realizado consultas con académicos y especialistas en acceso a la información. En el mismo espíritu de contribuir con opiniones de académicos al proceso legislativo, en diciembre de 2015 envié una carta con las preocupaciones del Comité Mexicano de Ciencias Históricas y, al mismo tiempo, una carta con firmas de numerosos historiadores, que expresaban nuestras preocupaciones en torno a la normatividad en materia de archivos históricos.

    Como usted bien sabe, los archivos son el principal repositorio de información con el que contamos los historiadores para realizar la labor que la sociedad nos ha encomendado, al tener resguardados documentos de todo tipo que permiten sostener, modificar o rechazar las hipótesis que nos planteamos acerca de la realidad histórica de nuestras comunidades, nuestros estados, nuestro país y del mundo. No hay duda de la importancia que desempeñan los estudios historiográficos en la comprensión de nuestro presente, así como tampoco que sin la consulta abierta, sin reservas, y con los cuidados precisos de los archivos, no es posible hacer ese trabajo.

    Por ello, en el Comité Mexicano de Ciencias Históricas consideramos de enorme importancia que la Ley General de Archivos reconozca, de manera explícita, en alguno de sus artículos, que:

    Los documentos contenidos en archivos históricos, son públicos y de interés general y no podrán ser clasificados como reservados ni confidenciales, por lo que el acceso a ellos se efectuará conforme al procedimiento que establezcan los propios archivos para su conservación, garantizando y facilitando la consulta.

    Lo anterior no se opone, por supuesto, a que reconozcamos que hay documentos que por diversas razones deben permanecer resguardados y clasificados como confidenciales por determinado tiempo, incluso por décadas, pero consideramos que una vez que los documentos sean depositados para su resguardo en los archivos históricos, ya no deben ser susceptibles de clasificarse como reservados ni confidenciales. Lo anterior, sin duda, evitará que información resguardada en los archivos históricos pueda ser negada a los investigadores con el argumento de que contienen información personal y, por lo mismo, confidencial (como pudieran ser todos los procesos judiciales preservados desde el siglo XVI) o que atienden a asuntos de decisiones de Estado, y de esa forma ser considerados como reservados (aunque se refieran a asuntos de relaciones diplomáticas del siglo XIX, por poner un ejemplo).

    Agradezco las atenciones que pueda dar a esta carta, y quedo a sus órdenes para cualquier consulta que usted quiera plantearme.

    Atentamente.—Dr. Alfredo Ávila. Presidente del Comité Mexicano de Ciencias Históricas.

    La carta anterior fue enviada al senador Alejandro Encinas en el mes de agosto, cuando presidía la Segunda Comisión de Estudios Legislativos, encargada de revisar la propuesta de Ley.

    Sin derecho a la memoria. La obstrucción a las fuentes históricas por el abuso de la protección de datos personales

    Aurora Gómez Galvarriato
    El Colegio de México

    En las últimas décadas ha habido en el mundo un retroceso en el acceso a la información que ha encontrado como excusa la protección de los datos personales. Esto ha sido particularmente grave en países como Rusia, que han vivido pérdidas democráticas y se han tornado cada vez más autoritarios. Un fenómeno similar lo estamos viviendo en México y podría materializarse si se llegan a promulgar la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados tal y como ha sido ya aprobada por el Senado, y la Ley General de Archivos de acuerdo con la propuesta que ha enviado a él la Secretaría de Gobernación y que sigue en discusión en dicha Cámara. Debido a que las leyes de transparencia establecen restricciones temporales al acceso a los documentos reservados por razones de seguridad nacional u otras similares, pero no establecen temporalidad para la restricción a su acceso por razones de “confidencialidad,” la protección de datos personales se ha convertido en la puerta trasera del gobierno para limitar efectivamente el acceso a la información, permitiéndoles al mismo tiempo dar la apariencia de apertura.

    La Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública, promulgada el 4 de mayo de 2015, y la ya mencionada propuesta de Ley General de Protección de Datos Personales, cuyo dictamen ha sido recientemente aprobado en la Cámara de Senadores y está en revisión en la Cámara de Diputados, representan un grave peligro para el quehacer del historiador y la construcción de la memoria histórica. Este conjunto de disposiciones legales pone serias limitaciones tanto al acceso a los documentos que se encuentran resguardados en los archivos históricos, como a la transferencia de nuevos documentos a dichos acervos. La propuesta de Ley General de Archivos que ha enviado la Secretaría de Gobernación al Senado no sólo no corrige los problemas que estas leyes generarían al acceso a los archivos históricos, sino que incluso los acrecienta.

    Este retroceso es gravísimo pues la apertura de los archivos históricos al público durante el siglo XIX representó el primer paso hacia el acceso a la información de los ciudadanos tras el triunfo de los ideales republicanos, ilustrados y liberales que surgieron a raíz de la Revolución Francesa, y la independencia de los países en América. Las leyes de transparencia y acceso a la información promulgadas en los distintos países a partir de la segunda mitad del siglo XX y en México en 2002 buscaron ampliar el acceso ciudadano incluso a aquellos documentos que se encontraran en los archivos administrativos (de trámite y concentración). Sin embargo, este proceso está siendo revertido aprovechando el derecho a la protección a la privacidad, en la medida en que sus regulaciones no contemplan límites claros a su ámbito temporal.

    Para el historiador el acceso a los documentos de archivo es tan importante como un piano al pianista, y son justamente los datos personales incluidos en dichos documentos lo que dan mayor valor histórico a los documentos. El perjuicio que la protección indefinida de los datos personales causa al acceso a los documentos limita el trabajo de los historiadores, y deja a la ciudadanía vulnerable ante la tergiversación de la memoria histórica con fines políticos.
    La Ley General de Transparencia establece en su artículo 116 que se considera como información confidencial la que contiene datos personales concernientes a una persona identificada o identificable, que ésta no estará sujeta a temporalidad alguna y que sólo podrán tener acceso a ella los titulares de la misma, sus representantes y los Servidores Públicos facultados para ello.

    Establece también, en su artículo 120, que para que los sujetos obligados puedan permitir el acceso a información confidencial requieren obtener el consentimiento de los particulares titulares de la información salvo en algunas excepciones, por ejemplo cuando la información se encuentre en registros públicos o en fuentes de acceso público.

    Por su parte, el dictamen de la Ley General de Protección de Datos Personales, aprobado por la Cámara de Senadores recientemente y en revisión en la Cámara de Diputados, define “datos personales” como “cualquier información concerniente a una persona física identificada o identificable”, considerando “que una persona es identificable cuando su identidad pueda determinarse directa o indirectamente a través de cualquier información”. Al mismo tiempo, define como “datos personales sensibles” “aquellos que se refieran a la esfera más íntima de su titular, o cuya utilización indebida pueda dar origen a discriminación o conlleve un riesgo grave para éste. De manera enunciativa más no limitativa, se consideran sensibles los datos personales que puedan revelar aspectos como origen racial o étnico, estado de salud presente o futuro, información genética, creencias religiosas, filosóficas y morales, opiniones políticas y preferencia sexual” (artículo 3º).

    Al igual que la Ley General de Transparencia, la Ley General de Protección de Datos Personales exige el consentimiento del “titular” para el “tratamiento” de sus datos personales, con algunas excepciones, como la de que los datos en cuestión figuren en fuentes de acceso público (artículo 22).
    El problema es que la propuesta de ley únicamente considera las siguientes como “fuentes de acceso público” (artículo 5):

    I. Las páginas de internet o medios remotos o locales de comunicación electrónica, óptica y de otra tecnología siempre que el sitio donde se encuentren los datos personales esté concebido para facilitar información al público y esté abierto a la consulta general.
    II. Los directorios telefónicos en términos de la normativa específica
    III. Los diarios, gacetas o boletines oficiales, de acuerdo con su normativa
    IV. Los medios de comunicación social, y
    V. Los registros públicos conforme a las disposiciones que resulten aplicables.

    Como se puede apreciar, en ningún caso se menciona a los archivos históricos.
    Por otra parte, esta propuesta de ley conlleva el grave riesgo de que los documentos con datos personales puedan ser destruidos, ya que su artículo 23 señala que han de suprimirse o bloquearse los datos personales de los documentos “cuando los datos personales hayan dejado de ser necesarios para el cumplimiento de las finalidades previstas en el aviso de privacidad y que motivaron su tratamiento conforme a las disposiciones que resulten aplicables”.
    Enseguida, la propuesta señala que “los plazos de conservación de los datos personales no deberán exceder aquéllos que sean necesarios para el cumplimiento de las finalidades que justificaron su tratamiento, y deberán atender a las disposiciones aplicables en la materia de que se trate y considerar los aspectos administrativos, contables, fiscales, jurídicos e históricos de los datos personales”.

    Si bien este artículo sugiere el que los documentos puedan tener fines históricos, al no establecer claramente que los datos personales de los documentos no deben suprimirse antes de que hayan sido sujetos a una valoración que determine si poseen valor histórico, esta disposición puede generar que los documentos con datos personales (en papel o electrónicos) sean rutinariamente destruidos o borrados de los sistemas, sin siquiera contemplar si tenían o no valor histórico.
    Finalmente, el dictamen de Ley establece reglas estrictas en cuanto a la transferencia de datos personales. El artículo 65 señala que “toda transferencia de datos personales, sea ésta nacional o internacional, se encuentra sujeta al consentimiento de su titular, salvo las excepciones previstas en los artículos 22, 66 y 70 de esta Ley”. Y en el artículo 67 indica que “cuando la transferencia sea nacional, el receptor de los datos personales […] se compromete a garantizar su confidencialidad y únicamente los utilizará para los fines que fueron transferidos [sic.] atendiendo a lo convenido en el aviso de privacidad que le será comunicado por el responsable transferente”.

    Si bien el artículo 70 prevé algunos casos en los que el responsable puede “realizar transferencias de datos personales sin necesidad de requerir el consentimiento del titular”, entre éstos no figuran las posibles transferencias de documentación de un archivo de concentración a un archivo histórico. Esta omisión impediría que los archivos históricos se fueran nutriendo de los documentos que deben pasar a dichos repositorios para su conservación permanente.

    Si la Ley General de Datos Personales llegara a aprobarse en el estado en que se encuentra generaría una serie de dificultades para el funcionamiento y consulta de los archivos históricos. Aun en el caso de que la Ley General de Archivos se avocara a corregirlas, se abriría innecesariamente un campo de posibles contradicciones entre ambas leyes, con el riesgo de que el acceso a los documentos localizados en los archivos históricos se restrinja.
    Un problema adicional es que la propuesta de Ley General de Archivos que han hecho la Secretaría de Gobernación y el Archivo General de la Nación al Senado ni siquiera procura resolver las dificultades mencionadas.

    Es necesario, pues, que en el artículo 5 de la Ley General de Datos Personales se incluyan los archivos históricos como fuente de acceso público. Sería también importante que el artículo 22 de la misma ley incluyese como una excepción a la obligación del consentimiento del titular, los casos en los que “se trate de información relacionada con violaciones graves a los derechos humanos o delitos de lesa humanidad”.
    Finalmente, es necesario establecer fechas límite a la transferencia de documentos de los archivos de concentración a los históricos, pues de otra manera dichas transferencias se postergarían indefinidamente y aumentaría el riesgo de pérdidas documentales.
    En este sentido, y tomando en cuenta la experiencia internacional para fijar estas fechas límite, propongo que el artículo 70, que permite al responsable hacer transferencias de datos personales sin necesidad de consentimiento del titular, incluya la siguiente causal:

    -Cuando se trate de una transferencia de documentos históricos de los archivos de concentración de los sujetos obligados a los archivos históricos, una vez que dichos documentos hayan cumplido 30 años de haber sido producidos.

    En caso de que el sujeto obligado (la dependencia productora de los documentos) considere que en los mismos existen datos personales sensibles y que por tanto el plazo de 30 años es muy corto, sería necesario establecer un procedimiento mediante el cual la dependencia solicitara al organismo garante aplicar la prueba de interés público (de acuerdo a la Ley General de Transparencia). El organismo garante tendría la obligación de establecer un plazo para la transferencia de dichos documentos a los archivos históricos que no podrá exceder un determinado número de años (70 por ejemplo) de haber sido producidos. Y debería de contemplarse un procedimiento para que los sujetos interesados en consultar la información puedan solicitar un recurso de inconformidad en contra de las resoluciones emitidas por los organismos garantes de acuerdo a la Ley General de Transparencia.

    Asimismo, en el artículo 23 de la Ley General de Datos Personales debe establecerse explícitamente que no pueden suprimirse los datos personales de los documentos que aún no hayan sido valorados archivísticamente. Esto impediría que se destruyeran documentos con valor histórico por el simple hecho de contener datos personales.

    Finalmente es necesario que en la Ley General de Archivos que habrá de aprobarse quede claramente establecido que:

    -los archivos históricos son fuentes de acceso público por lo que sus documentos no podrán considerarse ni reservados ni confidenciales.
    -que el proceso de valoración documental debe ser realizado por un comité multidisciplinario que necesariamente incluya por lo menos a un historiador, preferentemente especialista en la materia a la que se refieren los documentos,
    -que los documentos públicos que hayan sido reservados en términos de la Ley General de Transparencia sean considerados de valor histórico.
    -que los documentos históricos en archivos de concentración deben transferirse a los archivos históricos después de 30 años de haber sido producidos. En caso de considerarse que poseen datos personales sensibles el sujeto obligado debe solicitar una prueba de interés público al órgano garante para extender al plazo de la transferencia, el cual no podrá exceder de 70 años. El particular tendrá derecho a someter ante el INAI un recurso de inconformidad sobre estas resoluciones.
    -Debe incluirse transitorio que señale que todos los documentos localizados en los archivos históricos al momento de la promulgación de la ley serán considerados documentos históricos en términos de la Ley.

    Exhorto dirigido a senadores y senadoras que conforman la Mesa Directiva, la Junta de Coordinación política y las Comisiones Dictaminadoras de la LXIII Legislatura:

    En octubre de este año el Congreso de la Unión cumplió un año y ocho meses de retraso en el cumplimiento de los plazos establecidos por la reforma constitucional en materia de transparencia y acceso a la información que mandataban la promulgación de una Ley General de Archivos. Esta reforma estableció que dicha ley debía normar la organización y administración homogénea de los archivos en los tres órdenes de gobierno para determinar las bases de organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos.

    La gestión de los archivos públicos es condición indispensable para la materialización del derecho de acceso a la información y el deber de rendición de cuentas. Asimismo, una incorrecta gestión puede minar la producción académica, histórica e investigativa. La gestión documental se refiere a documentos que testifican las decisiones públicas, tanto del pasado como del presente. De ahí la urgencia de una norma general y de un sistema nacional que se articule con los sistemas nacionales de fiscalización, transparencia y combate a la corrupción.

    Los archivos son fuente imprescindible para la comprensión de la historia, para la formación de las memorias colectivas y la definición de las identidades. Sin los documentos que albergan no es posible elaborar una explicación completa del pasado y del presente del país, ni proyectar su futuro. No obstante, su relevancia no ha sido debidamente reconocida por el Congreso ni por la Presidencia de la República.

    Desde inicios de 2016 se conformó un grupo plural de trabajo entre organizaciones civiles, expertos en archivística y senadores, dedicado a la redacción de propuestas para una iniciativa que responda a las necesidades en la materia. Sin embargo, por razones desconocidas, las propuestas trabajadas se encuentran detenidas y no se ha presentado formalmente una iniciativa en las comisiones legislativas. Por ello, exhortamos a las comisiones responsables, Anticorrupción y participación ciudadana, Gobernación y Estudios Legislativos Segunda, a presentar y dictaminar cuanto antes una Ley General que contemple lo siguiente:

    1. El modelo de rectoría del sistema nacional de archivos debe tener como elemento principal la especialidad técnica. El conocimiento sobre los archivos es fundamental para construir los lineamientos nacionales en la materia. Afortunadamente, el país tiene experiencia suficiente para echar a andar el sistema nacional. Instituciones como el Archivo General de la Nación (AGN) tienen la capacidad, la profesionalización y los conocimientos técnicos para enfrentar el gran reto. Por ello, la Secretaría de Gobernación no debe de ser la instancia encargada de establecer los lineamientos, disposiciones y diseño de herramientas de consulta, para que la materia archivística no se diseñe a partir de criterios políticos sino del conocimiento técnico que atienda a las necesidades del país.

    2. La capacidad de acción del AGN ante nuevas obligaciones no ha sido considerada en los proyectos que se han discutido en mesas técnicas ni tampoco en el proyecto del presupuesto que deberá ejercerse en 2017. En éste último, lejos de fortalecer al AGN, se propone una reducción presupuestal de más del 78 por ciento (de 321.2 millones a 67.5 millones). Si las atribuciones con las que ya cuenta por la Ley Federal de Archivos no han podido ser cumplidas a cabalidad por sus limitaciones operativas y presupuestarias, el panorama frente a futuras obligaciones es inquietante.

    3. En congruencia con la normatividad en materia de transparencia y acceso a la información aprobada hasta ahora, los archivos históricos deben conservar su carácter público. Cualquier restricción para el acceso a los archivos históricos debe ser eliminada sin ambigüedades, es decir, los documentos históricos no pueden ser considerados información reservada ni confidencial. De igual forma, es necesario garantizar mecanismos y plazos de transferencia secundaria para que todos los archivos de interés público puedan estar a disposición de la ciudadanía.

    Exhortamos a que este debate suceda cuanto antes, públicamente y escuchando las voces de las y los expertos. Los archivos son un tema tan importante que merece una amplia y pronta deliberación. Nuestro país tiene experiencia, tiene profesionales de los archivos y propuestas con calidad técnica que merecen ser consideradas y discutidas en un debate nacional similar a los que han sucedido en otros procesos de reforma. Sin reglas técnicas de archivos, es decir, lineamientos claros, homogéneos y basados en la archivística, el país corre el riesgo de ver fracasar a los sistemas nacionales ya aprobados, pues sin documentos que contengan la memoria y evidencia de las decisiones y actos de gobierno, es materialmente imposible que exista la transparencia y el acceso a la información como también será imposible asignar responsabilidades por actos de corrupción e impunidad. […]

    FIRMAN:
    Abogadas y Abogados para la Justicia y los Derechos Humanos, Alianza Cívica, Alternativas y Capacidades, Archiveros sin Fronteras Internacional, ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica, Casa del Migrante Saltillo (Frontera con Justicia), CCiudadano Construcción y articulación de lo público, Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS), Centro para el Desarrollo Integral de la Mujer, Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos AC (CADHAC), Colectivo Ciudadanos por Municipios Transparentes (CIMTRA), Colectivo por la Transparencia, Colectivo contra la Tortura y la Impunidad, Colegio Nacional de Archivistas, Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos Humanos, Comité Mexicano de Ciencias Históricas, Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noreste, Consorcio para el Diálogo Parlamentario y la Equidad, Cultura Ecológica, DECA – Equipo Pueblo, Equis Justicia para las Mujeres, Escuela Mexicana de Archivos, Foro para el Desarrollo Sustentable, Fundación Arcoiris, Fundar Centro de Análisis e Información, Fundación Pensamiento Libre, Gente Diversa de Baja California, Gestión Social y Cooperación (GESOC), Greenpeace México, Horizontal, Inclusión y Equidad Consultora Latinoamericana, Indignación Promoción y Defensa de Derechos Humanos, Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social INCIDE Social, Iniciativa Ciudadana para la Promoción del Diálogo, Iniciativas Humanas y Sociales, Información Accesible y Rendición de Cuentas (IARAC), Iniciativa Sinaloa, Instituto de Estudios y Divulgación sobre Migración, Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), México Infórmate, Participando por México, Programa Interdisciplinarios en Estudios Migratorios CIDE, Red Consejo Ciudadano a la Contraloría, Red Solidaria Década contra la Impunidad, Red para la Transparencia Activa, Son Tus Datos (Artículo 12), Sonora Ciudadana y Visión Legislativa.

    (Siguen firmas a título personal)

    La carta se entregó al Senado de la República y se publicó en H México el día 20 de octubre de 2016.

    VER PUBLICACIÓN ORIGINAL

    Boletín 419

    Julio – Agosto 2016

    Directorio de fuentes digitales

    VER SITIO

    El Directorio de Fuentes Archivísticas y Bibliográficas en Línea, que realicé en el periodo de octubre 2014 a septiembre 2015, recibió el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) durante la Estancia Posdoctoral Vinculada al Fortalecimiento de la Calidad del Posgrado Nacional, llevada a cabo en la Maestría en Historia (Estudios Históricos Interdisciplinarios) de la Universidad de Guanajuato.
    La elaboración de este Directorio partió de la idea de que en las últimas tres décadas, la investigación histórica presencial en archivos, bibliotecas y centros de documentación se ha visto beneficiada por proyectos de digitalización de sus acervos. Esta tendencia a nivel nacional y mundial ha propiciado una transformación en la manera tradicional como se accede a fuentes documentales y bibliográficas. Esto ha hecho que los historiadores o académicos replanteen su metodología de investigación, optimicen sus tiempos dedicados a la consulta de libros y documentos, reestructuren la planeación de sus viajes para ir a los archivos o bibliotecas dentro o fuera de su lugar de residencia y modifiquen la forma como buscan, analizan y recaban su información impresa o electrónica.
    El objetivo específico de este proyecto fue identificar portales web de archivos, bibliotecas, centros de documentación, universidades o instituciones públicas y privadas nacionales y extranjeras que en las últimas dos o tres décadas han digitalizado parte de sus acervos y colecciones. La finalidad fue también registrar de forma estandarizada estas fuentes documentales y bibliográficas para difundirlas y promover su uso por tratarse de recursos digitalizados accesibles en internet.
    El resultado final de este Directorio arrojó un total de 101 registros de instituciones, proyectos o portales mexicanos, de América Latina, Europa y de los siguientes países: Australia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, España, Francia, Italia, Irlanda, Reino Unido, República Dominicana, Suecia, Suiza y Venezuela. Estos sitios ofrecen recursos digitalizados en su mayoría de acervos bibliográficos y archivísticos (documentales, hemerográficos, fotográficos, de sonido o videográficos), al igual que colecciones de museos. Entre ellos se incluyeron portales de Archivos y Bibliotecas Nacionales, Universidades públicas y privadas, blogs personales y sitios creados por académicos, grupos de investigadores o instituciones de investigación.
    Al concluir este proyecto, la fantasía o mito de que hoy todo está en línea, en comparación con el estado actual que guarda la digitalización de los archivos y bibliotecas para su acceso en internet, permitió constatar que si bien ya existen millones o billones de imágenes digitales en línea para su consulta pública, éstas constituyen a la fecha una parte mínima del total de piezas originales existentes en los archivos y las bibliotecas a nivel nacional y mundial. En el caso mexicano, por ejemplo, el Directorio reunió información de tan sólo 35 registros, la mayoría de instituciones que, en comparación con el volumen total de sus acervos, ofrecen un porcentaje muy bajo en digitalizaciones accesibles en sus portales web. Por esta razón, se pudo constatar que si bien ya hay un avance considerable en materia de digitalización de colecciones, es un hecho que la investigación bibliográfica y documental a realizar en México necesariamente se debe seguir haciendo directamente en las salas de consulta de los archivos y de las bibliotecas. Y algo similar ocurre en el caso de las colecciones digitalizadas de otros países o regiones.

    Yolia Tortolero Cervantes
    Archivo Histórico, A. G. N.

    Una base de datos para la historia demográfica

    VER SITIO

    Esta base de datos sobre mortalidad humana (The Human Mortality Database, en adelante: HMD) es un esfuerzo conjunto del Departamento de Demografía de la Universidad de California y el Instituto Max Planck de Investigación Demográfica en Rostock. La base es financiada parcialmente por el gobierno de los Estados Unidos a través del Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento (National Institut on Aging), y recibe apoyo y asistencia técnica de numerosos colaboradores alrededor del mundo. Su director es John R. Wilmoth, de la Universidad de California; y el subdirector Vladimir Shkolnikov, del Instituto Max Planck. La base fue abierta al público en mayo de 2002 y su antecedente fue el proyecto Berkeley Mortality Database, de igual modo impulsado en 1997 por John R. Wilmoth bajo el patrocinio del Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento. Adicionalmente, la HMD tiene gran influencia de Kannisto-Thatcher Database on Old Age Mortality, fundada en 1993 en Dinamarca y desde 1996 desarrollada por el Instituto Max Planck.
    La HMD contiene cálculos originales de las tasas de mortalidad y tablas de vida de poblaciones en 38 países (busca llegar a 40) y su principal objetivo es documentar la revolución de la longevidad en la era moderna, facilitando la investigación de sus causas y consecuencias.
    El registro a la base de datos se obtiene al ingresar un correo electrónico, al tiempo que se aceptan una serie de condiciones relativas al uso de los contenidos de la base, cuyos propósitos son meramente científicos. En este acuerdo se especifican, además, los formatos para citar la información obtenida de HMD.
    Sobre el despliegue de la información, tenemos en la página principal el título de la base, nombre de los responsables, instituciones involucradas, historia del proyecto, equipos de investigación, agradeci-mientos, resumen y correo electrónico de contacto. Asimismo, aparece una tabla con 4 columnas y 10 filas, en las cuales se distribuyen alfabéticamente los 38 países de los que la HMD posee información. Se puede ir directamente a cada país dando clic a su nombre sobre dicha tabla. En la misma página principal, al lado izquierdo, hay una columna con el menú principal, dividida en 7 secciones: 1) Registro (subdividida en: nuevo usuario, cambio de contraseña, acuerdo de usuarios); 2) Proyecto (subdividida en: Preguntas frecuentes, resumen, historia); 3) Personas (subdividida en: agradecimientos, equipos de investigación, publicaciones); 4) Métodos (subdividida en: Breve resumen, protocolo completo, métodos especiales); 5) Datos (subdividida en: Novedades, notas explicativas, disponibilidad de datos, archivos de datos comprimidos, pautas para referencias); 6) Enlaces y 7) una sección de Contacto.
    Tomando como ejemplo el caso de Italia, al hacer clic en su nombre en la tabla de la página principal, la base nos conduce a una página dedicada a este país. Lo primero que aparece es una advertencia sobre la calidad de los datos entre 1872 y 1905, e inmediatamente después podemos acceder a un documento en formato PDF titulado Background and documentation, actualizado hasta el 22 de mayo de 2012, en el cual aparecen enlaces a sitios oficiales del gobierno italiano sobre estadísticas de su población. También es posible consultar una cronología detallada de los cambios que han tenido lugar en la organización del territorio italiano a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Regresando a la página del caso italiano, bajo el documento anteriormente citado aparece otro sobre las fuentes de datos (Data sources), actualizado al 24 de diciembre 2012, el cual contiene referencias por años y enlaces a sitios oficiales del gobierno italiano con información sobre estimaciones del número de habitantes, censos, nacimientos, muertes y, una vez más, ajustes territoriales. Esto es un poderoso recurso bibliográfico que nos conduce a diversos estudios de instituciones gubernamentales y académicas sobre la población italiana en diversos momentos de su historia.
    Regresando al cuadro principal de Italia, podemos apreciar una tabla con las series completas de datos sobre nacimientos, muertes, tasas de mortalidad, tablas de vida distribuidas por sexo, y esperanza de vida al nacer. Todos los datos anteriores para el período 1872-2009. La mayor parte de la información puede consultarse en diversos tipos de intervalos de 1, 5 y 10 años. Para tomar un ejemplo, si queremos consultar tablas de vida para ambos sexos en un intervalo de 10 años, sólo es necesario seleccionar la columna correspondiente, ingresar el nombre de usuario y contraseña, e inmediatamente el sitio carga una página con toda la información para el período 1872-2009, separada por décadas y en un rango de edad de 0 a 110 años. Para cada intervalo de años y cada rango de edad aparecen una serie de columnas que indican varios datos: índice o tasa de mortalidad entre edad x y x+n (donde n = 1, 4, 5, ∞ (intervalo de edad abierto)), la probabilidad de muerte entre edad x y x+n, la duración media de supervivencia entre edad x y x+n, el número de sobrevivientes para un número exacto de edad, el número de muertes entre edad x y x+n, la esperanza de vida en años a una edad x, entre otros.
    Todo lo anterior queda detalladamente explicado en las notas a las que se puede acceder dando clic en la parte superior de la tabla principal. En ellas se describen las fórmulas empleadas para calcular las diferentes variables y el formato en que éstas son presentadas. Si bien la información resulta un tanto densa para alguien poco familiarizado con la demografía y la estadística, resulta de gran utilidad para estudiar cifras tan elementales como la esperanza de vida en un determinado período histórico. Quizás una presentación más amigable de los resultados y sus tablas (por ejemplo, con colores o notas explicativas para cada tabla) sería de gran ayuda para el estudiante que se acerca por primera vez al campo de la demografía. No obstante, se reconoce el gran esfuerzo invertido en la iniciativa de recolectar esta valiosa información sobre mortalidad y natalidad para los siglos XIX y XX, lo cual ayuda a realizar análisis comparativos de fenómenos económicos, políticos o sociales, entre la nada despreciable cantidad de 38 países.

    Claudia Piña
    Doctorado Historia. El Colegio de México

    ¿Dónde estudiar historia? Primera entrega

    VER ENLACE

    Alrededor de cincuenta instituciones de educación superior en México ofrecen estudios de historia o de humanidades y ciencias sociales con especialidad en historia. Las instituciones más conocidas son las que tienen más años de labores ininterrumpidas, como la Universidad Nacional Autónoma de México (ahora en dos facultades y una escuela en Morelia), El Colegio de México, la Universidad Veracruzana, la Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la de Guadalajara. En las últimas décadas, muchas otras instituciones han abierto licenciaturas y posgrados. Entre estos, algunos se encuentran vigentes por poco tiempo, otros se han fortalecido. El Comité Mexicano de Ciencias Históricas ha solicitado a las instituciones que lo integran y a las que desean integrarse, información sobre sus programas de licenciatura y posgrados en Historia o carreras muy cercanas. Toda la información será publicada en la página del Comité y en este Boletín, por entregas.

    En este número presentamos la información que nos han enviado el Colegio de Michoacán, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y el Colegio de San Luis. 

    Boletín 418

    Mayo – Junio 2016

    Organización del Jurado 2016

    Como cada año el Comité Mexicano de Ciencias Históricas entrega premios y menciones a los mejores artículos y reseñas de historia publicados en revistas nacionales. El 25 de septiembre del año pasado se realizó en el Instituto Mora la entrega de los premios a los trabajos del 2013.  Para este certamen, la convocatoria lanzada el 14 de diciembre de 2015, premiará a los mejores artículos y reseñas publicados por investigadores mexicanos o extranjeros en distintas revistas de reconocido prestigio durante el año 2014. Para este concurso, el Comité recibió 154 artículos y 126 reseñas de más de quince revistas provenientes de distintas instituciones públicas y privadas, que quedaron agrupados de acuerdo con las categorías establecidas para la premiación, como se muestra en el cuadro de abajo.

    Es importante señalar que en las categorías no se distingue una periodicidad histórica, por lo que al momento de seleccionar jurados se intentó que hubiera expertos de distintos periodos históricos. Como ha ocurrido con los anteriores certámenes, el jurado quedó integrado por varios ganadores del año anterior y algunos reconocidos especialistas de las instituciones que integran el Comité Mexicano de Ciencias Históricas. 

    Como se podrá apreciar, según la tabla, la categoría de Historia Política tuvo el máximo de textos a concursar, mientras que Historia del Arte resultó ser la menos concurrida. Todos los artículos y reseñas, serán leídos por tres distintos miembros del jurado de la categoría correspondiente en una evaluación primaria que se llevará a cabo de manera electrónica, lo que facilitará la acción y coordinación de los jurados. En esta evaluación, se tomará en cuenta: la originalidad de la investigación y la metodología, la claridad en la exposición y argumentación del texto, la aportación y discusión historiográfica así como la redacción. Luego de elegidos los mejores artículos y reseñas, se procederá a una segunda evaluación, donde el jurado de cada categoría, deliberará sobre qué artículo y reseña merece ser el ganador, y qué otros merecen mención. Es importante recalcar que por cada categoría se elegirá a un artículo y a una reseña como ganador(a), asimismo, los integrantes del jurado de cada rubro podrán otorgarán dos menciones a aquellos trabajos que aunque no alcanzaron el máximo galardón, vale la pena sean reconocidos por sus aportaciones. Los resultados se harán públicos en el mes de octubre del presente año y la ceremonia de premiación se realizará en noviembre en la sede del Centro de Estudios de Historia de México CARSO, cuyo director nos ha ofrecido gentilmente sus instalaciones.

    No hay descripción disponible.

    Colaboración: Sandra Torres, IIH UNAM

    Asociación Mexicana de Historia económica

    El objetivo de buena parte de las asociaciones en la comunidad científica es constituir un espacio para el intercambio de ideas con la organización de congresos, seminarios, talleres y conferencias. La Asociación Mexicana de Historia Económica se suma a este objetivo y en 1998 se constituyó como un espacio para compartir y difundir la docencia e investigación en el campo de la historia económica.  Desde ese momento, colegas e instituciones se abocaron al desarrollo de distintas actividades con el objetivo de establecer el espacio propicio para estimular e intercambiar ideas en torno a la disciplina. Otros objetivos son contribuir a la preservación del patrimonio histórico y desarrollar actividades de investigación, docentes y culturales, que contribuyan a la historia económica. 

    La AMHE se conforma por su membresía, encabezada por una mesa directiva formada por Presidente, Secretario y Tesorero y por seis vocales que son elegidos por los socios activos de la Asociación, constituidos en Asamblea General, para ejercer las tareas respectivas durante un trienio. Los estatutos, aprobados por sus socios, definen las tareas y funciones de los miembros de la Mesa Directiva y vocales. La actual mesa directiva está integrada por las doctoras, Sandra Kuntz (Presidenta); Yovana Celaya (Secretaria General) y Cecilia Zuleta (Tesorera). Además de la mesa directiva y los vocales, participan de la AMHE diez investigadores de talla internacional que conforman el Consejo de Honor.

    Si bien el objetivo inicial no ha cambiado, a lo largo de estos años la Asociación ha fortalecido sus actividades y además de la organización de un congreso bianual, auspicia la celebración de seminarios y talleres en los que se difunden o se enseñan temas relacionados con la disciplina. Un elemento fundamental de la Asociación ha sido el de estimular las investigaciones de los jóvenes, estudiantes de licenciatura y posgrado. Para ello, en 2001 se creó el premio “Luis Chávez Orozco” a la mejor tesis de licenciatura y “Fernando Rosenzweig” a la mejor tesis de maestría en temas de historia económica. En ese mismo año, en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, la AMHE celebró su primer congreso y los subsecuentes, 2004 (Facultad de Economía, UNAM); 2007(Universidad Autónoma del Estado de Morelos); 2010 (Centro Universitario Tlatelolco); 2013 (El Colegio de México e Instituto Mora); 2015 (El Colegio de México) han dado cuenta de la importancia de la comunidad académica nacional e internacional que se interesa por participar en los Congresos organizados por la AMHE.  

    Además de sus congresos bianuales, en los últimos años la AMHE se ha esforzado por alentar el desarrollo de seminarios y coloquios, tanto en la ciudad de México como en las universidades de los estados, como un medio para difundir los avances de la investigación y también como un recurso para hacer partícipes a los estudiantes de conferencias, talleres y seminarios. 

    Para las instituciones mexicanas, la AMHE ha servido de puente con otras asociaciones internacionales interesadas en el campo de la historia económica. En el caso latinoamericano forma parte del Congreso Latinoamericano de Historia Económica (CLADHE) y de la International Economic History Association IEHA). Ambos le permiten fortalecer la presencia de la comunidad mexicana, sus instituciones y líneas de investigación en el ámbito internacional. 

    Por último, la AMHE y su actual mesa directiva desarrollan una intensa campaña para la difusión de las actividades relacionadas con la disciplina en su página web (www.amhe.mx) y desde la red social de Facebook como recursos adicionales donde los socios y en general todos los interesados pueden encontrar información de congresos, seminarios, conferencias, cursos, publicaciones, revistas, becas, entre otros. 

    Yovana Celaya

    Universidad Veracruzana

    Sitio web de la AMHE

    VER SITIO

    Este sitio es un buen comienzo para los interesados en la búsqueda de bases de datos, bibliotecas, recursos digitales e información general sobre historia económica. En esta página aparecen mensajes y noticias relevantes como presentaciones de libros, información y programas sobre congresos, así como enlaces a las convocatorias y comunicaciones de la asociación. La página se compone de las siguientes secciones:

    AMHE (Asociación, Mesa Directiva, Socios y Estatutos). En ella aparece la historia de la asociación, sus propuestas, logros e iniciativas, así como la lista de los socios fundadores y de quienes desde 1998 han formado parte de ella. Este enlace es fundamental si se quiere obtener información sobre los autores que han hecho y hacen historia económica en México. 

    Eventos y convocatorias. En esta sección se pueden revisar convocatorias a artículos de revistas, congresos, seminarios y premios que se encuentran abiertos para concurso, publicación o ingreso. En el submenú de “Eventos”, podemos encontrar presentaciones de libros, sesiones de seminarios, conferencias, pláticas y demás eventos académicos que se llevan a cabo en México y el extranjero.

    Enlaces. Quizás se trate de uno de los vínculos más importantes del blog pues mediante él es posible acceder a una rica base de datos mundial en la que, dependiendo del interés del usuario, se puede ingresar a distintos recursos digitales que pueden ayudar a iniciar o fortalecer una investigación. 

    En la sección “Estadísticas Históricas” aparecen algunas bases de datos de diversos sitios web que no necesariamente tratan el tema económico, pues una de las principales metas de la Asociación es la difusión y protección de los diversos repositorios y documentos esenciales para la historia. “Páginas Amigas” pretende ser el vínculo entre la AMHE y las asociaciones económicas del resto del mudo, mientras que “Bolsa de Trabajo”, da a conocer las vacantes de empleo disponibles en distintas instituciones a nivel nacional e internacional.

    Recursos. En esta sección el enlace de “Bibliografía especializada” ofrece una serie de listas de libros, revistas y artículos especializados en historia económica (sobre México o relacionada con la historia de México)  publicados entre 2000 y 2013. La opción “Fuentes” permite enlazar con proyectos digitales como “Empresas e inversiones extranjeras en la economía argentina”, página web que contiene la base de datos de 1870-2001 sobre empresas extranjeras en Argentina, o el sitio “Fuentes para la Historia del Petróleo en México”, proyecto coordinado por Carlos Marichal.En el rubro “Tesis” se encuentra una selección de trabajos desde el año 2007 hasta el 2013, mientras que en la sección titulada “temas” se puede acceder a trabajos académicos recientes. Cada uno de los “Temas” (Historia del Pensamiento Económico, Historia Empresarial, Monetaria, Hacienda Pública, Minería y Comercio Exterior) contiene una introducción, enlaces para bibliografía clásica, publicaciones en línea, sitios de interés y eventos relacionados. Por su parte, las “Entrevistas” realizadas a historiadores enfocados a la historia económica permiten conocer los planteamientos y teorías de especialistas como Woodrow Borah, François Chevalier, Ruggiero Romano y Marcelo Carmagnani, entre otros.

    La página cuenta también con una sección de Becas, otra de Archivo (en la que se encuentran comunicaciones anteriores, boletines, obituarios, noticias y crónicas de jornadas y congresos relacionados o auspiciados por la AHME) y una videoteca. Esta última resguarda videos de entrevistas, presentaciones de libros, conferencias, coloquios, seminarios, programas y series documentales.

    Finalmente, la sección Agenda pone a disponibilidad del público, toda la información que la AMHE publica en sus redes sociales día tras día.

    En síntesis, esta página es fundamental para investigadores y estudiantes interesados en los estudios sobre los procesos y desarrollos históricos de la economía en México y en el mundo, así como para el público general que quiera tener una primera noción del estado actual de los estudios en este campo. 

    A través de las fuentes bibliográficas, de los archivos y de los enlaces con otros sitios web, la página de la AMHE procura realizar un acercamiento entre la historia económica, la social y la política, con la intención de fomentar una visión integral sobre los momentos históricos del desarrollo de la economía nacional. 

    Como enlace a otros sitios de trabajo e información es funcional y atractivo, pues tiene en orden todas sus propuestas. Sin embargo, habría que trabajar más en la actualización de algunos de sus vínculos y sobre todo en la difusión del sitio para que exista un mejor acercamiento a las propuestas, ya sea esto para estudiantes, profesores, investigadores y curiosos.

    Carlos Gustavo Mejía Chávez-CEH Colmex/

    Moisés Alberto Jiménez Alonso- CMCH

    Bases de datos para la historia económica

    Reseña del sitio: “Global Price and Income History Group. A research team measuring prices, incomes, and economic wellbeing around the world before 1950”.

    VER SITIO

    Este sitio web es un buen ejemplo de los resultados que se pueden obtener cuando se articulan redes de trabajo, pues los datos presentados en la página provienen de investigaciones que realizan historiadores económicos especializados entre los siglos XVI y XIX principalmente y con una distribución geográfica amplia (hay europeos, norteamericanos, latinoamericanos, coreanos y japoneses). El sitio, aun cuando contiene bastantes estadísticas, no pretende ser exhaustivo, sino que sirve como punto de referencia para hacer búsquedas en otras fuentes, electrónicas e impresas. La información se está actualizando constantemente gracias al trabajo que cada investigador realiza y a la recolección de diversas fuentes; de hecho, es una ventaja que las estadísticas presentadas muestren su fuente, pues hace confiable la información que se encuentra en el sitio. El único idioma en que se presenta la información es el inglés. 

    “Global Price and Income History Group” (GPIHG) está hospedado en el Institute of Governmental Affairs de la University of California, Davis, donde también se encuentran otros sitios de interés para la historia económica. El director del sitio es Peter H. Lindert y su administradora es Leticia Arroyo Abad. Lindert es profesor-investigador del Departamento de Economía en la University of California, Davis, obtuvo su doctorado en Cornell University y sus investigaciones actuales giran en torno a la historia de la desigualdad y las “causas y efectos de la moderna distribución fiscal”. Leticia Arroyo es originaria de Argentina, doctora en Economía por la University of California y profesora en el Departamento de Historia Económica en Middley College. Sus intereses de investigación son Crecimiento y desarrollo económicos en el largo plazo.

    El sitio web despliega sus temáticas de trabajo en un formato bastante sencillo, lo cual se agradece. Cuenta con cinco secciones principales, cada una de las cuales contiene un índice geográfico y luego temático de tablas de datos. Estas últimas son fáciles de descargar, pues se encuentran en formato Excel, Word y Pdf. Desde la página de inicio se puede acceder a las bases de datos principales, las cuales abarcan 1) “Global prices and incomes database”, 2) “American incomes, circa 1650-1870”, 3) “Nominal GDP historical series”, 4) “Government Budget historical series” y 5) “Publications & working paper”. A continuación comentaré cada una de estas secciones poniendo énfasis en la utilidad de la información para estudios de historia económica de América Latina.

    1) “Global prices and incomes” es la sección principal y está dividida en “Main database”, “Converting to metric”, “Consumer bundles”, “Early income distributions” y “Other data”. Geográficamente es bastante extensa, pues incluye África, Asia (sbudividida en Este, Sudeste, Sur y Suroeste), Europa (Sudeste, Sur, Central, Este, Nórdica y Noroeste), Oceanía, y el continente Americano, el cual está dividido en América del Norte (Canadá y Estados Unidos) y América Latina, donde se incluye el Caribe, México, América Central y Sudamérica. La sección remite a bases de datos propias y a otras hospedadas en sitios públicos, como las realizadas por Angus Maddison y continuadas en el “Maddison Project” (www.ggdc.net/maddison). 

    La sección de América Latina de la base de datos principal cubre estadísticas desde la época colonial y hasta 2009 en el caso de la población de la región.  Se refleja aquí la inquietud central del sitio web: Estándares del nivel de vida en América Latina (México, Perú, Colombia, Chile y Argentina en el periodo 1530-1820), relación renta-salario en Argentina, Uruguay, Venezuela y México (18201900) y la población en la región (1800-2009). Se encuentran, también estadísticas sobre ingreso y costos de mercancías por país: Argentina (17001812), Bolivia (1676-1816), Brasil (1550-1769) Colombia (1635-1809), Chile, (1631-1830), México (1701-1813), Perú (1627-1822) y una sección interesante para Venezuela: relación de bienestar y costo de vida (1830-1900).

    El resto de secciones en este primer apartado refiere a información útil para el cálculo de volúmenes de producción y comercio en América Latina (la equivalencia en el sistema métrico de Fanega, Bardo, Arroba, por ejemplo), y las denominaciones y equivalencias monetarias. La sección sobre distribución del ingreso tiene información interesante para los siglos XVIII y XIX: Brasil (1872), Chile (1861), Nueva España (1790) y Perú (1876); como puntos de comparación se pueden consultar esos mismos periodos en Europa y Estados Unidos.  

    2) La sección sobre los ingresos en Estados Unidos contiene bastante información para el periodo 1650-1870 y está a cargo de Peter Lindert y Jeffrey Williamson (investigador emérito del Departamento de Economía de la Harvard University). Encuentro su utilidad en tanto referente de comparación con la situación en el resto del continente para el siglo XVIII principalmente y para estudios de la frontera con México, pues abarca las ciudades más importantes, su crecimiento poblacional y ocupaciones e ingreso hacia 1860. La sección se detiene en 1870, donde anuncian su próxima actualización.

    3) En la sección de las series del PIB se cuenta con un apartado denominado “The Americas” (actualizada en 2015), que contiene el producto nacional nominal de acuerdo a distintas fuentes: Dincecco-Prado fiscal file, Mitchell, Banco Mundial, entre otras. La tabla cuenta con información al 2012 para la mayoría de los países, y varia el año de inicio de la misma según la disponibilidad de datos: Estados Unidos empieza en 1774, Brasil y Canadá cuentan con información hacia la década de 1860, la información sobre México inicia en 1895 y el resto de países alrededor de la década de los 30 del siglo pasado. Tiene la virtud de presentar distintas fuentes en una sola tabla que puede compararse para todo el continente. 

    4) La sección “Government Budget historical series” contiene diversas bases de datos, en su mayoría de los siglos XIX y XX, provenientes de gobiernos de Europa, América y Asia, ordenadas de acuerdo a su procedencia. 

    5) La última sección, “Publications and Working papers” remite a los trabajos de los principales colaboradores, mismos que han aparecido en Economic History Review, Journal of Economic History, Explorations in Economic History, Research in Economic History, Journal of Political Economy, Journal of International Money and Finance, etc. De mayor utilidad, por su fácil acceso, se encuentran los Working Papers, que suman 18 en total. De entre éstos, cuatro están dedicados a América Latina y, partiendo de la base de datos del sitio, abarcan temas de desigualdad en el continente y mercado laboral en América del norte y del sur en el siglo XIX, así como el ingreso en hispanoamérica para el periodo 1530-1820.  

    Abraham Trejo Terreros/ CEH-Colmex

    Boletín 417

    Marzo – Abril 2016

    Subdelegaciones en la América Borbónica. Una red de investigación permanente

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    En 1786, con la creación de las intendencias, divididas en subdelegaciones, se extinguieron los antiguos corregimientos y alcaldías mayores. Los alcaldes mayores y corregidores fueron sustituidos por los subdelegados, bajo el mando de los intendentes, con autoridad en tres de las cuatro causas: justicia, policía y hacienda (la cuarta causa era de guerra), por lo que los podemos encontrar en muchos ramos del Archivo General de la Nación, además del propio: Hacienda, Tributos, Indiferente virreinal, Indios, Propios y arbitrios y bienes de comunidad, Operaciones de Guerra, Reales Cédulas, etc., y entre temas muy diversos: los estancos reales, la recolección fiscal, los asuntos relacionados con los indios, con los españoles, con las castas, con la iglesia, con otros funcionarios reales, los conflictos de tierras, de minas, de aguas. Las subdelegaciones y los subdelegados ofrecen un nicho privilegiado para observar a la sociedad y a las autoridades de finales del siglo XVIII en la Nueva España y hasta la independencia: ningún tema mejor para crear una red de investigadores.

    Desde principios de 2011, un grupo de investigadores de El Colegio de Michoacán y de la Universidad de Guadalajara convocó a reunirse a los miembros de la comunidad académica interesados en el estudio de las subdelegaciones, así como en las funciones y desempeño de los subdelegados en el tiempo de las intendencias y durante la guerra por la independencia. Surgió así la Red de Estudios del Régimen de Subdelegaciones en la América Borbónica (RERSAB), que ahora cuenta con más de treinta miembros en nueve países, que laboran en una veintena de instituciones de nivel superior y trabajan temas históricos diversos.

    Los miembros de la red publicaron su primer libro en 2014: De reinos y subdelegaciones. Nuevos escenarios para un nuevo orden en la América borbónica (coordinado por Rafael Diego-Fernández Sotelo, María Pilar Gutiérrez Lorenzo, Luis Alberto Arrioja Díaz Viruell, México, El Colegio de Michoacán, Universidad de Guadalajara, El Colegio Mexiquense).

    El 54 Congreso Internacional de Latinoamericanistas, en julio de 2012 (Viena), brindó una excelente oportunidad para proponer el Simposio 588, con el título: “La administración local en la instrumentación del domino español en América: el papel de los subdelegados en la época colonial tardía y en el proceso de la independencia”, coordinado por Silke Hensel y María Pilar Gutiérrez Lorenzo. Con los participantes y con otros investigadores que respondieron a la convocatoria se formó la RERSAB. Un poco después presentó su página web (www.colmich.edu/rersab), donde es posible conocer los objetivos, metas, actividades y algunos textos de los miembros del grupo. Una vez formada la Red se decidió celebrar, en El Colegio de Michoacán, una segunda reunión en noviembre del mismo año, 2012, a la que se tituló: “De las ordenanzas de intendentes a la constitución de Cádiz” y se le dio el estatuto de II Congreso Internacional de la RERSAB, los coordinadores fueron Rafael Diego-Fernández Sotelo, Luis Alberto Arrioja Díaz Viruell y Víctor Gayol. En noviembre de 2013 se efectuó en la Universidad de Guanajuato el III Congreso de la red, con el título: “La administración de justicia local en la América Borbónica” y la coordinación estuvo a cargo de Graciela Bernal. El IV Congreso de la red se llevó a cabo en la Universidad Autónoma de Zacatecas en noviembre de 2014. Fue titulado: “Territorialidad y gobierno. La reconfiguración de las jurisdicciones territoriales durante el régimen de las subdelegaciones” y estuvo coordinado por Martín Escobedo Delgado, Marcelino Cuesta Alonso y Laura Gema Flores García.           

    El pasado noviembre de 2015 la RERSAB festejó sus 5 años de actividades, en el marco de su V Congreso, en la Dirección de Estudios Históricos del INAH. Se denominó: “Las subdelegaciones de las intendencias americanas: competencias y territorio”, y Martha Terán y Jorge Díaz Barrera lo coordinaron. El doctor Bernardo García Martínez impartió una conferencia magistral sobre: “El ámbito del poder local: pueblos y municipios”. Se contó con la participación de Rafael Castañeda García, Rafael Diego-Fernández Sotelo, María Pilar Gutiérrez Lorenzo, Luis Juventino García Ruíz, Sergio Nicolás Gutiérrez Cruz, Laura Gema Flores García, José Antonio Gutiérrez Gutiérrez, Martín Escobedo Delgado, Marcelino Cuesta Alonso, Laura Oliva Machuca Gallegos, Rita Eugenia Vera Castellanos, Ana María Parrilla Albuerne, María Concepción Gavira Márquez, María Carmen Alonso Núñez, Isabel María Povea Moreno, Rodrigo Salomón Pérez Hernández, Graciela Bernal, José Luis Alcauter Guzmán, y Víctor Gayol. Nos acompañaron en las mesas con su comentario crítico Marcela Dávalos, Gabriel Torres Puga, y Luis Fernando Granados.

    Ya se planea el VI Congreso de la RERSAB que se celebrará en noviembre de 2016. Se abordará una nueva temática de investigación: las relaciones de los subdelegados con la iglesia. Con el fin de extender la comunicación, invitamos a los interesados en contactar al grupo a que visiten la página web de la RERSAB. 

    Marta Terán

    Jorge Díaz Barrera

    Bandos de la Ciudad de México

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    Proyecto financiado por la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia y coordinado por  la Dra. Guadalupe de la Torre Villalpando, profesora-investigadora de esa institución

    La idea de configurar un acervo que contuviera el conjunto de bandos emitidos durante el período virreinal para la Ciudad de México, surgió del deseo de contar con un banco de datos que concentrara y facilitara la consulta de una documentación que actualmente resguardan diversos archivos.

    La reunión de este corpus de documentos provino de mi interés por el estudio de la ciudad virreinal, ya que los bandos contienen buena parte de la normatividad dispuesta para la administración y gobierno de la ciudad. Los bandos son leyes locales dirigidas a su población o a sus autoridades, disposiciones que responden a necesidades concretas y que se promulgan de manera casuística.Este ordenamiento jurídico se aplicaba a toda la población y se hacía del conocimiento de todos. Por ello, una característica propia de los bandos era hacerlos públicos leyéndolos en voz alta en sitios como plazas y calles, y fijando algún ejemplar impreso en los lugares donde regularmente se acostumbraba hacerlo.

    En su gran mayoría los bandos normaron asuntos de “policía”, entendida como todo lo concerniente al buen gobierno de la ciudad, como servicios (agua, alumbrado, empedrado, baños, limpia de calles y de acequias, abasto), ordenamiento urbano (alineamiento de calles, edificios en ruinas, plantío de árboles), celebraciones y fiestas (nacimientos y matrimonios reales, adornos de casas y calles, carnestolendas, semana santa),  pero sobre todo, las disposicones se centraron en la seguridad (control de población, prohibición del uso de armas) y del orden público (vagos, ebrios, pulquerías, vinaterías, rondas de vigilancia).

    La temática tratada en los bandos hace de esta documentación una fuente de consulta obligada para los estudiosos e interesados en la historia urbana o en la historia de la vida cotidiana, ya que a través de estas disposiciones es posible observar por ejemplo: el comportamiento de las personas, las costumbres y hábitos de la época, el discurso de las autoridades hacia la población, la concepción de los gobernantes sobre el orden y la seguridad públicas, entre muchos otros aspectos.

    El objetivo de este proyecto fue localizar el mayor número de bandos y llevar a cabo la captura del textopara hacer posible su consulta de manera digital, así como contar con una imagen en alta resolución, de tal manera que se pudiera leer el documento original. El criterio de selección fue que el bando hiciera referencia a la Ciudad de México, que el mandato estuviera dirigido a sus habitantes, vecinos y/o a las autoridades que vigilaban su cumplimiento. Una vez realizada la labor de captura, y paleografía en algunos de los casos, se decidió editar los textos con la finalidad de facilitar su lectura y la búsqueda de la información a través de palabras clave; ello implicó modernizar la ortografía y la puntuación de los documentos y desatar las abreviaturas, asimismo establecer un criterio para homologar el uso de mayúsculas y minúsculas. Este arduo y laborioso trabajo fue ejecutado por un equipo de personas que llevaron a cabo bajo mi coordinación la toma de fotografías, la digitalización de microfilms (en otros casos), la edición de las imágenes, el coteje de los textos, la edición de los mismos, la elaboración de un glosario con términos legales o en desuso para la mejor comprensión de los bandos, y finalmente la construcción de un interactivo para hacer posible la consulta de la documentación. El resultado es una recopilación de casi 400 bandos emitidos desde finales del siglo xvii y hasta 1821. Hasta donde se ha podido comprobar, los bandos comenzaron a aparecer en ese siglo, en sustitución del “pregón”, la manera tradicional de emitir disposiciones municipales que se había traído de España desde inicios de la conquista. El pregón tenía un origen antiguo en Europa: era costumbre hacer publicar edictos y capítulos para que el pueblo los cumpliera con el fin de lograr una buena gobernación y administración de justicia.

    Algo interesante para el caso de la Ciudad de México, es que en principio la “policía” correspondía al Ayuntamiento, a la autoridad local; sin embargo, fueron los virreyes y la audiencia quienes tuvieron la prerrogativa de legislar en materia municipal al ser la Ciudad de México, capital del virreinato, y por tanto, sede de lo poderes centrales que ostentaban. ¡Es así que durante esa época, el 83% de los bandos fueron emitidos por el virrey en turno, el 14% por el Cabildo de la ciudad y el 3% por la Real Audiencia. Esto explica que el mayor número de documentos se encuentre en el Archivo General de la Nación y en mucho menor número en el Archivo Histórico del Distrito Federal y en fondos documentales de otros reservorios de la ciudad como la Biblioteca Nacional, la Biblioteca Central de la UNAM, o el Centro de Estudios Grupo Carso. Cabe aclarar que en algunos casos, el mismo bando se conserva en varios de los archivos, o bien, se localizó la versión manuscrita en uno de ellos y en otro la impresa. También sucede, sobre todo en el caso del AGN, que se conserven varios ejemplares del mismo bando. 

    Por el número tan reducido de bandos localizados en archivos españoles, se puede inferir que solo unos cuantos ejemplares fueron enviados a la metrópoli, al parecer sin un criterio claro, puesto que podemos encontrar tanto “bandos de buen gobierno” que concentran una serie de disposiciones generales respecto a asuntos variados, como bandos que legislan sobre tópicos muy específicos para problemáticas muy particulares de la ciudad capital. Además habría que aclarar que los pocos bandos localizados en el Archivo General de Indias, la Real Academia de la Historia, la Biblioteca del Palacio Real, la Biblioteca Nacional de España o el Museo Naval se encuentran resguardados en los archivos mexicanos.

    Actualmente la tecnología hace posible la construcción de este tipo de instrumentos que ponen al alcance de nuestra mano gran cantidad de información. Estoy convencida que este corpus de leyes es de enorme utilidad para investigadores e interesados en la administración de la Ciudad de México y las condiciones de vida de sus habitantes en aquel tiempo.

    Guadalupe de la Torre Villalpando

    DEH-INAH

    Participación del CMCH en el XXII Congreso Internacional (Jinan, 2015)

    Verónica Zárate Toscano
    Instituto Mora
    Ex Presidenta del CMCH

    En 1926 se constituyó en Ginebra el Comité Internacional de Ciencias Históricas con el objetivo de promover la historia a nivel internacional mediante la cooperación de las asociaciones e individuos. El CISH tomó como una de sus tareas principales la organización de congresos internacionales de historia. Desde 1950 éstos se han efectuado regularmente cada cinco años. La mayoría de los congresos han sido en Europa, pero también han tenido sede en Estados Unidos, Canadá y Australia. 

    Como una muestra del esfuerzo por evitar el eurocentrismo, entre el 23 y el 29 de agosto de 2015 se celebró por primera vez un congreso en Asia, concretamente en Jinan, provincia de Shandong, en China. En este vigésimo segundo congreso participaron alrededor de 2,600 historiadores provenientes de 88 países y se organizó en torno a distintos formatos: 4 temas mayores, 27 temas especializados, 18 sesiones convocadas entre dos países y 19 mesas redondas. Asimismo se aprovechó la convocatoria y se efectuaron reuniones de 19 asociaciones y comisiones afiliadas al CISH, tan diversas como la Asociación Internacional de Historia Social, la Comisión de Historia de la Revolución Francesa o la Comisión Internacional de Historia de los viajes y el turismo.

    El congreso abrió la posibilidad de que participaran los jóvenes historiadores con novedosas propuestas de investigación en torno a las Conexiones globales, a través de “posters” que fueron expuestos durante toda la semana, al final de la cual fueron premiados los mejores. Cada una de las sesiones significó una oportunidad para presentar y discutir en torno a temas innovadores, profundizar en algunos problemas tradicionales, pero sobre todo dialogar con colegas de todos los continentes. Solo por poner unos ejemplos, los temas mayores fueron “China desde perspectivas globales”, “Historizando las emociones”, “Las revoluciones en la historia mundial: comparaciones y conexiones” y “El giro digital en la historia”. El resto de los paneles, que casi alcanzaron la cifra de 70, se dedicaron a discutir en torno al progreso tecnológico, el futbol como espejo de la historia de la globalización, contribuciones a la historia cultural a través de las Exposiciones Universales, el reto de la historia de la educación, el uso y abuso de la historia, Latinoamérica como objeto y sujeto de la historia, el mar como lugar de la memoria, etc. Asimismo, durante el congreso se entregó por primera ocasión el premio CISH Jaeger-LeCoultre. El galardonado fue el historiador francés Serge Gruzinski, quien ofreció una conferencia magistral titulada “L’Aigle chez le Dragon” en la que conectó las historias de México y China.

    La presencia de historiadores mexicanos en el congreso se hizo evidente tanto en la organización de las mesas de “Música y nación” y “Brujería y predicción en las sociedades estatales tempranas”, como en la participación en otras mesas sobre el impacto del sistema parlamentario en el mundo y la generación del baby boom como historia conectada. Hubo además otras ponencias que tomaron a México como su sujeto de estudio; de modo que tuvimos una presencia relevante en un foro internacional de grandes dimensiones y fortalecimos nuestros lazos con el resto del mundo. 

    Boletín 416

    Enero – Febrero 2016

    Premios anuales del Comité

    Cada año el Comité Mexicano de Ciencias Históricas entrega premios y menciones a los mejores artículos y reseñas de historia de México publicados en revistas mexicanas. El 25 de septiembre del año pasado se realizó en el Instituto Mora la entrega de los premios a los trabajos publicados durante 2013. La entonces presidenta del Comité, Verónica Zárate, hizo un breve recuento de la historia de este certamen; recordó los distintos esquemas con los que éste se ha realizado y señaló las ventajas y dificultades que ofrece la división en categorías temáticas, modalidad que actualmente se sigue.

    Por su parte, el presidente del instituto, Luis Jáuregui, dirigió unas palabras al auditorio con las que reconoció el trabajo de la mesa saliente y manifestó el honor que había significado a su institución haber sido sede del Comité en los últimos ocho años. Finalmente, Raffaele Moro Romero, en representación del jurado, dirigió al auditorio las palabras siguientes:

    Discurso de premiación

    No sé si es la primera vez que esta pequeña ceremonia se realiza en el mes patrio. Si comienzo con esta inquietud es simplemente para señalar que las dos últimas ediciones de esta ceremonia se han realizado, en 2013, el 21 de noviembre y, el año pasado, el 16 de octubre. Si esta tendencia sigue se puede esperar que en un próximo futuro esta ceremonia llegue a realizarse antes de las vacaciones de verano, lo que permitiría convertirla en una pequeña fiesta de nuestro gremio, justo antes del merecido tiempo libre de las vacaciones. Ese momento medio mundano nos permitiría reunirnos de manera tras-institucional, algo distinta de las reuniones festivas internas de los institutos.

    Acabo de hablar de tiempo libre, de tiempo festivo, pero la realidad es que el tiempo, esta categoría fundamental para nuestra disciplina, se ha vuelto un problema más bien cotidiano. Es casi una paradoja que nosotros, historiadores que trabajamos a lo largo del tiempo y que casi podemos elegir jugar con él, viajar a través de él, cuando aterrizamos en el presente nos enfrentamos con el tiempo reducido que podemos dedicar a la lectura, a la consulta de documentos, a la docencia, a la discusión con otros investigadores y estudiantes, a tareas varias como la redacción de este discurso y, dulcis in fundo, a la escritura. Recuerdo estas obviedades porque hoy estamos aquí reunidos para rendirle homenaje a investigadores que, a pesar de esta lucha contra el tiempo de las obligaciones cotidianas, han sido capaces de lanzarse en investigaciones originales y apasionadas y, al final, de convertirlas en textos bien escritos, inteligentes, lúcidos. Presentaré enseguida las razones que han llevado a los 22 jurados de las seis categorías del premio a hacer esta selección. Como me imagino que muchos de ustedes ya han asistido a ediciones anteriores de este Premio, no voy a repetir lo que significa un premio como este y la importancia de que exista un reconocimiento de los historiadores para los historiadores. En cambio, aprovecharé los pocos minutos de esta pequeña introducción para compartir con ustedes unas rápidas reflexiones sobre el presente de nuestra disciplina. No pretendo decir nada objetivo —y esto por el simple hecho de que hablo también, aunque no sólo, a partir de mi experiencia individual.

    La gran mayoría de ustedes trabajan como académicos, un trabajo que hoy en día implica, además de pasar más horas al interior de sus instituciones, menos movilidad para consultar libros y documentos. En muchos casos éstos son visibles en pantalla; se pueden imprimir y transcribir. Sabemos que esta aceleración en la acumulación de datos y bibliografía es en realidad un reflejo de una aceleración y de una acumulación más generalizada de datos e informaciones. El presente digitalizado y el pasado digitalizado se cruzan en las pantallas y en los archivos electrónicos. Esta suerte de mezcla no es grave en sí misma —todo lo contrario—, pero sí puede ser pesada cuando, al mismo tiempo se nos pide “producir” —es el verbo que se utiliza comúnmente hoy en día— cada año un número casi predeterminado de textos y otros trabajos. Del tiempo que se ahorra en la acumulación de documentos, que además son bastante más numerosos que en el pasado, ¿cuánto se utiliza para una lectura atenta y crítica, algo necesariamente bastante lento, de estos documentos? ¿Y cuánto, al contrario, se dedica a producir textos “nuevos” cada año?  Las comillas son obviamente, sobra subrayarlo, medio irónicas.

    Justo en el año que ha transcurrido desde la edición pasada he pensado a menudo que no es sólo la carga de “productos” que se nos exige lo que se ha vuelto más pesado sino, más en general, que es nuestro presente el que se ha vuelto demasiado denso, espeso casi diría; no es fácil pensar en medio de tantos acontecimientos. Hay diferentes formas de reaccionar a esta situación. Personalmente estoy casi atraído por una suerte de temporal puesta entre paréntesis de nuestra tendencia a especializarnos y, por ende, a encerrarnos en nuestros ámbitos de estudio, en nuestras épocas, en nuestros pasados. Tal vez haga falta que una parte de nosotros dirija, por lo menos durante un tiempo, su capacidad de análisis y sus conocimientos hacía aspectos del presente, hacia acontecimientos, cercanos y/o lejanos en el espacio, que ocurren ahora, en este momento. Estoy convencido de que solo así  lograríamos volver a sentirnos verdaderos intelectuales y no sólo expertos académicos; a sentirnos capaces, a nivel individual como también gremial, de volver a dialogar con la llamada sociedad civil. Si regularmente nos enfocáramos en el tiempo presente casi seguramente nos sorprenderíamos de la manera en la que nuestros conocimientos históricos son útiles no sólo para dialogar con un presente tan cargado, sino también para ayudarlo a entenderse a sí mismo.

    Frente a este estado de cosas, sigue habiendo investigadores capaces de escribir artículos y reseñas “como se debe” y como lo vemos bien esta noche. Sigue habiendo también revistas que no sólo publican estos trabajos sino que previamente los editan, con el apoyo del trabajo anónimo de los dictaminadores. No nos olvidemos de éstos últimos, ni tampoco de los otros lectores que muchas veces han ayudado a los autores con sus comentarios. Aun si la aportación de estos dos grupos medio “informales” no es siempre reconocida, todos sabemos que son esenciales.

    Frente a todo esto, no puedo no decir que es más que una lástima que muchas veces nuestro trabajo tenga que pasar por las horcas caudinas de comisiones evaluadoras de escala nacional. En el caso mexicano me refiero obviamente al proceso de selección del famoso SNI, pero hay otros ejemplos en el extranjero que podría citar. Nunca aceptaré que la existencia de criterios preestablecidos de evaluación pueda llegar a imponer un perfil casi único de investigador, sobre todo en una disciplina como la nuestra. Las ciencias humanas y sociales no pueden resignarse a “producir” un solo tipo de investigador. Y, añado, las universidades y los otros centros de investigación no deberían “rebajarse” a integrar, en los procesos de selección de sus futuros miembros, criterios como los elaborados por estas instituciones nacionales. Esto significaría renunciar a su autonomía de juicio y de evaluación. Ahora, desafortunadamente, es precisamente lo que está ocurriendo, lo que conlleva una disminución de la independencia de las universidades, una parcial renuncia a su capacidad de juzgar, de elegir. Pero basta ya con esta premisa y con estas quejas, pues ha llegado el momento de celebrar a los verdaderos protagonistas de esta reunión: a los autores de los 26 trabajos premiados (sobre un total de 262, 144 artículos y 118 reseñas).

    Raffaele Moro Romero

    Representante del Jurado

    Dictámenes de los premios

    Mejor artículo de Historia del Arte

    El jurado, luego de haber examinado un total de 21 trabajos (16 artículos, 5 reseñas) ha decidido otorgar el premio como mejor artículo al trabajo de Yael Bitrán Goren, “Henri, Heinrich, Enrique Herz. La invención de un artista romántico en el México decimonónico”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, primavera 22013, núm. 102, pp.33-64. Se trata de un trabajo muy bien documentado, relevante y con buena prosa, que representa una aportación original al conocimiento histórico. En particular los jurados han apreciado la manera en la cual Yael Bitrán Goren considera en su investigación la historia de la prensa, la historia política, la historia cultural y la historia del arte en un tejido muy fino en su argumentación. Más en general, la autora logra desentrañar el valor simbólico de la música en la construcción de la identidad nacional a mediados del siglo XIX y desmitifica lo dicho por otros autores en relación al himno nacional, a  la vez que pone al descubierto que el músico francés se aprovechó de la ocasión para obtener fama y reconocimiento y ganancias económicas.

    Menciones honoríficas

    La calidad de los trabajos presentados ha permitido otorgar dos menciones honoríficas. La primera es para el texto de Marco Arturo Moreno Corral, “Ciencia y arte en dos publicaciones astronómicas del siglo XVIII”, en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, primavera 2013, núm. 102, pp. 11-31, por su aportación a la historia y divulgación de las ciencias exactas en el México colonial (historia de la astronomía), parcialmente a la historia del grabado y también a la historia del arte de un edificio, sede del Ayuntamiento de la Ciudad de México.

    La segunda mención honorífica se ha dado a Luis Alberto Martos López, “De fe, redención y arte: el claustro de Nuestra Señora de la Merced de la ciudad de México,” en Boletín de Monumentos Históricos, sept-dic. 2013, núm. 29, pp. 6-36. El autor logra un relato histórico ameno y atractivo que expone la historia de la orden, los problemas ligados a la edificación por etapas y la función de los benefactores. Particularmente importante es el análisis e interpretación de los motivos artísticos (iconografía, significado artístico y simbólico) de los distintos elementos que componen el conjunto conventual.

    Reseñas de Historia del Arte

    El premio ha sido otorgado al texto de Rebeca Monroy sobre Autorretratos del fotoperiodismo mexicano, 23 testimonios, de Luis Jorge Gallegos, México, FCE, 2011 (publicado en Historias, núm. 84, enero-abril de 2013, pp. 127-130. La mención honorífica se dio a la reseña de Rosa Casanova sobre André Breton en México, de Fabienne Bradu, México, FCE, 2012 (publicada en Dimensión Antropológica, año 20, vol. 59, septiembre-diciembre de 2013, pp. 221-224).

    Mejor artículo de Historia cultural

    En esta categoría tan concurrida, con 33 artículos y 29 reseñas, los cinco miembros del jurado han otorgado a la unanimidad el premio como mejor artículo al trabajo de Ana Día Álvarez, “Tlapohualli, la cuenta de las cosas. Reflexiones en torno a la reconstrucción de los calendarios nahuas”, Estudios de Cultura Náhuatl 46, julio-diciembre de 2013, núm. 46, pp. 159-197. En este artículo la autora revisa de manera exhaustiva la forma en que se ha reflexionado sobre la relación entre los sistemas calendáricos prehispánicos y los de tradición europea, y los problemas que generaron los intentos por hacerlos empatar o coincidir, lo cual dejaba por fuera aspectos que podían ser considerados como “incoherentes”, pero que a todas luces solo podían ser explicados a partir de una forma diferente de concebir el tiempo. A partir de un análisis de categorías como tlapohualli y tonalpohualli, la autora hace una interesante propuesta para la concepción del tiempo, su cuenta y concepción en la tradición nahua.

    Mención honorífica

    El artículo de Ei Kawakami, “Intermediario entre dos mundos: Francisco May y la mexicanización de los mayas rebeldes”, Historia Mexicana, vol. LXII, núm. 3 (248), 2013, pp. 1153-1210 mereció un reconocimiento honorífico. Este trabajo estudia el papel de un líder maya, Francisco May, como mediador en el proceso de incorporación de los mayas rebeldes al Estado mexicano y su involucramiento en la industria chiclera en los años sucesivos a la Guerra de Castas. El estudio presenta el contexto general, hace un buen balance historiográfico y revela un acucioso análisis de fuentes históricas originales provenientes de varios archivos locales y generales.

    Reseñas de Historia cultural

    El premio ha sido otorgado al trabajo de Alexandre Coello de la Rosa, sobre el libro de Manuel Pérez Martínez, Los cuentos del predicador. Historias y ficciones para la reforma de costumbres en la Nueva España (publicada en Historia Mexicana, vol. LXII, núm. 3 (247), pp. 1305-1314).

    La mención honorífica ha sido atribuida al texto de Olivia Gall, sobre el libro de Jorge Gómez Izquierdo y María Eugenia Sánchez y Díaz de Rivera, La ideología mestizante, el guadalupanismo y sus repercusiones sociales, una revisión crítica de la “identidad nacional” (Historia Mexicana, vol. LXII, núm. 4 (248), pp. 1782-1792).

     Mejor artículo de Historia económica

    18 artículos y 15 reseñas provenientes de las principales revistas científicas mexicanas concurrieron en esta categoría, en la que el jurado decidió otorgar el premio al mejor artículo a Carlos de Jesús Becerril Hernández por su texto “Administrativizar la hacienda pública. La legislación tributaria del régimen santannista, 1853-1855”, publicado en Legajos. Boletín del Archivo General de la Nación, núm. 16, pp. 35-60. La originalidad del artículo así como las fuentes utilizadas en la investigación fueron las razones para otorgarle la distinción. Se trata de un momento poco conocido en la historia fiscal del México decimonónico, siempre angustiado por hacerse de recursos en un país convulsionado por las luchas intestinas y la pérdida de gran parte de su territorio.

    En este artículo se aborda con gran solvencia la historia legislativa, tributaria y económica de ese bienio.  

    Mención honorífica

    Asimismo con la mención honorifica se distinguió la aportación de Jesús Méndez Reyes por su artículo “Alemanes en el noroeste mexicano. Notas sobre su actividad comercial a inicios del siglo XX”, publicado en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm. 46, pp. 55-86. En este texto, el autor nos aproxima a la presencia y permanencia de los alemanes en el noroeste de México a fines del siglo XIX e inicios del XX, quienes tienen sus descendentes tanto en Sonora como en la Baja California. El artículo clarifica la importancia de los estudios analíticos sobre individuos y redes comerciales y empresariales para entender el papel de la comunidad alemana en la historia de esta región.

    Reseñas de historia económica

    En la categoría de reseñas se decidió otorgar el premio a Arrigo Amadori por la reseña del libro de Michel Bertrand, Grandeza y miseria del oficio. Los oficiales de la Real Hacienda de la Nueva España, siglos XVII y XVIII, publicada en América Latina en la Historia Económica, año 20, núm, 2, pp. 222-227.

    Asimismo, también se decidió otorgar la mención honorifica a Javier Moreno Lázaro por su reseña del libro de Alfredo Pureco Ornelas, Empresarios lombardos en Michoacán. La familia Cusi entre el porfiriato y la Revolución (1884-1938), publicada en Historia Mexicana, núm. 247, pp. 1344-1352.

    Mejor artículo de Historia política

    Ésta ha sido la categoría más concurrida este año, con 33 artículos y un número aún mayor de reseñas, 40. El jurado ha decidido otorgar el premio al trabajo de Soledad Loeza, “La reforma política de Manuel Ávila Camacho”, Historia Mexicana, vol. LXIII, 1, julio-septiembre de 2013, pp. 251-308. Este trabajo es un aporte significativo al escrutinio histórico del devenir político del siglo XX mexicano pues consigue releer las discusiones, expectativas y contextos de la reforma del sistema político mexicano de finales del gobierno de Lázaro Cárdenas al último año de la administración de Ávila Camacho, con la promulgación de una nueva ley electoral en 1946 y la formación del PRI. La propuesta de análisis histórico e historiográfico es provocativa; sigue una metodología acorde con la historia política, dialoga con la historiografía pertinente, refleja un riguroso empleo de fuentes y mantiene una claridad estructural y expositiva.

    La mención a mejor artículo ha sido otorgada al trabajo de Evelyn Sánchez, “Los proyectos de colonización bajo el Segundo Imperio y el fortalecimiento del Estado mexicano”, en Historia Mexicana, vol. LXIII: 2 (oct-dic. 2013), pp. 689-743. El artículo estudia los planes de colonización en Veracruz durante el Segundo Imperio como parte del proyecto imperial de nación. Las fuentes son pertinentes y la metodología utilizada permite observar tanto el nivel local como el nacional.

    Reseña de Historia política

    El premio a la mejor reseña ha sido otorgado al trabajo de Raúl Fradkin sobre María del Carmen Salinas Sandoval, Diana Birrichaga Gardida y Antonio Escobar Ohmstede, Poder y Gobierno local en México, 1808-1857, publicado en Relaciones, verano de 2013, núm. 135.

    Mejor artículo de Historia Social

    En esta categoría se presentó un total de 46 textos: 25 artículos y 21 reseñas. El jurado decidió otorgar el premio al artículo de Sebastián Rivera intitulado “Los relojes públicos y la unificación social del tiempo en la ciudad de México, 1882-1922”, Tzintzun, julio-diciembre 2013, núm. 58, pp. 99-128. Esta decisión se fundamenta en la originalidad de este trabajo, que explora un tema poco abordado en la historiografía: la necesidad de conocer la hora para la sociedad mexicana y la pretendida unificación del tiempo que se vivió en la capital del país a la par que la proliferación de relojes públicos. El autor abre vertientes de investigación con un interesante análisis de las tensiones establecidas entre tradición y modernidad en torno a la medición del tiempo, cuya unificación presenta como una manifestación de la legitimización del poder del estado. Es un texto sólido, analítico, bien fundamentado, bien escrito y que se apoya en un amplio aparato de fuentes documentales.

    Menciones honoríficas

     Dos trabajos merecieron mención en este rubro. El primero es de Francisco Altable, “Los mineros novohispanos solían acabar en la ruina. Un caso de imprudencia personal y desmesura administrativa”, Estudios de Historia Novohispana, núm. 48, pp. 85-121. El segundo es el realizado a cuatro manos por Elsa Malvido y Paola Peniche Moreno, “Los huérfanos del cólera morbus en Yucatán, 1833”, Historia mexicana, núm. 249, pp. 111-170. Ello con base en criterios de novedad, aportación historiográfica, enfoque (en el caso del primero), exhaustividad en el trabajo documental en el caso del segundo) y presentación de resultados.

    Reseñas de Historia social

    El  premio ha sido otorgado a Manuel Miño Grijalva  sobre el libro Ixtlahuaca población, haciendas, pueblos y sistema de trabajo colonial (1640-1711)” de María de los Ángeles Velasco Godoy, publicada en Historia Mexicana. (H Mex, núm. 250, pp. 913-919).

    La mención honorífica es para la reseña de Leonardo Senkman sobre el libro de Daniela Gleizer, El exilio incómodo. México y los refugiados judíos, 1933-1945, publicada en Historia Mexicana, núm. 250, pp. 968-975.

    Mejor artículo de Historiografía y Teoría de la Historia

    Después de haber leído y discutido 27 trabajos (19 artículos y 8 reseñas) el jurado ha otorgado el premio como mejor artículo al trabajo de Guillermo Zermeño, “La historiografía en México. Un balance (1940-2010)”, Historia mexicana. Entre espacios, México en la historia global, México, El Colegio de México, abril-junio de 2013, vol. LXII: 4, núm. 248, pp. 1695-1742.

    En este artículo el autor contribuye con capacidad sintética y analítica a dilucidar los marcos teóricos y metodológicos en que se ha desenvuelto la producción historiográfica desde los años 40 del siglo XX, momento en que se hizo posible la profesionalización de la disciplina, hasta la primera década del siglo XXI. Entre sus aportaciones destaca el plantear los retos que enfrentan los historiadores en la actualidad y las perspectivas hacia el futuro inmediato. El texto sobresale por sus características didácticas y seguramente será un referente obligado en la formación de los profesionales de la historia.

    Menciones honoríficas  

    Dos menciones se entregaron en este rubro. Una para Gabriel Kenrick Kruell por su trabajo “La Crónica Mexicáyotl: versiones coloniales de una tradición histórica mexica tenochca”, Estudios de cultura náhuatl, México, Universidad Nacional Autónoma de México, enero-junio 2013, núm. 45, pp. 198-232. Se trata de una excelente reconstrucción historiográfica que parte de la hipótesis sugerida por Robert Barlow acerca de la existencia de una “Crónica X”, fuente primigenia de la Crónica Mexicáyotl  y de otras crónicas e historias. El trabajo es sobresaliente por su creatividad, por el manejo esmerado de las fuentes historiográficas, su cuidada redacción y edición.  

    La segunda mención es para el trabajo de Francisco Rivero, “El devenir del acontecimiento en la operación historiográfica”, Historia y grafía, México, Departamento de historia de la Universidad Iberoamericana, julio-diciembre 2013, año 21, ním. 41, p. 43-77. El estudio destaca por la claridad de sus objetivos y la revisión historiográfica realizada por el autor en torno al concepto de “acontecimiento”, utilizado, rechazado o reinterpretado por diferentes posiciones teóricas y metodológicas desde el siglo XIX hasta el presente.

    Reseñas en Historiografía y Teoría de la Historia

    El premio se concedió a Antonio Escobar Ohmstede, sobre el libro de Eric Van Young, Writing Mexican History, Stanford, Stanford University Press, 2012, 338 pp. Historia Mexicana, México, El Colegio de México, abril-junio de 2013, vol. LXII: 4, núm. 248, pp. 1832-1841.

    Se dio una mención honorífica al trabajo de Luis Vergara Anderson, “Neohistoricismo para el siglo XXI”, Historia y grafía, México, Departamento de historia de la Universidad Iberoamericana, enero-junio 2013, año 20, núm. 40, pp. 239-249, reseña del libro de Frank Ankersmit, Meaning, Truth, and Reference in Historical Representation, Ithaca, N. Y., Cornell University Press, 2012, 264 pp.